Capítulo 15

1.5K 202 13
                                    



Aun en contra de mis deseos, me quedo dormida. Parece que el cansancio me ha pasado factura, sin importar que ahora sea algo así como mas dura, sigo siendo vulnerable, especialmente tras nuestro pequeño encuentro con los impuros. No estoy segura de que es lo que me hace recobrar la consciencia, pero lo primero que noto es que han pasado varias horas, diría que demasiadas, puedo sentir la noche aproximarse y tambien la ausencia de Liel.

El pánico estruja mis entrañas, ¿me ha abandonado?

No, no lo haría. ¿O sí? Ha dicho que soy una molestia, quizás no textual, pero sí que lo he retrasado, aunque prometió que me cuidaría, así que no me dejaría. O eso espero.

Me tomo un momento luchando contra el temor, antes de moverme y ponerme de pie.

Miro alrededor, sus cosas siguen donde estaban, tambien las mías, pero bien podría simplemente haberse marchado sin ellas.

Trato de ser positiva, pero mi cabeza comienza a pensar sobre lo que debía hacer en caso de encontrarme sola. Esta parte de la ciudad no la conozco, ni siquiera me había dado cuenta de que la noche de mi transformación ellos me trasladaron de ciudad.

Me acerco a la puerta, dudando si debería salir, pero su aroma se intensifica, justo antes de que él entre. No parece sorprendido de verme despierta, ni tan cerca de la puerta.

―Por fin despiertas ―murmura acercándose a la pared donde se encuentran sus cosas―. Tenemos que irnos.

Intento ocultar el alivio por verlo, aun cuando sea un mandón y malhumorado, prefiero estar con él, que sola.

―Aun no es de noche ―señalo, ignorando su brusquedad. No es que sea la persona mas cálida, pero tampoco es su habitual serenidad.

―Parece que nuestros amigos nos han seguido ―anuncia dirigiéndose hasta donde se encuentra mi bolsa y arrojándomela―. Debemos movernos antes de que ellos puedan hacerlo.

―Cierto. ―Asiento, pasándome las manos por mi pelo, disponiéndome a acomodar mi carga―. Pero...

―Hay algunos edificios que nos proyectaran algo de protección, solo tienes que seguirme. ―Se detiene, fijando sus ojos en mí―. No podemos perder más tiempo ―ignoro la clara advertencia y reproche, ocultos en sus palabras―. No vamos a detenernos. La mayoría de las personas que puedas encontrar estarán condenadas aun cuando podamos salvarlas.

―¿Qué quieres decir? ―pregunto mirándole con malestar. Entiendo que por mi imprudencia los impuros nos atacaron, pero no puede pretender que haga oídos sordos si alguien necesita ayuda. No hay garantía de que sean los tipos que nos atacaron, podría ser algún inocente y prefiero lidiar con su reproche a pensar que he dejado morir a alguien que no tiene la culpa.

―Aun cuando podamos evitar que sean la cena de los impuros, no podemos llevarlos a donde vamos. ―Lo observo aún más confundida.

―¿Por qué no?

―Solo les estarías vendiendo falsas esperanzas. Es una sola unidad la que esperara por nosotros y tendremos el tiempo limitado y no, no estoy tratando de ser cruel. ¿Has olvidado lo que somos? Muchos de los que se hayan quedado, huirán al vernos y solo sería una pérdida de tiempo.

Callo mis replicas, porque tiene razón. En el remoto caso de que aun no se hayan topado con los impuros, notaran que somos diferentes. Nuestros ojos no dejan lugar a dudas.

―Prepárate.

Lo sigo hasta la entrada, los últimos rayos del sol se ocultan detrás de los edificios, pero entiendo lo que pretende, usarlos para poder ponernos en marcha sin tener que esperar. Con una mirada significativa se desplaza y yo lo imito, luchando con el temor que mi última incursión bajo el sol ha dejado grabada en mi mente.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora