Capítulo 38

907 171 95
                                    

No encontraron a Samuel en la casa.

Fue lo primero que oí un día después de que desperté en el hospital.

Mi mamá ya había llegado y no tuve más opción que contarle toda la historia.

—¿Cómo que no estaba en la casa? —pregunto ella demasiado preocupada.

—Lo que le he dicho señora, encontramos un pequeño rastro de sangre que salía del sótano y se dirigía a una ventana, pero fuera de eso no hay nada más, es como si se hubiera esfumado...

—¿Cómo es posible que se les haya escapado? —reprocho ella haciendo que el oficial se pusiera un poco rojo por la vergüenza —Estaba herido de gravedad, no podía ni caminar y aun así lo perdieron, debería darles vergüenza ser tan incompetentes...

—Mamá por favor —pedí queriendo hacer que se calmara, yo también estaba alterado pero no valía la pena desquitarme con todo el que se me cruzara.

Ella se acercó a mí y me abrazó con cuidado de no hacerme doler ninguna de mis heridas.

—¿Cómo es posible que puedas estar tan tranquilo sabiendo que ese monstruo está suelto y probablemente te tenga en la mira? —pregunto horrorizada y al borde de las lágrimas.

El oficial carraspeó incómodo y los dos centramos nuestra atención en él.

—Queremos ofrecerle protección policíaca durante estos meses a donde quiera que vayan...

—Supongo que es mejor que nada.

—Mamá —volví a llamarle la atención por su comportamiento, sabía que tenía todas las razones del mundo para estar preocupada pero no me gustaba verla así.

Ella rompió en llanto.

—Volveremos a casa o nos quedaremos unos días con la vecina para estar más seguros...

—Pero el asesino era su vecino... —soltó el policía y mi madre lloro más fuerte.

—¡Ya no se puede confiar en nadie! —exclamo horrorizada.

—Estaremos bien —la tranquilice.

Ella no se veía segura pero no teníamos otra opción, en ese mismo momento Samuel representaba un peligro inminente. Necesitábamos frenarlo de cualquier forma.

—¿Doblas? Tienes visita —informo una enfermera abriendo la puerta de la habitación y el policía se fue.

—Dile que pase —conteste despreocupado.

Un hombre bastante anciano y con un sombrero bombín entro en el cuarto.

—¿Eres Rubén? —pregunto y yo asentí —Es un placer, me llamo Merlón he venido a buscarte desde muy lejos.

—¿Quién es usted? —pregunto mi madre con desconfianza.

—Soy ayudante del doctor Cerdus Gil —comento dándole una tarjeta blanca de presentación —Él me pidió que fuera a buscarlo, le enviamos mensajes pero no contestaba ninguno.

—Creí que eran spam —dije incrédulo ante la situación —¿Así que ustedes quieren llevarme a otro país para operarme?

Mi madre me miró sorprendida.

—¿Le ofreció eso a mi hijo?

El hombre asintió con la cabeza y se quitó su sombrero para sostenerlo entre sus manos.

—Es un nuevo tratamiento que el doctor quiere probar, él dijo que usted ya había pagado todo de antemano —informo y yo lo miré confundido.

—Yo no pague nada.

Sweet But Psycho ; RubegettaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum