𝙿𝚘𝚒𝚗𝚝𝚕𝚎𝚜𝚜 | Libro #1...

By __NiallsPlacebo

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Louis Tomlinson puede ser todo menos amable. No es amigable, simpático, afable ni ningún adjetivo positivo qu... More

BIENVENUE À L'ACADÉMIE
Nota de la Autora
| TEASER TRAILER |
POINTLESS - LOS PERSONAJES
PROLOGUE
PREMIER
DEUXIÈME
TROISIÈME
QUATRIÈME
NOTA!
CINQUIÈME
SIXIÈME
SEPTIÈME
NOTOTA
HUITIÈME
NEUVIÈME
DIXIÈME
ONZIÈME
DOUZIÈME
TREIZIÈME
QUATORZIÈME
QUINZIÈME
SEIZIÈME
DIX-SEPTIÈME
DIX-HUITIÈME
happy bday to your shitty author
DIX-NEUVIÈME
VINGTIÈME
❄️ HIVER SOUVENIRS [memorias de invierno]❄️
VINGTIEME PREMIÈRE
VINGTIÈME DEUXIÈME
VINGTIÈME TROISIÈME
VINGT-QUATRIÈME
VINGTIEME CINQUIEME
VINGTIÈME SIX
VINGTIÈME SEPT

VINGTIÈME HUIT

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By __NiallsPlacebo

hola voy de salida y por eso publico esto en partes pero cuando vuelva lo subo completo


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Miss Greta enfoca su atención en cosas más complicadas que simples ensayos.

Si bien era cierto que la experiencia hacía al artista, esta no se adquiría simplemente encerrándose día y noche en un salón de clase. El arte venía en muchísimas formas distintas, y a veces, lo mejor que un aprendiz del oficio podía hacer, era exponerse a los diferentes puntos de vista que existían allá afuera.

Por lo que Greta Butowski arrastró a su pequeño grupo de alumnos en excursiones grupales secretas cada semana, en la ciudad.

Habían visitado juntos hermosas galerías de arte, interesantes exhibiciones en los museos locales e incluso, tuvieron oportunidad de observar distintas clases de baile en diversas academias de danza, tanto reconocidas instituciones como pequeñas escuelas aficionadas.

Esta vez, la profesora había puesto sus manos en boletos para una obra musical traída desde Broadway. El elenco venía de gira por todo el mundo, y estaban ofreciendo una sola noche de funciones para Londres. Los boletos se habían agotado en minutos, y gracias a conexiones, Miss Greta llevaba a ocho chicos detrás de ella, dispuestos a ver Cats, uno de los musicales más aclamados por la crítica.

La función era la penúltima de la noche. El tumulto de jóvenes marchaba como patitos detrás de su madre por las calles ocupadas, tratando de no desviarse en el corazón del centro de la ciudad. Entre los turistas y los nativos, era muy fácil perderle el rastro a tus acompañantes si no tenías cuidado.

Y eso fue justamente lo que pasó con Harry.

El grupo había alcanzado una pequeña área despejada en un callejón cercano al teatro. Miss Greta se había detenido a repartir los boletos y contar a sus alumnos antes de incorporarse a la larga fila a las puertas del edificio. Las luces parpadeantes de la cartelera alzándose sobre sus cabezas, iluminaban momentáneamente las caras emocionadas de los chicos. A pesar de casi alcanzar Junio, el clima parecía haberse vuelto loco, dejando correr fuertes vientos fríos y cielos cerrados por nubes espesas, por lo que todos se paraban allí con mangas largas y narices frías.

—Uno, dos...cinco, seis.. ¿Dónde está Harry? — habló la profesora Greta, por encima del bullicio.

Era difícil escuchar algo que no fuese la gente de la fila, las personas transitando y los autos sonando sus claxon y ruidosos motores a medida que se abrían paso por las calles.

—Estaba aquí hace un segundo— observa Ella, dando una vuelta completa en su lugar mientras trata de buscarlo.

El grupo comienza a voltear hacia todos lados, llamando el nombre del ojiverde. Louis rueda los ojos y deja vagar su vista por los alrededores. Sabe que Harry no puede estar demasiado lejos. Es tan ansioso que el alejarse demasiado supondría toda una odisea para él.

—La función ya casi inicia— observa uno de los chicos, mientras la fila del público expectante avanza rápido junto a ellos.

Miss Greta parece afligida.

—Iré a buscarlo— dice Louis, todas las miradas caen en él, pero sólo se dirige a su profesora. —Es más fácil y justo que uno de nosotros se pierda el espectáculo. Además, aún faltan las llamadas a escena. Estoy seguro de estar de vuelta antes de la tercera— estirándose hacia delante, Louis retira el ultimo boleto en las manos de su profesora y emprende camino de regreso.

Es un mar de gente el que cruza mientras trata de ver alrededor. El humo de las planchas grasientas con salchichas, carne y pescado embriagan el aire y se impregnan en su ropa cara a medida que avanza. Sus hombros cuidadosamente envueltos en un abrigo gris se rozan contra las personas en su camino. Hay miradas disgustadas y sorprendidas siendo tiradas en su dirección, pero ignora todo esto.

Su respingada nariz se alza por encima de todo, intentando y fallando en encontrar al chiquillo tan distraído. Se pregunta si la sensación de cariño que calienta su pecho al pensar en las mañas del menor alguna vez desaparecerá. O sí sólo se volverá peor con el tiempo.

Alcanzando un segmento semi vacío sobre la acera, se permite girar sobre sus pies lentamente, tomando con cuidado cada detalle de lo que le rodea. A lo lejos, las luces de los distintos locales iluminando la ocupada avenida llaman su atención.

Allá, a lo lejos, puede ver el reflejo amarillento de bombillos viejos iluminando el rustico marco de madera de una puerta grande y bien cuidada. Arriba de ella, un gran letrero de letras cursivas antiquísimas pone: Tienda de antigüedades.

—Eres tan predecible que me duele la cabeza— murmuró en voz alta el ojiazul, cruzando rápidamente la calle.

Una campanilla sonó sobre su cabeza al entrar, atrayendo la atención de las dos personas dentro del recinto.

El aire olía a madera barnizada e incienso. Louis se abrió camino entre los pasillos de estanterías repletas. Cachivaches de todo tipo se mostraban por todos lados, dándole a la monocromática tienda pequeños toques de color alrededor.

—¿Louis? — dijo Harry, observando al joven avanzando por los pasillos. Ojos nunca dejando su rostro.

Las mejillas del menor se sonrojan con fuerza a medida que pasan los segundos y Louis continua sosteniendo su mirada. Sus ojos azules parecían brillar como el neón con aquel tono gris en su abrigo y su bufanda purpura enredada cuidadosamente alrededor de su fino cuello. Su cabello caía esparcido por su frente, alborotado por el viento. Sus labios rosados jugueteaban debajo de sus dientes, tratando de suprimir una sonrisita socarrona.

Harry cayó en cuenta de estar viéndole fijamente.

—¿Terminaste de mirar? Tenemos que irnos— habló Louis, ladeando la cadera y cuadrando los hombros ligeramente, barbilla afilada subiendo ligeramente.

—Lamento haberlos retrasado. Ha terminado de ver desde hace un rato, sólo se ha quedado charlando conmigo— interrumpe la vieja dueña de la tienda, detrás del mostrador.

—¿Es eso cierto? — Louis no deja de ver a Harry (¡¿Por qué no deja de verlo?!). Una risita escapa sus labios y Harry no sabe de qué se ríe: de sus mejillas enrojecidas al punto de doler, o de la ancianita que parece haberse perdido el chiste por completo.

—S-sí— Harry se odia a si mismo por titubear.

La sonrisa de Louis crece más. —Entonces vámonos, mocoso. La función está comenzando.

Harry se despide tembloroso de su nueva amiga y se da la vuelta, siguiendo a Louis fuera de la tienda. El ojiazul lo deja pasar primero, empujando la puerta con la espalda y alzando la mano como despedida hacia la mujer.

Una vez en la calle, Louis coloca un brazo en la espalda baja del ojiverde, comenzando a guiarle rápida y suavemente entre la jungla de personas amontonadas sobre las aceras.

—¿Qué-?

Louis sigue viendo hacia el frente. Toda la vibra que desprende hace a Harry sentirse como si él fuese unos centímetros más bajo que Louis, y no al revés.

—¿Por qué luces tan satisfecho contigo mismo? — su tono sale algo estirado, tal vez influenciado por su inconformidad en sentirse pequeño.

Louis ríe de nuevo. Ríe como si llevase toda la noche sabiendo algo que Harry no.

—Es gracioso para mí que seas tan predecible, es todo.

Parece percibir la incomodidad del menor, por lo que Louis lo pega contra su costado tirando del brazo alrededor de su cintura. El aliento del mayor le hace cosquillas en la oreja cuando habla.

—Todos se estaban volviendo locos porque no podían encontrarte y el teatro estaba a punto de abrir sus puertas.

Harry inhala para hablar, pero Louis no lo deja.

—Me ofrecí a buscarte porque conozco tu capacidad de concentración. Peor que la de un pez dorado— ríe de nuevo, socarrón. —Pero encontrarte en una tienda de antigüedades fue incluso más divertido que encontrarte simplemente bobeando por allí.

Harry se aleja un poco y le ve con cierta molestia. La sonrisita de Louis se relaja y da paso a una ceja alzada de curiosidad.

—Lo siento por estallar tu burbuja, pero no me conoces tanto como crees— La voz de Harry sale un tanto más golpeada de lo que intentaba.

El menor siente el brazo del ojiazul lejos de su cintura un segundo antes de separarse por su cuenta. Se tironea el abrigo en busca de ajustar su apariencia. Siente los dedos del mayor alzándole el cabello de la nuca mientras lo hace.

Ojos verdes cuestionan a Louis sin hablar.

Él vuelve a reír. —Siempre que te molestas te alejas lo más físicamente posible de mí. Luego tironeas de tu ropa. Y de alguna manera siempre terminas tirando de tu cabello en el proceso y eso te irrita más.

Entre su intercambio, Harry no cae en cuenta de que están frente a las puertas del teatro hasta que el hombre a cargo está pidiendo los boletos de ambos.

Louis adelanta su hombro derecho y extiende dos boletos. Una vez que el hombre se los devuelve, toma una de las manos de Harry y lo guía hasta alcanzar la entrada a la sección de butacas.

El menor ha permanecido mudo de asombro desde la confesión de Louis. Básicamente, el ojiazul acababa de admitirle sin siquiera titubear, que lo observaba. Lo suficiente como para conocer ese tipo de cosas.

Una mezcla de mariposas y nudos se asentó en su estómago.

—Yo puedo caminar por mi cuenta, ¿sabes? Deja de arrastrarme alrededor. No soy un bebé. — dijo, zafándose al llegar a la sección de butacas en piso.

Louis se encogió de hombros y desapareció en la oscuridad del teatro lleno, la única fuente de luz siendo las luces en el escenario. Harry se quedó plantado en su lugar, inseguro hacia donde avanzar. Ni siquiera tenía su boleto consigo para averiguar qué butaca le pertenecía.

Boqueo como pez fuera del agua por algunos segundos, hasta que fue tomado del antebrazo por una mano pequeña y firme.

—Creí que podías solo, ¿Qué pasó, bebé? — habló Louis en su oído, mientras lo arrastraba consigo. Harry seguía ciegamente sus pasos, esperando no tropezar con algo o alguien.

La mente del menor vuela por los cielos ante el apodo usado por su mayor, y antes de siquiera poder maldecirse, sus mejillas duelen de lo calientes y rojizas que están. Piensa que el ojiazul hace

alusión a lo que dijo hace un rato. Pero aún así, tener al chico diciéndole bebé de la nada, tan natural, era tan...

—Mis padres me han traído aquí desde que era un niño— explica Louis, interrumpiendo su desrielado tren de pensamiento. —A este y muchos teatros más.

Aun no siendo capaz de ver algo, Louis puede sentir la vergüenza emanando del más alto.

—La próxima vez no seas tan terco. Ambos sabemos que sé más que tu— concluyó el ojiazul, empujándolo sobre su asiento y tomando el suyo propio.

Harry no tuvo mucho que decir después de eso.

A pesar de haber tomado un tiempo considerable en llegar al teatro y ocupar sus lugares, habían llegado justo a tiempo para la tercera llamada. Las luces se extinguieron lentamente, abriendo paso a los reflectores azules iluminando el escenario y despidiendo al pesado telón que se arrastró hacia los lados del escenario, revelando la elaborada escenografía de un basurero. Las primeras notas de los saxofones, oboes y trompetas embargaron el lugar, dando paso a los actores que comenzaban a moverse por el escenario.

Louis adoraba Cats. Era un clásico, muy completo y entretenido. Nada como una trama sobre gatos cantando sobre sus distintos talentos y uniéndose en un acto de amor y amistad para llenarle el corazón. Además, tratándose de aquella compañía teatral tan prestigiada, sabía que estaba en presencia de un buen show.

Entre las simples notas musicales mezclándose entre si con las voces de los actores y el crescendo sutil, el ambiente parecía zumbar con energía a medida que lo que parecía una sencilla introducción se convertía en el icónico número de los ''Jellical Cats''. La sonrisa en el rostro de Louis no se podía evitar. Le encantaba demasiado la forma tan simple en que la música se unía con la trama dancística, llegando incluso a erizarle la piel en números específicos.

La primera vez que había visto la obra tenía unos siete u ocho años. Luego de un ocupado día en las calles de Nueva York, sus padres habían cerrado la ocasión llevándolo a Broadway a ver la puesta en escena. Nunca olvidaría la primera vez que escuchó cada canción y baile tan distintivo. Había sido toda una experiencia.

Por inercia, se volvió hacia su derecha, topándose de lleno con la expresión anonadada de Harry, ojos verdes bien abiertos y labios entreabiertos. Sus irises danzaban alrededor, nunca decidiéndose a quien de los actores seguir primero. Sus manos se aferraban a los reposabrazos de su butaca.

Louis rio quedamente. No lo suficiente, sin embargo, puesto que la expresión de Harry cambio de asombro a molestia mientras se volvía en su dirección.

—¿Qué te divierte?

—Es la primera vez que ves este musical, ¿verdad?

Harry se mordió el labio y volvió su atención al escenario mientras asentía levemente.

—El único musical que he visto en la vida fue Rent. Y ni siquiera lo vi en vivo.

Louis asiente, sin quitar la vista de enfrente. —¿Qué te pareció?

—Brillante. Siempre termino llorando.

El ojiazul soltó otra risita. —Este musical es más fantasioso. No trata temas sociales. Sólo amistad, y amor, y algo sobre vida después de la muerte. Te gustará.

Sin siquiera voltear, Louis sabia que Harry acababa de girar los ojos.

—¿Aún sigues con eso de conocerme mucho?

—Sé que te conozco lo suficiente para decirte que tu número favorito será Mr. Mistoffelees.

Algunos momentos pasaron para que Harry contestara, ambos demasiado absortos en lo que ocurría en el escenario frente a ellos. Se encontraban a una buena distancia, no demasiado cerca ni tampoco muy arriba.

—¿Cuál es tu número favorito? — preguntó el menor, casi sin aliento al observar la delicada y etérea presentación de la gata blanca.

—Se llama Victoria— habla Louis, casi leyéndole los pensamientos. —Y mi número favorito... tendría que ser Rum Tum Tugger, o Gus, el gato actor.

—Sólo puede ser uno— habla Harry por encima de los aplausos.

Rum Tum Tugger, entonces— declara Louis.

—¿Por qué?

—Pregúntatelo una vez que lo veas, sigue justo ahora— dice Louis, asintiendo hacia el escenario.

Harry no duró mucho tiempo en averiguar el porqué del gusto del ojiazul por dicha actuación. Aquel número musical derramaba petulancia y vanidad por todos lados. El gato en cuestión portaba una melena prominente alrededor de los hombros y su cabello portaba el rizo característico de los galanes patanes en las novelas. Entre bamboleos de caderas, guiños y sonrisas descaradas, Rum Tum Tugger se abría paso en el escenario con paso fuerte.

Harry no tenía problemas imaginando al ojiazul en aquel papel. Parecía hecho para él.

La verdad, el musical había perdido el interés de Louis luego de los primeros veinte minutos. Había descubierto que era mucho más entretenido observar a Harry que una obra que había visto más de diez veces.

Había algo especial en las reacciones de alguien viendo por primera vez una puesta en escena como esta.

A medida que los números iban avanzando, la expresión en el rostro del menor subía de intensidad. Louis podía ver la piel de gallina sobre sus manos y cuello. Entendía perfectamente. Presenciar un espectáculo en vivo era de por si emocionante, y mas cuando se trataba de teatro musical. Añadiéndole a eso que se trataba de Cats, se sorprendía que el ojiverde no estuviese conmovido hasta las lágrimas.

Los ojos del menor se habían aguado por primera vez con Gus, el gato actor, que narraba la triste historia de un gatito dedicado a la actuación que ahora estaba en decadencia, flaco, olvidadizo y con algo parecido al Parkinson.

—Es cierto. Mister Mistoffeeles ha sido mi favorito— admitió Harry, completamente sin aliento para aquel punto. El intermedio acababa de comenzar. —Todos esos saltos y trucos me encantaron. ¡Imagina que pudiera hacer eso! Sería imparable. Me pregunto cuanto debe entrenar el actor para hacer que parezca sencillo. Si la profesora Greta decide presentar esta obra, ¡necesito ese papel! —.

Las luces amarillentas dentro del teatro iluminaban los ojos emocionados del ojiverde, que contaba con todo y señas cada uno de sus sentimientos ante el musical. A pesar de que Louis no había realmente preguntado, eso no lo detuvo de escuchar sin interrumpir ni una vez al menor.

No sabía realmente si era su resolución con la situación, o si se debía tener contacto con el teatro y su musical favorito, pero su humor se veía atenuado, casi borrando por completo su ser huraño.

Escuchaba con atención al chico frente a él, con un codo apoyado en el reposabrazos, mano sosteniendo su cara y una sonrisa entretenida en el rostro. Sus ojos se vuelven pequeñas rendijas cada tanto que el menor se emociona demasiado y sus palabras se revuelven.

Ninguno de los dos presta atención a la gente dejando y volviendo a sus asientos. Ni siquiera se voltean para ver que están haciendo sus compañeros. Los dos parecen existir en un mismo espacio, libre de interrupciones.

Cuando las luces parpadean y el musical se retoma. Ninguno habla más. Louis sabe que es la parte más intensa de la obra, y por lo que ve, Harry atesorará casi tanto como él esta memoria. Además, había estado tan emocionado discutiendo lo mucho que le había encantado todo, que estaba seguro que Harry sería un hombre nuevo cuando salieran del teatro.

Harry, por su lado, temblaba ligeramente en su lugar. Nunca había experimentado tantas emociones tan seguido. Su piel se erizaba constantemente, su pecho dolía o se llenaba de emoción, dependiendo del ambiente que iba desarrollando la trama. Era tan extraño.

Cuando el clímax de la historia fue alcanzado con la intensa pelea entre Macavity—él villano— y Old Deuteronomy—el líder—, Harry estaba tan invertido en la pelea que no pudo evitar jadear de sorpresa y brincar del susto cuando un momento particularmente abrumante ocurrió, su mano volando sin pensar para aferrarse a lo que tenía más cerca, el reposabrazos.

Sabía que los finos huesos y venas prominentes debajo de su mano cerrada no eran parte de dicho reposabrazos. La breve y pesada mirada que Louis le había dirigido se lo confirmó. Sin embargo, la tensión en el ambiente crecía tanto que no podía soltarla.

Al principio, Louis se preocupó de que Harry fuese capaz de sentir su pulso elevado por los nervios. Pero una vez que se percató del leve temblor en la mano del chico, supo que estaba a salvo. Harry estaba experimentado la parte abrumadora del teatro: aquella en donde te tocaba el alma de tal forma, que tu interior se volvía un remolino de emociones que desembocaban en el llanto extasiado.

Estaba seguro de que el menor colapsaría con el acto final, Memory, de la gata Grizabella. El argumento de la obra indicaba que Grizabella era una gata hermosa cuando era joven, cegada por vanidad. Pero el tiempo pasa y la belleza es efímera, por lo que regresa, vieja, descuidada y moribunda. Ruega por perdón y aceptación, pero ha sido tan egoísta que ninguno de los gatos se conmueve, negándose a aceptarla. Esto es un hecho constante durante la obra, entre números. Grizabella trata de ganárselos, pero nadie se digna a darle una oportunidad.

Todo esto culmina al final, donde rinde una hermosa presentación acerca de sus memorias, el tiempo y su pasado—Memory—.

''Memoria, vagando sola bajo la luz de la luna, recuerdo los viejos días, era hermosa entonces'' canta la actriz en el escenario. Louis vuelve en sí.

Se vuelve a ver a Harry, cuyo labio inferior tiembla levemente. Sus ojos verdes resplandecen con lágrimas frescas. Los violines, trompetas y violonchelos caen brevemente, una segunda voz se une y la melancolía es tan intensa en el aire que puedes sentir la forma en la que todo el público se conmueve por la gata desdichada.

Louis está tan hechizado que puede ver como el labio inferior de Harry tiembla violentamente, sollozando quedamente.

''Daylight, i must wait for the sunrise/Luz de día, debo esperar a la salida del sol

I must think of the new life, and I mustn't give in/Debo pensar sobre esta vida nueva, y no debo ceder

When the dawn comes, tonight I'll be a memory too/ Cuando el amanecer venga hoy, seré una memoria también

And a new day, will begin/ Y un nuevo día comenzará''

—¿E-está muriendo? — solloza Harry en seco, demasiado ahogado con sentimientos como para llorar aún.

—Sí. Ha venido a pedir misericordia antes de morir— el ojiazul no le ha quitado los ojos de encima, pero el menor no podría ser menos ignorante. Louis disfruta el pequeño espectáculo.

Y Harry parece ser la más entretenida puesta en escena. Sus ojos llorosos parecen aguarse aún más, y la piel de sus brazos se encuentra totalmente erizada.

Como un presagio, violines y trompetas se alzan triunfales, retumbando en las cuatro paredes del teatro. Louis siente físicamente como el aliento de Harry se engancha de golpe en su garganta. La actriz se pone de pie con fuerza, su voz se alza en una imponente nota alta y Harry se inclina hacía delante al mismo tiempo que ella.

''Touch me, it's so easy to leave me/Tócame, es tan fácil dejarme sola

With the memory, of my days in the sun/Con la memoria, de mis dias en el Sol.

Harry jadea, lágrimas cayendo pesadas y calientes sobre su piel fría mientras toma la mano de Louis, aferrándose a algo antes de romper a llorar. Louis ya lo está viendo mucho antes de que el menor lo tocase. El ojiazul toma la mano temblorosa entre las suyas, igualmente siendo presa de la emoción explotando en su pecho. Mientras Harry llora quedamente, Louis mueve delicadamente la cabeza al ritmo de la melodía, tararea a duras penas la letra. Labios demasiado estirados en una sonrisa que no puede reprimir.

''If you touch me, you'll understand what happiness is/Si me tocas, entenderás lo que la felicidad es.

Look, a new day, has begun/Mira, un nuevo día ha comenzado.''

Hay un ligero momento de oscuridad y silencio donde todo lo que existe son los sollozos entrecortados del chico a su lado y su propio corazón desbocado, sacudido hasta la médula ante la sensibilidad del ojiverde.

Las luces del teatro se encienden al mismo tiempo en que la actriz da las gracias. Harry salta de su asiento en un solo movimiento, sorbiendo por la nariz y tirando accidentalmente de Louis en el proceso. El mayor se para a su lado, aplausos tenues y calmados a comparación de las manos entusiasmadas de Harry, que palmean con fuerza mientras sacude la cabeza.

Louis considera burlarse de él. Pero sabe lo que significan las primeras veces. La primera vez que algo te toca tan profundo en el alma que te conmueve hasta las lágrimas. La diferencia antes y después de conectar de esa forma con el arte.

Por lo que se encuentra a si mismo viendo de manera suave al chico y dice:

—¿Alguna vez pensaste sentirte así gracias al arte de otra persona?

Harry le dedica una mirada indescifrable. Sus bonitos ojos verdes enrojecidos por la tormenta de emociones a la que fueron sometidos. La piel ruborizada de alguna forma hace a sus pecas saltar de su piel. Louis sonríe inconscientemente y sólo se da cuenta cuando los ojos de Harry caen sobre su boca y de repente él también está sonriendo y— Oh, dios. Este niño sería su perdición. Nadie podía lucir así de hermoso después de llorar.

—Si.

—¿Si? — No es la respuesta que esperaba.

Harry asiente. —Lo he sentido una sola vez antes de esto— sus ojos verdes parecen taladrarle y Louis no sabe porque. Sus miradas se sostienen la una a la otra.

Permanecen de pie allí, viéndose el uno al otro mientras el teatro se vacía lentamente a su alrededor.

Es el sonido de los reflectores apagándose lo que trae a Louis de vuelta al mundo real.

Aclarándose la garganta, coloca una mano sobre la espalda baja de Harry y murmura:

—Vamos, tenemos que alcanzar a los demás.

Ninguno de los dos discute la extraña tensión de esa noche.










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Por primera vez en meses, Louis se había desecho de las gafas de corazón que parecían nublarle la vista. Ya no veía al menor como la cosa más perfecta de la tierra. Sus rodillas no flaqueaban, y su corazón no martilleaba detrás de sus costillas.

Tristemente, esto no le libraba de sus sentimientos hacia Harry. No tenía tanta suerte, y la vida no era tan justa. Parecía como si todo adolescente necesitase caer en las confusas manos del amor no correspondido. Un rito de pasaje que determinaba tu salud mental adulta, al parecer.

Pero, no todo estaba perdido.

El frenesí enamorado había desaparecido para dar paso a algo mucho más sereno. Gracias a incontables días ensayando, comiendo y existiendo cerca, la presencia de Harry en su vida se había vuelto de extraordinaria, a atesorada. Seguía queriéndole—Louis se asustaba constantemente de ver cuanto crecía aquello diariamente—, pero de una forma mucho mas atenuada. Como cuando el corazón deja de querer y comienza a aprender a amar. A Louis no le gustaba pensar en esto último. Sólo en la paz y tranquilidad actuales, comparadas con el torbellino de sentimientos de meses atrás. Era mejor que nada.

O eso le decía Liam cada que llamaba y Louis terminaba contándole sus dilemas emocionales.

Pero que iba a saber Liam. Maldito optimista asqueroso.

Constantemente hostigaba al ojiazul—léase bien: animaba— a confesar sus sentimientos. Porque después de todo, ¿no era Louis quién siempre decía que la falta de confianza era estúpida?

''No es cómo que te vayas a casar con él, ¿sabes? Sólo lo invitarás por un café.''

''Pero... yo quiero que sea algo serio.''

"¿Algo serio? ¿A los dieciocho años? Que tierno."

"Escucha" continuó Liam. Louis podía escuchar el tintineo de la cuchara de plata dentro de la taza muy probablemente llena de té. "Louis, ambos sabemos que no estarás en ese mundo por mucho tiempo. Probablemente no lo vuelvas a ver. ¿Por qué no te arriesgas? Si dice que sí, pasas el mejor año de tu vida, y si dice que no, pasas el año más memorable de tu vida. Y no lo vuelves a ver."

"No pienso cometer suicidio social declarándomele asi nada más."

"Si no crees que el suicidio social vale la pena, entonces tal vez, deberías dejarlo ir, Louis. No estar seguro de arriesgarse puede ser una respuesta a tu dilema. Una que no quieres ver."

Y aunque sabe que su amigo sólo quiere lo mejor para él, y que cada consejo proviene de un buen lugar, Louis no puede sentirse irritado.

Porque Liam jamás entenderá lo que se siente. Liam tiene bien claro quienes le gustan, como le gusta y por qué. Nunca tuvo ningún problema para averiguar su sexualidad, y ha tenido parejas antes.

Liam siempre ha tenido todo resuelto. Es esa clase de persona que siempre sabes que tiene todo bajo control. Colectado, ordenado y seguro. Asi era Liam, su mejor amigo desde que eran unos bebés. El castaño que siempre supo exactamente quién era y lo que quería en la vida.

Algunos podrían decir que Louis era igual a Liam. Ambos, en el exterior, parecían idénticos. Personas perfectas, que eran buenos en cualquier cosa que se propusieran y no tenían dificultades en lo absoluto.

La diferencia entre las apariencias y la realidad era, que sólo uno de ellos era lo que dejaba ver. Y por supuesto, ese no era Louis.

Liam no tenía ansiedad por su futuro incierto, no se ocultaba cinco de siete días de la semana en los techos de la escuela para llorar de frustración, ni deshacía su mundo entero por un estúpido enamoramiento.

Hay un punto en la existencia de Louis donde, después de darles demasiadas vueltas a las cosas y tener ansiedad por días debido a ello, alcanzaba un punto importante: el de acción.

No era un sistema muy sano, lo sabía. Pero, pensar de más casi siempre le ayudaba a contemplar cada posible consecuencia a sus acciones, por lo que la mayoría del tiempo, su capacidad para tomar decisiones era bastante útil.

Había algo rondando su cabeza desde que habían visitado el teatro la semana pasada. Y aunque no estaba seguro de cuales serian las decisiones que debía tomar, tenía algo claro: su futuro ya no se veía tan incierto como lo hacía al inicio del año escolar.

Tanto laboral, como sentimentalmente.

Todo comienza en un ensayo.

Perlas de sudor resbalan por la nuca del ojiazul mientras danza junto a otros cuerpos sudorosos, abriéndose paso en los pisos de madera cuidada de una de las aulas de danza.

El olor a humedad y calor corporal cuelgan del aire, llenándoles los pulmones que poco a poco jadean más. Cualquier bailarín tiene ese olor tatuado en el fondo de su mente para siempre. Era parte del rubro.

A través de los espejos cubriendo cada pared, Louis puede verlo. Puede ver a Harry siguiendo los pasos de la coreografía. Sus piernas largas y levemente definidas se movían grácilmente sobre la superficie, dedos doblándose y extendiéndose al ritmo captado por sus oídos.

Cualquiera externo al mundo de baile podría opinar que era un bailarín excelente. Pero Louis llevaba tiempo dentro del rubro y sabía que el menor necesitaba pulirse. Podía notar el pequeño segundo de duda entre las combinaciones de pasos, el empeine ligeramente mediocre en sus pies, la falta de cuidado en la apariencia de sus tobillos.

Eran cosas pequeñas que sólo un maestro riguroso podría notar. Bajo una guía rigurosa y un buen entrenamiento, Harry podría arrasar con la clase, Louis lo sabía. Donde a muchos les faltaba pasión, a Harry le sobraba un montón. Y siempre estaba abierto a correcciones—algo raro en el mundo de la danza profesional, irónicamente.

Sólo necesitaba la técnica, y algo de disciplina.

Es por eso que Louis decide tutorarlo.

El ojiazul lleva mucho tiempo siendo consciente de que sus intenciones con la danza no vuelan más allá de un salón de clase. A pesar del gran talento que posee, crear una vida a partir del esfuerzo de sus pies no es una opción en sus planes. Lo ha dicho muchas veces.

Y ahora que existía el destello de una oportunidad en su futuro, Louis tenía que esperar hasta las vacaciones de verano para saber qué dirección tomar.

Sin embargo, cuando por fin logre su cometido y se aleje por fin y para siempre de la industria del baile—ya sea con su presente opción u otra a futuro—le parecía un tanto injusto que todos sus conocimientos y habilidades perecieran con su retiro de la danza. Siempre había deseado encontrar la manera de dejarlos en algún sitio al alcance de otros.

Y su respuesta llega en la forma de ojos verdes y largas piernas.

Louis sabe que ha pasado todo el ensayo con los ojos puestos sobre Harry. Lo sabe y los demás también. Incluso el mismo Harry. No es nada discreto al respecto. Después de tanto tiempo rompiéndose la cabeza para encontrar un motivo válido para su esfuerzo, Louis siente que si deja al menor sin su atención por un segundo, aquella minúscula ventana de oportunidad se irá por el caño.

Es por eso que cuando la música para y el grupo corre por sus pertenencias, Louis se para en el marco de la puerta y espera al chico de cabello rizado. Espalda contra la pared y brazos cruzados, Louis luce imponente y peligroso cuando Harry sale apurado del salón de ensayos.

—Louis— exhala, mejillas enrojecidas y respiración pesada.

—Ven conmigo— responde tajante el otro, antes de despegarse de la pared y comenzar a caminar.

Es así como se encuentran a si mismos en las aulas del edificio de danza en el ala este de la escuela. Aquellas donde Harry había ensayado por su cuenta hace tantos meses.

Donde Louis le había visto por primera vez.

—Entonces, déjame ver si entendí— Harry tiene las manos delante de él, en el aire y deteniendo quién sabe qué. —Tú quieres... ¿entrenarme?

—Algo así como pulirte— argumenta Louis, desde su lugar en el suelo, cerca de la ventana.

La pálida luna apenas se ha alzado en el cielo levemente nublado. Louis alza los ojos hacia el astro plateado en el cielo, ignorando el silencio expectante en la habitación vacía.

Harry admira la luz que desciende por la piel bronceada del más bajo. Su perfil suave. La curva de sus hombros. La columna de su garganta estirando la piel de su cuello, la elegancia desinteresada que Louis poseía sin siquiera esforzarse.

—¿Puedo saber por qué?

—Me parece que tu necesitas más de mi conocimiento que yo, y-

—No, yo me refería...— Harry ladea la cabeza y muerde su labio, al tiempo en que se pasa los dedos por el fleco. Su cabello esta más largo y sedoso, Louis nota. El fleco cruza su frente y termina en adorables rizos, como los que hay a cada lado de su rostro, enmarcando sus ojos verdes y nariz pecosa. —Me refería a saber porque no quieres bailar.

Louis suelta una risita. —¿Te soy sincero? —Harry asiente— No tengo ni idea.

Ambos ríen.

Sus miradas se sostienen la una a la otra.

La de Louis, tan pálida y azul, sin hacer nada más que admirar la belleza de la única persona en su vida capaz de hacerle vibrar el pecho con un corazón desbocado.

La de Harry, tan inexperta y apasionada, admirando las promesas de un mejor futuro, materializadas en un enigmático bailarín que le veía como si fuese la estrella más brillante en el cielo.

—Sé que estás pensando— Louis interrumpió aquella atmosfera de admiración mutua con delicadeza.

—¿De verdad? — Harry alzó una de las comisuras de su boca, desafiante.

El ojiazul asintió. —Creo que, para este punto, debes tener una opinión formada sobre mí. Y lo más probable es que creas que yo obtengo algo por ayudarte.

Harry no responde, simplemente le ve con curiosidad, por debajo de su estúpido flequillo.

Louis lo ve hacia arriba con cierto dejo de diversión. Labios rosas atrapados entre sus pequeños dientes.

—Realmente no obtengo nada. Tu te llevas todo. Serías el mejor de toda la generación, si aprendes bien.

—Eso no es justo. Si tu me lo das todo, ¿qué se supone que tengas tu?

Louis quisiera reír y tomarle de las manos, decirle que, si la vida fuese un poco más sencilla y él un tanto más maduro, estaría orgulloso de decir que mientras Harry le permitiese cuidarlo, Harry lo tendría todo. Todo de él.

—No me importa quedarme sin nada al final.

Parecía como la hermosa melodía de un presagio imposible.

Harry le da una sonrisa que no puede descifrar.

—Supongo que si lo pones así, no suena demasiado mal.

—¿Sólo ofreciendo todo lo que tengo, obtengo algo de interés de tu parte? — y wow. Louis definitivamente no esperaba que eso saliera de sus labios. Pero ahora estaba allí, flotando en el aire entre los dos.

Harry deja salir una carcajada. El verde de sus ojos brilla con algo muy parecido al deseo.

—Creo que me crees menos narcisista de lo que realmente soy— dice. Su lengua juguetea con sus dientes blancos y Louis hace un esfuerzo sobrehumano por no concentrarse mucho en ello.

Está de vuelta.

Esa extraña y familiar tensión que había aquella noche en el teatro. Había encontrado su camino de regreso hasta ellos, al inicio de la noche, en un aula vacía de actividad pero llena de emociones, promesas inconcretas y palabras sin decir.

Parecía ser un aviso. Una advertencia de lo que estaba por venir si aquel trato se cerraba.

Pero Louis y Harry estaban demasiado perdidos en su propio mundo como para prestarle atención.

Con sonrisas gemelas y anticipación burbujeándoles en el pecho, ambos se sostenían la mirada de una forma muy distinta.

—Entonces, ¿Qué dices?

—Acepto. Quiero ser entrenado por ti, Louis.


____________________

Fine Line me puso bien mal. Lloré mucho, y ando más larrie que nunca. Encima me dio un infarto cuando escuche a Harry pronunciar She como mi fic (Shi-ji).

Lamento tardarme tanto, espero poder terminar este fic antes de que culmine el año. Les quiero <3

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