Capítulo 30

890 176 52
                                    

Había un camino de sangre que me indicaba a donde debía ir.

Lo seguí inseguro hasta llegar a la sala de estar, la mesa estaba puesta y había velas iluminando todo.

Samuel estaba de pie al lado de la mesa sirviendo vino en dos copas.

—Espero tengas hambre, después de que te vi tirar todo lo que habías ingerido me asusté —comento y lo vi agregarle algo a la copa que luego puso frente a mí —Déjame ayudarte —dijo y me saco de mi silla de ruedas para sentarme en una silla común.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunte directo, aún seguía desorientado y con los oídos pitando por los disparos.

Él tomó asiento y me miró indignado.

—Me ofende que siempre pienses que todas mis acciones son para conseguir algo a cambio.

—Lo siento, solo quiero volver a ver a mis amigos —dije tratando de cuidar mis palabras y sonar calmado.

Él tomó un poco de su vino.

—¿Sabes que en realidad no me gusta comer gente? Lo hago de vez en cuando pero muchos no saben bien —soltó jugando con el borde de su copa.

Me sorprendió su confesión, quizás tenía suerte y mis amigos seguían a salvo.

—Pero hago excepciones a veces... —continuo y me miró a la cara —Deje a tus amigos para el final —largo matando toda mi esperanza.

Tragué saliva fuertemente y miré la bandeja que había frente a mí, tenía una tapa y mi estómago se revolvió otra vez pensado lo que encontraría debajo de ella.

—Quiero hacer un trato contigo.

Lo miré curioso y asustado. Nada bueno podía salir de eso.

—¿Qué quieres a cambio?

—Ahí estás otra vez —se quejó riendo —No quiero nada a cambio, de hecho va a ser mucho mejor para ti.

Él hizo una pausa dejándome con la duda.

—¿Qué se supone que voy a ganar? —pregunte cuando su silencio se hizo insoportable.

—¿Qué te parece volver a caminar?

Lo miré impresionado, había dado por perdido ese tema que el simple hecho de volver a imaginarme de pie me parecía extraño.

—¿Cómo podría...

—Conozco a alguien que podría ayudarte, es un médico de otro país, tendrías todo pagado y podrías abandonar esa silla para siempre.

No le creí ni una sola palabra.

—¿Entonces podría volver a caminar? —pregunte siguiéndole el juego.

—Claro y tus amigos serían libres.

Más mentiras.

—¿Y qué tengo que hacer para que eso pase?

Algo malo iba a pasar, lo presentía.

Él se encogió de hombros y sonrió.

—He preparado esta velada por mucho tiempo, el mejor regalo que podrías hacerme sería terminar tu cena.

Miré la bandeja frente a mí con inseguridad.

—En caso de que no quieras terminar tu cena me temo que tendrás que ir a buscar tú mismo a tus amigos y ganarte tus piernas, pero ¿Por qué hacer tanto esfuerzo cuando puedes tenerlo todo tan fácil? —advirtió y tomo otro sorbo de su copa —Vamos Rubén mira tu cena, sé que te gustará, eres igual a mí —me alentó inclinándose hacia adelante ansioso por ver mi reacción.

Sweet But Psycho ; RubegettaWhere stories live. Discover now