Capítulo 29

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¿Ahora puedes entenderlo?

Cuando me desperté en mi habitación, mi computadora estaba desaparecida y no podía encender la luz así que me ayude con una lámpara de mi escritorio.

Él atardecer ya estaba cayendo, no tenía el reloj sobre mi escritorio ni nada que pudiera ayudarme a saber qué hora exacta era.

Oía pasos por toda mi casa, en el piso de arriba, en el salón, incluso una vez se acercó a la puerta y espere que la abriera pero no sucedió nada y los pasos se marcharon por donde vinieron.

A través de mi ventana la casa de Samuel estaba apagada y todo el vecindario estaba en silencio.

Solo oía los ladridos de un perro y supuse que sería el de mi vecina.

Era un siberiano que había estado muy enfermo últimamente, lo conocía desde hace cuatro años cuando llegue a la ciudad y el solo era un cachorrito.

No sabía que era lo que estaba jugando Samuel, sabía que Mangel había sido golpeado por él y no podía imaginar que le estaría haciendo ahora.

Cuando intenté abrir la puerta estaba trabada lo mismo con la ventana de mi habitación, estaba totalmente encerrado.

Y he estado encerrado todo este tiempo, no sé cómo terminara todo esto, solo espero que pase rápido.

Mi tiempo se ha acabado y te he dicho todo lo que sé, puede que no viva para contar el resto de lo que sucederá hoy.

Así que esta es mi despedida. Mi ultima nota.

Su juego ha empezado.


Dejé de escribir y me masajee la muñeca, tenía los dedos entumecidos y afuera todo se estaba volviendo más oscuro.

Oí un golpe fuerte en la puerta de la entrada y me sobresalté. Tan rápido como pude junte las hojas y tome la cinta adhesiva, abrí un cajón de mi escritorio y pegue las hojas en la madera superior de abajo, luego lo cerré y comprobé que no se salían. Si tenía suerte Samuel no las encontraría.

Giré las ruedas de mi silla hasta el baño y cerré la puerta.

Saque el lápiz afilado que había estado guardando y lo oculte debajo de la manga de mi suéter, listo para defenderme.

Desde el baño de mi habitación oí como alguien golpeaba con fuerza la puerta tratando de abrirla y me tape los oídos cuando está cedió.

Podía escuchar que gritaban mi nombre y los pasos fueron hasta puerta del baño.

No había pestillo así que está se abrió de inmediato.

—¿Rubén? Qué bueno que te encuentro te he estado buscando a ti y a Miguel por todo el festival. No pude conectarme con ustedes porque perdí el teléfono —dijo Lolito y suspiro calmado —No vas a creerme pero alguien entro a mi casa la noche anterior, mi celular había desaparecido y me faltaban papeles de mi investigación...

No podía hablar, sostenía el lápiz en alto y respiraba agitado.

—¿Te sientes bien? —pregunto de repente mirándome alarmado —¿Dónde está Mangel y por qué tienes eso en las manos? ¿Ibas a intentar lastimarte otra vez? —cuestiono sorprendido y me lo quito de las manos.

—Él está... Él... —me faltaba el aire, las palabras no salían de mi boca.

—Escucha, hablé con tu jefe otra vez y él me dijo que una cinta apareció de la nada y tenía información importante sobre tu accidente. Alguien entro al establecimiento la noche de tu accidente...

—Samuel —dije mirando por encima de Lolito a la figura oscura que se acercaba por detrás.

—¿Crees que es él? Realmente no lo sé, podría ser pero sería algo raro...

—Samuel —dije otra vez y escuché el disparo.

Mi rostro se llenó de sangre y el cuerpo de Lolito agujereado en el estómago se me cayó encima.

Detrás de él Samuel sostenía el revólver con el que me había apuntado antes y me miraba reprobatoriamente.

Ninguno de nosotros habíamos podido oírlo hasta que ya era demasiado tarde.

Él me ayudó a quitarme el cuerpo de Lolito y lo arrojo al piso.

Lolito seguía con vida, respiraba con dificultad y sus movimientos eran lentos. Estaba agonizando y no le quedaría más de unos minutos de vida.

Samuel se arrodillo en el piso y dejo su cara a unos centímetros de la del pelirrojo.

—Detective Fernández ¿Puede oírme? —susurro mirándolo con atención —Mire mi rostro detective ¿Me reconoce? —pregunto burlón —Debe reconocerme detective ha dedicado tantos años de su vida para encontrarme. Enhorabuena, aquí me tiene, me ha atrapado. Ha cumplido con su deber ¿A que no se siente de maravilla?

Lolito no podía responder, su boca estaba llena de sangre y sus palabras morían ahogadas antes de poder salir. Apenas podía formular un balbuceo ininteligible.

—¿Sabe lo que pasa cuando mueres detective Fernández? —pregunto Samuel y con su mano sostuvo la cara de Lolito para que este lo viera a los ojos —La gente cree que sus almas o personalidades se vuelven etéreas y quedan vagando por la tierra vigilando a las personas que aman y blah, blah —comento negando con la cabeza y poniendo los ojos en blanco —Pero... —soltó de repente más animado y con una leve sonrisa asomando por su labios —Yo sí sé lo que sucede cuando mueres.

—Samuel detente...

—Cierra la puta boca Rubén, no he terminado contigo aun —amenazo mirándome furioso y me encogí de miedo en mi silla —Ya verás lo que les pasa a las putas traidoras...

Lolito tosió sangre y se retorció de dolor en el piso.

—Como le estaba diciendo oficial... —continuo Samuel —La gente cree que encontrara en la muerte las respuestas que no pudo encontrar en la vida pero no es así. No hay un alma que se eleva por encima de su cabeza y vaga por la tierra, es más... —se detuvo un segundo y añadió en tono confidencial —Yo diría que se queda encerrada ahí adentro, sola, asustada, atrapada y encogida en un rincón de su ser, a la espera de una libertad que jamás llegara.

Samuel se puso de pie.

—Espero que lo disfrute detective —dijo y disparo el revólver contra él cuatro veces más.

Me tape los oídos sintiéndome aturdido y devolví lo poco que había comido al principio del día.

Su cadáver se veía lleno de agujeros y la sangre estaba por casi toda la entrada del baño, empapando las baldosas blancas.

Samuel tomo sus pies y lo arrastró fuera de ahí dejando un camino rojo a su paso.

—Te espero en la sala, la cena está servida —dijo sonriendo y deteniéndose para mirarme animado —Realmente espero que vayas por tu cuenta y no me hagas venir a buscarte.

Asentí torpemente mientras lloraba y trataba de quitarme la sangre de las manos y la cara.

Samuel desapareció de mi habitación y solo pude oírlo mientras se iba.

El lápiz afilado que había querido utilizar como arma estaba desaparecido y entre todo el mar rojo del baño no podía encontrarlo.

Respire hondo tratando de calmarme y me arrepentí al instante, el olor oxidado de la sangre me lleno las fosas nasales dándome más náuseas.

Contuve el aire unos segundos y cuando por fin logré tranquilizarme un poco y reordenar mis pensamientos con mis manos temblorosas comencé a girar las ruedas de mi silla hasta la salida de la habitación donde él me esperaba.

Sweet But Psycho ; RubegettaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ