Ignoro las miradas curiosas de los hombres presentes en la sala de entrenamiento, fingiendo escuchar la conversación animada de Asim y al mismo examinar el lugar. El espacio es más pequeño que el asignado en los laboratorios, lógicamente, su propósito es simplemente para mantenerse al día, ya que existen otras prioridades, aunque es un alivio que no nos tengamos que trasladar a otra cede. Me entusiasma comenzar.
Evito mirar en dirección de los otros vampiros, consciente de que es imposible no destacar, soy la única mujer del grupo, además, de que, comparada con ellos, soy demasiado pequeña. Uno de ellos es casi una mole, un militar, por lo que he escuchado; el otro parece un exconvicto, sus brazos tienen mas tinta que piel libre. No tengo nada personal, de hecho, no soy perfecta, es solo la impresión que dan. Los otros dos no son tan impresionantes, pero sigo siendo baja comparada con ellos, y que sea una chica, parece divertirles. Cosa que aumenta mi determinación a dejar de ser la típica damisela en apuros. Aunque es mas que eso, no quiero volver a sentirme impotente, dejar que otros se sacrifiquen por mí.
Hace un par de días que llegamos, pero hoy oficialmente inicia nuestro entrenamiento. No he podido hablar mucho con Liel, las cosas han estado muy agitadas, personas llegan y van, los conflictos en la mayoría de los países continúan, así como la incertidumbre por lo ocurrido en América. Supuse que eso serviría para detener los confrontamientos, tristemente no ha sido así y solo puedo sentir pena por todos los inocentes. Las imágenes de las personas que murieron me persiguen.
La puerta se abre, todos nos giramos hacia ella, curiosos, Liel ingresa acompañado por Abiel y otros dos guardias que no había visto antes. A decir por el mismo Liel, la guardia es bastante grande, la mayoría de los vampiros varones están dispuestos a integrarse y se encuentran en estos momentos distribuidos por el mundo.
Demoro un poco en el par de extraños, que solo puedo catalogar como llamativos. Si no hubiera visto desnudo a Liel, podría decir que son lo más hermoso que existe, pero ya lo he hecho.
Liel se adelanta, indicándonos que formemos una línea delante de él, lo hacemos rápidamente. No dice nada, simplemente nos examina, evito el contacto visual, porque dudo ser buena ocultando mi sentir. Me he repetido muchas veces que fuera de la habitación solo somos mentor y aprendiz, que debo actuar como lo haría con cualquier otro, pero recordar las cosas que dice y hace conmigo...
Abiel se aclara la garganta, sacándome de mis sucios pensamientos, y se posiciona a un lado de Liel. Lucho por mantenerme serena, ya que es difícil saber que piensa ese hombre, porque ni siquiera sus ojos dejan traslucir algo de lo que pasa por su cabeza. Él es incluso más difícil de leer que Liel, ya que donde sus ojos demuestran sentir, Abiel es todo negocios y seriedad. No puedo imaginar a la mujer que tenga sus atenciones.
Seré directo ―inicia con esa voz autoritaria―. Si están aquí, es porque saben lo que les espera y no tienen duda alguna sobre poder actuar ―sus palabras son firmes y veo como uno de los hombres se mueve nervioso―. Usualmente, esto lleva mas de un año, varios en realidad, pero estamos bastantes cortos de personal y el tiempo tendrá que ser ajustado, una vez que las cosas se asienten pasaran por un nuevo adiestramiento. La guardia tendrá que volver a reformarse y yo estaré a cargo de ustedes.
―La primera parte de su entrenamiento tendrá que ser hecha en solo 6 meses ―continua Liel.
Hay un bajo murmullo lleno de aprobación y miradas satisfechas. Permanezco en silencio, pero estoy de acuerdo con ellos, sin duda es menos tiempo del que esperaba.
―Yo no estaría tan contento ―interrumpe Abiel―. Al ser menos el tiempo del que disponemos para acondicionarlos, los periodos de entrenamiento serán más extensos y sobre todo demandantes. Aún pueden cambiar de parecer, pueden hacerlo en cualquier momento, no hay problema si quieren dejarlo, todos tienen un lugar en alguna otra tarea, así que nadie esta obligado a ser parte de la guardia. Porque como he dicho, no es una tarea sencilla. ―Hace una pausa, quizás esperando que alguien renuncie, pero nadie dice nada. Él asiente y comienza a desplazarse por enfrente de nosotros―. Quiero que entiendan algo, somos uno más, un subalterno cualquiera, pero al mismo tiempo somos quien cubre las espaldas de los demás vampiros y eso no nos hace especiales. No esperen nunca reconocimiento, ni grandeza por ser parte del grupo, tampoco deben abusar de las habilidades aprendidas y lo más importante, jamás piensen en traicionar nuestros principios. Si alguno deserta o se vuelve contra los suyos, yo mismo me encargare de cazarle y cortar su cabeza.
―¿Qué pasa con los humanos? ―pregunta uno de los chicos.
Abiel se detiene delante de él y le mira interrogante.
―Ellos especialmente se encuentran fuera del alcance.
―Ellos nos odian ―murmura otro de los hombres.
―Ellos hasta hace poco no conocían nuestra existencia, sin embargo, nuestro deber se centra no solo en proteger a los fundadores, sino en eliminar a los impuros que representan una amenaza para los humanos. Y si eres una amenaza, debes ser eliminado.
Contengo el aliento, recordando a Rolan. ¿Será posible? ¿Liel lo dejó para no tener que matarlo?
―¿Alguna otra pregunta? ―Liel nos mira, pero al igual que yo, probablemente siguen un poco sorprendidos por la dureza de las palabras de Abiel―. Bien, en ese caso continuemos. Serán asignados a uno de los guardias ―explica, rompiendo la tensión―. Él podrá tomar turnos adicionales, si lo considera prudente, además de las rutinas que se tomaran en grupo. ¿Alguna duda?
―¿Cuándo obtendremos nuestro traje? ―pregunta uno de los hombres. Una pregunta extraña, ni siquiera había pensado en eso.
―Cuando pasen la primera prueba ―contesta uno de los otros guardias―. Algunos nunca lo hacen ―termina con una sonrisa irónica.
Parecen mucho más jóvenes y lindos. Resultan curiosos, porque son simplemente imposibles de no mirar. Aunque si los pones en una habitación con Abiel o Liel, ellos definitivamente ganan la atención, con el aire de poder que les rodea.
―Otros demoran varios años ―susurra el otro chico rubio.
Abiel eleva un brazo, callándolos.
―Estos son Nash y Don, serán la primera de sus pruebas.
Todos los miramos, sin comprender que quieren decir. Ambos chicos de cabello largo y tan pálido que casi parece ser blanco intercambian una mirada cómplice y sonríen.
Lo que me hace desconfiar. No subestimo a ningún vampiro, porque incluso con su apariencia delicada y su tamaño mucho menos musculoso, pueden ser fuertes. No tendrían problemas para patearme el trasero.
Ahora que los miro con atención, parecen casi iguales, como hermanos, son hermosos, con esa belleza sobrenatural de los vampiros, pero además de la chispa de diversión, hay cierta burla en sus ojos.
―Espero que estén listos ―comenta el llamado Nash, sus rasgos son un poco mas varoniles y sus ojos tienen cierta severidad. A diferencia del llamado Don, que parece mas infantil y tierno, pero su mirada es burlesca.
―Antes de eso ―dice Abiel, justo cuando la puerta se abre y otros guardias entran, entre ellos se encuentra Fabien―. Asignaremos los equipos.
Evito retroceder, cuando noto al fundador que los acompaña. Él mira en mi dirección, con un interés que me pone los pelos de punta.
―Quiero a la chica. ―Me señala, su sonrisa revolviéndome el estómago. Las palabras de Liel, acerca de las cosas que pueden esperar los fundadores de un subalterno viendo a mi mente.
Me sorprende un poco cuando Liel se mueve, bloqueándolo.
―Ella ya ha sido asignada ―expresa con total calma, aunque puedo ver la tensión en sus hombros. No es el único tenso, hay un silencio inquietante en la sala y siento las miradas de los demás.
Maldición. Realmente me gusta que quiera protegerme, pero ¿Qué si se mete en problemas por mi culpa?
―¿No me digas? ―Aunque no puedo ver su cara, identifico la ironía en la voz del fundador, así como el tirón de voluntad que me empuja a hacer lo que pide.
Contengo el aliento.
―Es como ha dicho Liel. ―Casi suspiro de alivio ante la voz de Abiel―. Ella y él ―dice señalando a Asim―, son del señor Edin, él ha pedido sean asignada a Liel.
Hay una pequeña pausa.
―En ese caso, Braxton tomara a ese par. ―El militar y el chico de tatuajes se ponen rectos, pero Fabien se detiene junto a ellos―. Déjame adivinar, también han sido asignados ―gruñe.
―Lo es, señor Nicolás.
―En ese caso, dime a quien puede tener. ―Su voz destila sarcasmo, pero ni Abiel o Liel se ven afectados. En teoría es superior a ellos, pero por alguna razón pareciera que entre los fundadores Regan y Danko tienen mayor poder.
―Él ―indica Liel, al último chico de la fila. Es desgarbado y parece poco interesado.
―Bien. Envíenlo cuando terminen. ―No le ha gustado, pero no parece dispuesto a reñir y eso sin duda es un alivio.
Todos esperan hasta que se marchan para relajarse y mentalmente le agradezco a Liel, por protegerme. Sé que no siempre podrá hacerlo o estará ahí, así que debo esforzarme.
―Todos afuera, haremos el primer intento de prueba. ¿Nash?
―Hoy dejare de sea Don nuestra presa ―su voz es pura diversión, al igual que su expresión―. Veremos si alguno puede atraparlo.
¿De eso se trata?
Miro a Asim, que mueve las cejas, probablemente pensando lo mismo que yo. Liel insistió en nuestra resistencia de camino aquí, dijo que lo primero seria la velocidad, parece que no estaba bromeando.
"¿Lista?", me sorprende el toque mental de Liel, pero asiento. Me observa, como si quisiera decir algo, pero señala la puerta, donde el resto ya se mueve.
Genial. Veamos que tal va esto.