«Samuel» (2)

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Advertencia: Este capitulo puede contener escenas sangrientas y violentas.

creo que me traume a mi misma escribiendo esto ._.



Hace seis meses


No sé cuánto tiempo llevo aquí.

La luz del foco me molesta, es demasiado clara y fuerte, este lugar siempre ha lucido mejor en la oscuridad.

En este mismo momento estoy atado a una cama, Akira dijo que lo había hecho porque me había atacado a mí mismo mientras estaba drogado.

Pero sé que no es cierto.

Estoy rodeado de todo el equipo y suministros del hospital que logro robarse antes de que esto sucediera.

Había planeado que tendría una pelea contigo en el sótano y quería estar preparado por si le hacía daño, esa fue la única razón por la que realmente quise a Akira.

Nunca pensé que sería yo el que terminaría siendo herido de gravedad.

Llevo días tratando de soltarme de estas ataduras pero sigo demasiado débil y tengo el presentimiento de que estoy empeorando.

Me está matando lentamente.

—¿Puedo hacer una llamada? —murmuro con mi voz rota.

Tengo la garganta tan seca que podría beberme cien vasos de agua y seguir insatisfecho.

—No —murmura ella desde el otro extremo de mi cama —Tienes que descansar —dice y ya he perdido la cuenta de todas las veces que ha repetido eso.

Pongo mi mejor cara de súplica y no es tan difícil.

—Necesito saber si él está bien —ruego desamparado.

Ella no me contaba ninguna noticia de ti. Tenía miedo ¿Qué tal si estabas muerto?

—Rubén está bien —dice ella como si pudiera leerme la mente, a veces creo que realmente puede hacerlo así que trato de pensar lo más silencioso que puedo mientras estoy en su presencia.

—¿Dónde está?

Akira se encoge de hombros.

—No lo sé —contesta con tono indiferente y con una sonrisa de diversión en su rostro.

Veremos si seguirás sonriendo cuando me suelte de aquí.

—Te había pedido que lo investigaras...

—Alguien tiene que cuidarte —dice cruzándose de brazos —Ya me encargare de él.

—Ese es mi trabajo.

Ella vuelve a sonreír.

—Ya no más, he visto lo que hay detrás de esas sabanas en la pared —comenta sacando un papel de su bolsillo.

Es una foto tuya, una de las miles que había repartida por todo el lugar, una de las miles que le había tomado mientras no me veías.

—No es tu asunto —le recrimino.

Joder, necesito agua.

Ella arruga la foto hasta que queda reducida a una bolita de papel y la arroja a un costado.

—Ni tampoco volverá a ser el tuyo —dijo en un susurro —¿Tienes sed?

Asentí con la cabeza dejando de lado mi orgullo.

Sweet But Psycho ; RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora