❝Si sólo se escribe "muerte por accidente" como causa de la muerte, la víctima morirá de accidente natural 6 minutos y 40 segundos después de escribirlo❞
Watari estaba en su escritorio, trabajando con todas aquellas pantallas que tenía L entró a aquella oficina, llamando la atención del mayor. El hombre giró su silla y lo miró.
– ¿Qué ocurre, Ryuzaki?
– ...
– ¿Qué pasa? –preguntó extrañado.
[Terraza]
Tn se encontraba en la terraza, apoyada en el barandal mientras veía hacia la ciudad, pensativa. Sentía que las cosas que hacía por Light no eran buenas, pero...debía hacerlo, en este punto ya no había vuelta atrás. Unos pasos se acercaron a ella, deteniéndose a unos metros.
– Tn... –llamó.
La chica se enderezó y giró, viendo al detective de oscuro cabello despeinado allí, de pie, mirándola con su inexpresivo rostro de siempre.
– Ryuzaki.
– ¿Sucede algo?
– No, ¿Por qué?
– Estás algo...extraña hoy.
– Oh, ¿De verdad? No lo había notado.
– ¿Necesitas hablar?
– No, estoy bien –sonrió.– No te preocupes por mí.
– ...De acuerdo. Si necesitas algo, sabes que puedes decirme.
– Lo sé, gracias Ryu-chan.
L soltó una pequeña sonrisa y se acercó a ella, mirando hacia la calle. La chica lo observaba.
– ¿Tú...estás bien?
– ...Sí. Es sólo...que las campanas están sonando fuerte hoy.
– ¿Campanas? –preguntó curiosa.
– Sí, han sonado todo el día, y se hacen más fuertes. Tal vez...sean una señal de ella...debe estar llamándome... –la miró.– ¿No las escuchas?
– Ah. No, no oigo nada.
– Hm, ya veo... –volvió la mirada a la calle.– Olvídalo, debo estar mal.
– Uhm, ok... –miró hacia arriba.– Empezará a llover pronto –lo miró de nuevo.–, será mejor que entremos.
– Adelántate, iré en seguida.
– Está bien, entra antes de que llueva, no quiero que resfríes.
– Claro –la miró y sonrió levemente.
La chica sonrió y comenzó a caminar, pero antes de alejarse mucho el detective la llamó.
– Tn...
– ¿Uh? –se detuvo y giró, mirándolo.– ¿Si?
– ...No dejes...que él te corrompa –la miró.– No pierdas el camino.
– ...No lo haré.
L volvió a mirar hacia la calle. Tn lo observó unos segundos y volvió a caminar, entrando al edificio.
[Más tarde]
Light caminó por los pasillos del edificio, saliendo a la terraza. Afuera llovía a cántaros. Vio a L allí, de pie, empapado y viendo al cielo. El detective giró la cabeza y lo miró.
– ¿Qué estás haciendo ahí fuera tú solo, Ryuzaki?
El pelinegro llevó una mano a su oído y la puso de lado, pues no lo oía.
– ¡¿Qué estás haciendo ahí fuera tú solo, Ryuzaki?! –repitió, levantando la voz.
El detective lo observó unos segundos y volvió a hacer el mismo gesto, sonriendo. El castaño frunció el ceño y se acercó a él, con su mano de costado en su frente, para cubrir sus ojos de la lluvia.
– ¿Qué haces aquí, Ryuzaki?
– Nada especial, es por las campanas... –miró al suelo.– Lo mismo le dije a Tn –miró al cielo.– Es como si ella me estuviera llamando.
– ¿Ella?
– Sí...
– ¿Quién es "ella"? ¿Y de qué campanas hablas?
– Las campanas suenan muy fuerte hoy.
El castaño observó hacia donde el mayor miraba, y luego volvió la vista al contrario, levantando una ceja.
– Yo no oigo nada.
– ¿En serio? ¿Tú tampoco? Las condiciones de hoy son favorables, deberías poder oírlas. Vienen de una iglesia, ¿Quizás por una boda? O puede...un funeral...
– ¿De qué estás hablando, Ryuzaki? –preguntó extrañado. El contrario lo miró.– No digas tonterías. Volvamos adentro.
– ... –bajó la mirada.– Lo siento –se encogió de hombros.– No me relaciono demasiado con el resto de personas. No confío en nadie
– Es cierto, Ryuzaki –sonrió.– Tratas de no relacionarte con la gente. Si es así como piensas, es normal que no lo hagas. Quizás es lo mejor.
– Sí, así es, Light. Sin embargo, tú eres igual que yo.
– ¿A qué te refieres?
L lo miró.
– Desde que naciste, ¿Has dicho alguna vez la verdad?
La sonrisa de Light se borró.
– ¿Qué estás diciendo, Ryuzaki? Es verdad que a veces digo alguna mentira, pero no hay ninguna persona que nunca haya dicho alguna mentira. Nadie es perfecto, todos mienten. Pero aun así, jamás he dicho una mentira que pueda herir a las personas que quiero. Esa es mi respuesta.
– ... –volvió la mirada al suelo y sonrió levemente.– Supongo que por eso eres tan popular.
– ...
– Volvamos adentro. Nos estamos empapando.
– Sí
Ambos entraron nuevamente al edificio y buscaron unas toallas. L se colocó la suya sobre la cabeza. Light se sentó en las escaleras y se quitó sus zapatillas, para luego secar su cabello.
– Llovía muy fuerte.
– Es por tu culpa, tú eres quien estaba bajo la lluvia.
– Es verdad, lo siento.
El pelinegro tomó la toalla de su cabeza y se acercó al castaño, se arrodilló delante de él y tomó uno de sus pies. El castaño se sobresaltó y lo miró.
– ¿Qué haces, Ryuzaki?
– Echarte una mano. Te ayudaré a secarte.
– Déjalo, no hace falta que lo hagas.
– También puedo darte un masaje. Es lo menos que puedo hacer. En realidad, soy muy bueno.
– Haz lo que quieras –volteó la mirada.
– Sí.
L comenzó a secar uno de los pies del contrario, pero un par de gotas cayeron sobre aquel pie. Light tomó su toalla y la pasó por el cabello del detective, secándolo.
– Aún estás mojado.
– Lo siento.
El pelinegro terminó de secar los pies del contrario.
– Estoy triste.
– ¿Eh?
– ... –lo miró.– Pronto lo comprenderás –sonrió levemente.
– ...
Un teléfono comenzó a sonar. El detective sacó su celular y se levantó, mientras contestaba.
– Sí...Entendido, voy en seguida –colgó y guardó el teléfono.– ¿Nos vamos, Light? Todo ha salido bien después de todo –comenzó a caminar.
Light se levantó, se colocó sus zapatillas y siguió al pelinegro.
[Cuartel]
Ambos bajaron del elevador y se acercaron al resto del equipo.
– Ahí estaban –dijo Tn, cruzándose de brazos.
– Lo siento –dijo Light, acercándose a ella.– ¿Qué ocurre?
– ¡Ryuzaki! –llamó Matsuda.– ¿Qué es esto? ¿Estás tratando de obtener la aprobación de otros países para usar el cuaderno?
L se sentó y miró a la computadora.
– Watari, ¿Ha ido bien?
– No.
– Como suponía, pero por favor, obtén el permiso para poder usar el cuaderno.
– Sí.
– Ryuzaki, ¿Qué está pasando? –cuestionó el castaño.
– Ryu-chan, ¿Qué planeas?
Tn se acercó al detective y lo abrazó por detrás. Él tomó la cuchara.
– Quiero probar el cuaderno y verlo por mí mismo –dijo, señalando la libreta con la cuchara.
Todos exclamaron sorpresa.
– ¡No debes! –gritó Aizawa.– ¡Ya lo hemos comprobado, el poder de ese cuaderno es real!
– ¿Y quién escribirá en él? ¡Si escribes un nombre tendrás que volver a hacerlo antes de 13 días!
– Lo hará un criminal que esté sentenciado a pena de muerte en una fecha cercana. Haremos un trato con él: si sigue con vida pasados los 13 días, será liberado.
– Pero, es una vida...
– ¡Sólo un poco más! –gritó el detective.– ¡Estamos muy cerca de poder cerrar el caso! ¡Si aceptan, podremos resolver todo esto de una vez!
– Esto es estúpido –dijo Tn.– Discutan ustedes, no voy a meterme.
La chica se encaminó al sofá y se dejó caer sobre él, quedando recostada y viendo al techo. Light la observó con curiosidad. Un gran rayo cayó, y la luz se fue de pronto, sólo quedó una luz roja que salía del gran panel de control.
– ¡¿Q-Qué?! ¿Un apagón?
– Watari... –llamó.– ¡Watari!
En todas las pantallas se mostró un cartel en letras negras sobre un fondo blanco que decía "All data deletion".
– ¿Datos borrados? ¿Qué está ocurriendo?
– Le ordené a Watari que borrara todos los datos si algo inesperado le ocurría.
– ¿Inesperado...?
– ¡No puede ser!
– La shinigami...
– Es verdad, ha desaparecido.
– ¡No está aquí!
– ¡¿Qué está pasando?!
– ¡Busquen a la shiniga-!
L abrió los ojos como platos y dejó caer la cuchara de su mano, luego él comenzó a caer hacia un lado, al suelo. Light lo observó con algo de sorpresa, y rápidamente se lanzó hacia él, para sujetarlo.
– ¡Ryuzaki! ¡¿Qué te ocurre?! –gritó Matsuda.
Tn se levantó del sofá y se acercó a ellos. Light y L se miraron. El castaño sonrió de lado con malicia. El pelinegro abrió los ojos con sorpresa; cerró los ojos, dejando de respirar.
– Oye...Ryuzaki... ¡¿Qué te pasa?! ¡Despierta! –gritaba el Yagami menor.
– ¿Pero qué...?
– ¿Qué ha pasado?
Light comenzó a gritar, asustando a todos.
– ¡Cálmate, Light! –pidió su padre.
– ¡¿Cómo?! –lo miró.– ¡Nos está aniquilando! Watari, Ryuzaki... ¡Seguimos nosotros!
Todos entraron en pánico, pero tras unos segundos nada ocurrió.
– ¡Mierda! ¡¿Dónde estás, shinigami?! ¡Muéstrate!
– ¡Li-Light!
El chico se levantó.
– ¡Sé que lo has hecho tú! ¡Muéstrate!
Tn comenzó a sollozar mientras sentía que el aire comenzaba a faltarle, tenía un ataque de pánico. Light se le acercó para calmarla, pero ella lo empujó y corrió al baño, encerrándose allí.
– ¡Hay que buscar a la shinigami! –dijo el castaño.
– ¡Vamos a investigar!
– ¡Sí!
– Mogi, encárgate de él.
– Sí.
Todos fueron a investigar el edificio en busca de Rem, mientras Mogi se quedaba con el cuerpo de Ryuzaki.
Light entró a una sala y, al ver el montón de arena, sonrió de lado. Se acercó a él y tomó la libreta que estaba allí, la que era de Rem; la guardó bajo su ropa y salió de la habitación.
– ¡Aquí hay algo! –avisó.
Los tres policías se acercaron rápidamente, entraron allí y se arrodillaron frente al montón.
– ¿Arena?
– ¿Qué ha pasado?
– Sea lo que sea que haya pasado... –dijo el chico. Los tres lo miraron.– Vengaré la muerte de Ryuzaki. También por Watari y las otras víctimas, por todos.
– Light... –se levantó.
– Eso es, Light –se levantó también.
– Sí, pero...también nos matará. ¿No es esto un presagio?
– Matsuda, por favor, si tienes miedo de morir, será mejor que te vayas –giró.– Sólo aquellos capaces de arriesgar su vida deberían seguir aquí.
– Sí, pero...Suenas igual que Ryuzaki, déjalo por favor, Light.
Light salió de aquella habitación.
[Terraza]
Light salió a la azotea del edificio, tomó aire y comenzó a reír, su plan había salido a la perfección.
«Todos mis obstáculos han desaparecido...Tal como lo planeé...Ahora nada me detendrá para crear el nuevo mundo...y todos obedecerán mi justicia...Soy el Dios del Nuevo Mundo», pensó, sonriendo con malicia.
– Light –llamó.
El castaño giró.
– Tn...
Ella se acercó a su novio, y él tomó su mano.
– Está hecho.
– ...Se acabó –sonrió.
Light la besó y comenzó a reír. Tn lo miraba, sonriendo de lado.