Capítulo 5

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Genial. Simplemente genial. ¿Qué se supone haré contra una de las mejores combatientes, como he escuchado sobre Anisa?

Esta es la primera vez que me encuentro en esta parte del edificio, que por lo visto es realmente grande, lo que también me hace ver todo lo que he ignorado en todos estos años desde que fui convertida y llegué a este lugar. Creo que entiendo un poco más porque Marine parece tan preocupada por mí, a lo dicho por Dala, todos los recién convertidos deben pasar por un entrenamiento y acondicionamiento, el cual, ha sido omitido en mi caso, ya sea porque desde el inicio deje claro que no me gustaba la violencia o porque he permanecido en los laboratorios, o como ha dicho esa mujer, porque Marine me sobreprotege.

―Lo bueno de todo esto, es que no hay muchos presentes ―comento secamente, cuando entramos, para encontrar el enorme espacio ocupado solo por lo que parecen ser algunas herramientas y una muy preparada Anisa.

Ella es alta y esbelta, su tez ligeramente morena debajo de la característica palidez, cabello oscuro, lacio y algo largo, el cual lleva sujeto en una cola baja. Su mirada es lo más intimidante, así como la falta de emociones en su rostro.

―Relájate ―susurra Marine, dándome una palmada en el brazo.

―Lo estoy ―digo irónicamente, sacudiendo la cabeza―. Aunque ella no parece muy amable que digamos.

―Debes estar preparada, Mihan. No tengas piedad, Anisa te golpeara ―Le miro alarmada. ¿Bromea?―, no te preocupes, ahora eres más fuerte que una persona ordinaria. No te contengas.

―Genial.

―Ven ―ordena Anisa deteniéndose en medio del enorme espacio. Tomo una respiración. Camino despacio, observando con desconfianza el recipiente de metal a su lado, parece una especie de contenedor. No creo que me guste lo que ha preparado―. Haremos un par de ejercicios, necesito medir tu fuerza. Y puesto que nadie más parece interesado ―se encoje de hombros―, me corresponde hacerlo a mí.

―Entiendo lo de los entrenamientos y todo eso, pero veras, yo soy de esas personas que solo veían videos en redes sociales, sobre defensa personal y esas cosas, aunque nunca los ponía en práctica. No sé si me explico...

―Cállate y prepárate ―gruñe tomando una pelota del recipiente, que cambia de una mano a otra. Ver el objeto me hace respirar con alivio, a pesar de que no es como esas pelotas de platico o goma, parece mucho más dura y si, como lo he pensado, esto no será divertido―. No voy a hacer suave. Eres un vampiro, debes actuar como tal.

―Es que... ―Mi replica muere cuando lanza una pelota, que sorprendentemente consigo sostener sin esfuerzo―. Lo hice ―celebro antes de tiempo, porque eso parece disgustarla.

Arroja un par más, tomo otra sin problemas y las siguientes las esquivo.

Parpadeo muy sorprendida e impresionada de mí misma. Nunca he sido ágil, ni tenido buenos reflejos, pero esto parece casi tan natural como moverme.

Examino los objetos que sostengo. Efectivamente, estas pelotas no son ordinarias, son más pesadas y duras, mucho más que las usadas en el tenis.

―¿Cómo hice eso? ―pregunto más para mí misma, aun observando las pelotas.

―Es parte de lo que somos ―explica ella, caminando hasta una de las paredes, donde hay otro pequeño recipiente, con lo que parecen ser más pelotas, solo que estas son de un tamaño mucho menor―. Agilidad, reflejos, instintos, llámalo del modo que prefieras. Cuando cambiamos, todos los adquirimos, al menos en cierta medida.

―Es increíble.

―Lo es. ―La sonrisa que me dedica me pone alerta, antes de que una lluvia de pequeñas pelotas me golpee, son demasiadas y con mucha más fuerza y velocidad que las anteriores.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora