Capítulo 2

1.6K 277 107
                                    

Samuel era demasiado bueno para ser verdad.

Todos creían que había caído del cielo, era el hombre perfecto, le daba regalos a sus vecinos, siempre tenía una sonrisa que ofrecerle a todos incluso una vez lo vi ayudando a una anciana a cruzar la calle, lo sé es un cliché, pero decir que no era encantador sería mentir.

No recuerdo cuando se mudó a la casa de al lado pero juraría que fue dos meses antes de que el accidente pasará.

La casa siempre estuvo vacía y cuando él llegó la cosa tampoco cambio mucho.

Estaba ausente todo el tiempo apenas había cruzaba unas miradas con él cuando volvía a mi casa después de haber pasado toda la noche fuera. Yo regresaba para dormir y suponía que él se iba a trabajar.

Cuando ocurrió el accidente y estuve internado supe por parte de Mangel y Alex que él vino a verme múltiples veces, aunque la mayor parte del tiempo lo hacía cuando estaba dormido y fue por eso que no tenía recuerdos de sus visitas.

Después de que llegue del hospital él venía a casa bastante seguido pero yo lo ignoraba dando cualquier excusa porque no quería ver a nadie.

Supe que había traído regalos para mí y que había ayudado a los chicos a pagar algunas cuentas, también los había animado a que denunciarán a mi jefe para poder sacarle algo de dinero y pagar la cirugía que necesitaba la cual prometía hacer que recuperará en las piernas, pero todo quedó en la nada. Nadie podía explicar que era lo que había ocurrido, ni siquiera yo lo entendía.

Sentía la presión de que debía ser más agradecido con él y por eso me forzaba especialmente en tratarlo diferente al resto.

Samuel entro a mi habitación justo después de que había ocultado los binoculares que Alejandro había arrojado a mi cama.

—Hola —saludo él con su sonrisa típica —No te veía hace mucho tiempo ¿Has estado bien? —pregunto tomando asiento en la silla cerca del escritorio.

—Sí, he estado bien —dije en tono seco y al instante me arrepentí de haberlo hecho —gracias por el último regalo —ya no recordaba lo que era, creo que era un objeto de decoración,  sus obsequios siempre eran cosas útiles a excepción de ese.

—Dicen que trae buena suerte y salud a todos los integrantes de la casa en donde está —comento sonriendo —Honestamente no sé si será cierto pero conozco gente a la que si le funcionó.

—Necesitare mucha suerte —comente más para mí mismo que para él.

—Sí, no lo dudo —dijo sonriendo de forma extraña —Mangel me dijo que no podrás asistir a clases por un tiempo, así que decidí llevarte la universidad a casa... Y veo que ya tienes mucho trabajo que hacer —soltó mirando la pantalla de mi computadora enfrascada en las decenas de mails que mis profesores me habían dejado.

—¿Me trajiste libros?

—Claro, uno de tus compañeros me dijo que nunca solías comprarte los libros que necesitabas porque no tenías suficiente dinero, así que decidí traértelos así no te atrasas.

En realidad me gastaba el dinero en otra cosa.

—Oh —dije tratando de esconder mi decepción y falta de interés —En serio no deberías haberlo hecho, muchos de ellos son carísimos y suelo leer desde la computadora.

—Los libros en papel son más cómodos créeme, además planeo ayudarte —anuncio alegre.

Lo miré totalmente confundido y negué con la cabeza.

—¿Tú vas a ayudarme? —pregunte incrédulo.

—Sí, me encantan las matemáticas y conozco los temas que estás trabajando.

Todo me parecía extraño y sobre todo me desagradaba la idea de pasar más tiempo con él, no entendía porque pero la sola presencia de Samuel me ponía muy nervioso.

Se veía tan entusiasmado que no quería decirle que planeaba renunciar.

—En realidad no me gustaría desperdiciar tu tiempo.

Él se rio despreocupado.

—No lo harías, para nada —aseguro con esa sonrisa que siempre llevaba pegada en el rostro.

Suspiré y le di mi mejor sonrisa vacía.

—Bien, supongo que nos veremos más tarde —acepte resignado.

Él se puso de pie y acortó la distancia entre nosotros con apenas unos pasos, estaba a punto de decirme algo cuando su mirada se desvió hasta la ventana de mi habitación y con lentitud volvió hasta mí.

Me había olvidado de correr las cortinas y bajar la persiana, todo lo que se apreciaba era la casa de Samuel sumergida en la oscuridad.

—Tienes una buena vista de mi casa —comento serio sin despegarme los ojos de encima.

—Sí y tú de la mía, pero tenemos suerte de que en este vecindario las luces andan tan mal que no se ve nada —dije queriendo cambiar de tema.

Él volvió a sonreír como acostumbraba.

—Sí, tenemos suerte —comento y tras unos segundos de silencio incomodo volvió a hablar —Te veo mañana Rubén —se despidió y salió de la habitación.

Me relaje en mi silla cuando la puerta se cerró, no me había dado cuenta de que estaba tenso hasta que volví a estar solo.

En ese mismo momento una notificación llegó a mi celular y vibro.

Lo tome sin mucha preocupación hasta que me di cuenta que se trataba de Auron y supe que lo último que tenía era suerte.


Sweet But Psycho ; RubegettaWhere stories live. Discover now