TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY...

By imwritercs

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Phoebe es exitosa en su profesión, más que feliz en su matrimonio, y pese a que Rose llega casi a los cinco a... More

Leer, por favor.
[PREFACIO]
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-EPÍLOGO-
UNA HISTORIA MÁS
CHRISTIAN | ÚLTIMO ESPECIAL

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By imwritercs

POV PAUL:

¡Oh, Dios mío!
El grito de Rose ha sido terrible.

Phoebe es la primera en salir corriendo de la cocina, le sigo muy de cerca, con el cuidado de no pisarle los pies o tirarla. Subimos tan rápido, que nuestras respiraciones se escuchan con claridad. Al llegar a la habitación, encontramos a la pequeña sentada en el suelo, llorando a mares. Mi esposa ahoga un grito al ver la mano de la niña, tiene sangre y se queja de un fuerte dolor.

—La puerta —nos dice entre lágrimas. Demonios, se ha aplastado el dedo con la puerta.

—Déjame ver, cariño. —Le pido colocándome frente a ella. Se niega y llora a un más fuerte.

—Duele, papi, duele mucho. —Me dice, con su labio inferior temblando.

Creo que se ha partido la uña o algo así. Mi pobre niña. No mueve el dedo, y se niega a que le toquemos. Me preocupo, mi amor también lo hace, su gesto contraído en el rostro, me indica que no está bien, aquí uno de los dos debe mantener la calma, y seré yo.

—Phoebe, hay que localizar a la doctora. —Le explico cogiendo en brazos a la niña. —Le llevaré a la cocina para limpiarle y colocar hielo antes de que se inflame.

—Está sangrando, Paul —murmura. Su cara está pálida. —Como tú...

—Phoebe —siseo, tocando su hombro. Ver sangre abundante no le hace bien. —Amor, ve por Manuel. Me encargaré de llamar a Theodore para que le cuiden mientras vamos con Rose al hospital.

Le dejo dentro de la habitación, recogiendo el bolso de nuestro hijo. Y de inmediato bajo hasta la sala para marcar a la casa de los señores Grey.

—Buenas noches, casa de la familia Grey. —Reconozco la voz de Gail.

—Gail soy Paul, ¿Está Theodore o Clare cerca?

—Sí, en un momento le comunico.

Espero unos segundos, Rose continúa llorando y su dedo se ve terriblemente inflamado.

—Paul. —En cuanto le escucho hablar, respondo yo.

—Thed, necesitamos que cuiden de Manuel unas horas. Rose se ha prensado el dedo con la puerta, ¿Podemos llevar al niño?

—Por supuesto, ni siquiera deben preguntar. Aquí les esperamos.

Termino la llamada y voy a la refrigeradora por un poco de hielo, lo pongo en una toalla y se lo coloco la más suave que puedo sobre el área afectada. Se queja del dolor nuevamente, trato de calmarme susurrándole que todo va a estar bien. Phoebe baja con el pequeño en brazos, y los bolsos. Me dice que la doctora está en turno, y nos esperará para atendernos, además de unas cuantas indicaciones para el viaje. Le quito uno y camino de prisa para llegar al auto, tanto Sawyer como Ever están descansado, sin embargo, ambos se levantan del sillón al verme entrar a la cochera.

—Luke, necesito las llaves del auto.

— ¿Van a salir? —me pregunta.

—Rose ha tenido un accidente con la puerta, vamos a llevarle al hospital. —Le informo.

Los dos dejan la comodidad y se colocan el traje para salir con nosotros. Les indico que primero debemos dejar a Manuel en casa de sus abuelos.

Al llegar a la casa, bajo del auto solo para dejar al niño, quien por fortuna duerme. Las explicaciones quedan para después, quedo con ellos en llamar cuando le hayan revisado. Cogemos la carretera rápidamente, me parte el corazón ver el desconsuelo de mi hija, cada vez se queja más del dolor. Incluso veo lágrimas deslizarse por las mejillas de Phoebe, sé lo mucho que le afecta no poder controlar las cosas que les ocurren a los niños. Paso mi brazo por sus hombros y beso su sien. Mantengo inmovilizada la mano de Rose, así el dolor será menos.

Llegando al hospital, conseguimos ser atendidos por la doctora Smith, quien con la dulzura acostumbrada se acerca a la niña para hacer su valoración. Pero ella se niega a ser tocada, no tengo idea de lo mucho que le duele, sin embargo, sé que es necesario que le revisen, sabiendo eso, le sostengo la mano. La doctora coge su dedo pese a las quejas de Rose, para limpiarle.

—Dime, señorita, ¿Cómo nos golpeamos este dedito? —le pregunta con voz dulce.

—Con la puerta. —Susurra entre sollozos.

— ¿Y qué hacíamos cuando sucedió?

—Yo quería cerrarla porque Manuel estaba dormido. —Explica. La doctora le sonríe.

—Perfecto, Rose. —Dice colocando el dedo afectado en su mano. Nos mira y explica: —Por el nivel del dolor, puede que sea un poco más que solo el golpe. Tiene una herida menor, la cual voy a curarle la pequeña lesión que tiene en el área de la uña.

Durante aproximadamente diez minutos se dedica a su curación, nos muestra la pequeña herida que sangraba. Con algo de medicación y pomada, consigue moverle el dedo. Da la orden para que se le realice una radiografía, puesto que el dedo permanece en una posición extraña. Phoebe y yo permanecemos sentados en el sillón de la sala de espera mientras se la realizan. Los dos estamos nerviosos, y noto algo extraño en mi esposa, ni siquiera habla, le aprieto entre mis brazos y beso su cabeza.

La doctora y Rose regresan junto al traumatólogo infantil, que afortunadamente descarta que haya algún hueso roto, solo tiene un esguince leve, por lo que le inmovilizan el dedo.

—Le recetaremos antiinflamatorios para que la hinchazón disminuya y no tenga tanto dolor. —Dice mientras anota en su libreta de recetas. —Rose tiene bonitos sentimientos, es una niña maravillosa.

—Nuestra hija es la mejor de todas. —Aseguro.

Phoebe permanece en silencio, solo se dedica a contemplar a nuestra hija. La pequeña está rendida ante la medicación, y la hora, es tiempo de que ya estuviese dormida.

—Muchas gracias, doctora. —Le digo cuando nos permite marcharnos.

—Recuerden venir la semana próxima para la revisión con el traumatólogo.

Rose se encuentra dormida, le cargo como a un bebé, evitando que la mano quede colgando. Una vez en el auto, Sawyer pone el auto en marcha, escucho un sollozo bastante bajo, le pertenece a Phoebe, cojo su mano y la aprieto. Me sonríe, pero sus hermosos ojos están llorosos. Deposito un beso en su muñeca.

—Todo ha pasado ya, Phoebe. —Ella asiente, lo sabe, pero aún mantiene esa seriedad que pocas veces se le ve. — ¿Qué pasa?

—Si me hubiese quedado en la habitación, a Rose no le pasaba esto, sucedió en cosa de minutos.

—Cariño, no pienses en eso. Cuando algo debe ocurrir, sucede y ya. —Trato de tranquilizarle. —En unas semanas su dedo estará como si nada hubiese ocurrido, le cuidaremos bien y esto quedará como un mal recuerdo.

Su problema, es la culpa. Converso con ella todo el camino, hasta llegar a la casa de los señores Grey. Consigo una sonrisa de su parte, se ve mucho más relajada que antes. Theodore y Clare nos ofrecen algo de cenar, pero es en lo último que ambos pensamos, teníamos la idea de sacar a Manuel e irnos a nuestra casa. Pero siendo el día que es, optamos por quedarnos y marcharnos mañana temprano. Rose ha despertado al escuchar el murmullo de nuestra conversación.

— ¿Cómo está mi niña preciosa? —Le pregunta Theodore. Sus ojos lagrimean, mi niña le muestra su mano.

—Me golpeé mi dedo —le susurra. —Y me dolía mucho.

— ¿Te apetece un chocolate? —Ella asiente con rapidez, incluso sonríe. —Ven, vamos a la cocina para conseguir algunos.

Clare le tiende sus brazos para cargarle, pero ella se niega a ir con ella.

—Yo quiero chocolates —me susurra muy bajito al oído. —Llévame tú.

—Vamos, Clare. —Le digo.

Sigo los pasos de mi cuñada, dejando a los hermanos en la sala. En cuanto entramos a la cocina, ella saca una caja del frigorífico. Dejo a Rose sentada en uno de los bancos de la isla. Clare le deja cuatro corazones de chocolate en un plato pequeño, y se pone a prepararle una bebida con fresas.

—Papi, me duele aquí —señala la venda que trae en la mano. Reviso la hora en mi reloj, le toca la pastilla del dolor.

—Rose, voy con mami para traerte el medicamento, quédate donde estás y no molestes a tu tía, ¿Bien? —Ella asiente, siempre muy obediente. —Clare, ¿Me la cuidas un momento?

—Ve sin cuidado, aquí le cuido yo. —Ella se dirige a mi hija. —Mira, preciosa, tu bebida ya está lista, ¿Gustas un sándwich?

—Si, con mucho tomate.

Tomate. Rose es de los pocos niños que piden verduras teniendo su edad.

Le beso en la frente antes de salir, aunque ellas ni se percata, está muy emocionada usando la pajilla para beber un sorbo de lo que Clare le ha preparado. Camino por el pasillo que separa la cocina del área del salón. Conforme me acerco, escucho murmullos. Son Theodore y Phoebe conversando, ella le está comentando todo lo que la doctora nos ha dicho.

—Ha sido una de las peores sensaciones a las que me he enfrentado. —Le confiesa.

—Puedo hacerme una idea de ello, no debe ser algo que se desee. Pero la niña está bien, debes calmarte. —Me acerco un poco más, sin que me miren o noten que estoy ahí. — ¿Quieres un té? Tenemos tu favorito. Ya que no han aceptado cenar, permíteme ofrecerte siquiera eso.

—Está bien, tráeme el té. —Acepta finalmente.

—Dame unos minutos, que voy a la cocina y te lo traigo.

Escucho sus pasos, me separo de la pared y finjo que recién voy pasando por el pasillo. Coincidimos al cruzar el umbral, muevo la cabeza para saludarle y continúo hasta llegar a la sala.

— ¿Le pasó algo a Rose? —me pregunta alarmada. Dejando el lugar que ocupaba en el sillón.

—No, cariño. Solo he venido por su medicación. Phoebe, tienes que tranquilizarte. —La estrecho entre mis brazos. — ¿Quieres dormir un poco?

—Lo siento, Paul. Todavía estoy algo sorprendida por lo que ocurrió. —Deposito un beso en sus deliciosos labios, y rozo nuestras narices entre sí. —Theodore me está preparando un té.

—Este día quedará en el olvido. —Susurro. —Espera a que te lo traiga, Rose está cenando en la cocina, cuando termine, venimos por ti para ir a la habitación.

Le dejo una vez que su hermano está de regreso, para no dejarle sola. Me voy a la cocina, mi hija está disfrutando de un delicioso sándwich, no quiero interrumpirle, así que espero a que se lo termine para darle sus gotas. Ella dice que saben feo, pero por fortuna, Clare le contenta con otro chocolate para que se le quite el sabor.

Una vez en la habitación, hemos de acomodarnos en la cama, puesto que Rose quiere dormir con nosotros. Y no nos podemos negar a ello, nuestro mayor miedo es que durante algún mal movimiento podamos golpearle. Le dejamos su espacio en el centro, y en cuestión de minutos se duerme. Cuando la habitación se queda a oscuras, nuestro día llega a su final.

***

Me voy a volver loco. El fin de semana en familia fue maravilloso, y regresar a la realidad en la empresa es agobiante. Todo el estrés que libero en dos días, los recupero en unas horas.

—Vilma, ¿Dónde están los documentos que se deben enviar a Alemania? —le pregunto a mi secretaria.

—Señor Zimmerman, los he dejado en su escritorio. —Me responde acercándose al objeto mencionado. Levanta las carpetas. —Los traje junto a su café.

—No sé dónde demonios tengo la cabeza. —Farfullo, no está siendo un buen día. —Gracias, Vilma.

Camino a paso rápido para empezar a ojear los documentos, esto debe estar en manos de Eric antes del medio día.

—Señor, ¿Ya podemos leer su agenda? También necesito comentarle sobre sus llamadas.

—Te escucho. —Desde que llegué, muy temprano, no hemos tenido la oportunidad de nada. El jodido cierre de mes me sienta mal.

—Se canceló la reunión de la tarde por el retraso en el vuelo del señor Jackson, se ha pospuesto para el día de mañana a las nueve. —Los contratiempos, siempre los contratiempos. —Los inversores de Argentina, vendrán esta semana, sin fecha precisas. Ellos quieren saber si usted podría recibirle, en cuanto tengan su respuesta, harán su itinerario. Y llamaron de la sucursal de Houston, parece que están teniendo problemas con la entrega de productos, en la carpeta roja se encuentra su documento de queja, puesto que las cajas están llegando incompletas.

—Vilma, agenda la reunión con los inversores para la semana próxima, menos sábado ni domingo... Lunes tampoco. Para martes, coloca la cita para martes, o que ellos confirmen un día exacto. —Le digo. —Programa mi viaje a Houston para mañana mismo, después de la reunión me iré. No avises a nadie, porque será una visita sorpresa, esa sucursal ha estado dando más problemas que satisfacción últimamente. Una última cosa, solicita al área de contabilidad los documentos para desembolso de nómina. No sé en qué mundo viven, nunca tienen nada a tiempo. Es más, quiero una reunión con todo los jefes de área para pasado mañana, los quiero a todos, sin excepciones.

—Si, señor Zimmerman. Ahora mismo me pongo a realizar lo que se me ha encargado. ¿Necesita algo más?

—Un café, pero expreso.

—En unos minutos se lo traigo. —Cierra su agenda y se acomoda los lentes

Necesito de mucha paciencia.
Cierro los ojos un momento, me paso las manos por la cara y las hagas vuelven a su lugar. Me pongo a trabajar en los documentos que he de enviarle a Eric, tendría que viajar a Múnich, pero me es imposible en este momento. Vilma regresa con mi café y lo deja en el escritorio, para luego retirarse.

Mi móvil vibra a un lado, dejo un momento el monitor, para revisar el mensaje que ha llegado.

Phoebe G.
Rose ha tenido su última sesión, hablaremos por la noche con Danielle. Ahora iré con Rose para comprar sus cosas de la escuela.
Te amamos, mi amor.

Sonrío, mi mujer es la única persona capaz de plasmar una sonrisa en mi cara pese a todo. Y justo esa es la razón por la cual le amo, a ella y a nuestros hijos.

Paul Z
Diviertanse mucho. Estoy ansioso porque llegue la noche, quiero verlos.
Los amo, preciosa.

Dejo en móvil en su lugar, me muero por marcarle, pero eso solo retrasaría aún más mi trabajo. Solo espero que el tiempo pase rápido, llegue la noche y pueda estar con ellos.

Una vez que el correo me aparece como enviado, me permito descansar. Cosa que no dura demasiado, puesto que el teléfono de la gerencia suena.

—Dime, Vilma. —Murmuro agotado.

—Señor Zimmerman, el licenciado Jonas está aquí.

—Que pase, y por favor, que nadie nos interrumpa. Y nadie es nadie, Vilma, ¿Entendido?

—Sí, señor.

Termino la llamada y me recompongo en el asiento, ante todo, la buena presentación. Jonas entra a mi oficina y le ofrezco asiento en las silla que se encuentran frente a mi.

—Buenos días, señor Zimmerman. —Me saluda, estrechamos nuestras manos.

—Buen día, Jonas. ¿Qué te trae por aquí? —Inquiero cruzando mis manos sobre el escritorio.

—Me apena mucho venir hasta aquí para molestarle, pero como usted sabe, nuestro centro se mantiene de los donativos. —Frunzo el entrecejo. —Esta semana hemos tenido que limitar la compra de enseres por falta de presupuesto.

—Ve al grano, Jonas.

—Tenemos dos meses en los que el donativo de Müller no llega a nuestras cuentas. Y me he tomado el atrevimiento de venir a preguntar hasta aquí, si nos han suspendido su ayuda.

Bufo. Estoy supera por mucho lo que estoy dispuesto a tolerar, yo he firmando la salida de ese depósito, alguien me está jugando sucio.

—He traído nuestros comprobantes, por si desea cerciorarse de que no mentimos. Desde que empezamos a trabajar juntos, esto no había sucedido, y nos vimos en la necesidad de aclarar las dudas.

—Jonas, aquí hay una confusión. Mi compromiso con ustedes sigue igual. —Saco la chequera personal de mi gaveta, y firmo un cheque por una cantidad adecuada. Se lo extiendo. —En unos días haremos el depósito total.

—Gracias, señor Zimmerman. Y me disculpo nuevamente por mi imprudencia.

—No te preocupes, Jonas. En realidad te agradezco que vinieses. Salúdame a las señoras Murat.

—Así lo haré. —Murmura guardando muy bien lo que recién le he dado. —Señor Zimmerman, casi lo olvido. —Me entrega un sobre. —Es para la celebración de nuestro aniversario, estaremos recaudando fondos como cada año. Gracias a su ayuda, el evento podrá realizarse como se debe.

—Mi familia y yo estaremos con ustedes.

Le acompaño afuera, y espero a que el ascensor se cierre para hablar con mi secretaria.

—Vilma, me has llevado la documentación de "Manos enlazadas" ¿Verdad?

—Si, señor. Todos los meses lo hago. Si lo desea busco los comprobantes.

—Cambia mi viaje de mañana. Quiero tener a los administrativos y contabilidad en mi oficina después de mi reunión con el señor Jackson. Prepara los estados de cuenta y comprobantes, además de una presentación con ello. ¿Lo tienes?

—Perfectamente. —Asiente. —Ya he llamado al área de contabilidad, el licenciado Loretto no se encuentra por el momento.

—Deja eso y has lo que te dije recién. Es urgente.

—Como usted ordene. —Truena sus dedos y golpea su frente. —Me dijo que nadie le molestara, pero consideré que eran importantes, así que envié a las personas que han venido a la sala de juntas.

—Iré a ver. —Comento dudoso, ¿Quiénes serán? —Casi es la hora del almuerzo, puedes retirarte.

Dejo cerrada mi oficina para dirigirme a la sala de juntas. Ya no quiero más problemas, de preguntar quién ha venido a buscarme, me ahorraba el desgaste de pensar en quien habrá venido. Debe ser importante, para decidirse a esperar. Abro la puerta.

— ¡Papi! —La voz de mi pequeña rubia resuena en mis oídos. Al verle correr hacia mi, no puedo hacer más que cogerla entre mis brazos. Besa mi mejilla repetidas veces.

Mejor, mucho mejor.
Mi amor también se acerca a nosotros, con mi pequeñín Manuel, caminando cogido de su mano. Sonríe al verme. Ellos son una carga de energía.

—Papi, mami me compró unos zapatos muy lindo para la escuela. —Me cuenta. —Y muchas cosas, colores, un montón.

—Eso es estupendo, Rose. —Beso su frente. Sus ojos brillan de emoción.

Le dejo en el piso. Mi hermosa esposa acomoda mi corbata. Y Manuel ocupa mis brazos. Ella deja un beso fugaz en mis labios.

— ¿A qué se debe esta hermosa sorpresa?

—Escribiste que querías vernos, Rose insistió en que quería comer con papi y Manuel se ve muy contento de verte. Y como yo estoy para cumplir sus deseos, decidí venir con mis hijos para invitarte a comer, ¿Comes con nosotros, amor?

—Cariño, no te haces una idea de lo mucho que deseo eso. —Esta vez soy yo quien le beso. —Te amo, preciosa.

... ... ...

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