El comienzo del fin

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No sabía cuando ni cómo sucedió y lejos de sentirse bien con la nueva y repentina sensación estaba aterrada.
Nunca le había gustado pensar que no conocía la información sobre algo pues sus libros eran siempre confiables y perfectos cuando buscaba repuestas y ahora, no servían, tan obsoletos e inservibles en estas situaciones.

Lo que le pasaba no se encontraba en ninguna guía ni enciclopedia, no se entendía con letras ni con definiciones o significados.

Y quien dijera que todo empieza lentamente y luego te das cuenta, como una gran revelación y a partir de entonces todo es felicidad posiblemente no conocía su caso.

Porque de algo estaba segura, un día sólo despertó y comenzó a sentir que las piernas le temblaban y le faltaba el aliento cuando lo veía. Todo por culpa de unas inofensivas y aparentemente tediosas vacaciones en la Madriguera.

Como muchas otras que habían tenido, una que prometía ser normal y para nada peculiar, y entonces todo se le desplomó encima y sin quererlo se encontró fijándose en cosas que antes no, en los centímetros que había crecido, en que su postura y complexión antes delgada y menuda que ahora era más parecida a la de un hombre con todo lo que seguramente hacía suspirar a sus compañeras desde muchos años antes que ella recayera en ello. Su perfil ahora bien delineado y la manera en que sus manos se apretaban a la escoba, fuertes y seguras, como sus indomables cabellos caían sobre su frente y como su respiración terminaba sofocada después de un partido, siempre con una sonrisa cansada y satisfecha la tenían encantada.

Se sintió tonta por primera vez en su vida al no haberse dado cuenta de eso antes, porque ese chico que al que llamaba su mejor amigo no se parecía en nada al niño que conoció. ¿Y donde estaba ella cuando semejante cambio ocurrió? Posiblemente con la cabeza sumida entre libros, porque después de todo eso era lo que ella amaba.

¿Y qué importaban un par de músculos y atractivo físico comparado con el intelectual? Bueno...ahora lo sabía.

Y el atractivo era sencillamente abrumador, no es como si fuera ciega o estúpida para no notar cuando un chico era atractivo pero no le parecía nada del otro mundo…pero con él todo su cuerpo parecía haber cobrado vida, cada terminación nerviosa despertaba y le hacía saber que estaba viva y que podía sentir cosas maravillosas.

No sólo era algo físico, muy para su pesar, pues si ese fuera el caso le sería más fácil afrontarlo, superarlo y seguir adelante. No, se trataba de algo mucho más profundo que hasta donde se había permitido ahondar inmiscuía admiración, cariño y apego.

Un día era feliz siendo ignorante de su estado, como si fuera una enfermedad que no presentó síntomas hasta que fue demasiado tarde y al hacerlo la sacudió y abrumó al grado que quiso evadirlo por el resto de las vacaciones. Pero otra parte muy íntima y recién surgida quería salir a jugar Quidditch con él, aunque era pésima, sólo por el placer de ser parte de su equipo y poder volar cerca, ya no se sentía asustada de caer desde metros y metros hasta el suelo, porque sabía que él la salvaría y lograría ponerla a salvo, porque quería sentirse atrapada entre aquellos brazos que ahora la hacían fantasear cursimente.

Merlín, se sentía como una chica tonta.

Y no dejó de sentirse terriblemente culpable y a la espera de que los síntomas de su 《Enfermedad》desaparecieran al entrar al colegio nuevamente.  Un nuevo año, más personas, obligaciones y menos posibilidades de pensar como una ociosa todo el día en él.

Pero los síntomas no desaparecieron, el escalofrío en el cuerpo no se desvaneció cuando él le sonreía. Ni los mareos al abrazarlo, ni la melancolía al dejarlo ir y mucho menos la fiebre que acudía sin falta al tenerlo tan cerca.

Harry Y Hermione (one shots) Where stories live. Discover now