Harry Y Hermione (one shots)

Galing kay azzzaa29

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Serie de one shots e historias cortas de nuestra pareja favorita, Harry y Hermione. Que podrán ser de difere... Higit pa

Primer beso.
Ciego.
Todo
Ocupados
Siempre
Solo mío.
Un buen día
Elegido
Gracias al castigo
Promesa
Navidad con los Potter
Sólo mi culpa.
Por ti
Algún día
Fingiendo
Fingiendo II
Futuro...
Futuro parte 2
Como si no hubiera un mañana
Futuro (Hermione)
Todos lo saben
La mejor idea.
Matrimonio
Destinados
Percepción de un tercero
Vuelve, Hermione.
Vuelve Hermione parte II
¿Cómo fué?
¿Cómo fué? II
We Could Have Had It All
¿De algún modo?
¿De algún modo? II
El cambio del Elegido
El cambio del Elegido II
The One That Got Away
All I Want
Todo lo que quiero
What could have been...☆
What Could Have Been. II☆
What had to happen
What had to happen (final)
Bring her back
Bring Her Back (parte final)
La Orden del Fénix ☆
La Orden del Fénix Pt. II ☆
La Orden del Fénix (última parte) ☆
Lo correcto
El príncipe mestizo ☆
El Príncipe Mestizo III ☆
El Príncipe Mestizo IV ☆
We Bonded For Life
Una ayuda extra
Memorias olvidadas
Deseos Reprimidos
El comienzo del fin
¡supéralo!
¡Supéralo! Pt. II
Erróneas confusiones
Erróneas confusiones II
Rose
Por siempre y para siempre Pt.I
Por Siempre Y Para Siempre Pt 2
Por Siempre Y Para Siempre Final
Entre Líneas
Memories
Memories Pt II
El peso del pasado
El peso del pasado II
Anhelos desesperados
Anhelos desesperados II
Happier
Sentimientos engañosos
El camino a la felicidad
El Valor del Amor
El Valor del Amor II
Soulmates
La Dirección Del Destino
Storm Of Feelings
Storm Of Feelings (final)
Idilio
Idilio Pt. II
Aviso Final

El Príncipe Mestizo II ☆

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Galing kay azzzaa29


Las cosas no mejoraron al finalizar el día. No después de que Hermione, contenta con él durante las primeras horas, cambiara drásticamente de actitud. Harry no la entendía.

Ella siempre deseó que obtuviera mejores notas y ahora que lo conseguía, se molestaba con él.

—¿Supongo que piensas que hice trampa?— supuso Harry, exasperado por su mandona expresión.

Ron, muy tenso a su lado desvió la mirada a su plato, sin ver a ninguno de los dos. Algo bastante difícil estando justamente en el medio de sus amigos.

—Bueno, no fue exactamente tu trabajo, ¿Cierto?— preguntó ella rígidamente.

— Sólo siguió instrucciones distintas a las nuestras— lo apoyó Ron, de lado de Harry—, podría haber sido una catástrofe, ¿Cierto? Pero tomó un riesgo y le resultó. ¡Slughorn me pudo dar ese libro!, pero no, me pasó uno en que nadie había escrito nada…

Ninguno le prestó atención. La mirada de Hermione no permitía que Harry bajara la vista, ambos negándose a aceptar que estaban equivocados.

Notándolo, Ron levantó la mirada y, concluyendo que nadie estaba prestándole atención siguió comiendo.

Desde la confesión de Harry sobre haber obtenido el libro “maravilloso”, en clase de pociones, tanto él como Hermione no paraban de lanzarse miradas envenenadas. Ella nunca aprobaría que siguiera las convenientes instrucciones plasmadas entre sus páginas, mismas que ayudaron a qué Harry obtuviera el primer lugar de la clase del día.

Justo cuando Harry se disponía a arremeter, una voz lo interrumpió:—
Espera— dijo una voz muy cerca oreja izquierda de Harry. Mirando alrededor vio que Ginny se les había unido, inclinada sobre él— ¿Has estado siguiendo órdenes de algo que alguien escribió en un libro?

Hermione parecía alarmada por la mención. Harry supo de inmediato qué tenían en mente y no le gustó ni un poco.

—No es nada— respondió secamente a Ginny, bajando la voz—. No es como el diario de Riddle. Es simplemente un libro de texto viejo en el que alguien escribió.

—¿Pero estás haciendo lo que dice?— insistió Ginny, entrecerrando los ojos.

—Sólo intenté algunos de los consejos de los márgenes, de verdad Ginny, no hay nada extraño— la calmó Harry irritado con su interrupción—. ¡Así que no le des más ideas!

—Ginny puede tener razón — susurró Hermione, reanimándose de inmediato—. ¡No debemos confiar en ese libro!
Primero deberíamos comprobar que no hay nada extraño en él. Digo, todas estas instrucciones extrañas…

— ¡Oye!— exclamó Harry indignado, mientras Hermione tomaba el libro de su mochila. Antes de que pudiera evitarlo levantó su varita y dijo “¡Specialis Revelio!” golpeteándolo levemente en la cubierta delantera. El libro simplemente siguió allí, viéndose viejo, sucio y muy usado.

— ¿Terminaste?— dijo Harry irritado y se lo quitó de las manos— ¿O quieres esperar y ver si se da algunas vueltas?

—Parece estar bien— contestó Hermione fríamente todavía clavando los ojos en el libro con desconfianza— Digo, realmente parece ser simplemente un libro.

—Bien. Entonces deja el tema en paz— dijo Harry, pero al intentar devolverlo a su mochila resbaló de su mano y cayó abierto en el piso. Hermione bufó exasperada, tomó sus cosas y se alejó del Gran Comedor molesta.

Harry se agachó a recoger el libro con enfado, y al hacerlo, vio algo escrito a lo largo de la parte baja de la cubierta posterior del libro, con la misma escritura pequeña a mano de las instrucciones.

Este libro es propiedad del Príncipe Mestizo.
                                 ••••••

Uno de los resultados de la enorme carga de trabajo y las frenéticas horas de practicar los hechizos-no-verbales que debían aprender fue que Harry, Ron y Hermione estaban lejos de encontrar tiempo para ir a visitar a Hagrid. Él había dejado de ir a las comidas en la mesa de profesores, siendo esto una muy mala señal y, en las pocas ocasiones en que se habían cruzado con él, misteriosamente, no había logrado darse cuenta de su presencia, pasándolos de largo.

— Tenemos que ir y explicarle— dijo Hermione, exteriorizando sus pensamientos—. Decirle que apenas y tenemos tiempo y que no podíamos seguir en su clase, ¡Él lo entendería!

—¡Esta mañana tenemos las pruebas de Quidditch!— dijo Ron, alarmado—, se supone que tendríamos que estar practicando hechizos, ¿Cómo vamos a decirle que odiábamos su estúpida asignatura?

—¡No la odiábamos!—  gritó Hermione ofendida—, ¡Y no es estúpida!

—Habla por ti, yo no he olvidado todavía a los Escregutos de cola explosiva—dijo Ron, siniestramente— Tú no lo tuviste que oír hablar sin parar, hubiésemos estado enseñándole a Grawp cómo atarse los cordones de los zapatos si nos hubiésemos quedado.

—¡Tienes la sensibilidad de una piedra!— le gritó indignada—. ¡Eres cruel y tonto! Odio no poder hablar con Hagrid—continuó Hermione disgustada y sin prestarle más atención.

—Iremos después de Quidditch— le aseguró Harry, que parecía igual de desanimado —. Aunque las pruebas pueden durar toda la mañana, porque se ha presentado mucha gente. No sé por qué el equipo se hizo tan popular de repente.

Hermione borró cualquier mueca de disgusto y sonrió confiadamente, acercándose a él.

—Oh, vamos, Harry— lo interrumpió Hermione irónicamente—. No es el Quidditch lo que es popular, ¡Eres tú! Nunca has sido tan interesante y francamente, nunca has sido más fascinante, no me sorprende que te hayas hecho tan popular.

Ron se atragantó con un pedazo de comida, mirándola con los ojos bien abiertos. Hermione le dirigió una mirada de desconcierto, antes de voltearse nuevamente hacia Harry y encontrarlo muy atento a lo que decía.

—Todos saben ahora que has estado diciendo la verdad, ¿O no?— insistió ella, rozando su mano sobre la mesa—. Todo el mundo ha tenido que admitir que tenías razón acerca del regreso de Voldemort. Y ahora te llaman “El Elegido”. ¿No puedes ver por qué la gente está fascinada contigo?

—¿La gente o tú?— expresó Ron siniestramente.

Hermione hizo un gesto vago con sus manos mientras Harry, ansioso, esperaba por su respuesta.

— Incluyéndome— garantizó ella, sonriendo apenadamente—. Este año, hay algo en ti que... Bueno...

Harry sentía que en el Gran Comedor hacía de repente mucho calor, a pesar de que el techo se veía frío y lluvioso, pero se obligó a seguir prestándole atención por encima de los carraspeos de Ron, desesperado por su atención.

—Y has pasado por toda esa época difícil. Aún se pueden ver las marcas en tu mano de lo que esa bruja te hizo— murmuró con pesar, acariciando las cicatrices con la yema de los dedos—, y aún así seguiste fiel a tu versión. Eso te convierte en alguien valiente, estoy muy orgullosa de ti.

—Aún puedes ver por dónde esos cerebros me aprisionaron en el Ministerio, mira— dijo Ron, dando vuelta sus mangas.

Harry volteó a mirarlo, arqueando una ceja con recelo. No le gustaba que intentará apartar la atención de Hermione de él, de modo que extendió su brazo, ofreciendo gustosamente su mano para que ella la revisara.

—Y no hace daño el que hayas crecido durante el verano— siguió Hermione ignorando a Ron—. Ahora eres más alto, y haber jugado Quidditch mejoró mucho tu... Tu...

Harry se irguió sobre sí mismo.

—¿En serio?— preguntó, una enorme y tonta sonrisa surcó sus labios.

—Yo soy alto— añadió Ron insistentemente.

Tanto Harry como Hermione lo miraron con incredulidad. El chico no podía entender por qué tan repentino interés de lucirse con Hermione y las conclusiones no se le ocurrieron muy buenas. Sacudiendo la cabeza, Harry se levantó y palmeo la espalda de Ron.

—¿Vienes?

—¡Oh, sí! Las pruebas…— su voz fue haciéndose más baja hasta ser un murmullo y se levantó tambaleante.

—¿Vendrás a vernos?— preguntó Harry a Hermione, que asintió como si quisiera decirle «¿No es obvio?»

— No dejaré que esas brujas se te acerquen…— murmuró y se levantó, tomándolo de la mano.

—¿Quiénes…?

—Oh, no me hagas caso— expresó Hermione sin importancia, arrastrándolo fuera del Comedor.

Cuando dejaron la mesa de Gryffindor para dirigirse al campo de Quidditch, pasaron junto a Lavender y Parvati. Harry no se sorprendió al ver que las dos mejores amigas estaban susurrando juntas. Lo que le sorprendió fue que cuando Ron se movía al lado de ellas, Parvati le dio de repente un codazo a Lavender, quien miró alrededor y le dio a Ron una amplia sonrisa.

Ron le guiñó un ojo, y devolvió la sonrisa de manera vacilante.

Harry, quien nunca había visto a su mejor amigo actuar de esa forma, se obligó a no reír, fingiendo no haber visto nada. Una tarea difícil cuando el andar se convirtió en algo más parecido a un pavoneo. Harry resistió la tentación de burlarse, sin embargo, Hermione le cubrió la boca con la mano, ahogando su risa.

                                 ••••

Hermione tenía las mejillas rojas por el frío, pero, de la manera en que lo había prometido, estaba de pie junta a Harry.

Él deseaba que pudiera verlo, incluso si lo había hecho siempre, mientras se desempeñaba como guardián y capitán del equipo. Después de Oliver, planeaba ser tan bueno como él y, esperaba, tan entregado en su tarea.

Ron, quien continuaba parloteando nerviosamente sobre si su prueba sería lo suficientemente buena terminó por fastidiar a sus amigos, como a Hermione, que cansada de repetirle que lo haría bien,  prefirió quedarse callada.

Conforme se acercaban al campo, un chillido agudo se escuchó apenas distinguieron a Harry aparecer. Varias chicas que no pertenecían a su casa estaban pegadas una contra la otra como un pequeño rebaño de chicas tontas, ansiosas por presenciar las pruebas. El rostro de Hermione no mostraba más que fastidio, y Harry comprendió a que se había referido antes.

— Supongo que tengo que comenzar…— murmuró Harry indicándole a un muy pálido Ron que se fuera a formar con los demás aspirantes. Ron, que parecía a punto de desmayarse se tambaleó torpemente hasta el lugar indicado y Harry y Hermione soltaron un suspiro involuntario.

— Los esperaré allí, ¿Bien?— comunicó Hermione sin despegar su mirada insegura del pecoso—. Realmente espero que pueda hacerlo.

—Sí— dijo Harry y recorrió con inquietud el campo. Él también se sentía nervioso.

— Lo harás bien, sólo no te luzcas demasiado ¿Vale?— dijo Hermione recelosamente, adivinando lo que pensaba—. Eres el capitán que el equipo necesita, estoy segura.

—¿Lo dices en serio?— preguntó Harry, apoyándose en su escoba. Lentamente, se reclinó sobre la chica.

—¡Pero claro!— aseguró Hermione, enroscando sus dedos alrededor de la tela de su uniforme—. Tan bien que todos están aquí para verte.

—Quien me interesa eres tú, ya lo sabes— susurró él sobre sus labios.

—Entonces ve y hazlo, todo irá bien.

Sonriéndole animadamente una última vez y fue a sentarse lo más lejos posible del montón de chicas tontas.

                                •••••••

No debían de haberse preocupado: Ron salvó cinco tiros limpiamente. Harry, radiante, se volvió a McLaggen para decirle que, desafortunadamente, Ron le había vencido, para encontrarse con la cara roja de McLaggen a pulgadas de la suya. Retrocedió rápidamente.

—Su hermana no lo intentó verdaderamente— dijo McLaggen amenazadoramente—. Ella le lanzó tiros fáciles.

—Tonterías— dijo Harry fríamente—Casi pierde un tiro.

McLaggen avanzó un paso más hacia Harry, quien se mantuvo en su sitio.

—Dame otra oportunidad.

—No—  tajó Harry, indicándole que se quitará de en medio—. Ya tuviste tu oportunidad. Paraste cuatro. Ron cinco. Ron es Guardián. Desaparece de mi camino.

Por un momento pensó que McLaggen podría pegarle, pero se contentó con mostrar una mueca iracunda y se marchó furioso, gruñendo lo que sonaron como amenazas al aire. Harry se volvió para encontrar a su nuevo y radiante equipo.

—Bien hecho— les dijo—. ¡Lo han hecho muy bien!

Detrás de él, escuchó a una familiar voz decir:—Lo hiciste brillantemente, ¡Ron!

Esta vez era Hermione, quién ya había bajado de las gradas acercándose a ellos. Harry vio a Lavender saliendo del campo con una expresión bastante malhumorada.

Ahora, Ron parecía extremadamente complacido mientras sonreía ampliamente al equipo y a Hermione.  Harry fingió no verse malhumorado y dió la últimas indicaciones al equipo.

—¿Yo no lo hice bien?— le gruñó de mal humor cuando Ron se alejó lo suficiente para guardar su escoba. Hermione parpadeó confundida, aunque al segundo siguiente sonrió.

—¿Estás celoso?— adivinó con picardía.

Harry tragó fuerte y gruñó algo parecido a un "¡Nunca!” . De hecho, sabía perfectamente que Hermione lo miraba desde las gradas, pues él mismo parecía no poder despegar la mirada de ella para sonreírle como un idiota, pero la sensación era inevitable.

— Sé que has visto a Lavender y aunque esa chica no me gusta…— expresó Hermione haciendo una mueca— No seré yo quién se entrometa. Ahora bien, lo has hecho estupendamente. Pero creí que Ron necesitaba más ese elogio.

Divertida al ver que Harry no dejaba de fruncir el ceño, lo abrazó por el cuello poniéndose de puntillas. Harry retrocedió riéndose, las manos que Hermione deslizaba por su cuello estaban heladas. Herido y molesto ante su poca convicción a permanecer molesto con ella la abrazó de vuelta, besándola pausadamente en los labios.

—¿Mejor?

— Mucho mejor— reflexionó Harry, quién se vio obligado a soltarla cuando Ron volvió a acercarse a ellos con un ánimo nada reluciente al anterior.

                                 ••••••

Los rayos del sol intentaban filtrarse sin éxito a través de las espesas nubes. El ambiente húmedo alejaba su calor, incluso si había dejado de lloviznar. Momentos en que los tres amigos aprovecharon para dirigirse a la casa de Hagrid. Harry esperaba que hubiese algo para comer allí, hambriento después de las pruebas.

—Pensé que iba a fallar el cuarto tiro— estaba diciendo Ron felizmente—. ¡Pero lo hice bien!

—Si, sí, estuviste magnífico— dijo Hermione, de la mano de Harry.

—Fui mejor que ese McLaggen, de cualquier modo—dijo Ron con un tono de gran satisfacción— ¿Lo vieron moviéndose en la dirección equivocada en su quinto tiro? Parecía como si hubiese estado distraído…

Para la sorpresa de Harry, Hermione se puso rígida y un sospechoso rubor se apoderó de sus mejillas.

Ron no se dio cuenta de nada, demasiado ocupado describiendo sus otras atajadas, pero no para Harry, quien la conocía mejor que bien. Además, acababa de confirmar su teoría. Sin perder tiempo le dirigió una mirada perspicaz que ella intentó ignorar, pero Harry se prometió hallar la verdad, incluso si no le gustaba conocer la razón.

                                  •••••

Después de la funesta visita a Hagrid dónde éste terminó llorando y gimiendo como un niño, balbuceando una y otra vez,  «mi pobre Aragog» se conformaron con dejarlo de mejor ánimo y con la promesa de volver más seguido a visitarlo, los chicos no querían que nuevamente se molestara con ellos al dejarlo solo tanto tiempo y, si debían admitirlo, se sentían culpables.

—Me muero de hambre—dijo Harry, una vez que la puerta se había cerrado tras ellos y estaban atravesando los oscuros y desiertos terrenos—, y tengo ese castigo con Snape esta noche, no tengo mucho tiempo para la cena…

Mientras ingresaban al castillo, vieron a Cormac McLaggen entrando en el Gran Salón. Le llevó dos intentos pasar a través de las puertas, pues rebotó en el marco al primer intento. Ron se rió a carcajadas y caminó a pasos largos  tras él, pero Harry cogió el brazo de Hermione y la llevó detrás de una alta estatua.

—¿Qué?— dijo Hermione a la defensiva.

—Si me lo preguntas… — Harry arrastró las palabras—, McLaggen parece como si estuviera distraído. Y estaba parado justo enfrente de donde tú estabas sentada, estoy seguro de eso.

Hermione miró a sus pies y, cuando Harry la tomó cuidadosamente del mentón, obligándola a mirarlo, soltó un largo suspiro y se colgó de su brazo.

—Oh, está bien, yo lo hice— susurró avergonzada— ¡Pero deberías haber escuchado la forma en la que estaba hablando acerca de Ron y Ginny! De todas formas es desagradable, ya viste cómo reaccionó cuando no pudo entrar, tú no hubieras querido alguien así en el equipo, ¿Verdad que no?

— Y lo has decidido tú— enfatizó Harry nuevamente celoso— ¿No fue eso deshonesto, Hermione? Quiero decir, somos prefectos, ¿no es así? ¿Por qué harías algo así por Ron?

—Oh, cállate— reaccionó ella—. Además, ¡Somos amigos!

—Sí, pero los amigos no...

—Lo habría hecho por ti también, incluso si no lo necesitas— se adelantó Hermione.

El enfado de Harry se convirtió en decepción.

—Sí, pero creí que tú y yo éramos más que eso.

—¡Lo somos!— exclamó ella, colocando una mano sobre su mejilla—. Sabes a qué me refiero, Harry, lo he hecho por... No de esa manera. Ron lo necesitaba.

Sonriéndole conciliadoramente y presintiendo el rumbo de sus reclamos acarició su rostro calmadamente.

—Pensé que tenías claro que haría eso y más por ti, Harry.

Bien. Si debía reconocerlo, era muy difícil mantenerse molesto con ella, sobre todo si estaba mirándolo de aquella encantadora manera.

—¿Qué hacen ustedes dos?— preguntó Ron, reapareciendo de repente en la entrada del Gran Salón, receloso por su ausencia.

—Nada— dijeron Harry y Hermione a la vez y se apresuraron hacia Ron.

Apenas habían dado tres pasos hacia la mesa de Gryffindor cuando el Profesor Slughorn apareció delante de ellos, cortándoles el paso.

—Harry, ¡Justo el hombre que esperaba ver!— bramó cordialmente hinchando su barriga—¿Qué dices sobre una cena esta noche en mi habitación? Vamos a tener una pequeña fiesta, solo unas pocas estrellas ascendentes. Tengo a McLaggen, Zabini y Melinda Bobbin y por supuesto, espero que la señorita Granger haga el favor de venir contigo.

Slughorn hizo a Hermione una pequeña reverencia mientras terminaba su charla. Era como si Ron no estuviese presente, Slughorn ni siquiera lo miró.

—No puedo ir, Profesor— contestó Harry apresuradamente—. Tengo que cumplir un castigo con el Profesor Snape.

—¡Oh, una pena!— jadeó Slughorn, haciendo una mueca— Bueno tendré que cruzar unas palabras con Severus y explicarle. Estoy seguro de que seré capaz de convencerle de que posponga tu castigo, ¿Qué hay de usted, señorita Granger?

—Yo...

—¿Dijo que McLaggen estaría ahí?— interrumpió Harry. No le gustaba la manera en que miraba a Hermione.

—Sí, por supuesto.

Por suerte, ella se adelantó.

—Lo siento, profesor, será a la próxima vez, le prometo llevar a Harry conmigo.

—Bueno, supongo que, ¡los veré a los dos luego!— se lamentó Slughorn, alejándose hacia el corredor.

—No tiene posibilidades de convencer a Snape— sonrió Harry con satisfacción—. El castigo ya ha sido pospuesto una vez, Snape lo hizo por Dumbledore, pero no lo hará por nadie más.

—Oh, desearía que pudieras venir a la próxima ocasión, ¡No quisiera ir sola!— se quejó Hermione tristemente. 

Pensando en McLaggen, a Harry la idea tampoco le hacía mucha gracia.

                             ••••••

A mediados de octubre llegó la primera salida a Hogsmeade del curso. Harry se había estado preguntando si estos paseos iban a seguir permitidos, y se alegró de que se llevaran a cabo.

Siempre era bueno salir del castillo por unas horas y, pese a que tanto él como Hermione habían acordado no salir juntos (como a él le habría gustado),  se habían propuesto no hacer sentir a Ron incómodo con ellos. No después de lo extraño que estuvo comportándose a su alrededor. 

Harry se despertó temprano la mañana del paseo y pasó el tiempo hasta el desayuno leyendo el libro del príncipe. Generalmente no se quedaba estudiando, ese comportamiento, como decía Ron proféticamente, era indecente en todos menos Hermione y  bromistamente le sugirió que no se dejara influenciar completamente por ella. Sin embargo, Harry no lo veía de ese modo, cuanto más leía, más se daba cuenta cuánto había en el, no solo las pistas y atajos en las pociones que tan buena reputación le estaba dando con Slughorn, sino también las imaginativas fórmulas y maleficios escritos en los márgenes, los cuales, Harry estaba seguro habían sido inventadas por el Príncipe.

Harry ya había intentado unos pocos de los hechizos inventados por el Príncipe, quizás el mas útil de todos, Muffliato, un hechizo que llenaba los oídos de todos en los alrededores con un zumbido, para poder mantener conversaciones sin que el resto escuchara. La única persona que no lo encontraba entretenido
era Hermione, que ponía una expresión rígida de desaprobación cada que narraba sus anécdotas o presenciaba sus pruebas de hechizos contra Filch o Crabble.

Era difícil adivinar que cosa la molestaba más: que Sirius aplaudiera las historias que Harry le contaba en sus cartas, las chicas que lo perseguían en los entrenamientos o el libro al que Harry creía seriamente que ella comenzaba detestar.

La caminata en Hogsmeade no fue agradable. Harry se envolvió con su bufanda el rostro expuesto, que se sintió rápidamente entumecido. Tampoco ayudó lo enfadada que seguía Hermione con él por culpa del libro, manteniéndose en silencio por gran parte de la mañana.

El camino estaba lleno de estudiantes doblados en sí mismos ante el viento despiadado, pese a las negativas de una Hermione aún demasido indignada, Harry la abrazó fuertemente hasta que logró aminorar el gélido frío que parecía no querer dejarlos avanzar. Cuando finalmente llegaron a Hogsmeade Ron señaló  hacia Honeydukes y Harry y Hermione subieron los escalones yendo hacia la abarrotada tienda.

—Gracias a Dios— suspiró Ron temblando cuando entraban y se sentían envueltos por el aire cálido, con aroma a caramelo—. ¡Quedémonos aquí toda la tarde!

— ¡Harry, mi chico!—dijo una voz detrás de ellos.

—Oh, no— musitó Harry.

Aún no había dejado de abrazar a Hermione cuando se dieron vuelta y se toparon con el Profesor Slughorn, quien vestía un abrigo de piel que hacía que se viera aún más grande.

—Harry, ¡Ahora son tres las pequeñas cenas que te perdiste!— lo acusó Slughorn, empujándolo cordialmente en el pecho sin despegar una interesada  mirada de su enlace con Hermione— ¡Estoy determinado a tenerte conmigo! A la señorita Granger le encantan y eso que solo asistió a una, ¿no es así?

— Si— dijo Hermione atormentada— son realmente…

—Entonces, ¿por qué no vienes Harry?—exigió Slughorn— Podría alegar a que tu novia, la señorita Granger, ¿Te convencerá?

—Bueno, he tenido práctica de Quiddit…

—Oh, no somos novios— lo interrumpió Hermione nerviosamente. Harry casi podía jurar haber oído su cuello crujir cuando se giró a verla con el rostro desencajado.

—Oh, bueno…— expresó Slughorn que parecía tan perturbado como el mismo Harry— ¡Entonces espero que ganen el primer partido después de tanto esfuerzo! Y después de eso...

— No puedo, profesor, esa noche tengo… eh… una cita con el profesor Dumbledore— lo cortó Harry con brusquedad.

Ya no se sentía remotamente feliz.

—¡Sin suerte otra vez!— lloriqueó Slughorn dramáticamente— Oh, bueno, ¡No me podrás evadir para siempre Harry!
                             ••••••

En su incómodo camino hasta las Tres Escobas, Ron se esforzó en cortar el horrible silencio entre sus dos amigos cada pocos minutos, al menos hasta que sorpresivamente se encontraron con Mundungus. Al ver los, el hombre dio un salto y dejó caer un portafolios antiguo, el cual se abrió, liberando lo que parecía toda una tienda de chatarra en su interior.

— Oh, hola, Harry— saludó Mundungus, con una mueca nerviosa— Bueno, no se detengan por mí... Sigan, sigan...

Y empezó a rasguñar el piso para recuperar el contenido de la maleta con toda la apariencia de un hombre que se quería ir de allí.

— ¿Esta vendiendo esto?— preguntó Harry, mirando como Mundungus levantaba objetos que lucían muy sucios.

—Oh... Bueno... Hay que vivir de algo— dijo Mundungus—. ¡Hey, dame eso!

Ron se había agachado y levantado algo plateado, a tiempo antes de que Mundungus intentara arrebatárselo.

—Espera, esto luce familiar...— murmuró Ron, haciendo ademán de mostrarlo a sus amigos.

— ¡Gracias! —dijo Mundungus, arrebatándole un cáliz de la mano de Ron y metiéndolo de nuevo en su maleta—. Bueno, los veré a todos en... ¡Ouch!

Harry había empujado a Mundungus contra la pared del bar, su brazo lo presionaba por la garganta. Sosteniéndolo con una mano, desenfundó su varita y le apuntó al rostro.

—¡Harry!— chilló Hermione, pero él no la escuchó, estaba demasiado enojado como para no hacerlo, y la excusa que la aparición de Mundungus le ofrecía era demasiado buena como para desperdiciarla.

—Tomaste eso de la casa de Sirius— siseó Harry, quien estaba casi nariz con nariz y respiraba un desagradable olor a tabaco viejo y alcohol—. Eso tiene escrito “Familia Black” encima.

— Yo... no... ¿qué?— masculló rápidamente Mundungus, quien lentamente se estaba poniendo azul—. Yo no... No podría, no...

—¿Qué hiciste, volviste la noche que se fue y vaciaste el lugar?— gruñó Harry.

—Yo... no...

— ¡Dámelo! ¡Devuélvele todo, sucio ladrón!

—¡Harry, no deberías hacerlo!—chilló Hermione, mientras Mundungus seguía cambiando de color. 

Finalmente, Harry retrocedió.
Jadeando y mascullando, en cuanto se vio libre, sabiendo que no tenía caso convencerlo de su falda inocencia, Mundungus desapareció con un fuerte crack, en cuánto tuvo oportunidad. Harry maldijo tan fuerte como podía, dando vueltas en el lugar para ver a donde se había ido Mundungus.

—¡Vuelve, ladrón de... !

—No tiene caso, Harry.

Tonks, quien había aparecido de la nada, con su pelo marrón mojado por la nieve se acercó al trío.

— Mundungus seguramente estará en Londres a esta altura. No tiene caso gritarle.

—¡Se llevó las cosas de Sirius!

—Si, pero... —dijo Tonks, quien parecía nada sorprendida por esta información—, Seguramente a él no le importa, ¿O sí? Cuando abandonó la mansión no se llevó nada consigo y ahora está muy bien, dudo que extrañe algo de eso. Deberían ir a algún lugar caliente.

Tristemente, sin decir más, Tonks los miró mientras entraban a Las Tres Escobas. En el momento que estaban adentro, Harry explotó.

— ¡Se estaba robando las cosas de Sirius!

— Lo sé, Harry, le avisaremos después, pero por favor no grites, la gente nos esta mirando —murmuró Hermione, cada vez más nerviosa—. Ve y siéntate, te llevaré algo para tomar.

Harry seguía tan molesto cuando Hermione volvió a la mesa con tres botellas de cerveza de mantequilla.

—¿La Orden no puede controlar a Mundungus?— exigió Harry a los otros dos  furioso— ¿No pueden al menos impedir que se robe todo cuando esta en el cuartel general? No se supone que entre ahí cuando Sirius no esté, ¡Y mucho menos para robarle! Hablaré con él y seguro que encontraremos al maldito ladrón…

— Harry…— lo llamó Hermione cautelosamente—, sabes que esto no es por Sirius.

—¿Ah, no?— ladró él.

— Lamento lo que dije en Honeydukes.…

— Ah, sí, que no somos nada— Harry desvió la mirada sarcásticamente— ¡Y yo que he pasado dos años creyendo que lo somos!

Hermione intentó volver a hablar, pero Harry la cortó groseramente, estaba verdaderamente herido. Lo que solo alimentó la propia indignación de la chica.

—¡Y yo dos años creyendo que estamos en un punto muerto! — exclamó Hermione, abruptamente.  Su pecho subía y bajaba con su acelerada respiración. Sus mejillas enrojecidas no tardaron en hacer su aparición en conjunto con el gruñido de exasperación de Harry.

—¿Es por eso que le has dicho que no teníamos nada?

—Bueno, si lo que querías es que fuera por ahí mofándome de ello…

—¡Actúas como si fuera lo peor que te relacionen conmigo! ¡Creí que eras mi novia!

Ron tosió, mirando en todas direcciones. Algunos clientes comenzaban a mirar curiosamente hacia su mesa.

—No dije eso, ni que no deseara serlo— arguyó Hermione indignada— Sólo que me parecería bien no estar... En medio de la nada, pensando si somos o no algo más, y no sería mala idea que me lo dejes claro. Además lo he hecho para ayudarnos…

—¿Ahora que caso tendría pedirtelo si tú lo has negado ante todos?— murmuró Harry entre dientes—. No quieres salir conmigo, lo tengo claro. No hay razón para que tú hubieras dicho algo como eso...

—¡Era para que tú me lo pidieras, tonto! — gritó Hermione, estallando en lágrimas—. Tú nunca te referiste a mí como... Supuse que... ¡Olvídalo, no tiene caso!

Sin decir otra palabra Hermione se cruzó de brazos, levantándose y sentándose en otra mesa.

Ron, que por algún motivo parecía muy contento de que la discusión hubiese terminado le dió unas palmadas consoladoras a Harry en la espalda.

                           ••••••

Mientras caminaban, con Ron estratégicamente en medio de ellos Harry concluyó que el viaje había sido más que horroroso. Pasó un rato hasta que Harry se dio cuenta de que las voces de Katie Bell y su amiga, que eran traídas por el viento, se habían vuelto más fuertes frente a ellos.

Él escudriñó las figuras, las dos chicas estaban discutiendo por algo que Katie estaba sosteniendo en la mano. Lo que fuese era mejor que mantenerse en aquel incómodo silencio que Ron no es esforzaba en romper.

—¡No tiene nada que ver contigo, Leanne! —Harry oyó decir a Katie.

Ambas dieron la vuelta en la esquina de la calle, la nieve les caía encima, empañando las gafas de Harry, impidiéndole ver. Justo cuando levantó su mano enguantada para limpiarlos, Leanne lo hizo para tomar lo que Katie estaba sosteniendo y tiró del paquete hacia atrás y este cayó al suelo.

Luego el caos se desató. Katie lanzó un grito espantoso. Sus ojos se abrieron por completo, pero lo que fuera que estaba sintiendo, claramente le estaba causando una terrible angustia. Gritó y gritó, una y otra vez.

Harry podría haber jurado que sus gritos se escucharon en todo el pueblo.

Leanne comenzó a gritar también y tomó los tobillos de Katie, tratando de bajarla al piso desesperadamente.  Harry, Ron y Hermione corrieron a ayudarla, pero cuando estaban deteniendo las piernas de Katie se les cayó encima.

Harry y Ron pudieron atraparla, pero pesaba demasiado, apenas podían mantenerla en esa posición. Lentamente, la bajaron al suelo, y ella empezó a patalear y gritar enloquecida. Harry miró alrededor, el paisaje parecía desierto.

— ¡Quédense aquí!—les gritó a los otros por sobre el ruidoso viento— ¡Iré en busca de  ayuda! ¡No, no lo toques, Hermione!— ordenó al verla avanzar hasta el paquete.

Y comenzó el camino hacia el colegio, dobló en la calle y chocó con lo que parecía ser un enorme oso afelpado.

—¡Hagrid!— jadeó aliviado.

—¡Harry! —dijo Hagrid, quien tenia aguanieve en la barba, y usaba su gran capa de piel de topo—. Vengo de visitar a Grawp, se está comportando tan bien que...

— Hagrid, alguien se lastimó, o fue hechizado, o algo...

—¿Qué?— gritó Hagrid, agachándose para escuchar lo que Harry le estaba diciendo a pesar del ruidoso viento.

—¡Alguien ha sido maldecido!—gritó Harry, asustado.

                               ••••••

Harry fingió no oír los gritos de Phineas Black, que retumbaban en toda la oficina.

—¿Ese viejo sarnoso sangre mestiza ha estado robándose la herencia de los Black? ¡Sirius está perdiendo nuestra herencia y no le importa! — gritó Phineas Nigellus indignado, y salió de su marco para ir a visitar su retrato en el número 12 de Grimmauld Place.

Harry sonrió por lo bajo, si lo que buscaba era gritarle a Sirius, no lo encontraría en la mansión.

—Profesor—dijo Harry, luego de una breve pausa— ¿Le dijo Sirius lo que le dije luego de que Katie fuese atacada? ¿Acerca de Draco Malfoy?

—Me habló sobre tus sospechas, sí— asintió Dumbledore—. Pero no creo que debas preocuparte por eso, Sirius está encargándose, según me ha dicho se cartean muy a menudo.

—Sí, pero, ¿Usted cree…?

—Deberé tomar todas las medidas para investigar a cualquiera que haya estado involucrado en el accidente de Katie— lo calmó Dumbledore—, pero lo que me preocupa ahora, Harry, es nuestra siguiente lección.

Harry se sintió un poco resentido.

Dumbledore pocas veces lo tomaría en serio. Y ahora, priorizando las lecciones le pareció que perdían el tiempo a propósito. ¿Por qué había habido un término tan grande entre la primera y la segunda? ¿Por qué lo hacía ahora que quería hablar sobre Malfoy?

Sin embargo, no dijo nada más acerca de Draco. Observó a Dumbledore echar las memorias frescas en el Pensadero y mover la vasija de piedra en círculos.

  ••••••


Harry tenía Herbología a primera hora de la mañana. No había podido decirles a Ron y Hermione de su clase con Dumbledore, ya que, para variar, se debía al temor de que alguien los escuchara y en segundo lugar, porque comprendió que era de vital importancia decírselos a ambos.

Desde su pelea con Hermione en las Tres Escobas no se habían dirigido más de dos palabras. Cosa que sorprendía mucho a Ron, pues alegaba que verlos enfadados era casi tan ridículo como que Grawp se convirtiera en un caballero. Así que mientras caminaban hasta los invernaderos, con Ron nuevamente en medio comenzó a contarles lo que ocurría, pese a que Hermione no apartaba la mirada del sendero, Harry sabía que lo escuchaba.

—Vaya, que miedo, Ya-sabes-quien de niño— dijo Ron, mientras tomaban sus lugares y comenzaron a ponerse sus guantes protectores—. No puedo imaginarlo siquiera, es como si siempre hubiera sido... Cómo es ahora, aunque aún no entiendo porque Dumbledore te está enseñando todo eso. Digo, es muy interesante, pero, ¿Cuál es el punto?

—No sé — meditó  Harry, poniendo un escudo de goma—. Pero dice que es importante, y me ayudará a sobrevivir.

—Yo creo que es fascinante— espetó Hermione seriamente—. Tiene total sentido conocer lo más posible de Voldemort. ¿De que otra manera encontrarás sus debilidades? Conocer al oponente es algo sabio.

Ron se movió nerviosamente en su asiento al escuchar el nombre de Voldemort.

—¿Y como estuvo la fiesta de Slughorn?— le preguntó Harry cautelosamente, aún no sabía hasta qué punto podría llegar, pero si ya había opinado acerca de lo que él decía era un avance, o eso supuso.

Hermione lo miró de reojo.

—Oh, estuvo bastante divertida, en realidad— alabó Hermione con una risa falsa mientras se ponía sus lentes protectores—. Quiero decir, él presume un poco de las grandes hazañas, y adula totalmente a McLaggen, que a veces puede ser algo divertido, además nos ofreció comida muy agradable y nos presentó a Gwenog Jones.

—¿Gwenog Jones?— jadeó Ron, abriendo sus ojos bajo sus lentes protectores— ¿La Gwenog Jones? ¿Capitana de las arpías de….?

—¿Cormac, divertido?— interrumpió Harry, molesto.

—Así es— concedió Hermione enérgicamente—. Personalmente, creo que él es un poco presumido,  pero, si lo conoces mejor...

Harry se levantó de un salto.

—¡Mucha plática por allá!— gritó la profesora Sprout mientras se acercaba, mirándolos severamente—¡Se están retrasando! Todos han comenzado ya, y Neville ya sacó su primera vaina.

Los tres miraron alrededor,  ahí estaba Neville sentado, bastante seguro, con un labio sangrando y varios rasguños en su cara, pero muy satisfecho.

—Muy bien Profesora, ¡Comenzaremos ahora!— exclamó Ron con voz falsamente decidida, agregando en voz baja cuando ella se había retirado nuevamente—, deberíamos haber usado Muffliato, Harry.

—¡No, no deberíamos!— debatió Hermione inmediatamente, viéndose bastante malhumorada ante el recuerdo del Príncipe Mestizo y sus hechizos.

Harry contuvo las ganas de darse un golpe en la frente. Y él que creía que tenía avances…

Aunque luego, consideró seriamente que no toda la culpa recaía en él, por lo que emitiendo un gruñido intentó comenzar a sacar la primera vaina. La tarea no fue más sencilla de lo que hubiese creído, Ron se quejaba por los rasguños recibidos y Hermione buscaba arreglarse el cabello que los tentáculos habían logrado sujetar, ahora yendo en todas direcciones.

—Saben, creo que no tendré ninguna de estas en mi jardín cuando tenga mi propia casa— dijo Ron limpiándose el sudor de la cara—. ¡Son horrendas!

—Pásame un tazón— ordenó Hermione fríamente a Harry, sosteniendo la vaina con el brazo extendido.

Harry le pasó uno y ella dejó caer la vaina con una expresión de desagrado.

—Como sea— prosiguió Hermione con su conversación interrumpida, como si le hablara a nadie en particular —Slughorn tendrá una fiesta de Navidad, Harry, y no hay manera de que te salves, porque me pidió que verificara tus noches libres, para que pudiera estar seguro de realizarla en una noche que tú puedas asistir.

Harry protestó. Mientras tanto, Ron, que estaba tratando de reventar la vaina en el tazón poniendo sus dos manos sobre ella, parándose y aplastando lo mas fuerte que podía, dijo enojado.

—Y esta es otra fiesta solo para los favoritos de Slughorn, ¿Verdad?

—Sólo para el ‘Club Slug’, sí— concedió Hermione.

La vaina voló debajo de los dedos de Ron y golpeó el vidrio del invernadero. Harry fue a recoger la vaina y cuando regresó Hermione estaba diciendo:—Mira, yo no inventé el nombre ‘Club Slug’, ¡No puedes culparme por no estar invitado!

Club Slug— repitió Ron con un desdén digno de Malfoy—. Es patético. Bueno, espero que ustedes disfruten de su fiesta, que seguramente será igual de patética. ¿Por qué no intentas relacionarte con McLaggen?, así Slughorn puede hacerlos Rey y Reina Slug.

Harry apretó con más fuerza la vaina, que salió volando y le dió a Ron en el rostro, aminorando su enfado.

— Esas cenas son estúpidas— escupió Harry con exasperación— ¿Cómo puedes decirle algo como eso?

Fingiendo que no se sentía satisfecho con el quejido de Ron, Harry siguió con su tarea hasta que Hermione volvió a hablar.

—Podemos llevar invitados— insinuó Hermione, que por alguna razón se había puesto estratégicamente más cerca de Harry— ¡Y estaba por invitarte, pero si crees que es estúpido entonces no me molestaré en hacerlo!

Harry deseó que la vaina hubiera volado un poco más lejos, para que Ron no tuviera que estar sentado ahí entre ellos dos. Ron, que parecía desilucionado y fuera de la charla peleó ruidosamente con la vaina, azotando dramáticamente el tazón y hundiéndose en su asiento. Hermione y Harry se miraron fijamente.

—¿Tú me ibas a invitar?— preguntó Harry, en un tono de voz completamente diferente.

—Sí— respondió Hermione enojada—, pero tal vez sí debería relacionarme con McLaggen como Ron sugiere...

—¡Ron no sabe lo que dice!

—¡Hey!— exclamó este.

Hubo una pausa mientras Harry consideraba seriamente ir y hechizar personalmente a Cormac y a Ron juntos.

— ¡No puedes, Hermione!— estalló Harry finalmente, con voz casi suplicante. Los ojos de Hermione parecían debatirse internamente entre dejar la pelea así o seguir enfadada.

Ron falló el golpe en la vaina, golpeó el tazón y lo estrelló.

Reparo — murmuró apuradamente, cada vez más nervioso— Madame Sproutt está mirándonos...

De no ser por el estallido, que pareció recordar a Harry y Hermione sobre la presencia de Ron y dejaron de mirarse.  Hermione se veía perturbada e inmediatamente comenzó a fingir leer su libro de herbología apresuradamente.

Harry exhaló un largo suspiro. 

¿Podría su amistad sobrevivir a eso? Harry recordaba las pocas semanas en que no se hablaron y las catalogó como días verdaderamente horribles, incluso para cualquiera que estuviera cerca.

¿Ron se sentiría tan mal al estar entre ellos? ¿Qué pasaría si eran como Bill y Fleur, y se volviera enormemente vergonzoso estar en su presencia? ¿Eran como ellos y no lo sabían?

De repente deseó pedirle disculpas a su amigo.

No, no podían serlo. Hermione y él... Eran diferentes, estaba seguro.

Sacudiendo su cabeza se tranquilizó, repitiéndose que ellos no eran de ese modo y raramente discutían, su amistad parecía sólida, pero definitivamente, desde el momento en que comenzó a verla como algo más que su "mejor amiga", las cosas habían cambiado seriamente. Aunque lo hubiera querido, no podría tratarla de la misma forma.

No después de... De todo lo que sentía por ella y, por supuesto, no luego del trato poco amistoso que solo tendría una pareja.

Sin embargo, no quería avergonzar a Ron, pues era su mejor amigo, así como tampoco quería perder su amistad con Hermione, pues eso había estado primero que todo, pero ahora las cosas le parecían tan difíciles que temió por las medidas que debería tomar para salvarlas.

Por fortuna para los tres, el resto de la clase pasó sin mencionar la fiesta de Slughorn y sin más discusiones.

                                  •••••••

Un haz de luz escarlata pasó volando debajo del brazo de Harry. 

Un centímetro más y...

Detrás de él, Ginny jadeó y sus ojos brillaron peligrosamente.

Ron se detuvo, riendo burlonamente de su puntería.

—¡Eres un idiota, Ron!

De nueva cuenta, el pelirrojo levantó la varita furiosamente buscando quitarse a Harry de encima, lo único que se interponía entre él y su hermana menor.

Desde que se encontraron con Dean y Ginny, minutos atrás, besándose apasionadamente, Harry supo que las cosas saldrían mal. De tener una hermana, tampoco le habría gustado encontrarla en una situación similar.

Además, si bien sabía que Ginny y Dean salían, nunca esperó encontrarlos... Besándose.

La punzada de celos fue lo primero que sintió, más prefirió ignorarla, sabiendo lo patético que sería aceptar que extrañaba besar a Hermione. Sin embargo, Ron se ocupó de cambiar el sentido de su atención cuando comenzó a despotricar furiosamente contra Ginny, muerto de celos.

— Solo porque él nunca se ha besuqueado con nadie en su vida— dijo Ginny, apuntando a Ron— y porque el mejor beso que le han dado ha sido de nuestra tía Muriel.

Harry miró de reojo a Ron y admitió que los hermanos comenzaban a excederse.

—¡Cállate!— bramó Ron, pasando del color rojo al marrón.

—¡Harry se ha besuqueado con Hermione durante dos años!— gritó Ginny, que parecía estar a punto de llorar —, y sólo tú actúas como si fuera algo desagradable, Ron, y es porque tienes tanta experiencia como un niño de doce años! Tienes celos, ¿Eh?

Ron gruñó e hizo un ademán de levantar su varita nuevamente, Harry volvió a empujarlo contra la pared.

—¡Es eso!— gritó Ginny riéndose con burla, pese a que parecía afectada lo escondía muy bien—.  ¡Díselo entonces, Ron! ¡Dile a tu mejor amigo que estás enamorado de su novia!

Y, con eso, se alejó enojada por el pasillo.

Rápidamente, Harry soltó a Ron como si tocarlo quemara y se alejó tanto como pudo. La mirada en su rostro era difícil de descifrar, pero sabía, como siempre creyó, que sus sospechas acababan de hacerse realidad.

Ambos permanecieron ahí parados, respirando pesadamente, en un largo silencio incómodo.

                                ••••••

Ninguno de los dos mencionó a Ginny o a Hermione otra vez, de hecho, casi no se hablaron en toda la tarde, y se fueron a la cama en silencio, cada uno absorto en sus pensamientos.

Pero, ¿Cómo olvidarlo? Harry permaneció despierto por un largo rato. Pensando y replanteándose si las palabras de Ginny eran ciertas u entonces varios recuerdos comenzaron a llenarle la cabeza de ideas.

Como Ron tratando de llamar  desesperadamente la atención de Hermione.

Ron de buen humor cuando discutían, Ron intentando ser más amable con ella, Ron deseando demostrarle que él también era atractivo… Ron...

Harry se levantó de golpe y miró hacia la cama de su amigo, dónde esté roncaba profundamente dormido.

El muchacho experimentó la repentina necesidad de levantarse, caminar a su cama y sacudirlo con brusquedad hasta que este le jurara que no veía a su Hermione  de ese modo. ¡Era su mejor amigo!

¿Cómo podía siquiera poner sus ojos en ella?

Por primera vez, Harry pensó en Ron no como su amigo, sino como competencia. Cómo peligro para su relación, tan frágil por entonces, con Hermione.

Pero, ¿Qué sucedería si ella también lo veía de esa forma? ¿Por qué lo había ayudado a conseguir su puesto en el equipo entonces? ¿Por qué negó que salían juntos?

¿Estaba usándolo para llegar a Ron?

Harry sintió que le faltaba el aire y el mounstro de los celos lo consumía.

No, «Ron es mi mejor amigo» , se repitió.

Él nunca arriesgaría su amistad con Ron por nada del mundo y creía, que su amigo pensaba de la misma forma. Además, Hermione no era la clase de chica que haría algo como eso.

Además, luego de dos años desde la primera vez que se besaron, no podía tratarse todo de una mentira.

Estaba convencido de que ella lo quería, más que como a su mejor amigo. Recordó esos dos años, el apoyo y la paciencia, rememoró también el miedo que sintió cuando creyó que no la volvería a ver nunca más, después de lo ocurrido en el Ministerio. Era real.

No había manera en que ella fingiera la manera en que se sonrojaba cuando él la miraba, o lo entregados que sus besos le parecían. 

Más tranquilo, seguro de que arreglarían las cosas eventualmente, se recostó de nuevo. Tarde o temprano, Hermione y él volverían a estar juntos y, seguramente, Ron le aseguraría que se trataba todo de un error.

                               ••••••

La mañana del partido, todos en la mesa de Gryffindor vitorearon al acercarse a Harry y a Ron. Harry sonrió desenfadado y saludó, pero Ron hizo una mueca débilmente y sacudió su cabeza, negándose a mirar a nadie.

—¡Anímate, Ron!— exclamó Lavender que se había sentado precisamente a su lado—. ¡Sé que eres brillante!

Ron la ignoró.

—¿Té?— le ofreció Harry—¿Café?

—Nada— murmuró Ron
abatidamente, mordiendo su pan tostado.

Luna Lovegood, que pasaba a su lado con su acostumbrada cabeza de león se sentó a su lado y acercó una taza de té a Ron, sonriéndole dulcemente.

— El té es bueno para los nervios.

Ron le regaló una diminuta y dudosa sonrisa, aceptando la taza.

Unos minutos después llegó Hermione, quién se había cansado del reciente comportamiento desagradable de Ron y la discusión no resuelta con Harry, al grado de no bajar a desayunar con ellos. Era como si la amistad de los tres se hubiera fracturado, aunque Hermione no sabía la razón de todo, Harry sabía que intuía que incluso las cosas entre él y Ron no eran las mismas.

Por un momento detuvo su camino y se acercó a la mesa.

—¿Cómo se sienten?— preguntó tentativamente, mirando hacia Harry.

—Bien—dijo Harry, que estaba concentrado en pasarle a Ron su taza de té nuevamente y vigilarlo para ver cómo reaccionaba con la cercanía de Hermione —. Ahí tienes, tómatelo.

Y entonces su sucedió. Ron apenas había llevado el vaso hacia sus labios cuando Hermione exclamó:—¡No tomes eso!

Harry y Ron voltearon a verla.

—¿Por qué no?— curioseó Ron.

Hermione estaba viendo hacia Harry, como si no pudiera creer lo que veía.

—Tú acabas de poner algo en esa bebida.

—¿Qué?— dijo Harry.

—Me escuchaste. Te ví. Acabas de poner algo en la bebida de Ron. ¡Todavía tienes la botella en tu mano!

—No sé de lo que estas hablándome— negó Harry, llevando la pequeña botella devuelta a su bolsillo.

— Ron, no puedes…

—Deja de darme órdenes, Hermione— le espetó Ron y se tomó de un sorbo el contenido.

Hermione se agachó hacia Harry de manera que sólo él pudiera escucharla.

—¡Nunca lo habría creído de ti,
Harry Potter!

—Mira quien habla— le susurró él, acercándose más— ¿Alguien está confundido últimamente?

Ella balbuceó.

—Por favor, confía en mí— dijo Harry, tentado por un momento en revelarle la verdad.

Hermione apretó los labios, pero no hizo nada más que darse la vuelta y salir del Comedor.

Harry la miró irse y, muy tranquilo en cuanto contempló a Ron de mejor humor, charlando con Luna, se calmó diciéndose que al final del día todo saldría bien. Si todo resultaba como quería, y Sirius afirmaba que así sería, siendo su único cómplice hasta entonces, al terminar el día las cosas habrían vuelto a la normalidad.

                                ••••••

La atmósfera en los vestidores era de júbilo. Las palmadas, abrazos y risas inundaban todo después del partido.

—¡Fiesta en la sala común!— gritó Dean soltando un grito de júbilo y tomando a Ginny de la mano para marcharse, quien de mala lo siguió sin replicar.

Ron y Harry eran los últimos dos en los vestidores. Estaban a punto de irse cuando entró Hermione. Estaba torciendo su bufanda de Gryffindor en sus manos y se veía  determinada a hablar.

—Quiero hablar contigo, Harry— tomó aire—. No debiste haberlo hecho. Es ilegal.

—¿Qué vas a hacer? ¿Nos vas a entregar?— demandó Ron, desafiante.

—¿De qué están hablando ustedes dos?—preguntó Harry, yendo a colgar su túnica para que ninguno de los dos lo viera sonreír.

—¡Tú sabes perfectamente bien de que estamos hablando!— anunció Hermione y se le acercó peligrosamente—. ¡Tú agregaste Felix Felicis al jugo de Ron!

— Yo no hice eso— dijo Harry inocentemente, volteando de nuevo para verlos a ambos. Hermione parecía al borde del colapso.

—¡Si lo hiciste, Harry, y es por eso que todo salió bien!

—¡Yo no la puse!— insistió él, sonriendo abiertamente.

Mientras se acercaba a ella, no pudo evitar sonreír cuando, a tan solo un palmo de distancia, metió su mano dentro de su chaqueta y sacó la pequeña botella que Hermione había visto en su mano. Estaba llena de la poción dorada y el corcho todavía estaba perfectamente sellado.

—Quería que Ron pensara que lo había hecho, así que fingí haberlo hecho cuando tú estabas viendo— declaro, mirando hacia Ron—. Lo hiciste
todo por ti mismo y sabía que lo harías bien.

—¿En verdad no había nada en mi jugo de calabaza?— Ron se veía muy sorprendido— ¿De verdad no tomé poción de la suerte?

Harry movió su cabeza. Ron lo miró con la boca abierta por un momento, después se volvió hacia Hermione, su rostros estaba completamente enrojecido.

— ¿Ves? ¡Yo puedo parar todos los tiros sin ayuda, Hermione!

—Nunca... Nunca dije que no pudieras— balbuceó ella que seguía sin creerselo.

Ron pasó por su lado, murmurando algo acerca de Lavender y Luna, asegurando que ellas sí creían en él y desapareció furiosamente de la carpa.

Harry se metió las manos en los bolsillos y miró a Hermione, que se mordía los labios mirando al suelo.

—Este...— susurró Harry en el repentino silencio; no esperaba que su plan tuviera tan buenos resultados —¿Iremos… iremos a la fiesta, entonces? Quiero decir, ¿tú quieres ir…conmigo?

Hermione levantó la mirada y lo miró por un segundo muy seria y entonces se soltó a llorar.

Cuando Harry comenzó a creer que se negaría o que lo atacaría con sus furiosos pájaros, ella suspiró, reprimiendo las lágrimas.

— Ron cree que no tengo fe en él, ¿Qué se suponía que haría? Creí que... Debiste decirme que tú...— vaciló.

—Lo lamento.

—¡Ahora él cree que no lo creo lo suficientemente capaz!— sollozó, momento en el cual Harry se acercó tentativamente.

—Mi intención no era esa.

Interiormente, así se tratara de una fracción muy pequeña de sí mismo, Harry sabía que no estaba diciendo del todo la verdad. Después de que Ginny acusara a Ron de estar enamorado de Hermione, los celos que le producía cada que su amigo intentaba congraciarse con ella no le dejarían tranquilo. Aún así, pensó, tampoco deseaba que ambos discutieran y, mucho menos, que Hermione se sintiera mal por culpa suya.

—Pero lo has ayudado, eso fue muy noble. Brillante, en realidad— reconoció la castaña, limpiando sus lágrimas con la mano.

Harry sintió que algo en su estómago revoloteaba con alegría.

— Ya se le pasará— vaticinó él dando un paso al frente y luego otro más cuando ella no se apartó— ¿Sigues enfadada conmigo? Entendería si, con esto, te sientes más molesta conmi...

Hermione negó levemente, dejándole tomar su mano.

—Honestamente... ¡Eres tan terco! Un completo tonto, pero, aún así... Es difícil mantenerme molesta si se trata de ti.

—Yo no… Supongo que es comprensible que me sintiera herido, ¿Verdad? Además de que parecías adular al idiota de Cormac.

Hermione comenzó a reír y Harry comprendió cuánto había extrañado su risa.

—Solo fue para ponerte celoso— confesó, aparentemente satisfecha con los resultados—, y lo que dije con Slug, lo hice por los dos, de verdad, pero no me dejaste explicar. Si sabía que entre nosotros hay algo no se cansaría de querer saber más de ti por mí en sus estúpidas cenas.

Harry se sintió idiota.

—¿Entonces irás conmigo y serás mi reina del club Slug?— bromeó acercándola por la cintura.

— Evidentemente no tengo otra opción—  ella le siguió el juego, encontrándolo divertido— No sabes cuánto te extrañé, Harry.

Él sentía que cualquier muestra de celos anteriores se esfumaban cuando Hermione comenzó a llenar su rostro de besos, hasta que él mismo, sin poder resistirse la tomó por las mejillas para besarla, justo como llevaba esperando durante tantos días. Hermione suspiró y le correspondió felizmente.

Los minutos pasaron y con cada uno de ellos la fuerza de sus besos, Harry no podría explicar cómo terminó sentado en las bancas más apartadas de los vestidores, con Hermione cómodamente sentada en su regazo, enredando sus dedos en su cabello.

Tampoco, podría decir cuales manos pertenecían a quien, tocándose ansiosamente por sobre la ropa. Algo en ambos, calcinante y creciente los incentivaba, lejos de los inocentes besos compartidos hasta entonces.

No eran más unos niños.

Del frío exterior no quedaba nada. Ahí, dónde sus manos tocaran, Harry sentía que el tacto de sus dedos sobre la piel cremosa de Hermione lo quemaba como una corriente electrizante. Y, por primera vez, deseó más, mucho más.

Hermione jadeó y, muy para su pesar, se levantó y le sonrió apenada. Sus mejillas estaban rojas, al igual que sus labios, Harry, quien seguía lo bastante confuso como para entender que sucedía, reaccionó hasta que ella le tendió una mano, ayudándolo a levantarse.

— Tendríamos que ir a la Sala Común…— sugirió ella, acomodándole la chaqueta.

¿Por qué quería que fueran allá si ahí mismo se encontraba tan agusto? Harry exhaló abrumado y aceptó seguirla fuera de la carpa pero antes de salir la jaló de la mano y a sólo centímetros de sus labios formuló la pregunta que tantas vueltas había dado en su cabeza.

—Hermione…— comenzó tragando fuerte, no tenía caso retrasarlo— ¿Quieres ser mi novia?

Pese a no etenderlo rápidamente con el paso de los segundos los ojos de Hermione se llenaron de lágrimas y como tan bien acostumbraba se lanzó a sus brazos sollozando un "" antes de besarlo nuevamente.
                                •••••••

Los dedos de Harry tamborilearon la mesa, pretendiendo escuchar a Ron luego de lo que a su parecer habían sido horas.

—No puede quejarse—le dijo a Harry— Si ella se besuquea contigo, por qué no voy a encontrar yo también a alguien que quiera besuquearme. Es un país libre, no he hecho nada malo.

Harry no contestó y dió un cabeceó, muriéndose de sueño.

—Nunca le prometí nada— refunfuñó Ron —Digo, de acuerdo, tal vez habíamos hablado y salido aquella vez al baile de Navidad, pero ella nunca me dijo que fuera como más que amigos ¿Verdad? Digo, en todo caso seguirle la corriente en lo que dice es un dilema... soy libre, no veo porque Hermione se pone de su parte.

Harry cambió de pagina del libro que fingía leer. La voz de Ron se fue apagando hasta convertirse en un murmullo apenas audible sobre el fuerte crepitar del fuego, aunque a Harry le pareció que alcanzaba a escuchar las palabras “no puede quejarse”otra vez.

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¿Y bien, que les pareció?
Tengo que apresurarme para colocar lo que resta del libro en el próximo capítulo, así que la próxima parte probablemente tardará un poco más en lo que me organizo :(

Ya saben, voten y comenten ⭐

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