Erróneas confusiones

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Las silenciosas escaleras dieron la bienvenida al grupo que por largos años las había recorrido una y otra vez, sus risas familiares inundaron el eco y se esparcieron por cada rincón. Los adolescentes reían, felices y sin preocupaciones, aún cuando tuvieran trabajos y rollos de pergamino pendientes, amontonados sobre sus camas y baúles. Uno de ellos, Ron Weasley incluso se había olvidado de la extraña desaparición de sus dos mejores amigos en cuanto se encontró inmerso en la animada e interesante conversación entre sus compañeros de habitación.
Sus preocupaciones, casi nulas, fueron extintas con cada comentario de Dean y Seamus, reforzadas con las sonrisas amables de Neville a su lado y la perspectiva de una cena provechosa y exquisitamente sustanciosa en el Gran Comedor.
Todo iba bien, como debía ser, hasta que Neville se detuvo frente a la enorme puerta carmín de su dormitorio, dejándolos a sus espaldas, confundidos y sin saber que ocurría.

—Neville.— lo reprendió Dean, con ese tono suyo que de ser jovial y amistoso se transformaba en una voz ronca y digna de una reprimienda.—¿Qué esperas?

Neville se dió la vuelta, los miró con complicidad y luego se llevó un dedo a los labios.

— Harry está ahí dentro.

—¿Y qué hay con eso?— se jactó Ron, aliviado en menor medida de haber encontrado a su mejor amigo.— ¡Entra de una buena vez!

Neville hizo un gesto exagerado con las manos, como si quisiera lanzársele encima para callarlo.

—Harry está ahí, con una chica.— agregó con una sonrisa torcida nada propia de él, pero que demostraba su buen humor con la situación, sus mejillas sonrosadas por costumbre se elevaron considerablemente conforme su sonrisa compartida con Seamus se agrandaba.— Escuchen.

Seamus se frotó las manos, como si estuviera frente a un cuantioso tesoro y se pegó a la pared, justo detrás de la puerta desgastada.

—¡Es verdad! Hay alguien ahí con él.

—Vaya…— silbó Dean, sorprendido de verdad.— No creí que Harry metiera chicas al dormitorio…

—Con su reputación puede hacerlo si quiere, es un maldito afortunado. ¿Quién será?— Seamus los llamó con un gesto de sus manos y tanto Dean, como Ron, que seguía estupefacto se acercaron lentamente. No podía creer que su amigo saliera con una chica sin decírselo y mucho menos que se atraviera a meterla a los dormitorios, estaba mal espiarlo en todos los sentidos, pero…¿Se terminaría enterando de todos modos, no?

Saboreando las ansias por escuchar, Ron también pegó el oído a la puerta, con su audición ajustándose lentamente hasta que escuchó con claridad todos los sonidos y voces dentro de la habitación.

— Podríamos intentarlo.

Ese era Harry, sin duda alguna, su boca se torció en una sonrisa malévola para lo que vendría, la voz misteriosa de aquella chica sin nombre, aún.

—Querrás decir, intentarlo tú, ¿No es así? El de la experiencia aquí eres tú, no yo.

Se escuchó un gruñido desesperado del otro lado y luego unos pasos dando vueltas hasta acercarse a la puerta. Los cuatro adolescentes retrocedieron aterrados, si tan sólo se les ocurría abrír la puerta, aunque fuera un poco, los verían ahí apretados uno contra el otro, espiándolos... Pero esa no era la mayor preocupación, el rostro de Ron se contorsionó en horror puro, seguro o intentando engañarse que lo que había escuchado no era lo que él creía, o quién pensaba, mejor dicho.
Neville también destilaba nerviosismo, delatándose en las traicioneras gotas de sudor resbalando de su frente y no precisamente debido al clima.

—Yo creo que esto es mala idea chicos, deberíamos...

Pero nadie escuchó que deberían hacer, Dean se adelantó y con ambas manos y aprovechando su altura le tapó la boca a Neville para que dejara de hablar, Ron masoquistamente lo agradeció en silencio y volvió a pegar la oreja a la puerta, dónde ya no se oía nada, ni siquiera un murmullo…hasta que volvió a escucharlo. Ron pegó un brinco, se llevó un dedo a los labios para que Neville, muy pálido a este punto dejara de intentar patalear para liberarse.

Harry Y Hermione (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora