Capítulo 1

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Observo la imagen del atardecer, experimentando un enorme anhelo, que oprime con fuerza mi pecho. A veces ni siquiera solía tomarlo en cuenta o protestaba de su intensidad, que irónico. Realmente me gustaría sentir el sol sobre mi rostro.

Encontrándome de pie, frente a la enorme pantalla que proyecta la imagen, me parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde la última vez que vi y sentí el sol. Hago una mueca. Quien quiera que haya pensado en ponerla aquí, debe tener un sentido del humor bastante turbio. No podemos verlo, mucho menos exponernos, nos mataría, incluso si se trataran de los últimos rayos proyectados antes de desaparecer en el horizonte.

El sol ha sido prohibido para criaturas como nosotros. La frase puede resumirlo bastante bien, aunque en apariencia sigo siendo la misma, sino contamos el color de mis ojos.

Sacudiendo la cabeza, reflexiono sobre esa noche, me parece mentira que haya pasado un año desde aquel día, desde que me encontré con el extraño que me atacó, desde que vi a esos desconocidos, que sin saberlo, eran vampiros. Tal como lo soy ahora. Bastante tiempo, en el que me encontré recluida, apartada de todos. No lo entendí al principio, todo era muy confuso y la sed de sangre parecía ser lo único en mi cabeza. Hasta el día de hoy es una necesidad, que aunque me parezca aberrante es lo que me mantiene de pie. ¿Y qué sentido tiene? Llegue a preguntármelo muchas veces, el pensamiento me llevó a querer terminar con mi existencia. Mi familia se fue hace un año, con lo que significó el comienzo de la guerra, que ahora parece ser un hecho inminente. Un año podría parecer demasiado, no obstante, bastaron unas semanas para que todo fuera destruido. Las calles ya no son lo que solían ser y ahora todo el mundo se encuentra temeroso, de algo que creyeron no pasaría, al menos es lo que he escuchado. Como recién convertida, no tengo acceso a humanos, ni a salidas, no especialmente tras mi conducta destructiva. Tras recobrar el sentido, me negué a beber durante las primeras semanas, esperando que eso bastara, no lo hizo, eso solo me volvió irracional e incrementó la necesidad de alimentarme.

«Estúpida». Alguien me llamó así, pero no importó, continúe negándome hasta que mi instinto pudo más que mi razón y entonces lo hice. Desperté de mi letargo, saciada, con el rostro manchado de sangre y la mirada atónita de Marine. Perdí mi inútil lucha, pero ella no dijo nada, solo palmeó mi brazo y sonrió.

A pesar de su compresión, ellos no podrían entender el enorme vacío que dejó la muerte de mi familia, el hecho de saberme sola y sin un motivo suficientemente fuerte para continuar viviendo. En un mundo que parece condenado a perecer. Los seres humanos no parecen escarmentar, no importa cuántas guerras ocurran. La historia vuelve a repetirse.

―¿Lista? ―Observo a Marine, quien ha estado conmigo todo este tiempo y que parece tener una paciencia infinita. A simple vista se podría creer que no tiene más de 30 años, pero ella ha dicho que podría superar sin problemas la edad de la persona más vieja que hubiera conocido. Eso serían 90 años, pero resulta tan desconcertante. Ella simplemente sonríe y sacude la cabeza, cuando se lo digo.

―No sé ―titubeó insegura de conocer este nuevo mundo en el que me encuentro sumergida, no voluntad, desde luego―. ¿Debería preocuparme lo que viene ahora?

Me dedica una sonrisa condescendiente, antes de acercarse y tomar mi brazo. Ella actúa como una madre.

―No tienes nada de qué preocuparte, Mihan. ―Me gustaría creerlo, pero no estoy segura. Las últimas escenas con las que me encontré no eran alentadoras y temo que en cualquier momento seré sometida a algo que no me agradara―. Entiendo que todo es nuevo y extraño para ti, pero no es tan malo. Especialmente, cuando te acostumbras.

―¿Cómo es eso? ―cuestiono con evidente sarcasmo―. Soy un... ―No me atrevo a decirlo, a pesar de comprobarlo cada día, bebiendo sangre, sigue pariéndome irreal.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora