Capítulo 22

2.1K 259 18
                                    



El trayecto hasta el refugio es relativamente corto, se encuentra bastante apartado de la civilización, en una zona montañosa bastante difícil de acceder y también es custodiado, nos encontramos ingresando al lugar antes de que amanezca. Es más grande que el anterior y noto algunos humanos vigilando en los alrededores. Aun me resulta extraña la convivencia, pero ellos no se muestran alarmados al vernos, simplemente continúan en lo suyo.

El sitio parece un viejo almacén, que es solo la entrada a lo que parece una especie de túneles, claro, siendo sensibles a la luz del sol, debemos estar resguardados. Cuando entramos al que parece el comedor, un par de vampiros van a nuestro encuentro. Reconozco a uno de ellos.

Abiel.

Es imposible ignorarlo, no solo por el aire autoritario que lo rodea, sino porque al igual que Emir, Fabien y Liel, estuvo esa noche ahí. La noche que me convertí. Es un poco extraño verlos a todos juntos.

―Liel ―dice Abiel estrechando su mano, aunque la expresión de ambos permanece seria, hay cierta familiaridad y respeto―. Es bueno verte de nuevo, aunque has demorado más de lo que esperaba.

La expresión de Liel no se altera, pero no hay enemistad.

―Contratiempos. Ya tendré tiempo de ponerme al día, pero primero me gustaría instalar a ambos ―explica señalándonos a Asim y a mí.

Abiel nos evalúa, primero a Asim, cuyo escrutinio es rápido. Luego su mirada pasa a mí. Espero ver un ceño contraído o un comentario mordaz, como el que hizo uno de los vampiros en el primer refugio cuando Liel le informó que quería unirme a la guardia. Aparentemente, no es solo el hecho de que no haya muchas mujeres en sus filas, sino que mi aspecto pequeñito y menudo no me hace contar como una combatiente. Eso y que la mayoría de las subalternas realizan actividades del tipo domesticas o de oficina.

De acuerdo con Dala, los fundadores son muy, muy viejos, así que era de esperarse que sean un poquito machistas o que esperen que las mujeres tomen tareas menores. De ahí mi sorpresa por la fácil aceptación de Liel.

―Ve ―contesta Abiel, volviendo su atención a Liel―. Tomate tu tiempo. Necesito conversar algunas cosas con Fabien.

Le dedico una rápida mirada al mencionado, quien me mira al mismo tiempo, antes de dirigirse a Abiel.

Espero que el acompañante de Abiel nos guie, pero no lo hace, se va con el resto de los guardias.

―Vamos ―nos indica Liel.

―¿Has estado aquí antes? ―pregunto con curiosidad, cuando señala una de las puertas.

―Si.

―Imagino que estos refugios fueron preparados en los primeros días de guerra ―Asim parece tan curioso como yo y eso me hace sentir menos fuera de lugar. Estoy luchando por no hacer las mil preguntas, especialmente cuando Liel no es de esos que suelte las palabras fácilmente.

―En realidad, fue antes de que comenzara todo. Hubo muchos rumores sobre los conflictos, así que estuvieron listo antes de que las cosas estallaran ―explica ante nuestras expresiones interrogantes.

―Escuche sobre construir una nueva ciudad ―susurra Asim y mira alrededor, como si estuviera compartiendo un secreto.

Sus palabras me sorprenden y debe reflejarme en mi cara, porque asiente como confirmando lo que acaba de decir.

―Se tienen planes, pero no se puede hacer nada mientras la guerra continua.

―Claro, de nada serviría si cayeran bombas. Y a todo esto, ¿Cómo es que por acá no hay daños?

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora