Sam #PGP2021

Von Mialroga_

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Un viaje a mi vida y a los amores en ella. Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más co... Mehr

Antes de...
Dedicatoria
Sinopsis
Introducción
Capítulo 1 - Un final inesperado
Capítulo 2 - Adiós a la Abadía
Capítulo 3 - Un inicio accidentado
Capítulo 4 - La familia siempre unida
Capítulo 5 - Nuestro cinco y seis
Capítulo 6 - Amigas inseparables
Capítulo 7 - Bahías de Huatulco
Capítulo 8 - De amores y bahías
Capítulo 9 - Siempre a tu lado
Capítulo 10 - Monte Albán
Capítulo 11 - Agua de horchata
Capítulo 12 - Mole
Capítulo 13 - Desafinados
Capítulo 14 - Sabor a mí
Capítulo 15 - Hierve el agua, Oaxaca
Capítulo 16 - Hogar, dulce hogar
Capítulo 17 - Gritos, regaños y desacuerdos
Capítulo 18 - Propuesta
Capítulo 19 - Ocho en punto
Capítulo 20 - Viaje Estelar
Capítulo 22 - Noche buena y lejía mental
Capítulo 23 - Muérdago
Capítulo 24 - La magia de las palabras
Capítulo 25 - Ángel
Capítulo 26 - Muñeco de nieve
Capítulo 27 - Casi de año nuevo
Capítulo 28 - Gracias
Capítulo 29 - Anticipación
Capítulo 30 - Querer y merecer
Capítulo 31 - Sin respiración
Capítulo 32 - Segundas intenciones
Capítulo 33 - Reacciones a nuestras acciones
Capítulo 34 - Dejarlo partir
Capítulo 35 - Celos cavernícolas
Capítulo 36 - Quédate
Capítulo 37 - Perfectamente imperfecto
Capítulo 38 - Detén el tiempo
Capítulo 39 - Casi una tormenta
Capítulo 40 - Primera plana
Capítulo 41 - Enfermero particular
Capítulo 42 - Sí
Capítulo 43 - Preparativos
Capítulo 44 - Nuestro
Capítulo 45 - Frío
Capítulo 46 - Golpes
Capítulo 47 - Tiempo
Capítulo 48 - Realidad
Capítulo 49 - Ellos
Capítulo 50 - Agosto en Londres
Capítulo 51 - Lágrimas
Capítulo 52 - Sin miedo a vivir
Para ustedes
Pequeño espacio

Capítulo 21 - Películas y hormonas

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Von Mialroga_

Diciembre había llegado, y con ello, el mes más melancólico y contradictoriamente alegre del año; también había llegado el clima más ambiguo: por las mañanas hacía tanto frío que te dolían hasta los huesos, por las tardes el calor se podía sentir insoportable, y por las noches los ventarrones que llenaban de polvo en interior de las casas azotaban el ambiente, y al día siguiente esos tres tipos de climas tenían la tendencia de hacer una extraña mezcla y sorprendernos, algo que tenías que recibir con singular alegría, o terminarías por amargarte el día entero.

Me gustaba este mes, aunque para mí también tenía momentos agridulces, pero lo que lo hacía más llevadero eran todas y cada una de las festividades que mi familia organizaba. Amaba las tradicionales posadas, romper las piñatas, el tan solo hecho de reunirnos y disfrutar de la compañía hacía de este mes uno de mis favoritos.

Había pasado un mes desde mi viaje estelar al lado de Gabriel, desde entonces nos habíamos vuelto un poco más cercanos; en ocasiones era él quien me buscaba, en otras ocasiones era yo quien lo hacía. La verdad es que pasar tiempo a su lado era algo bastante agradable.

— Necesito más carbohidratos —se quejó Terin.

— Yo también —apoyé su maravillosa idea elevando mis pulgares.

— ¡Ay!, me duele —la vi hacerse un ovillo a mi lado y resoplar —. ¿Por qué Dios no me hizo hombre? ¿Por qué Dios permite que pasemos por esto?

— Serías un guapo pelirrojo... ¡Ay! — fue mi turno de quejarme y de hacerme un ovillo.

¡Por los clavos de Cristo, que alguien me salve de esta agonía!

— Samy Sam, me muero —ella tomó mi mano dándome un fuerte apretón —. Dile a mis padres que los amo, a mis tías que dejen de ser tan metiches, y a tu hermano que sé perfectamente que él tiene mi libro, y que si no me lo devuelve, mi alma penará por toda la eternidad —puse los ojos en blanco, y cuando el terrible cólico se detuvo, suspiré aliviada y me enderecé.

— Dios, es horrible.

— ¿Qué fue lo que dijo tu primo que gritáramos cuando estuviéramos con el período?

— Que somos fértiles —hice un gesto negativo y me llevé la mano al rostro para asegurarme de que la mascarilla seguía ahí —. Hablé con Anton hace rato, dijo que vendrá dentro de unas horas; le pedí que trajera más compresas femeninas, antiespasmódicos y suministros necesarios para lograr salir victoriosas de esta masacre.

— Tu hermano es un ángel.

Farfulló dejando su rostro enterrado en la manta del sofá.

— Lo es —tomé el cojín térmico y lo coloqué sobre mi vientre —. No sé qué haría sin mi hermano. El año que vivimos juntos él se aseguró de que cada mes tuviera todo lo necesario para sentirme amada, protegida y feliz, luego le expliqué que para mí esos días eran todo, menos felices.

— Es muy lindo —la vi hacer una mueca y cerrar los ojos con fuerza —. Esto es horrible.

El cabello de Terin estaba enmarañado en la cima de su cabeza, y aunque todavía tenía la mascarilla que ella tan amablemente nos había puesto para dejar nuestra piel tersa e hidratada, la suya ya comenzaba a desaparecer.

— Vamos a lavarnos el rostro, que esto ya se ha secado y lo estamos esparciendo todo por la manta.

Arrastrando los pies nos dirigimos al baño y nos hicimos cargo de la mascarilla, luego regresé a la sala para aspirar el sofá, retirar la manta sucia y lavar los cuencos con frutas y vegetales que habíamos decidido devorar, porque las dos sabíamos que la comida chatarra en el período, aunque era la que más se antojaba, también era la causante de que los cólicos se volvieran insoportables.

Terminamos derretidas sobre el sofá, de nuevo, a la espera de que el malestar desapareciera, entonces el timbre la de la puerta nos sacó de nuestro mundo de miseria.

— Te toca, yo fui la última vez —arrugué la frente.

— Es la primera vez que el timbre el día de hoy —me despachó con un movimiento de mano.

— Ve, que cuando me levanto siento que se me van a salir las tripas —resoplé.

— Yo me siento igual.

— Pero tú eres más valiente.

Dejé el sofá con las miasmas ganas que tenía de correr un maratón y arrastré los pies hasta la entrada, mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí quién se encontraba del otro lado; mis ojos pasaron de su rostro a los dos gigantescos boles de mi ensalada favorita, bolsas de dulces, bebidas y de más suministros dignos del peor período del mundo, además de dos gigantescas cajas de pizza y postres, muchos postres.

— Pastelitos —habló con una sonrisa en su rostro.

— ¿Eh? —señaló con la mirada mi pijama.

— Es linda. Te queda el estilo del pijama/mameluco colorido, con caritas y de más cosas tiernas —sentí que me ponía roja hasta la médula.

— Gracias. Esto, yo...

— ¿Esa comida en tus manos es para alguien especial?

Me llevé la mano al pecho y pegué un brinco del susto; Terin se había materializado de la nada y ahora sus inquisitivos ojos intentaban desarrollar visión de rayos x para penetrar el papel de las bolsas y averiguar su contenido. Gabriel, aunque había ocultado a base de bien el susto de la aparición de mi amiga, tuvo que parpadear para intentar aclararse la vista; en ese momento nació en mí necesidad de decirle que lo que veían sus ojos no era una especie de alucinación, y que tampoco se había vuelto loco; Terin y yo parecíamos espantapájaros en pijama de mameluco, con los pelos hechos un niño de pájaros y la cara de agonía que nos acompañaba.

— Escuché que te gusta la ensalada dulce, y la salada —le entregó uno de los boles de ensalada y ella sonrió agradecida.

— ¡Oh Dios mío! —chilló Terin —. ¡Eres un ángel caído del cielo!

Besó la mejilla de Gabriel, tomó el bol de ensalada, una caja de pizza, algunas bolsas de dulces y pastelitos y luego desapareció dentro de la sala, hice un gesto negativo con la cabeza; en ocasiones a Terin se le olvidaba el mundo entero cuando le ponían comida enfrente.

— Me disculpo por ella, ni siquiera te ha saludado —me rasqué la mejilla —; ni siquiera te he saludado —sonreí —. Hola —él se acercó a mí y colocó un beso en mi frente.

— Buenos días, chaparrita —me reí por el sobrenombre con el cual me había apodado.

— Pasa, por favor, y déjame ayudarte.

— Gracias —me entregó una diminuta bolsa de caramelos, me dio un guiñó y luego camino hasta perderse dentro de la cocina, yo blanqueé los ojos y resoplé.

— Anda, que esta cosita diminuta seguro me va a herniar la columna vertebral de lo pesada que es.

Caminé hasta la cocina, Gabriel ya había abierto algunos paquetes, a mí se me hizo agua la boca al ver y disfrutar del delicioso olor que manaba de algunos de ellos.

— ¿Todo esto es para nosotros? —asintió entusiasmado señalando las alacenas.

— Espero que lo disfruten —mis ojos lo escrutaron, no se había retirado el abrigo, ni la bufanda, intuí que él no planeaba degustar los alimentos con nosotras.

— ¿No te quedarás? —Me observó atento.

— ¿Quieres que lo haga? —indagó sonriente, hice un gesto afirmativo con la cabeza.

— Me gustaría que lo hicieras, si quieres hacerlo —sonrió.

— Me quedar. ¿Platos o directo de la caja? —Me llevé la mano al mentón para indicar que me lo estaba pensando.

— Cuenta la leyenda que directamente de la caja sabe mejor, pero si mi madre se entera de lo perezosa que he sido al comer directamente del empaque, seguramente me da con su super chancla —Gabriel se aguantó la risa.

— No sería capaz de golpearte —arqueé ambas cejas.

— Mi buen caballero, a esta mujer que usted tiene enfrente la educó una madre y varias tías mexicanas; las nalgadas, los pellizcos y los coscorrones no sobraban en la mesa cuando te portabas mal, y ninguno de esos gestos correctivos terminó por traumatizarme de ningún modo. La super chancla fue la más efectiva de todas las medidas correctivas que emplearon en mi persona.

>> Así que platos, porque mi madre tiene ojos por todos lados, y créeme que va a terminar por enterarse de que mandé todos los modales que tan enérgicamente se empeñó en enseñarme siendo yo una niña; peor aún, que permití que tú comieras del empaque.

— Platos serán —respondió él, le señalé la alacena en donde se encontraban.

— Muchas gracias por todo esto.

— No me agradezcas, ha sido un placer —lo observé curiosa.

— ¿Día libre? —negó sirviendo la ensalada.

— La verdad es que estaba con Antonio trabajando en algunos detalles del proyecto, entonces él recibió tu llamada, y bueno, estaba tan distraído que no se dio cuenta de que tenía el teléfono en altavoz —abrí los ojos sorprendida, especialmente porque Terin tendía al dramatismo y a los detalles innecesarios de su asunto mensual —; pero no te preocupes, Nathan, él y yo éramos los únicos en la sala de reuniones.

— ¿Escuchaste todo? —indagué en un hilillo de voz.

— Cambios hormonales, sensibilidad alterada, antojos culposos, cólicos infernales, abundancia en su período y demás situaciones por demás incómodas para ustedes —estaba tan roja que me ardía la cara, pero la sonrisa sosegada que me dedicó me tranquilizo un poco —. Creí que sería buena idea traer algunas cosas para animarlas. Antonio iba a tardar todavía algunas horas, y por lo desesperadas que se escuchaban me dije que podría tomarme la libertad de aventurarme en el mundo de los artículos femeninos. Espero que no les moleste.

Negué asombrada por su actitud tan despreocupada sobre dichos temas, ya que había conocido hombres al cual el período menstrual parecía horrorizarlos y meterlos en una especie de bucle torturador.

Todavía con la cara un poco roja le sonreí.

— Muchas gracias —sus ojos se quedaron fijos en los míos, parecía querer decirme algo, pero como siempre lo hacía, se lo guardaba para sí mismo.

— Te ves linda cuando te sonrojas —me sonrojé todavía más.

— Gracias —respondí dejando mi atención sobre la barra de la cocina.

— ¿Hambre? —asentí sin pensármelo, porque la verdad es que sí que la tenía.

— Mucha —di un pasó al frente y sentí el horror del período allí abajo —. Ay, Dios —murmuré escandalizada por aquella incomodísima sensación, di un paso hacia atrás para poder escapar al baño —. Yo ya regreso —Gabriel me detuvo tomándome por el hombro.

— Espera, creo que estás fueron las que ustedes dos mencionaron, pero no supe cuál era para quién —me entregó una de las enormes bolsas de papel, revisé su contenido y me aguanté la risa —. ¿Son esas o metí la pata hasta el fondo?

Quería abrazarlo tan fuerte como me fuera humanamente posible, pero en este momento, realizar cualquier movimiento que requiriera el mínimo esfuerzo era sumamente peligroso y a la mar de incómodo.

— No entendí bien sin con alas o sin alas, o si eran largas, extra largas o maxi, lo que entendí es que estuvieran desprovistas de olores y que fueran específicamente de esa marca, así que traje todas estás —me entregó una bolsa con más artículos femeninos, entre ellas, una ducha intima —; venían con eso. La señorita de la tienda me dijo que por la compra y debido a mi número de cliente, me había ganado un paquete completo de cuidado íntimo femenino, y una caja de chocolates envinados, pero esos me los comí de camino acá. También me aclaró que ella estaba dispuesta a explicarme lo de la ducha femenina, porque estás son nuevas.

De todo lo que ha dicho pude notar que de lo único que le había avergonzado hablarme era de los chocolates.

— Muchas gracias —me puse de puntitas, él bajó un poco su rostro para que pudiera alcanzar su mejilla —. De verdad, muchas gracias. Ya regreso tengo que... —asintió.

— Llevaré esto a la sala.

— Gracias.

Me ocupé de mis asuntos en el baño, luego hice una mueca cuando vi lo loco que se veía mi pelo, decidí que hacerme dos trenzas no estaba de más, así que trabajé en ello y salí directamente a la sala dispuesta a ayudarle a mi amiga a domar el suyo.

— Te peinaste —señaló Terin desde su sitio en el sofá, y con un montón de paquetes abiertos.

— Y tú sigues —tomó asiento en el piso inmediatamente.

— Muchas gracias por alimentarnos —remarcó Terin.

— Ha sido un placer. ¿Se sienten un poco mejor? —Las dos asentimos —. ¿Qué estaban viendo?

— Películas malas de televisión. ¿Quieres ver algo especial? —preguntó ella.

— Lo que a ustedes les guste ver. No veo muchas películas —las dos lo observamos atentas.

— ¿No te gustan? —curioseé, él arrugó la nariz.

— La verdad es que no veo mucha televisión, uno siempre encuentra cosas de las que no quiere enterarse.

Tenía el presentimiento de que eso era más dirigido a su propia persona que a las malas películas que solían pasar por televisión abierta.

Los chismes sobre él no habían cesado desde aquel día en que no apareció en la dichosa fiesta: unos hablaban sobre un posible secuestro, otros sobre una posible escapada de libertinaje a lado de un sinfín de chicas a una playa exótica, y otros todavía más tontos hablaban sobre un Gabriel Kendrick asistiendo a un retiro espiritual en el Tíbet.

— Nos gustan las películas románticas y de perritos —la mirada de dolor que se le dibujo en el rostro nos hizo ahogar una carcajada —. Terin y yo tenemos un gusto culposo por esas películas —se mordió el labio y suspiró.

— Es un día para consentirlas, así que las películas románticas y de perritos serán la única opción.

Tal vez debí advertirle que esas películas, sumadas a lo inestables que nos encontrábamos hormonalmente eran la peor de las combinaciones, pues dos horas después, la comida reducida a sobras, un montón de pañuelos desechables y el final La boda de mi mejor amigo, Gabriel intentaba lidiar con una Terin desconsolada.

— ¡Shh! Tranquila, claro que ella lo amaba, pero las cosas no siempre son así.

— ¡No es justo! Ellos dos se ven mejor.

— Pero ambos son felices, mírala, ella sonríe porque su mejor amigo finalmente es feliz a lado de la mujer que ama, aunque ella intentará que las cosas no se dieran así.

— No es justo.

Terin estaba desconsolada, llorando como magdalena y aferrada a la camisa ahora llena de lágrimas y seguramente mocos y baba de Gabriel. Ella siempre reaccionaba de la misma forma con esa película, y cuando por fin se calmó, fue mi turno de llorar a moco tendido, porque únicamente una persona sin una pizca de sensibilidad vería esa película sin llorar.

— Chaparrita, tranquila —yo seguí farfullando cosas ininteligibles mientras señalaba la pantalla.

— Pero amo tanto a su mejor amigo que murió esperándolo afuera de la estación de tren, porque en su corazón el ángel de cuatro patitas siempre añoró que volviera —hipé —, y la historia está basada en hechos reales. ¡Ay no! Pobrecito.

— ¡Shh! ¡Shh! Tranquila, ahora está en el cielo de los perros, donde todos los perros van.

Solté un chillido tan agudo que lo hizo dar un respingo, pegué mi cara en su pecho mientras me deshacía en llanto. La vida estaba llena de injusticias, y lo que pasó ese pobre perrito a manos del destino fue de lo peor.

— Ahora ya están juntos —negué cerrando los ojos con fuerza, el sonido del timbre no hizo nada para calmar mi angustia cinéfila.

— Yo voy —Terin corrió a la entrada dejándonos solos.

— ¿Estás mejor? —afirmé con la cabeza.

— Lo siento —me limpié las lágrimas —, es que esa película siempre me pone mal. Me pueden mucho los animales que sufren, y soy una hipócrita porque como pollo —chillé de nuevo, algo que lo hizo reírse de la situación.

— Yo amo a los animales, y también como pollo. Somos terribles —se burló tomando mi rostro entre sus manos y enjugándome las lágrimas —. ¿Mejor? —asentí.

— Sí, muchas gracias —sus ojos se quedaron fijos sobre los míos, él mantenía su característica sonrisa dibujada en sus labios.

— ¿Quieres ver otra cosa? —preguntó mientras sus pulgares me acariciaban mis mejillas —. ¿Algo menos... emotivo? —sonreí dispuesta a responderle, pero hubo un problema.

— ¡¿Qué estás haciendo?!

El grito de Anton me hizo dar un respingo tan alto que casi me hizo caer de pompas al piso, de no ser por Gabriel esa tragedia hubiera sido posible.

— ¡Suéltala, ahora mismo!

— Anton, cálmate, no están haciendo nada malo —Terin lo tomó por el brazo para evitar que se le echara encima.

— Pero sí está en su regazo, ¡en su regazo!

Gritó mi hermano horrorizado, y siempre culparé a las por toda la eternidad por lo que sucedió a continuación; se me anegaron los ojos de lágrimas y me tembló el labio inferior. La cara de espanto de mi hermano fue algo que atesoraría por toda la eternidad.

Dejó las bolsas que traía en las manos y corrió hasta donde me encontraba.

— ¿Qué tienes? ¿Qué ha pasado? — yo negué intentando calmar mi descontrolado estado de ánimo, pero se me estaba haciendo cada vez más imposible —. ¿Gnomo, qué tienes? —ahora fue su turno de enjugar mis lágrimas —. ¿Te duele mucho? —volví a negar mientras hipaba, tuve que tomar unas cuantas respiraciones para poder hablar.

— Estábamos viendo una película que me pone muy triste —suspiró aliviado.

— ¿La del perro ese? —me volvió a temblar el labio.

— Que feo eres, se llamaba Hachiko, y era muy bueno —asintió blanqueando los ojos.

— Sí, esa criatura era un ángel —se rascó la barbilla —. ¿Te sientes mejor ahora? asentí —. Me alegro mucho, ahora bájate del regazo de Kendrick antes de que me dé una apoplejía —llevé los ojos al cielo.

— Eres un exagerado.

— A ningún hermano mayor le gusta ver a su hermana pequeña en el regazo de un hombre —Gabriel carraspeó.

— Antonio —se puso de pie para estrecharle la mano a mi hermano.

— Kendrick, ¿qué haces aquí?

— Anton, —regañó Terin, mi pobre hermano se vio resignado.

— Bienvenido —habló apretando los dientes.

— Gracias —respondió Gabriel dedicándole una sonrisa a Anton, él achicó los ojos.

El resto del día los cuatro nos la pasamos viendo películas, comiendo hasta reventar y disfrutando de la compañía.

Terin se había adherido a Anton a tal grado que terminó dormida en su regazo, mi hermano por su parte no dejaba acariciarle la espalda, Gabriel parecía haber encontrado en una de mis trenzas la mejor manera de lidiar con la tarde de películas románticas, y de que se me escaparan los suspiros por Fitzwilliam Darcy.

Agradecí al cielo y a todos los santos la paciencia que este hombre había mostrado al pasarse el día entero aguantando el mal genio de Anton, los momentos de sollozos que iban y venían, y la indudable muestra de exageración teatral que mi familia y yo vivíamos en nuestro día a día.

Dejar entrar a Gabriel a mi vida, a nuestra vida, sin duda alguna había sido algo realmente hermoso. 

¡Hola, hola!

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❤🤍🧡🖤💛🤎💚💜💙 Agradecimientos especiales a _Sad_Side_QueenElsiFrostReynaPrladykristel11LilianaEscoca, Minaby7DereckGaark, SeleneVelmont (por sus aportaciones), CieloJasmine15yeong_won69jedraidClownAntonjessicaherrera01AngelaBrinley, fio2900Mary_DelgadoQueenlyBooklaurasegura496Angeles_201MaryVasquez906letzimonicalizzyforyouCelinaMirandaMirandaEsdaRamirezRodriguezSaoriNegrosGESmith451 (por esa casualidad que te trajo a la historia), AbbyTheCryBaby por comentar en la historia. ❤🤍🧡🖤💛🤎💚💜💙 

Mil gracias todos ustedes por todo el apoyo que me han dado.

Les dejo todo mi amor y buenos deseos, nos leemos pronto.

#QuédateEnCasa 

¡Saludos desde Guanajuato!


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