Sam #PGP2021

By Mialroga_

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Un viaje a mi vida y a los amores en ella. Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más co... More

Antes de...
Dedicatoria
Sinopsis
Introducción
Capítulo 1 - Un final inesperado
Capítulo 2 - Adiós a la Abadía
Capítulo 3 - Un inicio accidentado
Capítulo 4 - La familia siempre unida
Capítulo 5 - Nuestro cinco y seis
Capítulo 6 - Amigas inseparables
Capítulo 7 - Bahías de Huatulco
Capítulo 8 - De amores y bahías
Capítulo 9 - Siempre a tu lado
Capítulo 10 - Monte Albán
Capítulo 11 - Agua de horchata
Capítulo 12 - Mole
Capítulo 13 - Desafinados
Capítulo 14 - Sabor a mí
Capítulo 15 - Hierve el agua, Oaxaca
Capítulo 16 - Hogar, dulce hogar
Capítulo 17 - Gritos, regaños y desacuerdos
Capítulo 18 - Propuesta
Capítulo 20 - Viaje Estelar
Capítulo 21 - Películas y hormonas
Capítulo 22 - Noche buena y lejía mental
Capítulo 23 - Muérdago
Capítulo 24 - La magia de las palabras
Capítulo 25 - Ángel
Capítulo 26 - Muñeco de nieve
Capítulo 27 - Casi de año nuevo
Capítulo 28 - Gracias
Capítulo 29 - Anticipación
Capítulo 30 - Querer y merecer
Capítulo 31 - Sin respiración
Capítulo 32 - Segundas intenciones
Capítulo 33 - Reacciones a nuestras acciones
Capítulo 34 - Dejarlo partir
Capítulo 35 - Celos cavernícolas
Capítulo 36 - Quédate
Capítulo 37 - Perfectamente imperfecto
Capítulo 38 - Detén el tiempo
Capítulo 39 - Casi una tormenta
Capítulo 40 - Primera plana
Capítulo 41 - Enfermero particular
Capítulo 42 - Sí
Capítulo 43 - Preparativos
Capítulo 44 - Nuestro
Capítulo 45 - Frío
Capítulo 46 - Golpes
Capítulo 47 - Tiempo
Capítulo 48 - Realidad
Capítulo 49 - Ellos
Capítulo 50 - Agosto en Londres
Capítulo 51 - Lágrimas
Capítulo 52 - Sin miedo a vivir
Para ustedes
Pequeño espacio

Capítulo 19 - Ocho en punto

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By Mialroga_

Luego de diez horas al aire libre, de dar instrucciones a un grupo de modelos, de moverlos de aquí para allá aprovechando la iluminación natural y, de que el paisaje fuera perfecto, todo eso más una espalda sudorosa, los ojos bizqueándome y calambres incesantes en las manos, pudimos decir:

— ¡Lo tenemos!

Los modelos suspiraron aliviados, los ayudantes y Terin suspiraron aliviados, yo misma suspiré aliviada; y gracias al cielo por terminar en ese preciso momento, pues el cielo comenzó a oscurecerse y a mí me estaba matando el cuello.

— Eso fue todo —Terin aplaudió entusiasmada, yo le sonreí.

— Otro glorioso día de arduo trabajo.

— Me están matando los pies —se sentó luciendo como una gelatina derretida al Sol —, pero no puedo quejarme, fue un día maravilloso —asentí.

— Lo fue, casi el noventa por ciento de las fotografías han quedado fantásticas y sin necesidad de retoques, bueno de tantos retoques.

— ¿Tendrás mucho trabajo por hacer? —hice una mueca mientras guardaba mi equipo.

— Apenas lleguemos a casa comenzaré a trabajar, pero primero, un chocolate para darme energía —ella me sonrió.

— ¿Cómo va Anton?

Apreté los labios para evitar refunfuñar.

Mi pobre hermano estaba haciendo todo lo que se encontraba en su poder para no sucumbir a su asesino interior y, retorcerle el pescuezo a Gabriel. Los dos eran igual de cabezotas, testarudos y orgullosos.

Si son casi igualitos.

— Sobrellevando la situación. Ayer mencionó algo sobre resfriarse y tener que trabajar con el enemigo —Terin blanqueó los ojos —. Podrá ser mi hermano mayor, pero se comporta como un niño con ciertos temas y, Gabriel Kendrick parece ser uno de esos temas que le ponen los nervios de punta, y el humor bastante agrio.

— Anton solamente se preocupa por ti, entiéndelo, para él eres su hermana pequeña —le dediqué una mirada cansada, ella sonrió —. Lo único que él quiere es mantenerte a salvo, lejos de los buitres. Protegerte. Él quiere proteger a uno de sus mayores tesoros —suspiré tomando la maleta.

— Eso no le resta puntos a su exagerada manera de actuar. Desde niños ha sido así. ¿Recuerdas al novio que tuve en preparatoria?

— ¿El de los dos días? —asentí mientras comenzamos a caminar hacía su auto.

— El pobre chico llevaba un año y medio enamorado de mí, cuando por fin se envalentonó a decirme lo que sentía, sentimientos que yo correspondí, va mi hermano y lo amenaza con destrozarle las rodillas si me rompía el corazón. Lo amenazó con dejarle un ojo morado cada diez días si se atrevía a besarme.

>>Anton se encargó de que cada chico que se acerará a mí supiera lo que le esperaba si me ponían una sola mano encima y, de que mi adolescencia la pasará lejos de las fiestas y de los chicos.

No que eso realmente me hubiera molestado en absoluto, las fiestas nunca fueron lo mío, y tampoco me llamaba mucho la atención tener una relación de pareja.

— Igual no te gustaban las fiestas —defiende ella.

— Te hizo lo mismo a ti —asiente entusiasmada.

— Las fiestas y yo no fuimos hechas para estar juntas; asisto a ellas porque el trabajo lo requiere, y en lo personal creo que Anton siempre actuó correctamente —niego, porque para Terin las acciones de Anton son completamente justificadas.

— Por eso se llevan tan bien.

Habían pasado tres semanas desde nuestra reunión con los Kendrick en el café, mi hermano y ellos habían estado trabajando hombro a hombro y, se estaban comenzado a llevar un poco mejor, solamente un poco.

Cuando se trataban de negocios Anton y Gabriel se llevaban de maravilla y trabajaban muy bien juntos, pero al finalizar cada reunión elegían alejarse lo más pronto posible uno del otro, porque pasar más tiempo del estrictamente necesario juntos era un sacrilegio y, a los dos les gustaba mantener su conciencia limpia.

Más tarde, a las cinco en punto, horas de trabajo por delante, los ojos doloridos y la mano con calambres, decidí que era tiempo de tomarme un descanso, así que cuando la pantalla de mi teléfono se iluminó con una llamada entrante lo primero que hice fue quejarme, porque mi jefe, uno al que adoraba, tenía la peculiaridad de atinar el momento en que más cansada me encontraba de trabajar, solamente para decirme que tenía más trabajo por hacer.

— Un respiro, solamente un respiro —pero la molestia se esfumó de inmediato cuando noté que el nombre de Gustavo no era el que aparecía en la pantalla, sino uno completamente diferente —. Tal vez se equivocó de número. Hola.

Samanta, hola, ¿cómo te encuentras? —ahogué un suspiro de cansancio y doblegué mis ganas de decirle que estaba a punto de caer rendida.

— Cuanta formalidad —me burlé, su risa llegó del otro lado de la línea.

He de decir que jamás había hecho una llamada de este tipo.

— ¿Nunca habías llamado para saber cómo se encuentra la otra persona?

Es otro tipo de llamada.

Aunque su tono sonaba cauteloso, yo le resté importancia.

— ¿Otro tipo de llamada?

Sí, otro tipo.

Arrugué la frente cuando una ventana emergente apareció en una de mis computadoras, la noticia provenía de una de las tantas revistas de chismes de la ciudad, una que estaba al tanto de las peores patrañas de ricos y famosos.

<<El galán y soltero de oro, Gabriel Kendrick, no apareció en la fiesta del lanzamiento de la línea de moda de Suhil, la modelo con la que se le vio meses atrás y, con la que se le relacionaba sentimentalmente>>.

<<Fuentes cercanas al señor Kendrick han esclarecido que ellos no tenían una relación de ningún tipo Aparentemente Suhil y él únicamente se encontraron en aquella fiesta en donde se les fotografió juntos y jamás volvieron a verse >>.

<<Aunque su ausencia fue notoria en la alfombra roja, se espera que el señor Kendrick aparezca más tarde, haciendo una de sus esperadas y majestuosas entradas. Muchas y muchos esperan poder codearse con él está noche, y ansían que su aparición se haga en solitario, y no de la mano de una bella dama>>.

¿Samanta?

Parpadeé saliendo del chismoso trance, vergonzosamente me di cuenta de que Gabriel había estado diciéndome algo, algo a lo que no le presté atención en absoluto.

Me di una patada mental en el trasero y cerré la ventana emergente.

— Lo lamento, yo... ¿Puedes repetir...? —Lo escuché reír.

¿Interrumpo algo?

Mis divagaciones.

— No, no lo haces —le di un vistazo de reojo a las toneladas de trabajo que me restaba por hacer —. Dime, ¿en qué puedo ayudarte? —suspiró.

Me preguntaba si tienes tiempo de acompañarme a un sitio.

Mis ojos fueron automáticamente a la computadora en donde el icono de la página de chismes brillaba, anunciando que había más noticias insustanciales por ser mostradas al mundo.

— ¿A un sitio? —Mi interrogante estaba aderezada con una cucharada de duda, una pizca de nerviosismo y 200g de un gran y rotundo no.

Sí, es... Es algo que... Es algo su respuesta estaba sazonada con una tonelada de no te diré nada en absoluto.

— ¿Es algo? —En donde quiera que él estuviera el sonido de fondo no era otro que el de su propia respiración.

Sí, es algo.

— Algo —repetí, y él volvió a reír.

Es un buen lugar, lo prometo permaneció en silencio unos segundos . ¿Te gustan las estrellas?

Mis ojos seguían viendo el icono brillante.

Estrellas, en esa fiesta de inauguración habrá muchas estrellas.

— Me gustan —especialmente las que brillan en el cielo nocturno.

¿Te gustaría estar rodeada de ellas?

¡Dile que no! ¡Dile que no!

— Me encantaría.

¡¿Y el trabajo?! ¡¿A caso mágicamente se va a hacer solo?!

Entonces el algo a donde me gustaría que me acompañaras, te va a encantar.

— Yo espero que así sea —volvió a reír.

Samanta, ¿puedo hacerte otra pregunta?

— Claro —tamborileé mis dedos sobre el cristal del escritorio.

¿Qué es lo que te gusta de las estrellas? cavilé mi respuesta.

— Siempre he pensado en ellas como en una guía —respondí sin dudarlo —, y uno de esos regalos que el universo nos ha dado, pero que no nos merecemos. Creo que las estrellas son luces de esperanza para las personas que de algún modo se sienten perdidas y, que cada vez que ven al cielo y las ven brillar, esa pequeña luz de esperanza que creyeron que se había apagado, se enciende y te hace sentir que todavía puedes lograr grandes cosas.

>> No conozco una sola persona que no haya mirado al cielo buscando respuestas, o que les pidieran deseos; tampoco conozco a una sola persona que pudiera evitar sentir nostalgia y felicidad al ver las estrellas.

>> Supongo que me gustan por lo inalcanzables que parecen; son de esa clase de tesoros que se encuentran a la vista de todos, tesoros que solamente puedes ver, pero su sola existencia te hace feliz y aunque sabes que jamás podrás tocar una, la sola idea de añorar tenerla en tus manos te hace sentir todo un universo de nuevas y exquisitas sensaciones que no sabes describir.

>> Así que, en pocas palabras, las estrellas me gustan porque para mí son inefables y, me gusta lo inefable.

Permaneció callado por unos minutos, cuando mis ojos volvieron a fijarse en la pantalla de la computadora que ya marcaba más notificaciones sentí un nudo en el estómago, y una vergüenza inaguantable.

¿Te das cuenta de que quizás él estaba hablando de estrellas de otro tipo? Personas famosas de carne y hueso, no de esferoides luminosos de plasma que mantiene su forma gracias a su propia gravedad.

— Yo...

Estaré en tu casa a las ocho en punto sentí que tenía las mejillas en llamas.

— Está bien —me di con la palma de la mano en la frente —. Estaré lista.

Nos vemos más tarde.

Cuando cortamos la llamada mis ojos seguían sobre la ventana emergente y, mi cerebro seguramente se encontraba en el fondo del basurero que tenía al lado del escritorio.

Lo que acabas de decirle seguramente lo ha dejado completamente descolocado.

Casi pude verlo con cara de susto por lo que le había dicho, creyendo que mi mente divagaba en todas direcciones, lo que no estaba lejos de la realidad.

— Él hablando de famosos y tú hablando de esferoides luminosos.

Negué, suspiré, me lamenté y corrí a darme un baño.

Media hora más tarde, mi cabello escurriendo y envuelta en una toalla, volví a lamentarme por haber aceptado ir a algo con Gabriel; algo que suponía estar rodeada de estrellas.

Mis ojos saltaban de una prenda de ropa a otra, porque no tenía ni idea de que ponerme.

— Entonces —habló Terin manteniendo un tono casual —, ¿vas a seguir contemplando tu armario, o te decidirás por algo? Llevas ahí 10 minutos moviendo la cabeza de un lado a otro.

— No sé qué ponerme, ni siquiera sé a dónde voy.

— Pregúntale —me volví hacia ella.

— Habló de estrellas, de estar rodeada de estrellas, lo que en su mundo podría suponer una fiesta con famosos, y tengo ropa para esos eventos, pero...

— ¿Pero?

— Pero, ¿y sí no es a una fiesta elegante?, ¿y sí es a una... barbacoa? —ella hizo una mueca de sorpresa —, o qué sé yo, a una fiesta entre amigos, a otra inauguración de algo. Una cena elegante, una visita guiada a algún lugar famoso, un museo...

— Primero —me tomó por los hombros y me sonrió —, cálmate —asentí —, segundo, pero no menos importante, ponte ropa interior, porque sin calzones de esta casa no sales.

— Está bien.

— Y tercero —señaló mi armario —, vamos a elegir tres atuendos.

— ¿Tres? —asintió.

— Cuando él llegue yo abriré la puerta, lo invitaré a entrar y regresaré aquí para decir qué vas a ponerte. Así que por ahora déjame acomodar tu cabello y maquillaje para que combine con cualquier situación que pudiera presentarse.

— No me gusta maquillarme —me quejé de inmediato, ella blanqueó los ojos.

— Será un toque muy leve, casi nada de maquillaje, lo único que hará la diferencia será el lápiz labial —sonreí, me acerqué a ella y la abracé fuertemente.

— Te amo, eres una genio.

Cerca de las ocho en punto me encontraba a la espera de su llegada, me paseaba ansiosa de aquí para allá en mi habitación, Terin en cambio se encontraba sentada, con toda tranquilidad y viendo mi ir y venir sin decir una sola palabra.

— Si es una fiesta con famosos, sabrás comportarte a la altura.

— Lo sé, no es eso lo que me pone nerviosa.

— Gabriel te pone nerviosa —negué y luego asentí.

— Es toda la situación. Le dije que sí sin pensarlo, pero culpo al cansancio que mi cerebro tenía por tanto trabajo.

— No le veo nada de malo, es una salida y ya —abrí los ojos desmesuradamente.

— Exacto, es una salida y ya, pero, y sí él piensa que la salida es otra cosa.

— ¿Otra cosa?

— Sí, algo así como... Como una cita, no una salida, una cita romántica —me pellizqué el puente de la nariz —. Tal vez... Tal vez estoy haciendo una tormenta en un vaso con agua, un vaso tequilero, pero y si no estoy exagerando, y sí él cree que es una cita; aunque Gabriel no mencionó la palabra cita, pero no quiero que él piense que lo es. Terin, y si él...

No pude terminar mi divagación porque el timbre de la casa sonó, me encogí en mi sitio y Terin caminó con tranquilidad a la salida.

— Cálmate, respira y disfruta. No mencionó cita, lo que no convierte esta inesperada salida en una cita romántica. Tómalo con calma, estoy segura de que no es una cita. Ya regreso.

El tiempo que pasó para que Terin regresara con una respuesta fue el mismo en que mi corazón sufrió pequeños microinfartos.

— Cálmate, es una salida, él no tiene por qué creer que es una cita romántica; no tienes por qué creer que es una cita, es una salida, una salida en la que vas a estar rodeada de estrellas y...

— Samy Sam.

Me volví hacía Terin, la sonrisa en sus labios y el brillo juguetón en sus ojos solamente lograron que mis nervios pasarán de estratosféricos a infinitos.

— ¿Qué? —ella enderezó los hombros y me sonrió burlona, luego echo a andar en cámara lenta hacía la cama, que era donde se encontraban los tres atuendos.

— Toma, el elegido es esté.

Me entregó el vestido gris corto, lo que indicaba que no iríamos a una fiesta muy elegante, lo que indicaba que quizás íbamos a estar en un sitio casual y esperaba que con comida, mucha comida, porque tenía mucha hambre.

— Apresúrate —achiqué los ojos y la observé recelosa.

— ¿Por qué sonríes? —mordió sus labios y se balanceó en sus talones.

— Si yo fuera tú, elegiría la ropa interior sexy, y no la que llevas con estampados de pandas —blanqueé los ojos.

— No me voy a acostar con él...

— Yo no creo que él sea de los que se acuestan... —se burló, le lancé una blusa.

— Cállate —señalé mi pecho —, Gabriel no despierta ese cosquilleo tan necesario para encender la llama de la pasión que se alberga en mi interior —Ella se soltó a reír.

— Cariño, cuando lo veas el cosquilleo se va a volver una erupción volcánica.

— Que no, ni siquiera me gusta.

— Ya te digo, puede que no te despierte nada, por ahora, pero chica —se abanicó el rostro —. Caliente, así es como se ve.

— Tengo una idea, mejor sal tú con él —Terin negó tomando uno de mis perfumes.

— Te invitó a ti, no a mí —cuando terminé de vestirme ella comenzó a perfumarme. Por si te besa —colocó unas gotitas en mi cuello—, por si te abraza —, otras en mi pecho —, y —levantó mi vestido y roció más en mi entrepierna —, por si se pasa.

— ¡Deja eso! Que no se va a pasar a ningún lado—me dedicó un guiño.

— ¡Voilà!, te ves increíble, aunque estoy segura de que él te verá más comestible resoplé.

— Eres una tonta. Me voy, regresare temprano.

— Aja —se burló ella.

— Pronto.

Aunque me seguía sintiendo un poco nerviosa, bajé decidida a pasármelo bien al lado de Gabriel y, a diferencia de lo que Terin pensará, entre él y yo no iba a pasar absolutamente nada.

Cuando llegué a la sala mis pies trastabillaron un poco, la imagen que me recibió se me quedó grabada en la retina; Gabriel se encontraba viendo la pared llena de fotografías, sonriendo. Mis ojos lo repasaron de arriba abajo y no pude evitar sonreír; se veía guapísimo, como un galán de película.

Al igual que yo, vestía casual, pero verlo calzando deportivas negras fue lo que más me gustó de todo su atuendo.

— Hola —saludé acercándome a él, Gabriel se volvió inmediatamente y la sonrisa que tenía dibujada en sus labios titubeó un poco.

— Hola —dejó salir con un hilillo de voz. Se aclaró la garganta y sonrió de nueva cuenta.

Sin duda alguna su sonrisa ganaría un concurso.

Pensé.

Los hoyuelos en sus mejillas lo hacían lucir muy guapo, y tierno.

— ¿Es demasiado? —señalé mi ropa, él negó mintiéndose las manos a los bolsillos de sus jeans.

— Te ves preciosa —su voz se había vuelto un poco ronca y un extraño y casi soñador brillo iluminó sus bonitos ojos.

— Gracias — le sonreí —. Tú también.

— ¿También me veo preciosa? —se burló, yo blanqueé los ojos.

— Tonto —ahora yo me burlé, él dio un paso al frente y me ofreció su brazo.

— Gracias, por lo de preciosa —me dio un guiñó, yo enganché nuestros brazos —. ¿Lista? —asentí.

— Anda, llévame a las estrellas.

— Para mí será un placer. 

Impresiones aquí. >>>>

Todo su amor por la historia aquí. >>>>

¿A dónde creen que la llevará Gabriel? >>>>

¿Les gusta la interacción entre ellos dos? >>>>

Teorías sobre lo que podría pasar en el próximo capítulo aquí. >>>>

Todo mi cariño para ustedes desde Guanajuato. 

Muchas gracias por continuar. 

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