Capítulo 21

1.9K 255 29
                                    


Las siguientes semanas son toda una travesía, tras un largo viaje desembarcamos en las costas de Portugal, donde se encuentra uno de los refugios. Nos hemos quedado solo algunos días, me he tenido que despedir de Koller. Quien deseaba me quedará a su lado, ya que él sería trasladado a España, donde fueron llevados todos sus equipos para continuar con sus experimentos, y puesto que por los siguientes meses Kyla no podrá ayudarlo, esperaba siguiera asistiéndolo y realmente me vi tentada a aceptar, porque me gustaba pasar tiempo con él, sin embargo, si en algún momento puedo volver, quiero ser más que solo la chica que mueve cosas y espera por recados, quiero poder defenderlo y no quedarme al margen.

Para mi sorpresa, Asim ha decidido unirse a la guardia también, así que nosotros nos dirigimos a Rusia con Liel.

―Estamos a solo unos días ―explica Liel, arrojando otro tronco a nuestra improvisada fogata.

Nos hemos visto obligados a detenernos en varios refugios y a esquivar a los humanos que aún no han sido recluidos o que simplemente se han negado.

El mundo o lo que queda de él, se ha vuelto un caos. Si alguien pensó que los confrontamientos cesarían tras lo sucedido con América, se equivocó. Los pueblos se volvieron contra los pocos gobiernos que aún se mantenían y ahora parece que cada uno lucha para sí mismo. Ni siquiera tengo la certeza de que algún presidente siga al mando.

―¿Los refugios estarán bien? ―pregunto, tras lo visto en la última de las ciudades por las que cruzamos.

Desde luego que no debemos intervenir, pero es difícil no querer hacerlo, cuando las pequeñas pandillas se han vuelto la pesadilla de quien solo busca ocultarse y sobrevivir. Continúan sufriendo inocentes, pero tal como ha dicho Liel, si aparecemos, solo los haríamos entrar en pánico. Algo que no necesitan en estos momentos, así que estamos siendo muy cautelosos.

―Si. Hay un grupo de militares custodiando las entradas durante el día, y por la noche, son los guardias quienes se ocupan. Además, de que sus ubicaciones están bastante escondidas.

―Tengo curiosidad ―murmura Asim jugando con una hoja. Su rostro mostrando rastros de suciedad, como debe hacerlo el mío―. ¿Cómo es que ellos no tienen miedo? ―Entiendo a lo que se refiere. Aunque no se cruzan demasiado los humanos con nosotros, es imposible que no se den cuenta lo que somos. No estando en el mismo complejo, que no es tan grande como lo eran los laboratorios.

―La mayoría de quienes vigilan, saben lo que somos.

―¿Y por qué nos ayudan? ―insiste con una expresión confusa.

Liel entrelaza las manos, inclinándose otro poco hacia el fuego, que ilumina de un modo lúgubre sus rasgos duros. De nuevo es el tipo frio y exasperado que conozco, pero solo en apariencia. Viajar con Asim no nos ha dado mucho espacio, pero la chispa de atracción entre los dos sigue presente. Solo una noche nos escapamos y de pensar las cosas que hicimos, casi podría jurar que mi cara se calienta y cambia de color.

―Algunos desean convertirse ―contesta, mirándome con sospecha, como si adivinara donde se encuentran mis pensamientos―, y otros tienen a sus familias siendo protegidas. Además, de que entienden que en este momento no hay otro lugar mejor donde pueden encontrarse que en los refugios. Para la mayoría no hay mejor aliado que otro vampiro, porque se puede enfrentar a ellos.

Impuros.

Son la pesadilla de muchos grupos de sobrevivientes.

Las personas que desconocen nuestra existencia son cada vez menos y supongo que justamente por eso que Koller a tenido que moverse a las mejores instalaciones que se mantienen en pie.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora