TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY...

By imwritercs

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Phoebe es exitosa en su profesión, más que feliz en su matrimonio, y pese a que Rose llega casi a los cinco a... More

Leer, por favor.
[PREFACIO]
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-EPÍLOGO-
UNA HISTORIA MÁS

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By imwritercs

Estresada.

A nada de perder la cordura.

Siendo madre y directora de la editorial el mismo día.

No he podido dormir como se debe, en días pasados estuve ocupada con las firmas de autógrafos planeadas para mí. He salido de todos mis compromisos como escritora para darle entrada a mis ocupaciones de dirección. Han sido unos días de locura, disfruté mucho de poder convivir con mis lectores, y ser testigo del apoyo que me dan, tres horas maravillosas. Hasta que debía volver a la editorial y encerrarme para ultimar los detalles de la presentación del libro de mi nueva estrella.

Las fechas se me juntaron, la entrada a clases de Rose y la presentación, no quiero perderme el primer día de mi hija en una nueva etapa, es el primer grado, pero tampoco puedo darme la libertad de llegar tarde a mi primer evento como jefa. ¡Hasta mi madre estará ahí!

—Rose Felicity, ¿A qué esperas para ponerte tus zapatos? —gruño en el umbral de la puerta de su habitación.

—No puedo con la cosita. —Dice señalando la hebilla del zapato, sabía que tanta belleza debía tener algo que complicase todo.

—Siéntate en la cama, voy a ayudarte con eso.

Me acerco a ella y me inclino para tomar su pie y acomodarle los dos zapatos. Una vez que está lista, cojo su mano y la mochila para llevármela, es una suerte que Manuel continúe durmiendo a sus anchas. Ya hemos desayunado, mi día está organizado para no sufrir de imprevistos tormentosos.

Han estado siendo días terribles, y mi cuerpo ha empezado a reclamar por descanso. No me he sentido tan bien como desearía, pero tampoco tan mal como para detenerme. Estoy usando la medicación que me ayuda a relajarme un poco, además de algunos suplementos vitamínicos, aunque a veces no suelen servir de mucha ayuda, me canso demasiado y mis energías se agotan, pero logro mantenerme en pie.

—Mírame papi —murmura Rose a su padre.

—Te ves preciosa, cariño. —Besa su frente. —Yo tengo algo que te va perfecto.

Lleva su mano al bolsillo del pantalón y le saca hecha puño, al mostrarlo lo que tiene, dejar ver la cadena. Ella sonríe a más no poder, ella la adora. Con una sonrisa, observo como se la coloca. Dejamos que nuestra hija avance por delante de nosotros, mientras mi amor me toma por la cintura. Él le ayuda a subir, sigo yo, y cuando creo que va a inclinarse para despedirse de nosotras, él también sube. Hoy compartiremos el auto, también ha querido coger un poco de su tiempo para Rose, Paul tampoco ha estado mucho en casa, además de que vive todo el tiempo como en otro mundo, el hecho de estar tan cerca pero tan lejos de resolver el problema en su empresa, hipotéticamente le quita el sueño. Coge mi mano durante todo el proyecto. Juntos, nos adentramos a la escuela, hay muchos padres dentro y niños correteando, recuerdo haber estado a nada de volverme loca cuando estudié aquí, era terrible tener que venir todos los días, no era tan emocional con el tema de las clases como lo es mi hija, es una niña muy especial. Localizamos su salón y le acompañamos hasta ahí, el panorama me subleva, el escenario de algunos niños llorando nos recibe. Ella sola busca su sitio, elige un lugar muy cerca del escritorio de la maestra. La señorita Lane, nos saluda con amabilidad, y de inmediato se hace amiga de la pequeña, ha conseguido un pequeño grupo de niños que se encuentran serenos, dejando a sus padres a un lado. El sonido de la campana se hace presente, y es el momento para marcharnos. Mi esposo se despide de nuestra hija, tan cariñoso como él suele ser. Al llegar mi oportunidad, me siento muy melancólica. Esta niña, tan grande y con una actitud de campeona, es la misma que me hizo sufrir unos dolores terribles para traerla al mundo, que se ganó mi sonrisa con solo tenerle en mis brazos. Una pequeña bebé hermosa de unos tantos centímetros.

—Mi vida, haz caso a la maestra y pórtate muy bien con tus compañeros. —Deposito un beso en su frente. —Te quiero, Rose.

—Yo también te quiero mami. —Me sonríe.

Tomo un poco de aire al verle por última vez, soy una mamá exagerada. Las lágrimas se instalan en mis ojos, he sucumbido, finalmente la unión de todo lo que sucede en mi vida, me pone sensible.

— ¿Qué pasa, mi amor? —Paul sostiene mi barbilla.

—Que estoy loca, Paul. No me hagas caso, ya sabes como soy, tengo un revoltijo de emociones.

—Todo va a salir bien hoy, lo sabes. —Me besa en los labios. —Hoy va a ser un gran día para ti, quisiera estar contigo en ese momento, pero no puedo faltar a Müller. Pero tienes todo mi apoyo, y mi amor incondicional.

—Lo sé, cariño. —Dejo que sus brazos me rodeen. — ¿Estarás a tiempo para la cena?

—Haré todo lo posible.

Con una despedida, un tanto dramática de mi parte, Paul se marcha en el otro auto, puesto que su viaje es en la dirección contraria a la mía.

***

Al llegar a la editorial, me encierro en mi oficina, no tengo nada por hacer, pero tampoco tengo los ánimos suficientes para interactuar con nadie. Por ello, tras recibir mi té de las manos de Hannah, le pido que no deje pasar a nadie, que haga como si no he venido, y cualquier solicitud, que la dejen con ella, ya luego voy a revisar todo.

No salgo de mi oficina hasta que me avisan que es hora de irnos, me tiemblan las manos y mi cabeza es una bomba de tiempo, no me pongo así ni siquiera con las presentaciones de mis libros. Me reúno con todo el equipo en la recepción, antes de que partamos en nuestros respectivos autos hacia el lugar del evento. Estando allí, tanto Braulio como Marlen, se aseguran de que esté todo en orden y listo para evitarnos inconvenientes que puedan retrasar la actividad.

Me quedo en una esquina sin llamar demasiado la atención, recordando que hoy no es mi día, sino, de mi escritora estrella. Todo el movimiento de publicidad, ha funcionado a la perfección, la chica ha sabido cautivar a muchas más personas de las que imaginamos. Le veo llegar por fin, luce bastante nerviosa, aprovecho cuando me presenta a sus padres para conversar con ella, y brindarle unas breves palabras para que se tenga confianza al momento de presentarse ante las cámaras. El lugar empieza a llenarse, y eso no hace más que ponerme muy nerviosa. Siento una presión extraña en mi estómago, corro al baño para mojarme un poco la cara, en busca de encontrar un poco de serenidad. No funciona, porque en menos de un minuto, levanto la tapadera del sanitario y me deshago del desayuno, después de eso, me siento mucho mejor.

Regreso al salón donde se realizará el evento, una vez que he retocado mi maquillaje.

—Phoebe, hasta que te encuentro. ¿Dónde te habías metido, cariño? —pregunta mi madre, depositando mi respectivo beso en la mejilla. —He llegado y nadie sabía nada de ti.

—Mamá, he ido un momento al baño. Necesitaba controlar mis nervios y fui para humedecerme un poco la cara.

— ¿Te sientes bien? Tienes una cara de susto tremenda.

—Son los nervios, no todos los días se presenta la oportunidad de sacar un primer libro como directora de una editorial, más porque he sido yo quien le ha escogido a ella para tener esta oportunidad.

—Mantén la calma, Phoebe. Sé lo que se siente, básicamente el primer libro que salió cuando yo estaba en tu posición, recién me estrenaba en mi puesto. Cuando el proyecto se logró, tu padre y yo volvíamos de una fabulosa luna de miel. —Deja caricias en mis mejillas. —Tú solo deja que todo fluya, y cuando menos lo espere, esto habrá terminado.

—Gracias por estar a mi lado este día, mamá,

­—No me agradezcas nada, que para eso soy tu madre.

Me abrazo a ella. Necesito el calor de su cariño.

—Phoebe —me separo de mamá cuando la voz de Braulio aparece. —Lamento interrumpir este lindo momento, pero en unos minutos dará inicio la presentación, y te necesito en tu lugar.

El corazón se me acelera nuevamente, espero que esta sea la única vez en que me comporte así, de hacerlo con todas las presentaciones, terminaré internada en un manicomio. Pido que acomoden a mamá en su lugar, muy cerca del escenario que han montado, justo donde puedo verle todo el tiempo. Mi móvil resuena en uno de los bolsillos de mi chaqueta, aprovechando que el evento aun no da inicio, le saco para revisar. Se me forma una enorme sonrisa al leer su contenido.

Te deseo el mayor éxito en esta tu primera vez, porque sean muchas más.
Te amo incondicionalmente.
Tu esposo, Paul.

Sonrío a la pantalla antes de guardarlo. Me encantan estos detalles que llega a tener, es un hombre perfecto... o al menos roza la perfección. Braulio es el primero que toma la palabra, cuando como su representante, decide hacerlo como una muestra de apoyo, puesto que los nervios se le notan a la señorita Cruzado. Cuando llega mi turno, simplemente doy unas breves palabras sobre la alegría que nos da poder ser parte de este lanzamiento, y de lo mucho que esperamos su éxito, además del trabajo que hemos realizado codo a codo para que los lectores puedan disfrutarlo.

—Y gracias a editorial Grey por brindarme la oportunidad de ver realizado este sueño. A todos lo que estuvieron trabajando día con día para que hoy pueda tener entre mis manos, esta historia, en la cual invertí mucho tiempo, y dejé tanto de mí.

Sonrío, sonrío y sonrío. Yo también soñé una vez, sé lo que se siente lograr algo que deseas, ocupe su lugar, y ahora disfruto de todo lo que me ha dejado. Abandono el salón antes de que el evento termine, debo hacer uso del baño una vez más. Me apoyo en el lava manos una vez que he terminado.

— ¿Phoebe, estás? —pregunta mamá sin entrar.

—Sí, dame un minuto y salgo. —Dejo limpias mis manos, y tras secarme con la toalla de papel, le dejo en el depósito.

—Definitivamente, necesitas darte un descanso. Sobre todo si en unos días vas a viajar, sé por experiencia propia lo agobiante que puede ser todo esto. —Me da aire con el abanico que tiene en la mano.

— ¿Puedes ir por Rose a la escuela? Por favor. Me zumban los oídos y la cabeza me empieza a doler, definitivamente no volveré a la editorial.

—Por supuesto, le llamaré a Judith para que vayamos juntas por la pequeña.

Agradezco infinitamente cuando todo termina, alcanzo a despedirme de todos, y explicarle a Braulio que no iré con ellos al almuerzo que habíamos planeado, de verdad que me siento terrible. En el camino, llamo a Hannah para que sepa que hoy puede retirarse antes de su hora. Al llegar a casa, lleno de besos a mi niño, quien ya puede gatear por toda la alfombra, pese a que me dan muchas ganas de estar con él, he dejarle con Danielle, el cansancio en mi cuerpo, pide a gritos porque le deje descansar. Me lanzo a la cama, ya después buscaré algo de comer. En cuando mi cabeza toca la almohada, me permito dejarme guiar por el sueño.

***

Al despertar, me siento mucho mejor, no tenía nada que no solucionase unas cuantas horas de sueño, porque he dormido por horas. Incluso tengo buena compañía en mi cama, Rose, que ya está sin su uniforme, se encuentra recostada a mi lado, mirándome fijamente.

—Hola, mami —me dice a modo de saludo.

—Hola, preciosa mía. ¿Qué haces aquí?

—Las abuelitas me han traído, y Danielle me ayudó con mi ropa. Yo vi que dormías mucho, y yo te cuido, mami.

La envuelvo entre mis brazos, mi niña es todo un amor. Le lleno de besos la cara, es tan hermosa. Sonrío en dirección a la puerta, mi amor ha llegado. Y no viene solo, mi otro rubio hermoso viene cogido de su mano.

—Mira Manuel, hemos encontrado a un par de traicioneras. —Dice dejando su maletín a un lado para poder cargarle y avanzar hacia nosotros.

—Buenas noches, papá. —Le canturrea alegremente. —Hoy me porté muy bien en la escuela.

—Cómo debe de ser, señorita. —Deposita un beso en su nariz. Lleva su mano libre al bolsillo y saca algo color café... chocolate.

Alegremente, ella lo toma y de inmediato lo abre, ni siquiera voy a discutir porque le de dulces antes de la cena. Nuestra hija, nunca peca sola, y le comparte un trozo a su hermano, quien no duda en llenarse los dedos al comerle. Me remuevo un poco hacia el lado donde están sentados los niños.

—He leído en las noticias que todo ha marchado perfecto. —Murmura sentándose a mi lado, alza mi mentón para depositar un beso en mis labios. —Y también me he enterado de que no te has sentido bien.

—Cariño, ya sabes que me tomo todos los proyectos muy en serio, y que me comprometo hasta desfallecer. Estoy agotada por lo movido que han sido estos días, ahora mismo me hice una siesta larguísima, y me siento como nueva.

—Deberías seguir tomando las vitaminas, tienes mucha presión encima.

—Las bebo cada mañana, Paul. De verdad, ya estoy perfecta.

—Voy a darte el beneficio de la duda. —Sisea risueño. —Solo porque te extrañaré los días en que no estés.

Muevo la nariz divertida, y acomodo mi cabeza en su pecho. Fácilmente podría volverme a dormir, con él como almohada.

***

Los días transcurren, con altibajos en mi salud, pero no comento nada, con lo exagerados que son, tendría que cancelar mi viaje, y eso es algo que no estoy dispuesta a hacer. Con la maleta en manos, me despido de mis hijos, dejándoles un millón de recomendaciones de madre preocupada a todos. Me cuesta dejarles, sobre todo cuando es Rose quien llora, se me parte el corazón, pero sé que ella aun siendo tan pequeña, comprende que me voy por trabajo, pero que haré el mayor esfuerzo para estar con ella en su cumpleaños, hay cosas que no estoy dispuesta a sacrificar. El abuelo Manuel le sostiene en sus brazos para distraerla, mientras le cuenta alguna bonita historia. Manuel me echa los brazos, y me pone muy contenta al llamarme mamá.

Subo al auto con el corazón encogido, odio separarme de ellos. Al llegar al aeropuerto, no puedo evitar sentirme acongojada y triste, soy una madre muy apegada a sus hijos, y este tiempo se me hará una eternidad. Y hay algo más que me pone mal, Paul ha viajado ayer por negocios, nos hemos despedido al marcharse. Mis hijos, mi esposo, me cuesta tanto irme. El altoparlante anuncia que debemos movernos para tomar nuestro vuelo a México, el país me encanta, pero es la primera vez en que le visitaré sin la compañía que tanto amo. Camino con dirección al área de embarque, resignada a marcharme con el dramatismo que conlleva esto. Me detengo al escuchar una voz, su voz, giro de inmediato, encontrándome con Paul arrastrando su maleta por el pasillo.

—Phoebe —dice casi sin aire. —He bajado del avión como un loco. Tenía que despedirme de ti, cariño.

—Zimmerman, parece que lo tuyo es armar el desorden en público. —Susurro divertida, yo encantada de que lo haya hecho.

—Yo hago lo que sea por tí, porque eres la otra parte de mi corazón. No sería capaz de sobrevivir tantos días, si no me das un beso de despedida. —Suspiro, vuelo en un ala. Se inclina para unir nuestros labios, no importa nada, ni siquiera la insoportable mujer que no para de anunciar mi vuelo. —Te amo.

—También te amo. —Limpio los restos de pintura de labios que le han quedado. —Cuida a los niños, no dejes de darle un beso en mi nombre, y no les des dulce antes de cenada, eh. Qué te conozco.

—Nos portaremos bien, cariño.

Se me hace un nudo en el estómago al cruzar la puerta, y perderle de vista. Braulio me espera, incluso me da un abrazo de comprensión. Tampoco está muy contento con el viaje, dejar a Lucy sabiendo que el embarazo está tan a avanzado, menos. Ya en el avión, nos acomodamos en nuestros asientos, somos compañeros en el vuelo. La agenda es muy apretada, desde que podemos las ciudad de México, no tendremos cómo parar, habrá muchas actividades.

Unos leves movimientos en mi hombro, me despiertan, hemos llegado, y yo he dormido todo el tiempo. El ambiente es tranquilo, y del aeropuerto nos marchamos al hotel, para ponernos todos guapos para la cena de bienvenida con los dueños de dos de las librerías a las iremos.

Una vez pasada la cena, nos encerramos cada quien en su habitación. Y yo aprovecho el tiempo para establecer una vídeo llamada con mis amores. Los tres están en nuestra cama, los amo con todo lo corazón. Rose me habla de lo divertido que es el abuelo Manuel y que le hizo un truco de magia. Mi niño ya va perdiendo la batalla con el sueño. Y comprendiendo que mi amor tiene trabajo en la empresa mañana, terminó la llamada, pese a que no quiero, pero sé que él debe dormir... Los tres. Me enrollo en el edredón, está noche me siento muy sola.

Para el primer día, hacemos un breve recorrido para tomar algunas fotos publicitarias. No pasmados mucho tiempo en ello, puesto que la agenda para este día está llena y el lapsus para movernos de un lado a otros es corto. Al caer la noche, cumplimos lo trabajo. Esa noche, termino con lo completo, solo le envío un meses a Paul y me duermo.

Los días siguientes son casi lo mismo, incluso le invitan a participar de una feria de libros. A la cual no le acompaño, soy un desastre, y el malestar de días pasados vuelve a atacarme. Me bebo una pastilla para relajarme, planeando despertar para la cena. Fallo.

Al día siguiente, en cuanto me despierto, y soy consciente de las horas que dormí de un tirón, llamo a mi esposo, quién de solo descolgar, me saludó con un «te amo». Eso y saber de los niños, me da muchas energías para seguir el día.

Me niego a salir de la cama, la noche ha estado pésima, al parecer, abusar de la comida no fue una decisión sabía. Paso la mayor parte del tiempo en el cuarto de baño, y cuando no lo hago, duermo. Había estado comiendo mal, incluso he estado a nada de desmayarme.

Se escuchan dos golpes en la puerta de mi habitación, me levanto de la cama para abrir. Es Braulio, me sostengo de la pared cuando tengo la sensación de que todo se mueve. Pierdo la consciencia. Ese olor, el olor es demasiado fuerte, tambaleándome, me adentro en el cuarto de baño, y escupo lo que quedaba de mi desayuno. Él me da su pañuelo, y me ayuda a ponerme en pie. Me siento en la tapadera del váter para reponerme.

—Me han sentado terrible los famosos tacos de... —cubro mi boca. Solo recordar todo lo que comí, me da náuseas.

—Nada tiene que ver con lo mal que te ves. No puedes continuar así, Phoebe.  —Me cubro la cara, que feo huele el ambientador.

—Es solo cansancio —le digo limpiando mi boca con el pañuelo que me ha ofrecido.

—Phoebe, Lucy también decía que era cansancio, y ahora estamos por ver nacer a nuestro hijo.

Aparto el brazo de mi cara para verle con atención.

— ¿Insinúas que estoy embarazada? —pregunto en un murmullo.

—Puedo conseguirte una prueba casera o acompañarte a algún médico de aquí, pero debes hacer algo. Ya llevas semanas así, pero en estos días te veo peor, apenas tocas los platos de comida, duermes todo el tiempo y este es tu segundo desvanecimiento.

Se prenden mis alarmas. Santo Dios, Paul y yo hemos estado haciendo nuestras cosas sin protección. Mi mano viaja a mi vientre, ¡Cristo!

Dos horas después, tomamos la consulta con la doctora que él mismo me ha conseguido. Claro, con aquel papelito que menciona la confidencialidad. Es una mujer relativamente joven, tal vez unos años mayor que yo. Sus preguntas, me ponen nerviosa... Esto ya lo he vivido antes, y entre más respuestas afirmativas hay, menos serenidad tengo. Me pide la muestra de sangre, y casi puedo sentir mi corazón deteniéndose cuando le veo la orden... Es una prueba de embarazo. Estoy asustada, pero a la vez emocionada. Descontrolada, lloro, no sé si por emoción o por estarlo viendo aquí, sin Paul.

El reloj parece no avanzar.
Los montos nos parecen contar con sesenta segundo, siento que tarda el triple. Espero por los resultados sentada en una banca del jardín, la necesidad de aire es creciente. Ella nos manda a llamar, el corazón me late a mil por hora, el sobre está en sus manos. Lo abre y empieza a leer, sus ojos pasan por toda la hoja.

—Es positivo, señora Zimmerman. Está usted embarazada. —Uno, dos, tres... Serán cuatro Zimmerman para mí. Sonrío, pero también lloro. —Felicitaciones, el bebé casi alcanza los dos meses.

—Felicidades, Phoebe. —Dice Braulio. Envolviéndome en un abrazo.

¿Cómo le digo a mi amor que finalmente tenemos a nuestro tercer hijo? Acaricio mi vientre plano, no puedo creer que dentro de mí esté creciendo otro fruto del amor inmenso que los tenemos Paul y yo. Es inesperado, pero estoy segura de que nos hará felices... Mucho más de lo que ya somos.

— ¿Podemos hacer la ecografía? —Le pregunto. Ella asiente con una sonrisa. —Mi esposo se va a volver loco cuando le diga.

—Zimmerman ya está loco, Phoebe. —Bromea Braulio.

Mi amor está loco, pero loquísimo de amor. ¡Tendremos otro bebé!

*TOC TOC*
¿Y qué tal?
En el siguiente capítulo, ¡Paul y si punto de vista!
Saludos.
Abrazos.
Cinthya.

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