Otro mundo [Libro 1][Eldarya]...

By AdrianaEDaSilvaT

82.3K 4.4K 1.9K

Prologo Elizabeth es una chica de unos 25 años que, a pesar de estar en un mundo real, esta constantemente te... More

Prologo
Capítulo 1: Llegada al otro mundo
Capítulo 2: La guardia de Eel
Capítulo 3: Test faérico
Capítulo 4: El espía
Capítulo 5: Humana trepadora
Capítulo 6: La primera misión
Capítulo 7: Los peligros de la cueva
Capítulo 8: Un elfo muy mandón
Capítulo 9: Un ente azul
Capítulo 10: La poción y un día de diversión
*Especial Halloween*
Capítulo 11: Traición
Capítulo 12: Desahogo
Capítulo 13: Noche con el Obsidiana +18
Capítulo 14: El perdón
Capítulo 15: La historia tras el cristal.
Capítulo 16: Entrenamiento en la oscuridad
Capítulo 17: Noticias de Oriente
Capítulo 18: Aprendiz de enfermera
Capítulo 19: Magia
Capítulo 20: Cena para cinco
*Especial San Valentin*
Capítulo 21: La ceremonia
Capítulo 22: Amor dominante
Capítulo 23: Bajo la luna +18
Capítulo 24: Desaparecidos
Capítulo 25: Aparición nocturna
Capítulo 26: La isla
Capítulo 27: En el interior
Capítulo 28: Detrás de las máscaras
Capítulo 29: Diario de un Dragón enamorado
Capítulo 31: La Guardia Brillante
Capítulo 32: Secretos
Capítulo 33: La Guardia Glacial
Capítulo 34: Mensajes
Capítulo 35: Idiota
Capítulo 36: Olvídame
Capítulo 37: Controlado
Capítulo 38: Un viaje mágico
Capítulo 39: Derdranë
Capítulo 40: Bajo el Sauce
Capítulo 41: Prometidos
Capítulo 42: El clan
Capítulo 43: Vitalum Vitalis
Capítulo 44: Uno +18
Capítulo 45: ¿Quién soy?
Capítulo 46: Caminante de mentes
*Nevra Spin Off*
Capítulo 47: El origen de todo
Capítulo 48: De nuevo en Eel
Capítulo 49: En la mente del druida
Capítulo 50: El escondite
Capítulo 51: Sin respuestas
Capítulo 52: La feria Carmesí
Capítulo 53: El ritual
Capítulo 54: Dolor
Capítulo 55: Cazadores de Elegidos
Capítulo 56: Una invitación
Capítulo 57: En silencio
Capítulo 58: A sangre fría
Capítulo 59: Premonición
Capítulo 60: El orbe de Nahaira
*Portada de la segunda temporada*
*Especial Halloween 2019*
Segunda temporada comenzada

Capítulo 30: Un poder desconocido

928 66 32
By AdrianaEDaSilvaT


Desperté un poco mareada, sentía que estaba sobre una superficie fría. Miré hacia el techo y sobre mí vi situada una piedra negra que se encontraba flotando. La presión de mi pecho era bastante fuerte, por lo que supuse que era el cristal contaminado.

Tenía los labios secos y un sabor amargo en mi boca. Intenté llevarme las manos a la cabeza, pero estaba encadenada, igual que mis tobillos. Miré mejor, me había puesto el vestido blanco de la noche anterior.

Me encontraba en la estancia de mis sueños, vi a los niños metidos en cápsulas verdes, con un extraño líquido y su corazón brillando. En la primera fila distinguí a Lorelei, se veía realmente frágil, el brillo de su corazón era más apagado que el de los demás niños.

– Lorelei...– murmuré mirando hacia ella.

– ¡Oh querida! Veo que has despertado...– dijo Senoth.

Eché la cabeza hacia atrás y lo vi de espaldas frente a una mesa, a su lado estaba Ligeia, sonriendo.

– ¡Estúpido de mierda! ¿Qué quieres de mí?

– Simplemente eres perfecta para tener el alma de mi amada... Hermosa...– se acercó a mí, acarició mi mejilla y le escupí en la cara. – Menudo carácter...Lastima que no te pueda hipnotizar como a esa sirena...– apretó mis mejillas con fuerza y desvió mi cara hacia un lado.

– Vendrán a detenerte – dije rabiosa.

– Lo dudo – soltó una carcajada y se paseó por la estancia. – La entrada está protegida con un hechizo que solo un Dragón podría abrir. Y ninguno lo es...

Tomó una urna de color blanco con detalles en lila y la coloco a mi lado.

– Estos son los restos de mi amada...Pronto su alma estará en ti...Y volveremos a ser felices...

– ¡Estás loco! ¡Eso jamás pasará!

Se río y volvió a la mesa en la que estaba trabajando. Volteé mi rostro hacia el lado contrario de donde estaban los tanques con los niños y vi la puerta verde que salía en mis sueños. Y vi a alguien observar por la pequeña rendija de esta.

– Nevra –

Entramos en la cocina del castillo y fuimos cogiendo un poco de comida variada.

– ¿Qué crees que le apetezca comer?

– ¿A quién? – me miró el elfo.

– A Eli...– dije mirando diferentes platos ya hechos que se encontraban en la encimera.

Oí la risa del elfo detrás de mí y volteé a mirarlo.

– ¿De qué te ríes?

– De nada, es lo que te dije ayer, cuando serás capaz de reconocer la verdad...

– Cuando tú comiences a salir con Eweleïn de forma oficial...Soy el único que sabe que están juntos por que los puedo oír... Y sé que te gusta más allá de una relación de "amigos con derechos"

– Eso no es verdad...– Ezarel puso en una bandeja varios platos con preparaciones con miel y camino rápido saliendo de la cocina. – Nadie te manda a tener un oído tan fino.

– Ni a tener mi cuarto al lado del tuyo...– cogí un par de cosas que sabía que le iban a gustar y salí tras Ezarel – No sé porque lo niegas, si ayer te la pasaste comprando plantas medicinales extrañas para ella...

– Y tampoco sé porque lo niegas tú, te la pasas hablando de ella constantemente...

– Es...difícil de explicar...

– Pero al menos es un alivio. Ya no acosas a las de mi guardia y no llegan tarde a sus clases por tu culpa.

– Muy gracioso...

Caminamos hacia la habitación mientras nos lanzábamos indirecta de nuestras relaciones personales y que ninguno era capaz de reconocer abiertamente.

Al llegar a la habitación vimos que no estaba Elizabeth.

– ¿Eli?

– Seguramente estará en el baño –dijo Ezarel dejando su bandeja en la mesita de café de la estancia.

Y de repente lo sentí, un calor fuerte en el bolsillo de mi pantalón, era la piedra. Tiré las bandejas de golpe y miré a Ezarel.

– ¡Elizabeth está en peligro! – salí de la habitación a toda prisa seguido por el elfo.

No, ella no podía estar en peligro, como le pase algo no lo perdonare jamás.

Mientras corría por el pasillo seguido de Ezarel me choqué con el pecho de Valkyon que también estaba corriendo junto con Leiftan.

– ¿Dónde está Elizabeth?

– No lo sabemos, fuimos a buscar algo de comer y al llegar no estaba y la piedra comenzó a calentarse...

– Fuimos hacia la puerta de los acueductos en cuanto sentimos la piedra caliente pero no podemos entrar, por eso hemos venido a buscarlos. – nos aclaró Leiftan – Deberíamos de investigar los aposentos de Senoth para saber si tiene ahí alguna pista que nos ayude a desbloquear esa puerta.

– Ezarel, quédate cerca de la puerta, si salen ya sabes que tienes que hacer – miré a mi amigo y este asintió alejándose con rapidez.

Corrimos hacia el final del pasillo hasta la habitación de Senoth. Valkyon probó a abrir la puerta de forma normal, pero al no conseguirlo propinó una patada a esta desencajándola y dejándonos entrar.

– Y no... – me miró – Con la de abajo no funciona, ya lo probé.

La estancia era fría y oscura. Para ser la habitación principal parecía casi vacía. Solo se encontraba la cama y una gran chimenea encendía, pero encima de esta se vio algo que captó mi atención.

El cuadro de una hermosa mujer de cabello corto y dorado, posando con el mismo vestido que Elizabeth había llevado la noche anterior. Ambas tenían un aire similar.

– Chicos el cuadro...– me acerqué más al cuadro y lo examiné de cerca.

Tenía una dedicatoria a un lado, junto con la firma de Senoth, que parecía el autor de este cuadro.

– "Mi hermosa Aisha, este cuadro no hace honor a tu belleza. Te amare por siempre. Senoth" – leí en voz alta.

– Descuélgalo – me ordenó Leiftan, a pesar de ser una orden suya, hice lo que me dijo y se lo di – Los nobles suelen esconder cosas detrás de los cuadros...Tú lo deberías de saber bien...

Revisó la parte de atrás del cuadro y desencajó el lienzo del marco. A nuestros pies cayó un papel con unas palabras que no entendía, parecían la lengua del diario que encontramos. Leiftan cogió el papel y se lo tendió a Valkyon.

– Parece un hechizo protector... Capaz es el de la puerta...

– Deberíamos de probarlo ya, me temo que va a querer usar a Elizabeth como recipiente para el alma de Aisha – comenté dejando el cuadro apoyado en un lado de la chimenea.

Salimos rápidamente de la habitación y bajamos hacia donde estaba Ezarel.

– Abrimos la puerta y mandamos el mensaje para que Miiko venga con ayuda, no sabemos lo peligroso que puede ser esto – dijo Leiftan. – Valkyon pruébalo...

Dii'Kha Kaamol' Din Ordo Nehp'o L'leps Buk'naht recitó Valkyon las palabras que se encontraban en el papel.

Una luz verdosa bordeó el marco de la puerta y esta se abrió dejando visión de un inmenso pasillo iluminado por antorchas verdes. Era igual a lo que Elizabeth dibujó la última vez.

– Ezarel ve a buscar lo que has estado trabajando por si necesitamos esa ayuda, Valkyon ve y manda la señal y espera la llegada de la ayuda, solo tú puedes abrir esta puerta – dijo Leiftan, me miró – Vamos Nevra.

Caminamos por los pasillos. Tenía que mantener la calma si quería rescatarla y salvar a los niños que se encontraban dentro.

Al fondo del pasillo vimos un hueco con escaleras que bajaban y seguimos su camino hasta encontrarnos delante de una gran puerta verde. La puerta estaba un poco entreabierta, no podíamos ver muy lejos.

Mi vista solo alcanzaba a ver a Elizabeth tumbada en una mesa metálica, con las manos y las piernas atadas con unas cadenas y llevaba puesto el vestido de la noche anterior.

– Hijo de puta...– murmuré. El cabrón la había vestido como su antiguo amor. La había desvestido y luego puesto esa ropa... En mis adentros rogaba que no le hubiera hecho nada más.

– ¡Estúpido de mierda! – oí gritar a Elizabeth, y miré a Leiftan con preocupación. – ¿Qué quieres de mí?

– Simplemente eres perfecta para tener el alma de mi amada... Hermosa...– oí el sonido de un escupitajo. – Menudo carácter...Lastima que no te pueda hipnotizar como a esa sirena...– observé como ponía su mejilla contra la mesa. Apreté mi mandíbula.

– Vendrán a detenerte – dijo llena de furia mientras oía el movimiento de las cadenas. Estaba intentando soltarse.

– Lo dudo – soltó una carcajada y se paseó por la estancia. – La entrada está protegida con un hechizo que solo un Dragón podría abrir. Y ninguno lo es...

Miré a Leiftan. ¿Solo un Dragón? Este me hizo un gesto de que luego hablaríamos del tema.

– Estos son los restos de mi amada...Pronto su alma estará en ti...Y volveremos a ser felices...– comentó Senoth.

– ¡Estás loco! ¡Eso jamás pasará!

Elizabeth giró su rostro hacia la puerta, tenía los labios morados y los ojos un poco hinchados. Se quedó mirando hacia nosotros y se dio cuenta de que estábamos aquí. Sonrió de alivio al vernos.

– ¿Sabes que ninguna magia te puede traer de vuelta a tu amada verdad?

Leiftan y yo vimos como Senoth se movía por la estancia. Estábamos esperando a que diera la espalda a la puerta para poder entrar.

– Esta magia si...– fue acariciando el brazo de Elizabeth mientras caminaba rodeándola. Apreté mi puño – Tendré que cambiarte el cabello...Así serás más como ella...

– Toda magia conlleva un precio y el de revivir a alguien es que este jamás vuelve como tú lo recuerdas...

Senoth por fin se situó de espaldas a nosotros. Era el momento de atacarle por la espalda. Poco a poco fuimos abriendo la puerta sin hacer ruido y entrando en la estancia. Era más grande de lo que yo imaginaba.

– ¡No! ¡Ella volverá tal y como era! Por eso tengo este cristal para que no ocurra eso... Gracias a él, volveré a estar a su lado. – empecé a acercarme cuidadosamente a su espalda, tenía que posicionarme bien para poder asestarle un golpe rápido y letal, entonces lentamente desenvaine mi daga.

Pero justo cuando lancé mi ataque para acabar con él, Senoth, en un giro rápido, me detuvo el brazo con su mano.

– Vaya, pero si tenemos visita...

De un fuerte impulso me lanzo lejos de él.

– ¿En verdad creyeron que no me percataría de que habéis desactivado el hechizo protector de la puerta? La verdad es que no sé cómo lo habéis logrado, es digno de admiración.

– ¡Suéltala! – dije lleno de rabia.

– Senoth, seamos racionales por favor – comentó Leiftan, intentaba transmitir calma y seguridad a la situación, pero en verdad estaba muy furioso. – La Guardia de Eel está apunto de venir y podemos detenerte con facilidad. Ríndete ya y no te pasara nada, no nos lo pongas más difícil.

Senoth soltó una sonora carcajada y se paseó rodeando la mesa donde estaba Elizabeth, sin dejar de acariciar el cuerpo de ella.

– No la toques y aléjate de ella – solté. Él me miró y sonrió desafiante.

– Lo siento, pero me temo que eso no será posible... – contempló el cristal que estaba en el aire sobre Elizabeth – ¿Veis este cristal? Gracias a él, he podido aumentar aún más mi poder, no era así en un principio cuando lo encontré, estaba incompleto. Con el paso del tiempo y tras muchas largas investigaciones, comprendí que para conseguir lo que quiero tenía que fundirme con el cristal, solo así, podría estar completo...Y eso, fue lo que hice... – se abrió la camisa y mostró que en medio de su pecho se había introducido un trozo del cristal contaminado – ¡Ahora el cristal y yo somos uno, no podréis detenerme!

– ¡Estás realmente loco Senoth! – le gritó Elizabeth.

– ¡Silencio! – apretó violentamente sus mejillas, luego nos miró – Ahora os invito a ver el espectáculo final en primera fila, mi reencuentro con mi amada.

– ¡No si te lo impedimos!

Leiftan y yo nos abalanzamos contra Senoth, Leiftan comenzó a propinarle una serie de puñetazos, pero Senoth se cubría de los golpes con los antebrazos y de un rápido impulso le propinó un puñetazo a Leiftan en el estómago, alejándolo de él. Cargué contra él con mis dagas para intentar apuñalarlo por un costado, pero fue más rápido que yo y esquivó mi ataque, se colocó a un lateral mío y me lanzó una fuerte patada con la que reboté contra el techo y caí al suelo magullado.

– ¡Nevra! ¡Leiftan! – pude oír gritar a Elizabeth preocupada desde la mesa.

– ¿Esto es todo lo mejor que puede dar de sí la poderosa guardia de Eel? Menuda decepción... – dijo con desdén mientras me agarraba por los pelos de la cabeza y me acercaba a él. – Realmente patético y más viniendo de un vampiro...

– Gracias por subestimarnos... – me desaparecí de enfrente suyo para aparecer detrás de él, desenvainé mi otra daga y logré apuñalarlo por la espalda.

– ¿Cómo has hecho eso?...

– Que te jodan hijo de pu... – contemple como su espalda comenzó a cambiar, su piel se volvió más escamosa, brillante y dura. Comenzaron a salirle unos fragmentos del cristal por diversas zonas de su cuerpo también. – Pero ¿Qué?

– Nevra ¿Acaso has olvidado de que soy un dragón? – se giró y me agarró violentamente del cuello. – Tu calaña jamás podrá compararse a mi raza.

Mientras me aprisionaba por el cuello, se acercó a Leiftan aún dolorido por el golpe y lo agarró también por el cuello. Cargaba con nosotros con una gran fuerza, como si no pesáramos nada para él, nos acercó a dos estanques vacíos, como en el que se encontraban los niños atrapados, y nos lanzó a su interior. Acciono unas palancas y nos encerró dentro, luego del interior de los estanques unas pequeñas compuertas se abrieron, dejando entrar poco a poco un agua muy fría.

– ¡No! ¡Suéltales! Ya me tienes a mí, es lo que quieres ¡Déjales a ellos por favor! – gritaba Elizabeth mientras se intentaba soltar de las cadenas con fuerza.

Empecé a golpear con todas mis fuerzas la cápsula y vi que Leiftan hacia lo mismo. No me podía creer que ese maldito se fuera a salir con la suya, si no salíamos de esos estanques rápido, la perderé para siempre.

– ¡Te he dicho que te calles! – le gritó – ¡Mi reencuentro con ella se completará hoy! ¡Y ni tú, ni ellos, ni nadie me lo va a impedir! – dijo acercándose a ella mientras se quitaba la daga que le había dejado clavada en su espalda.

– ¡Por favor Senoth! ¡Libéralos! – Elizabeth se oía desesperada y angustiada, más por nosotros que por ella misma.

– Escúchame querida, te vas a quedar bien quietecita y calladita mientras continuo con el ritual ¿¡Te ha quedado claro!? – tomó con fuerza su rostro y lo apretó contra la mesa haciendo un gran ruido mientras ella lloraba de impotencia.

– ¡No la toques hijo de puta! – golpeé con más fuerza el cristal del estanque.

Ignorando totalmente lo que dije se situó en un lateral de la mesa, cogió una urna que estaba ahí y la abrió.

– Según el libro tengo que dejar que las cenizas reposen sobre tu cuerpo...

Comenzó a sacar las cenizas que estaban dentro de la urna y las empezó a frotar por todo el cuerpo de Elizabeth. Primero los brazos, luego su cuello, su rostro. Le levantó la falda y empezó a hacerlo por las piernas. Ella se movía con fuerza intentando soltarse. Viendo como tocaba cada parte de su cuerpo la rabia se iba apoderando cada vez más de mí y sentí el cambio que esto provocaba en mi cuerpo.

¡Te he dicho que no la toques hijo de puta! – mi voz salió más grave de lo normal. Comencé a golpear con más fuerzas el cristal donde me encontraba, pero apenas estaba magullado.

– Por mucho que desates tu ira, vampiro, no podrás romper ese cristal de donde estas.

Juro que cuando salga de aquí pienso romperte el cuello maldito bastardo...

Leiftan estaba analizando rápidamente cada rincón del estanque para poder encontrar algún punto flaco, pero debía apurarse, el agua ya nos llegaba por las rodillas.

– Bien, todo está listo... – dejó la urna a un lado y miró a Elizabeth sonriendo.

Tomó la daga que le había clavado en la espalda y comenzó a rozar la piel de Elizabeth con ella.

– ¿Qué...harás con eso? – ella lo miró llena de pánico.

– ¡Ni se te ocurra tocarla!¡Como le hagas daño te juro que...!

– Veras querida...– sonrió con maldad – Tengo que hacerte algunas heridas por tu cuerpo, para que las cenizas de mi amada penetren en tu sangre. Y te diré que no hay nada más poético que hacerlo con el arma de la persona que más te ama...

Clavó la punta de mi daga en el interior de su antebrazo. Elizabeth soltó un grito desgarrador que hizo eco en toda la estancia. Luego subió y volvió a clavar la punta de su daga en la piel de Elizabeth, esta vez lo hizo a la altura de su clavícula. Yo estaba muy furioso, como nunca antes lo había estado, vi a Leiftan también golpeando con furia el cristal de su estanque.

– ¡¡Eli!!! ¡Senoth hijo de puta, suéltala! – golpeé el cristal de donde me encontraba con mucha ira – ¡Leiftan tenemos que salir de aquí cuanto antes!

– ¿¡Te crees que no lo sé!? – el agua comenzó a llegarnos hasta mitad de las piernas.

Oír los gritos de Elizabeth me estaban matando por dentro. No aguantaba ver cómo le iba haciendo heridas por su cuerpo con mi daga mientras él sonreía mirándome. Notaba como me brotaban unas lágrimas de impotencia y dolor por lo que estaba pasando.

– ¡Nevra, esa es Ligeia está allí!... – al oírlo la busqué con la mirada. Estaba oculta en una esquina, sentada en un taburete con su sonrisa artificial. La noche pasada pudo salir de su hechizo de alguna forma, mi teoría era que Senoth estaba distraído. Solo había que esperar.

– Bien, todo está listo. – culminaron los gritos de Elizabeth y Senoth dejó la daga en un lado. – Ahora solo queda recitar las palabras del ritual.

Caminó hacia una mesa cercana, cogió unas páginas que tenía y miró hacia Elizabeth.

Khal'hein Dhal Nol'Din, Dii Biral Aakmak, Nokdaut Dhal Xolmagosh. Aogmeth Bak'duat... ¡Fer'Voreh Aisha!

El cuerpo de Elizabeth comenzó a elevarse de forma lenta. Ella comenzó a gritar como si le doliera desde lo más profundo de su interior.

Su cuerpo estaba levitando aun atado por las cadenas y se quedó situado justo debajo del cristal negro.

Mientras Senoth recitaba el hechizo observé que los corazones de los niños brillaban con más fuerza y una suave luz salía de ellos para ir a reflejarse en el cristal contaminado.

Pero de pronto Elizabeth cayó a la mesa con un golpe seco y Senoth gritó con fuerza.

– ¡¡Noooo!! ¿¡Qué ha pasado!? ¿¡Que ha podido fallar!? Se supone que todo está perfecto, pero algo está fallando. He de revisar mis notas...– corrió apurado hacia la mesa donde tenía los papeles y comenzó a murmurar mirando los ingredientes que tenía a su alrededor.

Mientras intentaba averiguar qué estaba pasando observé como Elizabeth, a pesar del dolor que tenía, seguía intentando soltarse de sus cadenas. Tenía la cara llena de lágrimas y roja. Miré su cuerpo lleno de sangre y cubierto por cenizas. Su respiración era muy agitada y pesada. Me miró con una mirada de desesperación. Tenía que salir de aquí y liberarla.

Entonces pude observar como Ligeia nos miraba fijamente a Leiftan y a mí.

– ¡Mierda! Esto no puede ser, repetiré la fórmula otra vez, aguanta mi amor, ya casi estás a mi lado otra vez...– murmuraba Senoth mientras mezclaba ingredientes y murmuraba hechizos concentrado.

Fue entonces cuando vi a Ligeia moverse hacia nosotros de forma lenta y pausada. Sus ojos eran de color rosa ¡Era la Ligeia de verdad! Activó las palancas y abrió las compuertas que nos tenía encerrados. Con la misma sutileza que se acercó a nosotros, volvió a donde estaba antes y sus ojos volvieron tornarse en ámbar.

Miré a Elizabeth, que se había dado cuenta de lo que había hecho Ligeia. Lentamente salí del tanque primero. Le hice una señal a Leiftan para que se quedara ahí. Mi principal instinto era matar a Senoth ahora que estaba distraído, pero mi prioridad era liberar a Elizabeth.

Me agaché y fui así hacia la altura de la mesa donde se encontraba ella.

Ostium...– murmuré mirando una de las cadenas de sus brazos, estas se abrieron. Hice lo mismo con la otra cadena de su mano Ostium murmuré cuando se abrió una de las cadenas de sus pies. Pero entonces Senoth se giró y me descubrió.

– ¿Cómo demonios te has escapado de la cápsula vampiro? – caminó hacia mí con paso decidido y me tomó del cuello estrellándome contra la pared.

– ¡Suéltale Senoth! – oí gritar a Elizabeth que se estaba soltando de las cadenas e intentaba acercarse a nosotros.

– ¡Oh por supuesto que lo soltare! – me miró con los ojos llenos de rabia. – Pero antes he de devolverte tu juguete vampiro...

Senoth agarró de la mesa donde estaba Elizabeth mi daga, que le había clavado antes, y con un gesto rápido y frio me la clavó en un costado. Pegué un grito sordo de dolor.

– Gracias por la daga, me ha servido de mucho para el ritual... – Senoth me lanzó por los aires dejándome caer bruscamente en el suelo, lancé otro grito de dolor.

– ¡¡Noo!! ¡¡Nevra!!

Mi vista se estaba volviendo borrosa, me estaba mareando, vi que Elizabeth se tiraba de la mesa para acercarse a mí, pero Senoth lo evitó.

–Eli...– dije en un murmuro estirando mi mano hacia ella.

– Elizabeth –

Vi a Nevra por los aires y luego caer a un lado con su daga clavada en un costal.

– ¡¡Noo!! ¡¡Nevra!! – un grito casi gutural salió de mi boca. Me tiré de la mesa para acercarme a él, lo que el último amarre me permitía, pero Senoth me agarró evitando que me acercara. Lo miré con rabia.

Leiftan había salido del tanque y se disponía a luchar contra Senoth con la misma furia que a mí me invadía.

– ¡Senoth suéltala! ¡Ven a por mí asquerosa calaña! – gritó Leiftan muy furioso.

– ¡Pienso acabar contigo igual de rápido como he hecho con tu amigo vampiro! – dijo Senoth mientras se acercaba a Leiftan y mutaba su cuerpo, volviéndose aún más acorazado y escamoso, con más fragmentos del cristal que tenía incrustado en el pecho por todo el cuerpo. – Ahora descubrirás la verdadera fuerza de mi raza... – acto seguido, ambos se abalanzaron y comenzaron a pelear.

Era extraño, sentía una fuerza emanar de mi interior, era desconocida para mí, ya que logré romper la última cadena que me tenía atada y pude alejarme de la trifulca de Leiftan y Senoth.

El dolor en mi pecho a causa del cristal y el de las heridas de mi cuerpo, quedaba en un segundo plano en comparación con la fuerza que estaba comenzando a brotar en mí. Sentía la calidez del Oráculo apoyarme en este momento.

Pude ver como Leiftan se abalanzaba sobre Senoth con una furia sin igual, esquivando todos los golpes y propinándole una serie de puñetazos y patadas a Senoth, pero este los aguantaba bien gracias a su cuerpo reforzado con escamas.

– Eres fuerte, no lo niego, no me esperaba esta gran fuerza viniendo de un lorialet. Pero todo será inútil, una vez que acabe contigo, continuaré con el ritual. ¡Nadie me lo impedirá!

– ¡Cierra la boca lagartija! – gritó Leiftan mientras le propinaba un fuerte puñetazo en la cara.

Senoth se alejó y vio que comenzó a sangrar por la boca a causas del puñetazo.

– Pagaras caro esta osadía...– dijo furioso mientras cargaba contra Leiftan y se intercambiaban puñetazos.

Miré hacia donde estaba Nevra inconsciente y luego hacia los niños en las capsulas. No podía dejar que Senoth se saliera con la suya, fue entonces cuando de mi interior un poder comenzó a surgir, canalicé ese poder a mis manos y entonces avisé a Leiftan.

– ¡Aléjate de Leiftan! – le grité mientras impulsaba a Senoth contra una pared a causa del poder canalizado que brotaba por mis manos.

Senoth y Leiftan me miraron incrédulos.

– ¡No sé qué diablos ha sido eso, pero ya estoy harto de ti! – Senoth se levantó con agilidad y corrió hacia mí con rapidez.


– Pero ¿¡Qué...qué clase de magia es esta!? – dijo Senoth confuso.

Senoth se quedó estático en el aire, movía la cabeza mirando a todos lados y se notaba por sus gestos que intentaba hacer fuerza para liberarse, pero no lo conseguía.

– ¡Leiftan! – le grité, se había quedado paralizado viendo la escena – ¡Libera a los niños!

Rápidamente recorrió la estancia y fue abriendo las palancas de las diversas cápsulas donde se encontraban los niños. A diferencia de la cápsula en la que estaban Nevra y Leiftan estas se abrían por delante y dejaron caer, junto con el agua, a los niños en el suelo, quienes tosían de forma desesperada.

Cuando sacó a todos los niños mi rostro se situó sobre Lorelei, quien apenas se movía. Perdí la concentración del poder que estaba usando y Senoth se vio liberado del humo blanco.

Se abalanzó sobre mí con gran agresividad, tomando con fuerza mi cuello, dejándome casi sin aire. Tenía los ojos inyectados en sangre lleno de rabia.

¡Ahora me las vas a pagar maldita mocosa!

Cada vez apretaba con más fuerza mi cuello, sentía que en cualquier momento me lo iba a romper. Pero algo lo agarró de la chaqueta por detrás y lo lanzó por los aires, alejándolo de mí, era Leiftan, pero algo había cambiado en él. Estaba lleno de rabia y pude distinguir que el blanco de sus ojos era negro y su iris de un verde muy intenso. ¡Eran igual que en el sueño que tuve! Me quedé confusa mirándole.

Tiró a Senoth contra el suelo y se situó encima de él.

– ¿¡Qué...qué Daemons eres tú!? dijo medio atontado Senoth en el suelo.

Leiftan lanzó un grito lleno de furia y comenzó a golpear a Senoth con tal fuerza que este perdió el conocimiento, comenzando a sangrar por su nariz y su boca.

– ¡Para Leiftan lo vas a matar! Le vas a dar el placer que él quiere, unirse con su amada...– en ese momento dejó de golpearle y me observó. Sus ojos volvían a ser los de siempre y se levantó acercándose a mí, dándome un abrazo.

– ¿Estás bien Eli?

–Sí, eso creo... ¡Nevra! – me acerqué a él con rapidez – Respira, pero está muy mal herido, ayúdame Leiftan, presiona aquí en la herida. Voy a mirar cómo están los niños.

Leiftan se acercó donde Nevra y presionó la herida como lo había indicado.

Caminé hacia donde se encontraban los niños, aún adormilados, pero respirando, muchos tosían sacando el agua que tenían, otros temblaban de frío, poco a poco iban retomando el color natural de sus pieles.

– Están vivos y respiran – le grité a Leiftan – Espero que no tarde la Guardia en llegar.

Vi a Lorelei no muy lejos de Nevra. Me acerqué con rapidez a ella y la tomé entre mis brazos.

– ¡No respira! – le grité a Leiftan.

– ¡Intenta reanimarla, pronto llegará Eweleïn y los demás!

Intenté todas las maniobras de reanimación que me sabia, pero ninguna funcionaba. Otra vez volvía a sentir el calor de antes emanar por mi cuerpo, similar la protección del Oráculo y vagamente me vino un recuerdo. El libro que saqué de la biblioteca tenía un hechizo.

Vitalum vitalis dije en alto. Me acerqué a la boca de Lorelei Vitalum vitalis, vitalum vitalis repetí varias veces y luego di un pequeño soplo de aire sobre su boca entreabierta.

Vi como un fino hilo de humo azulado salía de mi boca a la suya. Segundos después observé como Lorelei abría los ojos de par en par.

– ¡Estás viva! – la apreté contra mi pecho. Leiftan se había quedado viéndonos con la boca entre abierta.

Esa energía que había sentido antes se fue lentamente de mi cuerpo. Observé la cara de Lorelei y la contemplé borrosa. Miré la estancia, me estaba dando vuelta todo.

Oí de lejos que Leiftan me llamaba y como la puerta de la estancia se abría con un grito aterrador de la voz de Miiko.

Me recosté en el suelo mareada y poco a poco dejé de oír y de ver.  

Continue Reading

You'll Also Like

1.3K 66 3
El amar a alguien no significa que siempre lo harás de la forma correcta. Puedes cometer errores y sentir miedo. Muchas personas incluso te pueden...
18.3K 2.1K 47
La colonia privada "Quesadilla" es conocida y algo evitada debido a sus curiosos residentes. Hasta parecería ser que es necesario ser un loco para po...
22.8K 1.9K 61
Como seria la historia con Peter si de verdad yo pudiera tomar partido y actitudes acordes a su manera de tratar y de comportarse, siendo más radical...
6.3K 548 23
Rumanía está dividida por dos clanes de vampiros. Los Nordskov quienes aún consumen sangre directamente de humanos y los Skovgaard que aprendieron a...