Corazón de Melón con Chocolat...

由 SolCnavesDaz

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Irlanda
Secretos Familiares
Gaeil O'Connor, el Bastardo
Congeniando con el Enemigo
La Motocicleta de Gaeil
Los Hermanos Sean Unidos
Preparativos de Bodas
El Vestido de Rosalya
Animate
Despedida de Soltera
Mi Última Noche Como Soltero
El Amor en los Tiempos de Bodas
Salven a la Soldado Rosa
Annie, creo que...
La Confesión de Alexy
Matryoshka!
Monster
Yo los Declaro... Marido y Mujer
Juegos de Seducción
El Don de la Vida
Nacido para Matar
La Leyenda de Armin
Maximum Trolling
Gritos
Aún Te Deseo
Convivencia
Los Juegos del Hambre
Cantos de Fuego
Los Mini
Exámenes, Estrés y Una Boda Que Planear
¿Y Si Atrasamos la Boda?
Keep Calm and Vámonos de Vacaciones
Copos de Nieve
La Dueña de la Voz Misteriosa
Girlfriends
Los O'Connor
Una Rosa Victoriana
Luces
Arly
Legalmente Annie
Tengo Trabajo Que Hacer
Celos
Mea Culpa
Tenemos Una Boda Que Planear
La Familia Se Agranda
Pre-Boda
Señor y Señora O'Connor
Noche de Bodas
Luna de Miel con Gusto a Ramen
Una Suegra para Annie
A tu Lado

Nuevos Compañeros

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由 SolCnavesDaz

Una vez que llegamos a casa, Fuser me derribó de la emoción. Sólo había estado fuera cuatro días y mi perro ya se comportaba así. Lo que más nos costó del viaje fue desarmar los bolsos y guardar todo en el lavadero, en el armario.

El loft estaba igual que siempre, parecía que esos días en los que nos alejamos de todo y de todos hubieran sido en realidad treinta años. Me sentía cansada y con ganas de dormir, pero antes había algo mucho más importante: La voz misteriosa.

Armin me hizo pasar al dormitorio que compartía con Alexy, abrió su computadora y seleccionó los archivos que iba a escuchar; me pasó sus cascos.

-Este es el audio original que me pasaste -dijo y lo reprodujo, ahí estaba esa voz de nuevo, luego seleccionó el otro archivo-. Y esta es la voz decodificada.

Al escuchar la voz la encontré extrañamente familiar... demasiado familiar. Ese acento tan marcado... lo había escuchado antes pero no podía recordar dónde o en qué momento. Era una mujer y hablaba bastante extraño. Reproduje el audio varias veces hasta que me empezó a doler la cabeza y decidí dejarlo para otro día, pero esa voz no paraba de repetirse en mi mente.

Una vez que desarmamos los bolsos, nos pusimos en acción para ultimar detalles de la casa, ya que Lysandro y Nathaniel venían a vivir con nosotros mañana y la casa seguramente iba a ser un laberinto de cajas. Nos fuimos a dormir temprano y nos levantamos casi al alba. Los chicos estarían llegando a primera hora de la mañana.

Cerca de las ocho, Lysandro y Nathaniel nos esperaban abajo junto con todas las cosas que no habían podido mudar antes. Ahora sería la única mujer entre cinco hombres; tendría que haber faltado ese día a la universidad pero era imposible ya que iban a dar los temas para los parciales de dentro de un mes.

Kentin había pedido permiso en el trabajo para faltar y Alexy y Armin también se habían quedado.

Lo más difícil fue hacer entrar la cama de Lysandro en el ascensor, pero la de Nathaniel no entraba porque era una doble, y tuvimos que subirla catorce pisos por las escaleras, aunque de eso se encargaban mi prometido y el dueño de la cama.

Una vez que estuvieron arriba en el loft, Armin y yo nos dispusimos a colocarlas dentro de la habitación, los muchachos decidirían que lado de la habitación querían, las cajas seguían subiendo y las energías empezaron a descender. Por fin llegaron Nathaniel y Lysandro con una caja cada uno y Kentin completamente transpirado y con cara de sufrimiento.

-¡Ni todo el entrenamiento de la academia se compara con esto! -se quejó mientras cerraba la puerta del loft y se quitaba la remera para limpiarse el sudor de la cara.

-Vamos, Kentin no era para tanto -rio Nathaniel. Fuser se le acercó olfateándolo y gruñendo. Cuando el vio eso, empalideció de golpe-¡Quieto!

-Fuser, ¿qué... -empecé, bastante sorprendida de que mi perro le gruña a mi amigo, considerando que los dos lo rescatamos. Pero no era el rubio el motivo de su disgusto, sino una cara peluda cara blanca con dos pequeñas orejitas que se asomó entre los pliegues de la caja que llevaba Nathaniel y bufó molesto. ¡Un gato!

El gato saltó de la caja de Nathaniel y empezó a corretear por todo el loft, siendo perseguido por mi perro, volteando cajas y adornos, por más que lo llamaba no había caso, no respondía.

El felino se subió al refrigerador y le bufaba agresivamente desde allí, mientras mi perro le ladraba y pegaba de saltos con tal de alcanzarlo. Aproveché la situación, lo tomé en brazos y lo puse en el balcón, cerré la puerta mientras Nathaniel bajaba al gato de la nevera.

-¿Un gato? -pregunté mientras veía como el animalito se temblando y con el pelo muy erizado entre en los brazos del rubio.

-Estaba abandonado, es solo una cría -dijo mientras lo acariciaba.

-Pero tengo un pitbull -le dije mientras señalaba como Fuser quería volver a entrar para comerse al gatito.

-Pueden vivir juntos, sólo hay que darle tiempo -aseguró Nathaniel. Kentin estaba de brazos cruzados, negando con la cabeza.

-Debiste haber avisado, Nathaniel -observó Kentin-. Podría haber ocurrido una tragedia y ahora estarías levantando los restos del gato con una cuchara de postre.

-Pues ni modo. Ya está aquí y no podemos hacer nada. Fuser tendrá que estar afuera durante el día, pero por las noches duerme adentro -le advertí a mi amigo, tomé una caja y la levanté-. Está haciendo mucho frío. El gato tendrá que dormir en tu habitación. Ten mucho cuidado cuando salgas, asegúrate que permanezca encerrado o Fuser lo matará.

-No hay problema -dijo Nathaniel muy contento.

Miré a Lysandro y él a mí.

-Espero que no tengas ningún animal en esa caja -bromeé, pero él negó con la cabeza con una sonrisa.

Una vez que los muchachos acomodaron sus cosas, nos sentamos los seis a comer; Lysandro parecía que estaba cenando con la mismísima reina de Inglaterra debido a su formalidad excesiva, Nathaniel disfrutaba de la televisión mientras comía. Me parecía sumamente extraño el compartir ahora un mismo techo con los tres muchachos que se habían confesado, extraño por no decir BIZARRO.

El gatito de Nathaniel, Lalo, iba y venía por todos lados, explorando y estudiando todas las curiosidades que había para investigar, mientras mi pobre perro rogaba por entrar al loft. Yo lo observaba ceñuda. Ese gato era un usurpador.

Una vez que todos terminamos de comer, lavé los platos y fui a recoger la ropa para lavarla.

-Muchachos, ¿tienen ropa para lavar? -pregunté, no me respondieron pero me cargaron con la ropa sucia y transpirada que habían usado para mudar las cosas, junté todo y salí a la terraza mientras mi perro saltaba de contento. Dejé la ropa en el piso y me dispuse a preparar el lavarropas mientras Fuser olfateaba la ropa sucia.

-No hagas eso, está sucio -le advertí, mi perro empezó a estornudar y rascarse la nariz con una pata-. ¿Ya ves? Nunca me haces caso.

En lo que estaba metiendo la ropa en el tambor, el portero eléctrico sonó, indicando que habían llegado visitas. Escuché la voz de Nathaniel y espié por la puerta abierta del lavadero.

-No, Melody... ¿Qué haces aquí? -preguntaba Nathaniel por el teléfono del portero. ¿Melody? Yo levanté una ceja-. ¡No pienso abrirte si estás así! ¡No!

Yo cerré la tapa del lavarropas y entré de nuevo al loft. Nathaniel tenía cara de querer matar a alguien y Kentin se mordía el puño para no reírse.

-Melody, por Dios santo. ¡Vivo con Kentin, los gemelos y Lysandro, no sólo con Annie! -gritó el rubio por el teléfono-. Pero... ¡está bien, pasa, velo por ti misma!

Y accionó el botón que abría las puertas de abajo, colgó y se giró hacia mí.

-¿Qué pasó? -pregunté, Nathaniel se presionó el puente de la nariz.

-Melody. Está celosa porque me vine a vivir con ustedes y no con ella -explicó mientras se sentaba cansado en el sofá-. Pensé que le había quedado claro.

-Pues evidentemente no -se burló Kentin. Nathaniel lo miró con la mirada más gélida de la que fue capaz.

-Pero no vivimos solos. De hecho, soy la única mujer aquí -dije mientras me sentaba también.

-Sí lo sabe, pero te tiene unos celos tremendos desde que supo que vivías conmigo. -explicó Nathaniel.

-Pues es muy tonto de su parte, yo me voy a casar a fin de año -le recordé. El timbre sonó y Fuser reaccionó ladrando. Kentin se levantó y abrió la puerta; Melody entró ondeando su castaño cabello con furia.

-¡Aquí estás! -chilló al ver a su novio sentado en el sofá, el cuál lo miraba con cansancio y hastío. Me percaté de que estaba llevando tacones y rayando todo el parqué-. ¿Te parece bien que te vengas a vivir con Annie después de todo lo que pasó con ella?

-Por enésima vez, Melody: no vine a vivir solo con ella -dijo Nathaniel mientras se levantaba del sofá-. Aquí también viven Kentin, Alexy, Armin y Lysandro. No tenía más opciones, tú viste todos los peros que nos pusieron en las inmobiliarias porque no tengo como rentar un sitio.

-¡No me importa! ¡Annie está aquí! -exclamó. Hablaba como si yo fuese invisible o parte del decorado, yo fruncí el ceño-. ¿Por qué no te viniste a vivir conmigo?

-Porque tú vives en el campus universitario y no puedo solventar esos gastos -le explicó Nathaniel, su rubio cabello estaba alborotado-. No puedo ir a vivir junto con las chicas de tu fraternidad, entiéndelo.

-Habría pedido que hagan una excepción...

-¡Pero no lo iban a hacer, Mel! ¡Dios! -era evidente que estaba a punto de perder la paciencia y hacía serios esfuerzos para controlarse-. Melody, a ver... Sé lógica, ¿sí? Empecemos a enumerar: Primero, tú vives en el campus universitario, en tu fraternidad femenina; segundo, yo no puedo costear los gastos de la renta de una habitación allí porque no tengo trabajo, me resulta mucho más económico venir a vivir aquí, con los chicos; tercero, ¡Annie y yo no vivimos solos, también hay cuatro personas más aquí!, ¡ella mi amiga...!

-¡Fue mucho más que eso! -gritó la castaña, mi paciencia estaba llegando a su límite.

-¡Se va a casar, por Dios! -le gritó Nathaniel. Tomó mi mano y le mostró el anillo de compromiso-. ¿Ves esto? ¡Es la prometida de Kentin!

Melody se rio nerviosa. Sabía que Nathaniel tenía razón pero jamás iba a reconocerlo; en cambio, me miró ceñuda. La Melody que había conocido en el Instituto ya no existía más.

-Más te vale que te mantengas alejada de él. -me amenazó-. Ya todos sabemos de tu historial de puta.

Amagó en irse pero me le acerqué, la tomé del hombro, la giré y le estampillé una bofetada que hizo que todos dejaran salir un gritito de susto.

-Que sea la última vez que me dices puta, ¿está claro? -advertí. Melody me miraba con sus ojos celestes llenos de miedo-. Que tú no eres santa de devoción de nadie, ¿o quieres que hable?

Melody se giró y salió del loft dando un portazo. Al girarme, me encontré con Nathaniel mirándome inquisidoramente

­­­­­­­-¿Qué quisiste decir con eso? -me preguntó.

-Creo que tú y tu novia deberían hablar -dije por toda respuesta y e encerré en mi habitación.

El clima cambió. La temperatura descendió abruptamente, provocándome congestión nasal. Mis estornudos derivaron en un resfriado y ese resfriado en una gripe. Pensé que sólo era cuestión de tiempo para que se me vaya la enfermedad, pero por mucho antigripal y tecito caliente que tomara el bicho seguía muy instanlado en mi cuerpo. Muy pronto me encontré a mí misma envuelta en una manta, con la nariz roja, con un paquete de pañuelos en una mano y una taza de caldo humeante en la otra.

Armin había conseguido empleo, al fin. Trabajaba de mañana y por la tarde estudiaba diseño de videojuegos. Lysandro continuaba trabajando en el café con Castiel, pero se le complicaba estudiar y trabajar al mismo tiempo. Nathaniel había conseguido empleo en el konbini cerca de la universidad de contabilidad. Kentin los pasaba a buscar a todos cada día del trabajo y los traía al loft. Mientras yo estornudaba escuché la llave en la puerta de entrada y las voces de mis compañeros.

-Hoda, chicos -saludé, mi gripe iba cada vez peor.

-Hola, amor -saludó Kentin.

-¿Cómo estás, criadero de gérmenes? -preguntó Armin, yo le enseñé el dedo del medio provocando en él una carcajada.

-¿Estás mejor, Annie? -preguntó Lysandro. Había estado bastante afligido por mi estado de salud. Nathaniel me saludó revolviendome el cabello.

-Do, diento que me voy a modid ahogada -respondí, apenas podía respirar.

-No vas a morir, Calamardo -se burló Armin, yo le lancé la caja de pañuelos. Mi amigo la esquivó riendo, sonó el teléfono de la casa, Kentin atendió.

-¿Hola? Ah, Madam Sachietti, buenas noches -dijo Kentin. Me sorprendía que Donna, nuestra organizadora de bodas, nos llame al teléfono de casa; por lo general siempre nos comunicábamos por e-mail . El rostro de mi prometido pasó de una sonrisa a su semblante más serio y mortal-. ¿Cómo? No. Nosotros no hicimos ninguna cancelación... es más, ya contratamos el DJ...

Yo levanté las orejas. ¿Cancelación? ¿Cómo que cancelación?

-¿Podemos ir a verla mañana? Por favor, se lo agradecería mucho -suplicó Kentin por el teléfono-. Muy bien, mañana sin falta. Hasta entonces.

Y colgó, yo lo miré.

-¿Qué sucedió? -pregunté, Kentin me miró con sus ojos verdes.

-Alguien canceló la fecha del salón del hotel que habíamos reservado -respondió-. No tenemos salón.

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