Capítulo 14

2K 248 27
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La espera parece interminable, el silencio rodeándonos, mantengo mis ojos cerrados, pero realmente no consigo dormir. Mi cabeza sigue demasiado llena, cargada con lo que ha ocurrido las últimas horas, los hechos son como una cinta repitiéndose una y otra vez. Lo que hice, lo que no hice y lo que debí hacer. Una de las pocas personas que me aceptó tal cual era, que lidió con mis negativas y mi mente cerrada, se ha ido y la culpabilidad es como una espina en mi pecho. Seguir y cumplir con sus deseos suena demasiado fácil, pero no lo es y comienzo a sentirme perdida. Aunque, tal vez, solo tal vez, no logremos salir y entonces no tendría que preocuparme. Pero ¿su muerte habría sido en vano? No, aunque es una realidad que soy demasiado débil, así que debo hacer lo que mejor que pueda y entonces, quizás hablar con Anisa para que me instruya.

Eso suena como un buen plan, pero primero debemos llegar al punto de encuentro y esperar encontrar a Rolan.

Miro de reojo a Liel, sus ojos están cerrados, su cabeza apoyada en la pared y aunque su postura parece relajada, estoy casi segura de que sería capaz de ponerse en pie en un segundo. Abrazo con fuerza mis rodillas y contengo un suspiro, concentrándome en nuestro objetivo. Realmente es el peor momento para prestar atención a un chico, especialmente a uno como él.

Es casi al atardecer, cuando Liel me indica que beba de nuevo, quiero negarme, pero tal como ha dicho, mi cuerpo me pide que me alimente y es una sensación bastante molesta e insistente, más que de costumbre. Supongo que se puede tolerar el hambre cuando estás bien, pero cuando tienes alguna herida o desgaste, no hay opciones. Así que obedezco, no ignorando el hecho de que él no ha tomado nada.

Disimuladamente observo el contenedor, nos quedan solo un par de recipientes y también algunos del bloqueador, que imagino Koller puso ahí, aunque de momento no deseo volver a utilizarlo y exponerme. Aunque no estalle en llamas, sin duda no fue algo agradable, espero que Asim esté bien.

Percibo cuando el sol empieza a caer, asi que me concentro en Liel, esperando la señal para movernos. Tal como dijo, no perderemos el tiempo, apenas sea de noche nos pondremos en camino.

No tenemos mucho que llevar con nosotros, solo el pequeño contenedor, algunas cuchillas y él lleva un radio atado a la cintura, no lo había notado hasta ahora.

Aspiro profundo, el moho picando mi nariz, lo mismo que alguna especie de materia en descomposición, a mi curiosidad le gustaría indagar, pero no tengo tiempo y tampoco me apetece confirmar mis temores. A pesar de lo que dijo Liel, es complicado mover tantas personas en poco tiempo, como ocurrió antes de que se diera a alerta de los bombardeos, es muy posible que haya víctimas.

―¿Lista? ―Asiento, sosteniendo su mirada―. Vamos.

Lo sigo, saltando entre los escombros, ascendiendo hasta la calle y corriendo en sentido opuesto de donde estoy segura se encuentran los laboratorios. Avanzamos un buen tramo, antes de escalar algunos techos y movernos, cruzando espacios vacíos, donde supongo solían estar casas, caminos o incluso algunos árboles que no son otra cosa que material desechado. El viento golpea mi cara, el frio que se eleva a medida que aumenta la noche, pero me resulta indiferente, no siento los elementos del mismo tiempo que cuando era humana.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora