Forzada a Comprar un Esclavo...

By EriAna_SG

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Arabelle es forzada a comprar un esclavo vampiro, incluso cuando ella detesta tener esclavos. Esto es lo qué... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo Final
Extra 1
Extra 2
Aviso Secuela

Capítulo 49

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By EriAna_SG

El Doctor Carter realmente no tenía nada útil que decir, todo lo que dijo fue que era muy probable que tuviera una gripe grave y que debía descansar mucho, bla, bla, bla. No me gustaba ir al médico y en este caso fue realmente innecesario porque él no hizo nada, me dijo que no me pasaba nada, excepto que tenía la presión arterial ligeramente alta y algo más, no sé, la verdad no presté atención. También dijo que tomara Tylenol o Advil para el dolor, las tengo, pero no funcionan. Entonces dijo que me daría una receta para algunos analgésicos, gracias a Dios.

Corey volvió conmigo a pesar de que le dije que no tenía que hacerlo, parecía desinteresado y deprimido la mayor parte del tiempo, excepto cuando miré al Doctor y él sonrió levemente, creo que le gusta cuando no me agrada la gente, es como si fuera al lado oscuro. Debíamos esperar 45 minutos para que nos entregaran el medicamento, así que teníamos tiempo que matar.

Corey metió las manos en los bolsillos de sus jeans negros mientras caminábamos hacia el auto, llevaba una camiseta de algodón gris que tenía mangas de color marrón oscuro y un cuello que tenía dos pequeños botones que dejó sin abrochar. También llevaba un par de zapatos de ante azul, un cambio agradable de sus zapatos negros habituales. Pero, por supuesto, en mi opinión, creo que se veía muy sexy con cualquier cosa que se vistiera y la ropa que llevaba hoy no era la excepción. Estaba pensando en lo atractivo que se veía mientras nos dirigíamos al automóvil estacionado a pocos metros del edificio.

— Entonces, ¿qué vamos a hacer mientras esperamos la medicina? — preguntó Corey, mirándome a los ojos.

Me encogí de hombros y miré el pavimento mientras caminaba. Me cambié los pantalones de chándal y me puse un par de jeans ajustados a cuadros rojos y negros con parches de "The Beatles" esparcidos sobre ellos y me calcé mis botas gastadas color verde. Algunos de los parches comenzaban a despegarse, por esta razón había colocado alfileres de seguridad en las esquinas para evitar que se despegaran por completo. Tenía un par de gafas de sol que casi nunca usaba porque eran mis favoritas, eran unas gafas de sol redondas tipo "hippie" como las que usaba John Lennon todo el tiempo. Empujé los delgados anteojos con montura de alambre por el puente de mi nariz mientras levantaba la cabeza, mirando por el cristal teñido de azul. Cuando me puse las gafas, Corey me comentó que estaba obsesionada con John Lennon, pero yo no estaba de acuerdo, él era solo mi ídolo.

— Creo que deberíamos conseguir algo de comer — declaró Corey — Todavía no has comido.

— Esta bien.

Llegamos al auto y Corey me abrió la puerta, entré y luego él la cerró, segundos después él entró en el lado del conductor y arrancó el auto.

— Entonces, ¿dónde quieres comer? — inquirió, sacando el auto del estacionamiento en el que estábamos.

— No sé, en realidad, nada se me antoja.

— Supongo que probablemente no tienes ganas de ir a un restaurante — dijo y asentí, él estaba en lo correcto.

— ¿Así que comida rápida? — cuestionó e hice un ruido de desdén.

— ¿Es eso un no? — preguntó y asentí — Um, ¿qué tal comida china?

— Eh, sí, claro — estuve de acuerdo.

— Sigue siendo un restaurante, pero supongo que podríamos pedir y comer en el auto — mencionó y sonrió levemente — O, ¿por qué no en la acera? El clima es agradable.

— Bueno — repliqué mientras respiraba una risa.

— Entonces, ¿cómo te sientes? — inquirió y pensé sobre lo dulce que sonaba su voz.

— Bien, supongo — respondí.

— Entonces, ¿realmente crees que tienes gripe? — cuestionó y me mordí el labio.

— No sé, nunca he tenido una gripe como esta antes, pero supongo que eso explicaría lo que me pasa, quiero decir, ¿qué más podría ser? — repliqué y él inclinó su cabeza ligeramente.

— Entonces no tienes mucha hambre, ¿verdad? Pero, ¿tienes sed?

— Si.

— Bien, solo me lo preguntaba.

El sol brillaba sobre el capó de mi auto, me senté en el auto y hurgué en el cartón blanco de comida china con mis palillos. Alcé una mano y bajé la visera para evitar que los rayos del sol me golpearan la cara, me preguntaba si Corey se sentía así con el sol, esa sensación incómoda. Antes creía que el sol lastimaba a los vampiros, pero ahora he escuchado que solo es incómodo, sé cómo se siente y apesta. Cuando el sol golpea mi piel, este envía fuertes dolores a través de mi cabeza y cuando este brilla en mi cara, tengo que luchar contra el impulso de agacharme y cubrirme. Quería esconder mi cara en mi chaqueta, pero no lo hice. Usé mis palillos para examinar los fideos, tomé un vegetal y lo comí.

— ¿Te molesta el sol? — preguntó Corey y colocó el cartón blanco sobre su regazo.

— Supongo que debe ser por el dolor de cabeza — respondí, comiendo un pequeño pedazo de maíz y él asintió.

— Me pregunto si alguno de tus abuelos sigue vivo, nunca has hablado sobre ellos.

— Sí, los padres de mi papá están vivos, solo que no los veo tan seguido y los padres de mi mamá murieron antes de que yo naciera.

— ¿Cómo murieron?

— Un accidente de auto — repliqué y él asintió.

Después de comer fuimos a la farmacia y agarré mis pastillas. Tomé una tan pronto como entramos en el auto, Corey me miró con una mirada aprensiva. Metí la botella en el bolsillo de mi chaqueta y me acomodé en el asiento.

— Entonces, ¿qué hiciste con las pastillas de Reaver? — le pregunté a Corey.

— Las puse en mi bolsillo — afirmó.

— ¿Que vas a hacer con ellas?

— No lo sé.

— ¿Estás... planeando tomarlas? — inquirí y él me miró.

— ¿Me preguntas si me voy a drogar con ellas?

— Si.

— No voy a mentirte, estaba planeando tomar un poco... más tarde — replicó casualmente.

— ¿Por qué?

— Porque quiero ¿Debo tener una razón?

— Bueno, sí, la mayoría de la gente tendría una razón de por qué querría hacer eso — reclamé y lo escuché suspirar suavemente — No tienes que decirme, solo me lo preguntaba.

— Yo solo... no tengo ganas de hablar de eso, es todo — comentó y asentí.

— Bueno.

Me sonrió levemente y yo le devolví la sonrisa. Fue un viaje silencioso, después de estacionar el auto, salí y me dirigí hacia la casa, Corey caminó delante de mí con las manos en sus bolsillos.

— ¿Por qué me miras tanto? — preguntó, mirándome.

— ¿Eh? Oh, no hay razón — repliqué, pasándome una mano por el pelo.

— Bueno, entonces, ¿qué estás pensando?

Puse una mano en mi bolsillo y sentí mis gafas de sol que había puesto allí cuando oscureció ya que no las necesitaba.

—Estaba pensando en lo lindo que te ves.

Podría no haber dicho nada, pero sabía que a él siempre le había gustado conocer los detalles.

— ¿También piensas eso cada vez que ves a Reaver? — murmuró burlonamente, lo miré y sentí la primera punzada de irritación.

— No, en realidad no lo hago — repliqué, mi tono de voz mostró mi irritación, lo cual no había pretendido.

— ¿En serio? ¿O piensas en cuánto quieres cogértelo?

— Sí, pienso en lo mejor que sería él que tú.

Dejó de caminar y se volvió bruscamente para mirarme, yo también me detuve.

— Esa fue una respuesta barata — afirmó.

— Sí, bueno, era la verdad.

— Vete a la mierda.

— Yo no sigo órdenes, como tú — respondí con un tono inteligente — Y oye, cogerme a mí misma sería mucho mejor que cogerte a ti, de hecho, creo que cualquier cosa lo sería, tal vez por eso nunca quise hacerlo.

Caminó hacia mí, sus ojos reflejaban ira y chocó contra mi hombro, golpeándolo, no estaba segura de sí él realmente tenía la intención de hacerlo o no, pero aun así me molestó. Me giré para mirarlo mientras se alejaba.

— ¿Te vas a drogar? — pregunté burlonamente.

— Este es tu auto favorito, ¿verdad? — inquirió, deteniéndose.

— Si — respondí, él sabía que yo amaba ese auto, ¿por qué lo preguntaría?

— ¿Quieres ver algo genial? Espera aquí.

Corrió hacia el garaje y reapareció momentos más tarde con algo pequeño en sus manos, pero no pude distinguir qué era porque estaba muy oscuro. Desapareció detrás del auto por unos momentos, pero luego regresó y me miró.

— ¿Estás lista? — cuestionó y lo miré sospechosamente.

— ¿Qué estás haciendo? — pregunté y él encendió un fósforo.

— Ya verás.

Tiró el fósforo por la ventana que había bajado un poco y el auto se incendió casi instantáneamente. Mi mandíbula cayó en estado de shock y él sonrió con arrogancia.

— No puedo creer que hayas hecho eso — afirmé.

Ese había sido un regalo de mi papá en mi cumpleaños número 16. Literalmente me encantaba ese auto, significaba mucho para mí y Corey lo sabía. Corey se me acercó.

— Ahora, ¿por qué no vas a cogerte a Reaver? Estoy seguro de que está esperando ansiosamente que regreses.

Pasó junto a mí con las manos en sus bolsillos. Observé mi auto mientras las llamas lo envolvían desde adentro y las chispas alcanzaban el cielo nocturno. Oí que se cerraba la puerta principal, miré hacia atrás y vi que Corey había entrado. Me di vuelta, me dirigí hacia la puerta y la abrí. Cerré la puerta y me quité la chaqueta, arrojándola sobre la pequeña mesa junto a la puerta, escuché el sonido de los gabinetes cerrándose y entré a la cocina, Corey tenía la colección de alcohol de Drake esparcido por la barra. Él me miró.

— Ese auto tenía un valor sentimental, cabrón — le dije.

— Bueno, ahora tiene aún más valor. Como un montón de cenizas — respondió.

Tomé una de las botellas de alcohol y se la lancé, él la esquivó y esta se hizo añicos en el suelo.

— ¿Alguna vez te han dicho que tienes problemas de ira? Sabes, existen libros para eso — declaró.

— Felicitaciones y saludos por ser el mayor imbécil de la historia — comenté y él puso una mano sobre su corazón.

— Gracias.

Todo lo que hizo me molestó aún más, estaba tan enojada que tenía ganas de golpear algo. Había un sabor metálico en mi lengua y mi cabeza palpitaba con fuerza.

— Oye, tal vez puedas hacer que tu papi te compre un auto nuevo — mencionó Corey — Después de que consigas que las sirvientas limpien lo que queda del auto.

Sentí la ira arder dentro de mí, golpeé la pared más cercana y salí de la cocina. Corrí escaleras arriba, sintiendo que me dolía la mano y fui a mi habitación, cerré la puerta y le puse el seguro. Encendí la luz y deslicé mi espalda contra la puerta.

No podía controlar mi ira, así que ni lo intenté, golpeé la puerta con mi puño y el dolor empeoró, pero apenas podía pensar en eso. Vi mi mano mientras descansaba contra la puerta, mis nudillos estaban rojos y sangraban ligeramente, respiré profundamente, tratando de calmarme, pero en realidad eso no estaba funcionando y terminé golpeando la puerta nuevamente.

Puse mi cara entre mis manos, una de ellas con más dolor que la otra. Sentí lágrimas en el borde de mis ojos y los cerré. Estaba tan llena de emociones que lo único que podía hacer era llorar y/o golpear más cosas, apostaba que iba a hacer las dos cosas pronto.

Me puse de pie, recogiendo mi cabello hacia atrás con la mano que no sangraba. Comencé a caminar, tratando de resistir el impulso que tenía de hacer algo violento. Me detuve por un momento, sacudiendo un poco mi mano que sangraba y tratando de calmar la ira. Comencé a caminar de nuevo, cerré los ojos y me concentré en mi respiración y en la sensación de mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Escuché un golpe en mi puerta y me detuve, mirando a la puerta.

— ¿Arabelle? — escuché la voz de Corey.

— Abre la puerta por favor — habló con calma y seriedad.

Miré hacia otro lado, ignorándolo y continué tratando de calmarme, ya estaba comenzando a hacerlo, pero él lo estaba arruinando.

— Por favor, abre. Quiero hablar, no voy a ser un imbécil, lo juro. Solo no me insultes.

— Vete — dije lo suficientemente fuerte como para que él me escuchara.

— No me iré hasta que abras la puerta, juro por Dios que me quedaré aquí toda la noche.

— No abriré la puerta, no quiero hablar contigo — repliqué.

— ¿Incluso si me disculpo?

— No quiero tu maldita disculpa.

— Bueno, no lo iba a hacer, solo decía eso para que abrieras la puerta.

— Vete a la mierda.

— Mira, cuando dices cosas así, haces que sea muy difícil no enojarme y decir algo de vuelta.

Suspiré con frustración y sin pensar, golpeé la pared con mi puño una vez más. El dolor punzante me distrajo de mi irritación por un momento.

— ¿Estás golpeando cosas otra vez? — preguntó Corey.

No le hice caso y miré el estado sangriento en el que estaban mis nudillos. Me agaché y entrelacé mis manos en mi cabello mientras cerraba los ojos.

— Voy a quitar la cerradura de la puerta — afirmó.

Es mejor que no haga eso, juro por Dios que, si me enojo, terminaré lastimando a alguien, lo más probable es que sea a mí misma. Escuché el ruido de la puerta traquetear.

— Vamos, ¿por favor? Nunca te había visto tan enojada... ¿estás bien?

Estaba bien, solo que estaba muy, muy enojada. Corey continuó quejándose afuera de mi puerta, pero estaba tan perdida en mis pensamientos que no le ponía atención.

— ¡¿Podrías al menos decir algo para que sepa que estás viva?! — suplicó Corey.

— ¿Qué? — murmuré, saliendo lentamente de mis pensamientos.

Me di cuenta de que probablemente no me había escuchado y, sin pensar, me acerqué a la puerta y la abrí. Me puse en frente de Corey, mis ojos se encontraron con los suyos, nos miramos el uno al otro por un largo segundo antes de que él dijera algo.

— No te ves tan enojada — afirmó.

No hablé y simplemente seguí mirándolo sin comprender.

— Eso es bueno, no quiero que me arrojes más cosas.

Suspiré suavemente mientras mordía ociosamente mis uñas.

— ¿Puedo entrar? — preguntó lentamente.

— No — respondí con firmeza.

— Tu mano está... llena de sangre ¿Te duele?

— No lo sé.

— Bueno... — suspiró — Mira, podría solo irme y dejarte en paz, pero no sé qué hacer. Si me fuera, simplemente seguiría pensando en ti, pero ahora al menos estoy hablando contigo de alguna forma, incluso aunque a ti no parezca interesarte esta conversación.

No respondí y mis ojos vagaron por la habitación.

— Entonces, ¿cómo te sientes? ¿Funcionó la medicina? — inquirió y lo miré de nuevo.

— En realidad, no.

— Eso es extraño, pensé que lo haría.

— ¿Tienes un punto para tener esta conversación? — cuestioné.

— No del todo.

— Bueno, entonces ¿puedes irte? Solo quiero estar sola.

— Puedes estar sola... conmigo.

Intenté cerrar la puerta, pero él puso una mano antes de que yo la cerrara.

— ¿Por qué quieres estar sola? Siempre te gusta estar cerca de mí — declaró patéticamente, sus ojos brillantes me suplicaban mostrarle algún tipo de afecto.

— En caso de que no te hayas dado cuenta, no estoy de muy buen humor y simplemente no me siento bien, así que solo quiero estar sola — proferí, tratando de cerrar la puerta, pero fue en vano.

— Pero... — comenzó a hablar, pero lo interrumpí.

— Vete.

— Por favor, déjame quedarme. No quiero estar solo, me da miedo — insistió y puse los ojos en blanco.

— No segura sí hablas en serio o solo lo dices...

— ¡Lo digo en serio! No me gusta no estar cerca de ti y estoy empezando a sentirme culpable por lo que hice... — declaró y miró hacia abajo.

— Bueno, no me importa, así que puedes irte.

— ¿Por qué actúas así?

Atravesó la puerta, se acercó a mí, las puntas de sus dedos rozaron mi mejilla y retrocedí, fuera de su alcance.

— Realmente solo quiero estar sola — repetí.

— Pero nos amamos, ¿eso no significa que soy la única persona con la que siempre quieres estar?

— No te amo — proclamé.

Su expresión se convirtió inmediatamente en una de sorpresa, parecía que acababa de presenciar a alguien atropellado por un camión justo delante de sus ojos. No me arrepentí de decirlo, como pensé que lo haría. En realidad, no sentí nada. Me di cuenta de que él se había quedado sin palabras.

— Eh... supongo que... — tragó saliva y miré sus ojos verdes mientras brillaban a la luz, sin encontrar mi mirada — Me iré entonces.

Me miró, pero rápidamente apartó la vista y se volvió hacia la puerta. Con una mano en el pomo de la puerta, a la mitad de la puerta, volvió a mirarme.

— Lo siento... por lo de antes.

Y con eso salió de la habitación, cerró la puerta y me dejó sola como yo quería.

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