Una ninfa en Hogwarts | Harry...

By TheLittleKat

84K 6.5K 1.6K

Desde que Alanna puede recordar ha vivido aislada en la mitad del bosque, solo acompañada por sus padres y cr... More

1: Valle de Godric
2: Callejón Diagon
3: Viaje a Hogwarts
4: La selección
5: Clases de vuelo
6: Travesuras a media noche
7: Misión rescate
8:La busqueda
9: Fiesta en familia
10: ¡Por fin!
11: Mamá Hagrid
12: Descubrimiento
13: Ataque
14: Revelación
15: Pruebas
16: Celebración
17: Despedida
II
18: Una mirada diferente
19: Librería Flourish y Blotts
20: La madriguera
21: Regreso a Hogwarts
22: Un chiflado como profesor
23: Un castigo bien ganado
24: Una fiesta no muy agradable
25: Él heredero de Slytherin
27: Club de duelo
28: Un viaje a las mazmorras
29: Arrepentimientos
30: Vuelta a la normalidad
III
31: Un viaje en tren
32: El santuario rumano
33: Celeno
34: La doncella del sauce

26: Slytherin vs Gryffindor

685 68 3
By TheLittleKat

Después del desastroso episodio de los duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a clase seres vivos. Por el contrario, se dedicaba a leer a los alumnos pasajes de sus libros, y en ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía.

Habitualmente sacaba a Harry para que lo ayudara en aquellas reconstrucciones; hasta el momento, Harry había tenido que representar los papeles de un ingenuo pueblerino transilvano al que Lockhart había curado de una maldición que le hacía tartamudear, un yeti con resfriado y un vampiro que, cuando Lockhart acabó con él, no pudo volver a comer otra cosa que lechuga.

Alanna y Ron debían aguantar la risa en clase, pero en privado no desaprovechaban oportunidad para recordarle a Harry sus actuaciones.

En la siguiente clase de Defensa Contra las Artes Oscuras sacó de nuevo a Harry, esta vez para representar a un hombre lobo. Alanna, quien había decidido sentarse en los primeros puestos para poder ver mejor, le hacía caras raras a Harry para tratar que este se riera y así Lockhart tuviera que comenzar su actuación nuevamente.

—Aúlla fuerte, Harry (eso es...), y en aquel momento, créanme, yo salté (así) tirándolo contra el suelo (así) con una mano, y logré inmovilizarle. Con la otra, le puse la varita en la garganta y, reuniendo las fuerzas que me quedaban, llevé a cabo el dificilísimo hechizo Homorphus; él emitió un gemido lastimero (venga, Harry..., más fuerte..., bien) y la piel desapareció..., los colmillos encogieron y... se convirtió en hombre. Sencillo y efectivo. Otro pueblo que me recordará siempre como el héroe que les libró de la terrorífica amenaza mensual de los hombres lobo.

Sonó el timbre y Lockhart se puso en pie.

—Deberes: componer un poema sobre mi victoria contra el hombre lobo Wagga Wagga. ¡El autor del mejor poema será premiado con un ejemplar firmado de El encantador!

Los alumnos empezaron a salir. Alanna se puso de pie y fue al fondo de la sala, junto a Hermione y Ron, esperando a Harry.

—¿Listos? —preguntó Harry.

—Espera que se hayan ido todos —dijo Hermione, asustada—. Vale, ahora.

Se acercó a la mesa de Lockhart con un trozo de papel en la mano. Alanna, Harry y Ron iban detrás de ella.

Habían planeado esto al día siguiente de saber que necesitaban un libro de la Sección Prohibida. La idea había quedado en el aire, solo les faltaba pensar en la victima perfecta. Y a Alanna se le vino el nombre perfecto a la mente, claro que al principio Hermione se había ofendido por pensar en él. Les había tomado medio día convencerla de hacerlo, pero, Alanna podía ser muy insistente cuando era necesario, y no había dudado en ser una molestia total con tal de que su amiga aceptado. Lo había hecho, de malas ganas eso si.

—Esto... ¿Profesor Lockhart? —tartamudeó Hermione—. Yo querría... sacar este libro de la biblioteca. Sólo para una lectura preparatoria. —Le entregó el trozo de papel con mano ligeramente temblorosa—. Pero el problema es que está en la Sección Prohibida, así que necesito el permiso por escrito de un profesor. Estoy convencida de que este libro me ayudaría a comprender lo que explica usted en Una vuelta con los espíritus malignos sobre los venenos de efecto retardado.

—¡Ah, Una vuelta con los espíritus malignos! —dijo Lockhart, cogiendo la nota de Hermione y sonriéndole francamente—. Creo que es mi favorito. ¿Te gustó?

—¡Sí! —dijo Hermione emocionada—. ¡Qué gran idea la suya de atrapar al último con el colador del té...!

—Bueno, estoy seguro que a nadie le parecerá mal que ayude un poco a la mejor estudiante del curso —dijo Lockhart afectuosamente, sacando una pluma de pavo real—. Sí, es bonita, ¿verdad? —dijo, interpretando al revés la expresión de desagrado de Ron—. Normalmente la reservo para firmar libros.

Garabateó una floreteada firma sobre el papel y se lo devolvió a Hermione.

—Así que, Harry —dijo Lockhart, mientras Hermione plegaba la nota con dedos torpes y se la metía en la bolsa—, mañana se juega el primer partido de quidditch de la temporada, ¿verdad? Gryffindor contra Slytherin, ¿no? He oído que eres un jugador fundamental. Yo también fui buscador. Me pidieron que entrara en la selección nacional, pero preferí dedicar mi vida a la erradicación de las Fuerzas Oscuras. De todas maneras, si necesitaras unas cuantas clases particulares de entrenamiento, no dudes en decírmelo. Siempre me satisface dejar algo de mi experiencia a jugadores menos dotados...

Alanna se tragó la risa y salió deprisa de la aula junto a Ron y Hermione, a los segundos Harry se les unió.

—Es increíble —dijo Hermione, mientras examinaban los tres la firma en el papel—. Ni siquiera ha mirado de qué libro se trataba.

—Porque es un completo imbécil —dijo Ron—. Pero ¿a quién le importa? Ya tenemos lo que necesitábamos.

—Les dije que era él idiota perfecto—rió Alanna.

—El no es un completo imbécil —chilló Hermione, mientras iban hacia la biblioteca a paso ligero.

—Ya, porque ha dicho que eres la mejor estudiante del curso...

—Y lo es—afirmó Alanna—, solamente esta encaprichada de un idiota, pronto se le pasara.



Bajaron la voz al entrar en la envolvente quietud de la biblioteca. La señora Pince, la bibliotecaria, era una mujer delgada e irascible que parecía un buitre mal alimentado.

—¿Moste Potente Potions?—repitió recelosa, tratando de coger la nota de Hermione. Pero Hermione no la soltaba.

—Desearía poder guardarla —dijo la chica, aguantando la respiración.

—Venga —dijo Ron, arrancándole la nota y entregándola a la señora Pince—. Te conseguiremos otro autógrafo. Lockhart firmará cualquier cosa que se esté quieta el tiempo suficiente.

La señora Pince levantó el papel a la luz, como dispuesta a detectar una posible falsificación, pero la nota pasó la prueba. Caminó orgullosamente por entre las elevadas estanterías y regresó unos minutos después llevando con ella un libro grande de aspecto mohoso. Hermione se lo metió en la bolsa con mucho cuidado, e intentó no caminar demasiado rápido ni parecer demasiado culpable.

Cinco minutos después, se encontraban refugiados en los aseos fuera de servicio de Myrtle la Llorona. Harry le explicó que hace unos días habían entrado por primera vez, el día en el que ella se había enojado con Ron. Alanna no se arrepentía de haberse perdido ese momento, encontrarse con Myrtle no era algo que le agradara mucho, y además gracias a eso había compartido un poco con Alex Selwyn.

Myrtle la Llorona lloraba estruendosamente en su retrete, pero ellos no le prestaban atención, y ella a ellos tampoco.

Hermione abrió con cuidado el Moste Potente Potions, y los cuatro se encorvaron sobre las páginas llenas de manchas de humedad. De un vistazo quedó patente por qué pertenecía a la Sección Prohibida. Algunas de las pociones tenían efectos demasiado horribles incluso para imaginarlos, y había ilustraciones monstruosas, como la de un hombre que parecía vuelto de dentro hacia fuera y una bruja con varios pares de brazos que le salían de la cabeza.

—¡Aquí está! —dijo Hermione emocionada, al dar con la página que llevaba por título La poción multijugos. Estaba decorada con dibujos de personas que iban transformándose en otras distintas. Las caras de dolor intenso en las ilustraciones solo hacían que Alanna se arrepintiera de haber estado de acuerdo.

»Ésta es la poción más complicada que he visto nunca —dijo Hermione, al mirar la receta—. Crisopos, sanguijuelas, Descurainia sophia y centinodia — murmuró, pasando el dedo por la lista de los ingredientes—. Bueno, no son difíciles de encontrar, están en el armario de los estudiantes, podemos conseguirlos. ¡Vaya, miren, polvo de cuerno de bicornio! No sé dónde vamos a encontrarlo..., piel en tiras de serpiente arbórea africana..., eso también será peliagudo... y por supuesto, algo de aquel en quien queramos convertirnos.

—Perdona —dijo Ron bruscamente—. ¿Qué quieres decir con «algo de aquel en quien queramos convertirnos»? Yo no me voy a beber nada que contenga las uñas de los pies de Crabbe.

Hermione continuó como si no lo hubiera oído.

—De momento, todavía no tenemos que preocuparnos porque esos ingredientes los echaremos al final.

Sin saber qué decir, Ron se volvió a Alanna y Harry.

—¿No te das cuenta de cuántas cosas vamos a tener que robar, Hermione? Piel de serpiente arbórea africana en tiras, desde luego eso no está en el armario de los estudiantes, ¿qué vamos a hacer? ¿Forzar los armarios privados de Snape? No sé si es buena idea...

Hermione cerró el libro con un ruido seco.

—Bueno, si van a acobardarse los tres, pues vale —dijo. Tenía las mejillas coloradas y los ojos más brillantes de lo normal—. Yo no quiero saltarme las normas, ya lo saben, pero pienso que aterrorizar a los magos de familia muggle es mucho peor que elaborar un poco de poción. Pero si no tienen interés en averiguar si el heredero es Malfoy, iré derecha a la señora Pince y le devolveré el libro inmediatamente.

—¡Yo no me acobardo!—repuso Alanna,—Incluso puedo pedirle a mi padre algunos ingredientes, pero solo los menos sospechosos.

—Está bien, lo haremos—dijo Ron—, pero nada de uñas de los pies, ¿vale?

—Pero ¿cuánto nos llevará hacerlo? —preguntó Harry, cuando Hermione, satisfecha, volvió a abrir el libro.

—Bueno, como hay que coger la Descurainia sophia con luna llena, y los crisopos han de cocerse durante veintiún días... si podemos conseguir todos los ingredientes... ¿Para cuando puedes tener los ingredientes, Alanna?

Alanna lo pensó durante unos segundos. Su padre siempre había alentado todo lo relacionado a las pociones, él esperaba que su única hija siguiera sus pasos. No le tomó mucho darse cuenta que él no dudaría en darle cualquier ingrediente siempre que dejara ver lo mucho que le interesaba aprender a preparar una nueva poción, o que pensaba hacer un ensayo por su cuenta. Cualquiera que la conociera sabría enseguida que ella no era la clase de persona que le gustaba hacer trabajo extra, pero su padre seguro estaría tan segado por el orgullo que olvidaría lo perezosa que podía llegar a ser su hija.

No dudó al contestar

—A lo mucho en dos días. Pero repito, solo los más fáciles de conseguir. Si le pido piel de serpiente sospechara que estoy tras algo arriesgado.

Hermione asintió.

—Un mes —dijo finalmente—. Con la ayuda de Alanna puedo tardar un poco menos, pero no estará lista por lo menos hasta navidad.

—¿Un mes? —dijo Ron—. ¡En ese tiempo, Malfoy puede atacar a la mitad de los hijos de muggles! —Hermione entornó los ojos amenazadoramente, y él añadió sin vacilar—: Pero es el mejor plan que tenemos, así que adelante a toda máquina.

Alanna rodó los ojos antes de salir del baño tras Hermione. Ni Ron ni Harry se tomaban enserió lo difícil que era preparar una poción perfecta, les dejaban todo el peso a ellas dos y eso la molestaba sobremanera.



Al día siguiente Alanna despertó tarde, lo que era raro debido a que ese día se jugaba un importante partido de quidditch. Se levantó de un saltó y miró en todas direcciones, era la única en la habitación.

Se vistió a toda prisa tropezando con sus cosas más de una vez, debía ordenar su área personal. Se había bañado la noche anterior para evitar retrasos en la mañana, desayunar sin prisas y obtener un buen puesto en las tribunas. Pero, se vio a si misma corriendo a toda prisa por los pasillos para llegar al comedor.

Ya eran las once cuando comenzó a desayunar, al ver que la mayoría se dirigía al campo de juego se dio prisa. No tragó más de un pan tostado (porqué no tenía tiempo para masticar) y se empino una taza de té.

Para cuando llegó a las tribunas era casi imposible encontrar un buen lugar. Entre empujones, tropiezos y golpes logró abrirse paso entre la multitud, subió hasta la tribuna donde la mayoría de sus compañeros de casa se encontraban y se dispuso a buscar a sus dos amigos. Parecía una tarea difícil, pero con el distintivo cabello rojo de Ron era solo cuestión de tiempo. Y no le tomó más de unos minutos divisarlo.

Para su suerte, sus amigos le habían guardado un puesto entre ellos.

—Debiste despertarme, Hermione—fue lo primero que dijo cuando llegó junto a ellos.

—Parecías cansada.

—Aún así, ¡podría haberme perdido el partido!

En ese preciso momento los jugadores salieron al campo, Alanna dio la conversación por acabada y concentró su atención en el campo de juego. Los jugadores fueron recibidos con gran estruendo; eran sobre todo aclamaciones de Hufflepuff y de Ravenclaw, cuyos miembros y seguidores estaban deseosos de ver derrotado al equipo de Slytherin, aunque la afición de Slytherin también hizo oír sus abucheos y silbidos. La señora Hooch, que era la profesora de quidditch, hizo que Flint y Wood se dieran la mano.

Los catorce jugadores se elevaron hacia el cielo plomizo. Harry ascendió más que ningún otro, Malfoy casi enseguida salió disparado por debajo de él. Justo en ese preciso momento una bludger negra y pesada iba hacía él. Hermione y Alanna ahogaron un gritó y casi de inmediato se tomaron de la mano y las apretaron con fuerza; ya era una acción habitual en ellas cada vez que estaban nerviosas.

La bludger no le pegó, pero Alanna estaba segura que lo había rozado.

George Weasley paso volando por el lado de Harry para devolver la bludger contra Slytherin. Le dio un fuerte golpe con el bate y dirigiéndola hacia Adrian Pucey, pero la bludger cambió de dirección en medio del aire y se fue directa, otra vez, contra Harry.

Harry descendió rápidamente para evitarla, y George logró golpearla fuerte contra Malfoy. Una vez más, la bludger viró bruscamente como si fuera un bumerán y se encaminó como una bala hacia la cabeza de Harry.

En las tribunas todos contuvieron su aliento cuando Harry aumentó la velocidad y salió zumbando hacia el otro extremo del campo, pero la bludger lo seguía de cerca. Fred Weasley aguardaba en el otro extremo. Harry se agachó para que Fred golpeara la bludger con todas sus fuerzas. Pero, como si fuera atraída magnéticamente por Harry, la bludger volvió a perseguirlo y Harry se vio obligado a alejarse a toda velocidad.

Había empezado a llover.

Las cosas no estaban siendo fáciles para el equipo de Gryffindor, hasta ahora, Slytherin iba a la cabeza por seis a cero. Estaba claro que la superioridad de las escobas de Slytherin daba sus resultados, y mientras tanto, la bludger loca hacía todo lo que podía para derribar a Harry.

—Algo le pasa a la bludger —dijo Alanna con el ceño fruncido—. Si sigue así, va a derribar a Harry.

En ese momento la señora Hooch hizo sonar el silbato y los jugadores descendieron hasta el suelo.

—Harry estará bien, es buen jugador.

—Aunque él sea buen jugador —contestó Alanna a Ron sin despegar su vista del campo de juego—, no es invencible. Esa bludger lo puede alcanzar en cualquier momento y matarlo. ¡Todos vimos como una casi derriba a Angelica!

—Mis hermanos estarán cuidándolo —zanjó el tema Ron. Alanna decidió no volver a prestarle atención por el resto del partido, últimamente su actitud no le agradaba.

La señora Hooch tocó nuevamente el silbato y el partido se reanudó. Harry dio una patada en el suelo que lo propulsó por los aires, ascendió más y más. Giraba, daba vueltas, se trasladaba en espiral, en zigzag, describiendo tirabuzones.

Siguió tratando de esquivar la bludger hasta que en un momento se detuvó y Malfoy frente a él.

El corazón de Alanna se detuvo cuando vio como la bludger lo alcanzó por fin y le golpeó el codo. Si su brazo no estaba roto sería un completo milagro.

Harry desmontó a medias de la escoba empapada por la lluvia, manteniendo una rodilla todavía doblada sobre ella y su brazo derecho colgando inerte. La bludger volvió para atacarle de nuevo, y esta vez se dirigía directa a su cara. Harry cambió bruscamente de dirección, se dirigió hacía Malfoy.

Todos ahogaron un grito cuando Harry se soltó finalmente de la escoba y solo quedó sujetó por las piernas. Entonces, comenzó a caer.

Con un golpe seco chocó contra el barro y salió rodando, ya sin la escoba.

—¡Harry! —sollozó Alanna. Soltó la mano de Hermione y empujó a todos a su alrededor para bajar de la tribuna. Sintió las esquinas de sus ojos picar por las lagrimas que amenazaban son salir, pero ellas las reprimió. No era el momento.

Los minutos que le tomó bajar de las tribunas y llegar al campo de juego se sentiieron como una vida entera. Escuchaba los murmullos, los gritos y los silbidos. No sabpia que pasaba pero ella no quería detenerse a preguntar o enfocar su mirada en otra cosa que no fuera bajar las escaleras sin caerse.

Un fuerte gritó por parte de todos la hizo detenerse.

Ganamos. Fue lo único que pudo comprender sobre el ruido de cientos de voces gritando de felicitad como si su vida dependiera de ello. Miró hacía el campo de juego, que ahora estaba mucho más cerca que antes, y vio a Harry tirado en el medio, con su brazo en un angulo extraño y lo ojos cerrados. Su pecho subía y bajaba lentamente, como si estuviera durmiendo.

Reanudó su camino.

La lluvia le pegaba en la cara y lograba que su cabello se pegara a su piel, su túnica estaba empapada y sus zapatos embarrados. Cruzó el campo de juego y por fin pudo llegar al lado de Harry. Su escoba estaba tirada a unos metros de ellos. Casi se abalanzó sobre él, finalmente prefirió arrodillarse a su lado. Movió su hombro de un lado a otro tratando de despertarlo.

Alanna no pudo evitar fijarse en su brazo, le debía doler horriblemente, por eso se había desmayado. Una parte morbosa de ella la hizo tocarlo, algo le gritaba que lo hiciera. A ella no le gustaba desobedecer sus impulsos. Con la mano temblorosa por el frió y la lluvia tocó suavemente una parte del brazo de Harry, la única descubierta. Sintió una comezón y un ardor en la yema de sus dedos. Le picaba horriblemente debajo de las uñas, dentro de la carne. Sintió su sangre arder, pero de una forma buena, y entonces, una pequeñas pelusas brillantes se arremolinaron alrededor del brazo de Harry.

Alanna se echo hacía atrás, asustada. Las motas brillantes desaparecieron enseguida. Se quedó quieta mirando su mano con horror.

No quiso preguntarse nada, no era el momento; ya tendría tiempo para volverse loca preguntándose cosas que sabía bien no podría contestar.

Por qué ella había visto esas pelusas antes. Y su madre no estaba cerca para explicarle nada.

Se puso de pie con algo de esfuerzo, su ropa pesaba. Una mano le tendió ayuda y Alanna la aceptó agradecida. Era Hermione. Una multitud se reunía a su alrededor, todos los Gryffindors y algunos alumnos de otras casas.

En ese momento Harry comenzó a removerse, y eso la hizo olvidar el incidente anterior. Pero no se había dado cuenta de un pequeño-no-tan-pequeño detalle: Lockhart casi estaba sobre él.

Quiso gritarle que se alejara porque seguramente a Harry no le gustaría su cercanía, pero prefirió no hacer una escena. Medio Hogwarts los estaba observando.

—¡Oh, no, usted no! —gimió Harry cuando despertó.

—No sabe lo que dice —explicó Lockhart en voz alta a la expectante multitud de Gryffindor que se agolpaba alrededor—. Que nadie se preocupe: voy a inmovilizarle el brazo.

—¡No! —dijo Harry—, me gusta como está, gracias.

Un «¡clic!» se escuchó cerca.

—¿Colin no puede dejar a Harry en paz? —preguntó Alanna a Hermione. —No es el momento —agregó.

—No quiero que hagas fotos, Colin —dijo Harry alzando la voz.

—Vuelve a tenderte, Harry —dijo Lockhart, tranquilizador—. No es más que un sencillo hechizo que he empleado incontables veces.

—¿Por qué no me envían a la enfermería? —masculló Harry.

—Así debería hacerse, profesor —dijo Wood, lleno de barro y sin poder evitar sonreír aunque su buscador estuviera herido—. Fabulosa jugada, Harry, realmente espectacular, la mejor que hayas hecho nunca, yo diría.

—Wood es un idiota —susurró Alanna.

¿Como es posible que le importe más el partido que su jugador estrella? pensó Alanna. Si yo fuera él estaría rogando que lo llevaran a la enfermería.

—Apartense—dijo Lockhart, arremangándose su túnica verde jade.

—No... ¡no! —dijo Harry débilmente, pero Lockhart estaba revoleando su varita, y un instante después la apuntó hacia el brazo de Harry.

Todos a su alrededor ahogaron un grito.

Harry ya no tenía un brazo roto, porque ya no tenía huesos en ese brazo. Por su túnica se asomaba lo que parecía un grueso guante de goma color carne.

—¡Ah! —dijo Lockhart—. Sí, bueno, algunas veces ocurre esto. Pero el caso es que los huesos ya no están rotos. Eso es lo que importa. Así que, Harry, ahora debes ir a la enfermería. Ah, señor Weasley, señorita Granger, señorita Steel, ¿pueden ayudarle? La señora Pomfrey podrá..., esto..., arreglarlo un poco.



A la señora Pomfrey aquello no le hizo gracia.

—¡Tendrían que haber venido enseguida aquí! —dijo hecha una furia y levantando el triste y mustio despojo de lo que, media hora antes, había sido un brazo en perfecto estado—. Puedo recomponer los huesos en un segundo...,pero hacerlos crecer de nuevo...

—Pero podrá, ¿no? —dijo Harry, desesperado.

—Desde luego que podré, pero será doloroso —dijo en tono grave la señora Pomfrey, dando un pijama a Harry—. Tendrás que pasar aquí la noche.

Hermione y Alanna aguardaron al otro lado de la cortina que rodeaba la cama de Harry mientras Ron lo ayudaba a vestirse. Les llevó un buen rato embutir en la manga el brazo sin huesos, que parecía de goma.

—¿Te atreves ahora a defender a Lockhart, Hermione? —le dijo Ron a través de la cortina mientras hacía pasar los dedos inanimados de Harry por el puño de la manga—. Si Harry hubiera querido que lo deshuesaran, lo habría pedido.

—Cualquiera puede cometer un error —dijo Hermione—. Y ya no duele, ¿verdad, Harry?

—Eso no fue un error, Hermione —contraatacó Alanna— él no sabía lo que hacía. Así de simple, más que profesor es un bufón. Pudo haber hecho algo mucho peor —se cruzó de brazos. —Y seguro ya no le duele, ¡porque no tiene huesos!

—Ni duele ni sirve para nada —contestó Harry. Alanna le dio una mirada a Hermione como si dijera <<te lo dije>>.

Alanna, Hermione y la señora Pomfrey cruzaron la cortina. La señora Pomfrey llevaba una botella grande en cuya etiqueta ponía «Crecehuesos».

—Vas a pasar una mala noche —dijo ella, vertiendo un líquido humeante en un vaso y entregándoselo—. Hacer que los huesos vuelvan a crecer es bastante desagradable.

Harry no pude beber de la poción sin que una tos lo atacara, pero aún así la señora Pomfrey lo hizo beberse todo el vaso.

Sin dejar de criticar los deportes peligrosos y a los profesores ineptos, la señora Pomfrey se retiró, dejando que Ron, Alanna y Hermione ayudaran a Harry a beber un poco de agua.

—¡Pero hemos ganado! —le dijo Ron, sonriendo tímidamente—. Todo gracias a tu jugada. ¡Y la cara que ha puesto Malfoy... Parecía que te quería matar!

—Me gustaría saber cómo trucó la bludger —dijo Hermione intrigada.

—Podemos añadir ésta a la lista de preguntas que le haremos después de tomar la poción multijugos —dijo Harry acomodándose en las almohadas—.Espero que sepa mejor que esta bazofia...

—¿Con cosas de gente de Slytherin dentro? Estás de broma —observó Ron.

—No puede ser tan horrible, tal vez lo que le echemos se desintegre —propuso Alanna, no muy convencida.

En aquel momento, se abrió de golpe la puerta de la enfermería. Sucios y empapados, entraron para ver a Harry los demás jugadores del equipo de Gryffindor.

—Un vuelo increíble, Harry —le dijo George—. Acabo de ver a Marcus Flint gritando a Malfoy algo parecido a que tenía la snitch encima de la cabeza y no se daba cuenta. Malfoy no parecía muy contento.

Habían llevado pasteles, dulces y botellas de zumo de calabaza; se situaron alrededor de la cama de Harry, y ya estaban preparando lo que prometía ser una fiesta estupenda, cuando se acercó la señora Pomfrey gritando:

—¡Este chico necesita descansar, tiene que recomponer treinta y tres huesos! ¡Fuera! ¡FUERA!



El camino a la torre de Gryffindor se les hizo eterno. Alanna quería cambiarse la ropa que aun seguía empapada y cubierta de barro. Su pelo era un completo desastre y necesitaría de varios baños para estar como antes. Si su madre la viera así no dudaría en regañarla.

<<Una ninfa siempre debe estar impecable, regia, hermosa>>

Y Alanna, ella no cumplía ninguno de esos requisitos. Ni siquiera tenía algún poder especial que no fuera atraer a los animales, y eso no era algo tan especial. Tal vez había heredado solamente la parte mágica de su padre. Y ella estaba perfectamente bien con eso, ser una ninfa no era algo que le llamara la atención. No si debía estar cuidando a cada segundo su aspecto. El solo hecho de no poder cortar su cabello por temor a que algo malo le ocurría la molestaba.

Paso por el cuadro de La Dama Gorda e ignoro a sus demás compañeros quienes celebraban la victoria de Gryffindor. Se abrió paso entre un grupo de alumnos de quinto y subió por las escaleras hacía su habitación.

Para su suerte estaba vacía, no aguantaría escuchar comentarios por parte de Lavander o Parvati sobre su ropa o cabello, o del espectáculo que debió dar al bajar corriendo las tribunas al encuentro de Harry. Ni ella sabía en que estaba pensando al hacer eso.

Se termino de bañar y se puso el pijama, se sentía muy cansada y solo quería dormir por lo que quedaba de día.



En algún momento de la tarde se durmió y despertó a la mitad de la noche. La habitación estaba en penumbras y podía escuchar las suaves respiraciones de sus compañeras.

No podría volver a dormir y aún faltaban muchas horas para que amaneciera. Se sentó en la cama y se quedo mirando la oscuridad. La imagen de las pelusas brillantes le seguía viniendo a la mente, no podía cerrar los ojos sin que esa luz apareciera.

No quería pensar en lo que significaba, no quería pensar que era verdad.

Se cubrió la cara con las manos y se dejo caer hacía atras. No pudo evitar dar patadas al aire para alejar los problemas, ella pensaba que eso le ayudaría, pero solo hizo que su cama quedara como un completo desastre. Igual que su vida en ese momento.

¿Qué estoy haciendo?

Desde que tenía memoria su sueño había sido entrar a Hogwarts y ser una buena bruja, pero su situación era todo lo contrario. No estudiaba, no se preocupaba por nada y pasaba la mitad de su tiempo en problemas.

Debía cambiar ahora que aun tenia tiempo, mañana comenzaría.

Con eso en mente se acomodo para dormir, creyendo que tal vez el sueño regresaría.

Pero el nunca llego.

Lo que si llegó fue una punzada en su cabeza, luego otra, y otra.

No, no, no.

El dolor comenzó de a poco, como si se arrastrara por cada parte de su cabeza hasta envolverla por completo y hacer presión. Reprimió un gemido mordiendo su mano hasta dejar sus dientes marcados en su piel. A medida que los minutos fueron pasando el dolor solo empeoro, llego a sentir un sabor metálico en su boca; sangre, de su mano.

No aguantó más, siguió mordiendo su mano hasta que el aire se hizo más pesado, hasta que sus parpados pesaron y hasta que su conciencia se apagó.


Continue Reading

You'll Also Like

472K 7.1K 5
𝙃𝙤𝙪𝙨𝙚 𝙊𝙛 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 || 𝐒𝐚𝐠𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 "Ser una Black digna de su apellido" Madelyn siempre tuvo esos pensamientos al saber q...
277K 19.6K 35
Con la reciente muerte de su padre el duque de Hastings y presentada en su primera temporada social, Annette empieza a acercarse al hermano mayor de...
380K 25K 96
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
159K 22.1K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...