Eran casi las once y creo que estaba empezando quedarme dormida en mi silla, abrí los ojos y miré a Corey que todavía jugaba con el popote de su quinto batido.
— ¿Al menos puedo ir al baño? — preguntó.
— No — respondí.
— Ah, tengo que orinar.
— Bueno, si me dices puedes ir — declaré y suspiró.
— Esto es tan injusto ¡Al menos cuando yo lo hice no tenías que orinar!
— Tal vez sí, pero no habría importado.
— Te hubiera dejado salir del auto e ir al baño ... en el estacionamiento.
Negué con la cabeza y él comenzó a mover su rodilla con impaciencia.
— A la mierda, haré del baño aquí mismo — dijo, se puso de pie y se llevó las manos a su cinturón.
— ¡No! No lo harás — exclamé.
— Mírame — afirmó.
Se desabrochó el cinturón, me levanté de la silla, me acerqué a él y agarré sus manos.
— En serio, estamos en público, hay como otras 6 personas aquí, sin mencionar que creo que es ilegal hacerlo — dije.
— Bueno, entonces déjame ir al maldito baño.
— Solo si me dices qué es lo que haces.
— No.
— Bueno, entonces no puedes ir.
Comenzó a alejarse, pero lo agarré de la camisa y lo jalé hacia atrás, él se giró para salir de mi agarre, pero lo agarré de nuevo.
— ¡Déjame! — dijo, tratando de escapar.
—No — respondí, luchando por retenerlo.
Chocamos contra la mesa y la tiramos.
— Mierda — murmuré inconscientemente.
— Bien hecho, cariño — dijo Corey, me miró por un momento y luego se fue hacia los baños.
— ¡Maldita sea! — dije y corrí tras él.
Lo alcancé y una vez más lo agarré de la camisa.
— ¡La vas a romper! — se quejó.
Me reí de su tono de voz. Continuamos luchando en medio de la cafetería, los dos nos reíamos mientras peleábamos el uno con el otro. Se soltó de mi agarre y comenzó a caminar hacia el baño nuevamente, pero agarré su cintura y comencé a tirar de él hacia atrás.
— Me voy a orinar en los pantalones — dijo y me reí.
— Solo dime qué es.
— Es muy personal, no me gustaría compartirlo en este momento.
— ¿Qué podría ser tan personal para que no quieras decirle a tu prometida? — inquirí.
Dejó de intentar escapar y lo solté, se apoyó contra la pared, me pasé las manos por el pelo, los dos estábamos sin aliento. Estaba ignorando las miradas de todos, ya me había acostumbrado a eso. Hubo un silencio absoluto, nos miramos y nos echamos a reír, nos reímos durante cinco minutos. Corey suspiró.
— ¿Te he dicho cuánto te amo? — preguntó.
— Muchas veces, pero nunca me canso de eso — respondí, me sonrió y deseé saber lo que estaba pensando en ese momento.
— ¿Puedo ir al baño? Te prometo que te lo diré camino a casa — dijo y asentí.
— Adelante.
— ¡Si!
Corrió hacia el baño y me reí, regresó unos momentos después.
— De acuerdo, vámonos.
Salimos hacia donde estaba el auto, la gente nos miraba.
— Bien, dime — ordené una vez que subimos al auto y comencé a conducir, él suspiró.
— Realmente no quiero decirlo.
— Bueno, pero hazlo de todos modos, en serio, sabes que puedes decirme cualquier cosa.
— Lo sé, pero no esto — suspiró nuevamente — Te daré una pista, es algo que hago solo...y pienso en ti cuando lo hago.
— Uh, no estoy segura de saber de qué estás hablando.
— No me hagas decirlo.
— Lo siento, pero realmente no sé a qué te refieres.
— Uh... obtengo placer de eso.
— Todavía nada.
— Comienza con m ...
Fue entonces cuando todas las piezas del rompecabezas se unieron y lo comprendí.
— Oh ... Oh — dije.
— ¿Lo entiendes ahora?
— Sí, pensé que me habías dicho que no hacías eso
— Mentí, pero no solía hacerlo, comencé cuando ... te conocí.
— Oh.
— Ves, te dije que sería incómodo — dijo y me reí.
— No es incómodo. Solo relájate, no es un gran problema, en realidad es algo gracioso.
— Piensas que es gracioso. Estás enferma — declaró y me reí.
— Oh, Dios mío, al menos yo no soy una pedófila.
— ¡Oye, tú fuiste la que se acercó a mí! — exclamó.
— Claro, veamos si eso lo cree un juez.
— Eh — permaneció en silencio durante unos diez segundos antes de preguntar — Oye bebé, ¿puedo conducir?
Puse los ojos en blanco
— Claro.
— Gracias.
Me detuve y cambiamos de lugar. Una vez que llegamos a la casa, me desplomé en mi cama.
— ¿Ya te dormiste tan rápido? — preguntó Corey.
— Ojalá, tomé demasiada cafeína, me llevará un tiempo quedarme dormida.
— Mmm, tal vez si hicieras algo que te relaje te ayudaría a poder descansar.
— Probablemente — estuve de acuerdo.
Después de un momento escuché caer agua de la regadera. Me senté en la cama, ¿se está bañando tan tarde? Me recosté en la cama de nuevo y cerré los ojos, tratando de dormirme, pero fue en vano. Unos minutos después, oí que se cerraba el agua y la puerta del baño se abrió.
— Querida, ¿podrías venir aquí?
— Claro — murmuré.
Me levanté de la cama y caminé hacia donde estaba él, parado en la mitad de la puerta del baño.
— ¿Sí? — pregunté.
Me hizo un gesto para que entrara y lo hice, el baño estaba oscuro, excepto por las velas que brillaban alrededor de la bañera que estaba llena hasta el borde de burbujas. Él me sonrió y yo me mordí el labio.
— ¿Por qué eres tan dulce? — pregunté.
— No lo soy. Esto es solo para ti — declaró y besó mi mejilla —Te amo, cariño, nunca olvides eso.
— Tú haces bastante difícil que lo pueda olvidar.
— Yo eh, te dejo ... para que te bañes.
Me sonrió de nuevo antes de salir del baño. Suspiré una vez que la puerta se cerró, tenía ganas de gritar, pero no lo hice. Solo voy a pensar dentro de mi cabeza lo increíble que es Corey, no es necesario despertar a toda la casa. Me recogí el pelo, me quité toda la ropa y me metí en la tina, suspiré y cerré los ojos mientras me relajaba y pensaba en Corey. Pensar en él, realmente me dejaba sin aliento, él es tan absolutamente ... indescriptiblemente magnífico.
— Puedo pasar el resto de mi vida con él ... — me susurré a mí misma.
Me llevé las manos a la boca para evitar gritar, creo que estoy delirando. ¿Esto realmente está sucediendo? ¿Realmente me voy a casar con él? Esto tiene que ser un sueño, la vida no puede ser perfecta. Necesito calmarme, estoy demasiado feliz. Volví a cerrar los ojos y me sumergí más en las burbujas. Escuché un ligero golpe en la puerta.
— Eh, cariño, ¿puedo entrar?
— Sí — respondí, abriendo los ojos.
Entró, cerró la puerta y me sonrió.
— Eh, creo que descompuse la computadora — mencionó y me reí.
— Lo dudo.
— Odio la tecnología, ¿te molesta si me quedo aquí contigo?
— De ningún modo me podría molestar.
Se apoyó contra el tocador y se cruzó de brazos, noté que se había quitado el chaleco y desabrochado la camisa casi hasta la mitad.
— Entonces, ¿estás relajada? — cuestionó.
— En su mayoría, sí.
— ¿Qué quieres decir con en su mayoría?
— Quiero decir que estoy tan eufórica que me resulta difícil relajarme.
— ¿Puedo preguntar por qué estás tan eufórica?
— Bueno, me acabo de dar cuenta de que voy a pasar el resto de mi vida contigo.
— Oh ... lo siento por ti.
— ¿Por qué?
— Porque pasarás el resto de tu vida conmigo — declaró y puse los ojos en blanco.
— Oh, no empieces, eres la persona más maravillosa del mundo.
— Difícilmente — se burló — Tu si lo eres ... pero yo no lo soy, realmente no te merezco.
— Odio cuando dices esas cosas.
— Yo solo las digo porque son verdaderas.
— No, no lo son.
— Sí lo son.
Suspiré y me llevé las manos a la cabeza, cuando volví a abrir los ojos, Corey ya no estaba de pie junto al tocador, estaba sentado en la tina frente a mí.
— Por Dios, eres muy rápido — dije y se rio entre dientes.
— Si, lo sé.
Se movió y terminó acostado a mi lado.
— ¿Qué estás haciendo? — pregunté.
— Bueno, me di cuenta de que no te estaba ayudando a relajarte, así que decidí callarme.
Sentí sus brazos envolverse alrededor de mi cuerpo desnudo, le acaricié la cara con la mano y le pasé mi dedo por su nariz. Inhaló profundamente.
— Eres muy hermosa.
— Aprendí que debo estar de acuerdo contigo en eso, así que gracias — declaré, él soltó una carcajada y besó mi mejilla.
— No vas a intentar nada, ¿verdad? — inquirí y él me dio una mirada inocente con los ojos muy abiertos.
— Que no — dijo y me reí en voz baja.
— Estoy segura de que te está matando tener que controlarte.
— ¡Ah, sí!, es horrible, realmente estoy probando mi fuerza de voluntad en este momento.
— Ja, ja, debes tener un increíble autocontrol.
— Bueno, no quiero presumir.
Una sonrisa traviesa cruzó su rostro, se echó hacia atrás y puso las manos detrás de la cabeza, cerrando los ojos. Mi mirada recorrió la línea de su pecho, el agua en su piel brillaba a la luz de las velas, deteniéndose en sus caderas, donde las burbujas cubrían el resto. Me mordí el labio por lo atractivo que se veía, me llevé la mano al cuello y aparté la vista de su atractivo cuerpo, exhalando lentamente. Un momento después sentí su mano en mi muslo, sus dedos acariciando ligeramente mis caderas, sentí que mi ritmo cardíaco se aceleraba y lo miré, sus ojos estaban ligeramente abiertos, mirándome con una sonrisa muy leve en el borde de sus labios. Me alejé de él y acerqué mis rodillas a mi pecho, envolviendo mis brazos alrededor de ellas, lo escuché suspirar muy ligeramente, casi inaudible. Comenzó a levantarse, usando los bordes de la tina para apoyarse, vi los músculos en sus brazos flexionarse mientras brillaban a causa del agua.
— Me daré una ducha fría — murmuró y asentí levemente.
Salió de la tina, las burbujas se deslizaron por su cuerpo mientras caminaba hacia la ducha. Una vez que se perdió de vista, oí que el agua comenzaba a caer y que el cancel se abría y después se cerraba. Solté un suspiro lamentable y saqué el tapón del desagüe, salí de la tina, tomé una toalla y me la envolví. Salí del baño y fui a mi armario, rápidamente me sequé y me puse las bragas blancas de encaje, decidí no ponerme sostén y luego me puse un camisón negro, sedoso y corto que tenía algo de encaje transparente en la parte superior que llegaba hasta encima mi cadera.
Me acerqué al espejo de cuerpo entero en mi armario y miré mi reflejo. Mi piel estaba mortalmente pálida pero mis mejillas, al igual que mis labios, eran de color rosa claro, mi cabello estaba un poco desordenado con mechones rizados cayendo en mi cara, mis ojos parecían de un color más avellana de lo que solían ser, en realidad se podía ver el verde en ellos. Me puse mi perfume favorito y bálsamo labial y luego salí del armario, Corey todavía estaba en la ducha, lo cual fue sorprendente porque generalmente no tomaba duchas largas.
Me senté en la cama y encendí mi iPod que estaba conectado a los altavoces en el escritorio de mi computadora, "TNT" de AC / DC comenzó a reproducirse suavemente. Me levanté y agarré un cómic que estaba recargado contra la pared junto a mi mesa de noche y comencé a hojear las páginas, bostecé suavemente y volví a dejar el cómic en mi mesa de noche.
Escuché la puerta del baño abrirse y alcé la vista, Corey salió, vistiendo boxers a cuadros verdes y negros. Me miró escaneando mi cuerpo con sus ojos.
— ¿Hiciste eso a propósito? — preguntó y le di una mirada confusa.
— ¿Hacer qué? — inquirí y sacudió la cabeza.
— No importa — murmuró.
Bajé la vista y me mordí las uñas, cuando volví a mirar, Corey me estaba mirando, él rápidamente miró hacia otro lado, rascándose torpemente el cuello. Solté una carcajada y él me miró, se revolvió el cabello con la mano y caminó hacia mí, puso una mano en la pared a mi lado e inmediatamente presionó sus labios contra los míos, al principio me sorprendió, pero luego le devolví el beso, acercándome a él. El beso estaba lleno de crudo... deseo, tan fuerte que podía sentirlo corriendo por mi cuerpo. De repente se apartó, respirando pesadamente, sus brazos me envolvieron, yo tenía mis brazos alrededor de su cuello y yo puse mi cabeza contra su pecho. Se inclinó y besó mi cuello y hombro ligeramente, suspiré, pensando que podría quedarme así para siempre.