— Eso suena muy interesante —los dos hermanos asintieron —, y juro que no quiero ser aguafiestas, pero nosotras trabajamos otro tipo de campañas —extrañamente ambos lucieron complacidos.
— Samy Sam tiene razón, nosotras trabajamos más con cuerpos; no creo que podamos hacer este tipo de campaña para sus hoteles.
Gabriel y Nathan intercambiaron miradas cómplices, Terin y yo una de duda.
Los hermanos Kendrik nos habían invitado a formar parte de una campaña publicitaria para una de sus cadenas de hoteles, hoteles totalmente autosustentables; querían que nosotros nos encargáramos de la publicidad visual.
Ni Terin ni yo habíamos participado en algo así, pero la idea de poder participar en un proyecto tan interesante llamaba mucho mi atención, y formar parte de ello sin duda alguna sonaba magnifico, lamentablemente para la campaña, yo no tenía idea de cómo nosotras encajábamos en todo esto.
— Escuchen, antes de que digan no, queremos que revisen todo lo referente a esto —Gabriel dejó toda su atención sobre mí —. Samanta, vi el trabajo que realizas en tu página profesional, y las imágenes son maravillosas —sus palabras me hicieron sentir tan grande como la Luna —; manejas la cámara como una diosa —me ruboricé un poco por su declaración, pero solo un poco —. Las fotos y videos son increíbles, y Terin —mi amiga le había sonreído entusiasmada —, el manejo que tienes con el maquillaje, el pelo y todo lo que sabes hacer para transformar a las personas es sumamente extraordinario —Terin también se había puesto colorada —. Ambas son un equipo increíble.
— Gabo tiene razón, las queremos a ambas. Sin duda alguna el resultado que nosotros deseamos para la campaña únicamente lo pueden dar ustedes. No tienen que decidir de inmediato, la campaña está prevista para mayo del año entrante, tenemos aproximadamente 6 meses para que lo piensen y decidan qué hacer.
Terin levantó su mano para poder hablar, eso hizo que ambos hermanos sonrieran.
— Tengo una duda —los dos la escucharon con suma atención—. Sam podría ayudarle, de eso no hay duda, pero no entiendo cómo podría yo hacerlo. Yo maquillo personas, no edificios, o flores —Gabriel sonrió.
— Utilizaremos modelos reales, no creo que a los edificios y flores les quede bien el rubor o lo que sea que se use en estos días.
Eso llamó su atención inmediatamente, si había algo en lo que ella pudiera explotar sus dotes artísticas, Terin estaría dispuesta totalmente a hacerlo, y era una diosa haciéndolo; el plus que hacía tan atrayente la campaña a la que nos estaban invitando era que al lograr su propósito podríamos ayudar a personas que realmente necesitaban una mano en su día a día.
Si la campaña lograba ser exitosa, generaría un sinfín de trabajos, y gran parte de las ganancias serían donadas a diversas instituciones benéficas.
— Suena interesante. Así que mayo del próximo año —inmediatamente blanqueé los ojos. Totalmente la tenían.
— ¿Samanta, qué dices ¿Trabajaras con nosotros?
Gabriel me dedicó una sonrisa coqueta, una que me hizo achicar los ojos.
¿A caso cree que interpretando al galán de ensueño puede manipularme?
La respuesta era obvia, pero la deje pasar mientras ponía mi mente en marcha. Formar parte de la campaña sin duda alguna sonaba tentador, y ayudar a tantas personas como pudiera era lo mejor de todo.
Un trabajo de ensueño.
Pensé.
Sentí varios pares de ojos sobre mí, mis ojos pasaron del azucarero a los ojos de Terin, ella me observaba con sus bonitos ojos verdes y brillantes, como los de un niño al que le has prometido un viaje a su lugar favorito, luego me encontré con los ojos azules de Nathan, y finalicé sobre los bonitos ojos esmeraldas de Gabriel; suspiré profundamente y asentí, Terin aplaudió y rebotó en su silla, luego me dio un fuerte abrazo, casi partiéndome por la mitad.
— Ay —me quejé cuando sentí que me crujieron las costillas —, está bien, lo voy a hacer, revisaré el contrato —inmediatamente Gabriel tomó mis manos entre la suyas.
— Muchas gracias, será un honor trabajar con ustedes dos —besó la punta de mis dedos, yo me reí y negué.
— Eres terrible —me dio un guiño.
— Ahora que esa parte está hecha —continuó Nathan —, nos gustaría que habláramos sobre la posibilidad de que tu hermano se involucre también en el proyecto.
Me quedé boquiabierta —eso sí que no me lo esperaba—Terin se atragantó con el café con leche, Nathan le dio pequeños golpecitos en la espalda.
Mi hermano, trabajando al lado de Gabriel, eso sonaba tremendamente imposible. Podría sonar exagerada, pero parecía un trabajo del otro mundo.
Primero se terminan las guerras, se componen los gobiernos mundiales, se acaba la corrupción y la xenofobia, desaparece el machismo y la pobreza extrema antes de que Anton y Gabriel terminen trabajando juntos, como un equipo.
— ¿Mi hermano? —El tono de mi voz sonó a algo entre un chillido y un roznido, lo que me llevó a aclararme la garganta.
— Sí bonita, tu hermano —suspiré audible.
— Ese suena un poquito... —él asintió.
— Sé que no soy su persona favorita en el mundo, pero parte de las ganancias que generen estos hoteles serán donadas a diversas instituciones sin fines de lucro. Lucha contra el cáncer de mama y de próstata, cáncer infantil; también a la lucha contra el hambre, entre otras.
Bueno, mencionarle esas cosas a Anton definitivamente lo tentaría. A mi hermanito le encantaba participar en todo proyecto que pudiera beneficiar a los más necesitados.
— A Anton le va a encantar trabajar en esta campaña —resolví, Gabriel sonrió.
— ¿Lo crees? —asentí dándole un suave apretón a su mano.
— No existe poder humano que pueda mantener a Antonio Orozco Ruiz lejos de esta campaña.
— ¿Qué campaña?
La voz ronca de Antonio me hizo volver la vista, mis ojos repararon en lo agitado que se encontraba, y en su pelo castaño que señalaba en todas direcciones. Tenía las mejillas sonrosadas, seguramente por correr, y dejando de lado su aspecto de señor dramático, también se veía terriblemente molesto.
Tacos, le voy a preparar tacos al pastor para que se le pase el enojo.
Y como mi hermano era extremadamente celoso, retiró con gracia y elegancia los abrigos de los hermanos Kendrik que yacían sobre nuestros hombros y, nos colocó a ambas los nuestros.
— Anton —habló Terín con voz melosa —, siéntate, tenemos algo de lo que hablar. Venga guapo —ella dio palmaditas en un puesto vacío al lado del suyo, mi hermano se sentó sin quitar la vista de encima de Gabriel.
— Muy bien, explíquenme de qué campaña hablan.
Casi una hora después, un sinfín de preguntas y un platillo de magdalenas con relleno de chocolate, Anton estaba en silencio dando golpecitos con su dedo sobre la mesa, no había tocado su café, ni su tarta de calabaza, Terin lo observaba atentamente y yo rezaba porque no golpeara a Gabriel, otra vez.
Mi hermano se masajeó el cuello y suspiró.
— Déjenme ver si entendí bien —ambos hermanos asintieron —. Mi corporación participaría en esta campaña como uno de los organizadores y, donadores principales, ayudaríamos a construir viviendas más seguras, hospitales con personal adecuado, etcétera, etcétera, etcétera, y lo único que tengo que hacer para contribuir en la campaña es dejar que pongan mi nombre en los promocionales, y hacer una donación por adelantado.
— Esa es la idea, sí —Gabriel dio un mordisco a su bizcocho, que en realidad había sido mío, pero mágicamente había terminado en su poder —. Y claro, hablar con tus contactos para que también se sumen a la campaña.
— El solo hecho de permitirnos colocar tu nombre como participante en la campaña atraería un montón de la tan necesitada ayuda que estamos buscando —prosiguió Nathan —. Sabes cómo se maneja la gente con dinero. A todos les mueve la idea de que su nombre se vea formando parte este tipo de campañas, y bueno, Diamantes Orozo Ruíz es una corporación de renombre mundial, lo que significa una inversión estratosférica a la campaña que estamos haciendo.
— ¿Y mi hermana seria la directora de fotografía, y Terin la directora de maquillaje y vestuario?
— Así es —respondieron al unísono, Anton entrecerró los ojos hacia Gabriel.
— Todavía estoy seguro de que eres un imbécil, y que eso no cambiara —Gabriel soltó una sonora carcajada, Terin dio un respingo.
— ¡Antonio! —regañé —. ¡¿Qué te pasa?! —le di un golpe en el hombro —. No seas grosero.
— Voy a participar en esto —habló palmeando mi espalda —. Si es para ayudar a quién más lo necesita estoy totalmente dentro.
— ¡Fantástico! —Terin saltó para abrazar a mi hermano y plantarle un beso chillón en la mejilla —. Eres el mejor hombre del mundo —Anton sonrió complacido.
— Si te parece bien, Antonio —habló Gabriel —, nosotros comenzaríamos a trabajar dentro de unas semanas, sabemos que tienes que reunirte con los demás accionistas, nosotros también; podríamos concretar una reunión para finales de este mes, queremos que esto comience a despegar lo más pronto posible —Anton asintió.
— Me parece bien —por primera vez ambos hombres se sonrieron.
— Muchas gracias por aceptar formar parte de todo esto.
— Gracias por dejarme formar parte de la campaña.
El momento de paz entre ambos hombres terminó cuando la lucha de miradas comenzó.
— Puedo enviarte una copia del contrato —habló Nathan rompiendo el tenso silencio que se había instalado entre ambos hombres —. Todavía tendríamos que hacer modificaciones. Puedo contactar con tu abogado en cuanto lo hablen.
— Mi abogada —interrumpió Anton de inmediato.
— ¿Disculpa?
— Mi abogada, Yoshimi Mao. Ella es la que se encarga de las cosas de la corporación. No te dejes engañar por su apariencia tierna, te arrancaría la cabeza si la subestimas —Nathan sonrió.
— Lo tendré muy en cuenta. Apenas llegué le enviare el contrato a la señorita Mao.
Increíblemente la charla se volvió más amena cuando terminamos de hablar de la campaña, hasta intercambiamos algunos chistes tontos y una que otra anécdota, el problema se presentó cuando la cuenta llegó a la mesa.
— Puedo pagar por la comida de Sam, Terin y la mía, muchas gracias —Terin y yo nos encogimos en nuestro sitio cuando vimos a Anton realmente furioso.
— No dudo de eso, Antonio, pero nosotros los invitamos, no nos molesta en absoluto.
— No tienen porque hacerlo, Kendrick —la mandíbula de mi hermano estaba tan tensa que tuve miedo de que terminará sin muelas.
— Anton —Terin intento calmarlo, pero yo la detuve.
— No es porque tengamos, queremos hacerlo —aclaró Gabriel.
— No veo por qué quieren hacerlo.
Terin, Nathan y yo éramos meros espectadores del intercambio de palabras entre ellos, mejor dicho, en su concurso de cabezonería. La pobre Candy, una jovencita rubia y delgada, con carita de duende quien se presentó como nuestra camarera no sabía qué hacer con la cuenta, gracias al cielo Nathan salió al rescate.
— Disculpa —susurró bajito, Candy se giró a verlo —. Toma y pon 25% de propina por favor — a ella se le salieron los ojos de las órbitas.
— Muchas gracias, señor.
Rubor cubrió sus mejillas y corrió a hacer el cobro, cuando volvió a la mesa y entregó la tarjeta a Nathan, mi hermano y Gabriel seguían discutiendo, se callaron al instante cuando nos levantamos.
— ¿Ustedes dos terminaron ya, o van a seguir discutiendo sobre quién es el más cabezota de los dos? —indagué, pero ninguno de los dos habló —. Muy bien, entonces ya podemos irnos.
— Son como niños —se quejó Terin.
— Sabias palabras, Roja.
Escuché a Nathan reír mientras que Anton y Gabriel refunfuñaban acerca de algo más. Me recordé lo mucho que amaba a mi hermano, y lo testarudo que podía llegar a ser en el 90% de las ocasiones, pero dejando de lado su cabezonería, Anton era uno de los seres humanos más bondadosos de este mundo.
Al salir del pequeño café donde nos encontrábamos con una persona que despertaba mi sonrisa en automático, inmediatamente me acerqué para saludar al hombre alto, guapo y rubio, con cara de malote pero con los ojos llenos de ternura.
— ¡Hola Travis!
— Señorita Samanta, es bueno volver a verla —le di un gran abrazo de oso, su pecho vibro bajo mi oído mientras me lo devolvía.
— Por favor, dime que no llevas esperando aquí afuera todo este tiempo.
— Para nada, señorita, el señor Gabriel me llamó hace menos de 10 minutos.
— No me digas señorita, soy Samanta o Sam, señorita no, por favor —él sonrió amablemente, Terin se acercó y lo saludo con otro abrazo.
— Señor Orozco —Anton recibió un asentimiento de cabeza.
— Dorian, un gusto verte nuevamente.
Estrecharon sus manos.
Anton me dijo que había pasado hablando unas horas con Travis el día en que amablemente mi hermano visitó personalmente las oficinas de Gabriel para darle mis datos y así poder realizar la transacción, también me dijo que Travis era un hombre muy amable.
— Nosotros tenemos que irnos, fue un placer pasarla con ustedes, estamos en contacto y tú... —Terin señaló a Nathan, este sonrió con inocencia —. Sé lo que hiciste con mi teléfono en Oaxaca, de lo contrario no habrías obtenido cierto número de teléfono.
Nathan elevó sus manos en señal de defensa y negaba con una sonrisa traviesa en su boca.
— Trabajé bajo presión, lo juro.
— Aun así, eso va a costarte, lo prometo.
Me acerqué a Travis y lo abracé nuevamente, Terin hizo lo mismo. Cuando di media vuelta y me acerqué un paso a Gabriel para despedirme, Anton se interpuso en mi camino.
— Vámonos —Anton nos tomó del brazo a ambas y sin poder despedirnos de los hermanos Kendrik de otra manera que con un ademán de mano, fuimos guiadas de vuelta a casa.
— Ustedes dos, niñas, tienen mucho que explicar —habló manteniendo la vista al frente y echando humo hasta por las orejas.
— ¿Puedes dejar de comportarte como un energúmeno? —Anton refunfuño algo que no logré entender, Terin prosiguió —. Son buenos chicos, yo también creí que eran medio tontos, y puede que sea así, pero son amables —Anton le dedicó una mirada aniquiladora a Terin.
— Anton, deja de jalarnos del brazo, nos los vas a arrancar —pero eso solamente ayudó a que mi hermano acelerará el paso.
— Son desconocidos con sabrá Dios qué perniciosas intensiones, y ahí van ustedes dos, par de inocentonas a salir con ellos, tomar un café y hablar por horas. Eso no se hace.
— Anton —Terin hizo una mueca, una que él notó, inmediatamente se detuvo.
— Lo siento —se pasó la mano por el rostro —. ¿Te lastimé? —Ella negó.
— Estoy bien —respondió Terin dedicándole una sonrisa —, pero entiende esto, somos adultas. Sam y yo ya no somos niñas inocentes. Nos enseñaste bien a ser cuidadosas con las personas que entran a nuestras vidas —Terin se colocó de puntitas y dejo un beso en la mejilla de mi hermano —. Y que sepas que para nosotros eres el mejor hombre del mundo. Míranos, no pasó nada, estamos bien. Nosotras charlamos con ellos, tomamos un café con ellos y nada malo sucedió.
— No los conocen del todo —ambas negamos.
— Tienes razón, no lo hacemos —respondí rodeando con mis brazos la cintura de Anton —, por esa misma razón charlar con ellos en un espacio público, en un lugar familiar fue lo más seguro. Ahora, dejemos de lado la paranoia y volvamos a casa.
Anton suspiró y el resto del camino lo hicimos en completa calma, al llegar al departamento Terin entró primero, dejándonos a ambos solos. Mi hermano veía lo interesante que eran sus zapatos.
— Lo siento —habló finalmente.
— No tienes porque disculparte.
— Gnomo —sus ojos chocolate conectaron con los míos —, es solo que no quiero que...
— Anton —tomé sus mano entre las mías —, tienes que dejar de preocuparte por mí de esa manera, o no llegarás a viejo —él me sonrió.
— No quiero que nadie te lastime —negué dándole un abrazo gigantesco.
— Voy a estar bien, ¿qué peligro puede haber en un par de muchachos guapos de ojos bonitos? —Mi hermano gruñó, yo me carcajeé.
— Tonta, no digas esas cosas.
— Te quiero —él suspiró.
— También te quiero —mi hermano sin duda era el mejor hermano del mundo.
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