TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY...

By imwritercs

345K 18K 1.6K

Phoebe es exitosa en su profesión, más que feliz en su matrimonio, y pese a que Rose llega casi a los cinco a... More

Leer, por favor.
[PREFACIO]
-1-
-2-
-3-
-4-
-5-
-6-
-7-
-8-
|9|
-10-
-11-
-12-
-13-
-14-
-16-
-17-
-18-
-19-
-20-
-21-
-22-
-23-
-24-
-25-
-26-
-27-
-28-
-29-
-30-
-31-
-32-
-33-
-34-
-35-
-36-
-37-
-38-
-39-
-40-
-41-
-42-
-43-
-44-
-45-
-46-
-47-
-48-
-49-
-50-
-EPÍLOGO-
UNA HISTORIA MÁS
CHRISTIAN | ÚLTIMO ESPECIAL

-15-

5.2K 327 20
By imwritercs


Me abraza, besa mi cabeza y me mantiene entre sus brazos. Qué dolor, siento mi corazón hecho pedazos, la tristeza me embarga por completo. Quisiera que todo fuese mentira, tenía que mentalizarme durante todo este tiempo de que tarde o temprano sucedería, pero le miraba tan bien, tan vivo, tan... Él, que en mi mente le sentía y veía totalmente sano. Pasamos unos minutos así, hasta que soy yo quien se aleja, y con convicción le digo:

—He estado buscando vuelos de regreso a casa, no puedo quedarme más tiempo aquí. —Me mira, no dice nada, puedo continuar. —No quiero asustar a Rose, es mejor que se quede, pero Manuel se irá conmigo.

—No, Phoebe. Nos iremos todos, no puedo dejarte marchar y ya, menos con tantas cosas pendientes entre los dos.

—Quédate, Paul. Es mejor, unos días más, para que te quedes con tu familia y Rose pueda disfrutar un poco más. No le digas nada, por favor, al menos no la verdad, ¿Si? —se queda en silencio. —Por favor, necesito espacio.

Tras unos segundos en silencio, acepta mi decisión. Sé que es lo mejor, creo estar pensando en lo que le conviene a Rose, a Manuel, a los dos. Sé que aún no hemos resuelto lo nuestro, pero tampoco tengo tiempo para quedarme, sé que pronto lo conseguiremos, pero ahora no.

—Deberías usar el jet —interrumpe el señor Zimmerman. —Una llamada y estará listo. Llegarás más rápido, y evitarás las vueltas.

Acepto, no puedo rechazar la oferta, necesito estar en Seattle cuanto antes. Una hora después, emprendemos la marcha hacia el aeropuerto, con mi niño dormido entre mis brazos, y miedo, no sé de qué exactamente, pero lo tengo. El auto parece desplazarse demasiado lento, y el tiempo muy rápido. Me muero de las ganas de pasar a despedirme de mi niña, incluso de llevármela, pero sé que mi decisión ya sido la mejor, entre menos esté metida en el ambiente de tristeza que ha de haber en casa, y en el que vivo desde que hablé con mi madre, ella estará mejor. En el aeropuerto no tengo que pasar nada que no sea la revisión, sin filas no atrasos. Ava, los señores Zimmerman y Paul han venido para traerme. Mi prima me dice que tratará de estar en Seattle, que le mantenga informada, me quiere acompañar, pero no ya conseguido el permiso en su trabajo. Me despido de todos, menos de Paul, es él quien me ayuda a subir las maletas. Cuando Ryan, el piloto del jet nos avisa que está todo listo, mi alemán favorito besa la gente de Manuel, y luego la mía. Me pide que cuide del pequeño, que le llame cuando lleguemos y también para mantenerle informado de cómo va todo, le digo que si, es lo que haré. Sin más, gira para irse, sin cariñitos, ni palabras bonitas, no me quejo porque yo me lo he ganado. Cruza unas cuantas palabras con Sawyer, y este le da indicaciones a Ever, quién se queda en Múnich. Diez minutos pasan hasta que el jet emprende la marcha, son muchas horas de viajes, sé qué será cansado, tanto física como mentalmente.

***

Seattle, USA.

Duermo en una parte del viaje, el tiempo que Manuel unido a mi preocupación me lo han permitido. Se ha puesto enojado porque no le he dejado andar por el lugar, por seguridad, ha puesto una parranda impresionante llamando a Paul, lloraba como si lo hubiese estado golpeando, incluso la asistente del viaje me sugirió su ayuda, pero conociendo como conozco a mi hijo, solo le pedí que me diese un momento a solas con él, le di un poco de leche, lo que le tranquilizó un poco, aunque su indolencia fue mayor que nunca en su corta vida. Es de noche cuando aterrizamos en Seattle.

Mala idea, terrible. No le he avisado a nadie que  regresaría. Sawyer se encarga de conseguir un taxi del aeropuerto para dirigirnos a casa de mis padres. Mi niño no se entera de nada, el viaje y sobretodo su actitud durante el mismo deben tenerle cansado. El corazón me late con fuerza conforme avanzamos por las calles, siento que se hacen extensas y nunca llegamos. Mi impaciencia, el miedo y la tristeza se unen en una sola para volverme loca, no sé cómo he de controlarme. El tráfico es condescendiente, y no tardamos más de lo debido en llegar a casa. Me bajó cuán rápido puedo, tener a Manuel en brazos no es fácil, porque no quiero hacer movimientos que lo asusten y despierten. Al entrar, se siente un ambiente tenso, tomo aire antes de continuar mi marcha. Me quedo de piedra al encontrarles a todos en el salón, los abuelos, mis padres, Theodore con Clare, y la abuela Carla en compañía de su esposo. Hago un esfuerzo por no llorar, pero es imposible al ver a mamá triste, y con sus ojos rojos, dejando en evidencia que ha llorado. Es hacia ella donde me dirijo para abrazarle con un solo brazos, mientras sostengo a mi hijo con el otro. Clare me quita s mi niño con cuidado, y lo lleva a su hombro para dejarle descansar. La abrazo muy fuerte, siendo testigo cuando se derrumba, me duele muchísimo verle sufrir, quiero ser su fuerza, decirle algo que le haga sentir mejor, pero no puedo, es imposible, las palabras se quedan rezagadas en mi garganta.

Al separarnos, limpio sus mejillas, ella hace lo mismo conmigo. Intento sonreírle, pero solo le muestro una mueca. Papá me recibe con sus brazos abiertos, él susurra palabras bonitas, me hace sentir su cariño. A como puedo, acaba saludando a todos. Me pone muy contenta poder ver a la abuela Carla, pese a las circunstancias, ella también se mira afectada, siempre me ha gustado la buena relación que han sabido llevar ella y el abuelo Ray. Mamá carga a mi niño, acaricia su rostro y le besa, le dejo con ella mientras subo a la habitación.

Me detengo cuando mi mano toca el pomo de la puerta, no sé qué reacción pueda tener, intento controlarme. Estoy aquí, y no hay vuelta atrás. Giro el pomo, contengo la respiración, y finalmente entro. Cierro despacio para no despertarle, está iluminado solo por la pequeña lámpara que hay en la mesita de noche. Luce sereno, con un semblante tranquilo, y un tanto desmejorado. Ha cambiado mucho, y yo disfrutando muy contenta del viaje.

—Debimos suspenderlo. —Murmuro por lo bajo. Con mi vista puesta en él, doy unos cuantos pasos.

Le miro, le miro y le miro.
Se me llenan los ojos de lágrimas, ¿Por qué debe ser así? En fin se acerca, es palpable e inevitable, pero yo necesito que se alargue. Sus ojos se abren, examinan el lugar, y me encuentra. Me trago las lágrimas, y parpadeo un par de veces para evitar que salga. Tiende su mano hacia mí, me acerco a él y la cojo con cariño.

No voy a llorar.

Me sonríe, con la poca luz consigo verlo. Aprieta mi mano.

—Siéntate —me pide, con trabajo, pero lo consigue.

Tomo asiento a su lado, en la cama. Verlo así, me pone mal, pero tengo que ser fuerte, trato de llevar aire a mi interior por la boca, para mantener la calma. Los recuerdos de un hombre sonriente, activo y vivaz me vienen a la mente, ese mismo que era capaz de corretearme un jardín entero, que me hacía sonreír con facilidad, un hombre fuerte, llevo de vida. Ese que una enfermedad de mierda se llevó poco a poco, y ahora, me lo está quitando. Recuerdo haber ido de pesca unas cuantas veces con él y Theodore, nosotros éramos terribles y huíamos de la orilla, pero él siempre estaba ahí para coger nuestras manos y mostrarnos como se hacía. Tardes alrededor de una fogata, asando malvaviscos, mientras nos contabas historias del lago, que eran falsas, pero nos hacían felices. La vez en que estaba enojada porque papá no me permitió repetir postre, y el abuelo Ray llevó el suyo hacia los arbustos donde estaba, para disfrutarlo juntos, a escondidas de mi padre, era nuestro primer secreto. Saliendo de mi mundo, soy consciente de que las lágrimas ruedan por mis mejillas, no puedo esconderlas, él me observa atento.

— ¿Por qué has regresado tan pronto? —me gusta oírle hablar, aunque noto lo mucho que le cuesta.

—Paul... —miento, miento, mentiré —ha tenido que volver por Müller, su empresa, la vida de empresario es terrible. Unas jodidas firmas nos han hecho volver, y tú, ¿Por qué no has ido a cenar? Te estuve esperando, precioso.

Niega divertido, sé que no me ha creído. Sobretodo porque soy una Magdalena, y no puedo parar de llorar.

—Me estoy muriendo, Phoebe —escucharlo mi parte en dos, me duele.

—Precioso, eso no es cierto. Ahora te sientes mal, pero ya verás cuando venga a cuidarte, te pondrás mejor de inmediato. —Sonríe ladeado. —Saldremos a correr, y me ganarás.

—No, esta vez no. Me he convertido en un inútil —dice, se le ve impotente. —Ya no puedo hacer nada, mi vida está llegando a su final. Pero tú, tienes mucho por delante. Me alegra verte, mi niña. Porque quiero hablar contigo, como lo hice con Theodore. ¿Me harás un favor?

—Lo que quieras —le respondo sin dudar.

—Cuida a mi Annie, cuando no esté. Y denle mucho cariño, todo el que ya no le podré dar. Sé que la está pasando mal, por eso, quiero que estén con ella. —Se detiene un momento, acaricio su cara con mis dedos. —La vida me ha dado muchas cosas bonitas, a una familia preciosa, a todos ustedes. He vivido todo lo que podría desear, pero ya no puedo más. Estoy sufriendo, Phoebe, por eso quiero que no lo alarguen más, cuando ya no pueda hablar, cuando mi tiempo en este mundo se acabe, deben dejarme ir, nada de aparatos de vida artificial, solo mi paz. Por favor, solo mi paz. ¿Me prometes que podré descansar? —Niego con la cabeza, no quiero que se vaya. —Promételo, Phoebe.

Descansa su cabeza en la almohada.

—Te lo prometo, abuelo Ray. —Le digo con todo el dolor de mi alma.

—Gracias, sabía que eras la indicada. Ahora, quiero que revises mi gaveta del buró, hazlo —la abro, y encuentro un sobre de manila. —Cógelas y guárdalas tú, su contenido solo puede se entregado cuando no esté. Hay una carta para cada uno, pero solo debe ser leída, cuando descanse, no antes.

—Lo haré como tú digas, precioso.

Sonríe, y asiente.

— ¿Recuerdas cuando te leía en vacaciones?

—Sí, cada noche, hasta que debías marcharte.

— ¿Puedes hacerlo tú ahora? —Asiento. —En mi mochila, la que está en el vestidor, está un libro... Tráelo.

Me levanto para ir por lo que me ha pedido. Esa mochila, es vieja, pero él la tiene en buen estado, le llevaba a cualquier lado. La abro y saco su chaqueta, un bolso pequeño y al final... Mi último libro. Guardo todo y le llevo conmigo, hasta tomar asiento nuevamente.

—No lo he terminado, pero tú sí puedes hacerlo, ¿Verdad?

—Por supuesto, ¿Puedo leerlo ya?

—Ven aquí —palpa la cama con suavidad.

Rodeo la cama para subir del otro lado, me coloco cerca de él. Me dice que tiene el separador hasta donde ha llegado, enciendo la luz para ver con más claridad. Casi ha llegado al final, siempre ha sido amante de la lectura. En gran parte, mamá se enamoró de los libros por su ejemplo.

—Lee, Phoe. Incluso si mis ojos se cierran, no te detengas. Y ya, nada de lágrimas, seamos felices con una buena lectura.

Le digo que si con la cabeza, ¡Nada de llorar! Me limpio el rostro, tomo aire. Gustosa, abro el libro en la página que tiene marcada, y sigo lo que él había iniciado.

Somos tanto, como aprendemos a disfrutarlo. Viajamos a través de los sueños, las estaciones aparecen cada vez que se cumplen. Unos van, y otros vienen...

Le miro, ha cerrado los ojos. Su pecho sube y baja con lentitud, parece estar dormido, pero el movimiento de su mano, me indica que sigue escuchando.

No sé cuánto tiempo transcurre, pasa sin darme cuenta. No soy consciente de ello, hasta que mamá entra a la habitación para decirme que Manuel ha despertado. Beso la mejilla del abuelo, ella se queda y yo me voy. En la sala, mi niño está con papá, él le tiene sentado en sus piernas, mientras le distrae jugando con sus manitos. Cuando me ve, rápidamente estira sus brazos hacia mí. Mi pequeño exagerado, por la forma en que se pega a mí, cualquiera diría que no nos hemos visto en años. Gail me pregunta si cenaré, le respondo que no, invento que he comido en el vuelo, pero la verdad es que no tengo hambre. Mis maletas han sido llevadas a mi antigua habitación.

Arreglo la cama para poder acomodar a Manuel y cuidarle por la noche. Le cambio su pijama para que esté más cómodo. Escucho los toques en la puerta y me dirijo a ella para abrir, encontrándome con Sawyer.

—Buenas noches, Phoebe. Subí para decirte que Paul ha llamado para preguntar por ustedes, le he dicho que todo ha salido bien.

Cierro los ojos y niego, ¡Lo olvidé! En buen hombre me entrega mi móvil, se ha quedado en el asiento del taxi y yo no me enteré, le agradezco por haberlo rescatado. Se marcha. Me siento al centro de la cama para marcarle a Paul, según el registro, no tiene mucho de haber llamado.

—Hola, Phoebe. Ya Luke me ha dicho que han llegado perfectos. —Dice sin dejarme hablar.

—Ya lo sé, pero igual quería llamar. Había olvidado hacerlo, he estado con el abuelo todo este tiempo.

— ¿Cómo está él? —siento las lágrimas instalarse en mis ojos.

—Hemos hablado, creo que se ya ha despedido de mí. Está resignado a morir —mi voz se entrecorta. —Me ha pedido que le lea, él tiene mi último libro. He llegado a tiempo, pero no sé si a él le quede el suficiente para que yo lo acepte. Me dijo que cuando llegue el momento, le dejemos ir.

—Ha luchado mucho, Phoebe. Y lo sabes, ha llevado su tratamiento como se debe, nos ha llenado de alegría a todos, y sobre todo, ha sido muy bueno como padre, abuelo, incluso amigo. Debes tener mucha resignación, y pensar en lo que sea mejor para él.

—Lo sé, pero eso no lo hace más fácil, no disminuye el dolor. Paul... —dejo la frase al aire, no sé qué decir. ¿Qué le necesito? ¿Qué fui muy tonta y quiero que me disculpe? Manuel al escuchar el nombre de su padre, balbucea, sonríe, se vuelve loco. —Alguien quiere saludarte.

Y yo que estés aquí.

—Papá, mi vida, habla con papá. —Le coloco el móvil al oído.

No sé qué le dice, pero si balbuceo me hace sonreír, su alegría al escucharle. Me siento terrible, egoísta con mi niño, con Paul, con mi familia... Debí dejar que hablara, preguntar si deseaba acompañarme, la decisión no es solo mía, somos un matrimonio, debíamos decidir ambos. Pero solo dije cosas sin pensar, simplemente actué llevada por nuestra discusión y mi mal momento. La llamada sigue, pero Manuel ha dejado de hacer sus preciosos ruiditos.

—Paul —digo su nombre para cerciorarme de que sigue ahí.

—Dime —responde de forma queda.

—Dale un beso a Rose de mi parte cuando le veas, y recuérdale que la amo con todo mi corazón. —Y a tí. Mis ojos vuelven a humedecerse. No puedo decirle más, no tengo la cara para pedirle que venga pronto, no en días. —Nos vemos en unos días.

Termino la llamada y dejo el móvil apagado sobre el mueble. Se me escapa un suspiro, estoy a nada de tirar la toalla. Tengo demasiados sentimientos encontrados, es difícil manejarlos todos. Suenan dos golpes en mi puerta, esta vez solo digo que entren, estoy cansada. Se asoma la cabeza de Theodore, y después entra. En sus manos trae una bandeja con un vaso de leche y el biberón para Manuel, que se pone loco de contento al verle, a ambos. Es mi hermano quién le carga para darle de beber, se lo agradezco. No tanto cuando con una sola mirada me ordena que beba el contenido del vaso, a regañadientes lo hago.

— ¿Dónde has dejado a Paul y la pequeña saltarina?

—Rose está en casa de Hannah, ha tenido una pijamada con Jenell. Cuando hablé con mamá, no quise ir por ella, para no asustarle, ellos vendrán en unos días.

—Esa es tu excusa. Ahora dime la verdad, porque Phoebe, nos conocemos muchísimo, y creo que nos tenemos confianza. Sé que la situación del abuelo es triste, pero, estoy seguro de que tienes algo más. ¿No confías en mí?

—Sabes que sí, yo no quiero abrumarles más de lo necesario con mis cosas. —Sostiene mi mano, aprovechando que Manuel ya puede coger el biberón solo. Aprieta un poco, necesito hablar. —Paul y yo estamos disgustados.

—Es decir que al fin, después de tantos años tendré la oportunidad de patearle el culo, ¿Qué hizo? —río un poco forzado, su tontería me da gracia, pero no tengo ganas de reír.

—En todo caso, es a mí... Soy yo a quien debes patearle el trasero. Paul no ha hecho nada, bueno, nada que en realidad deba de enojarme. Yo he querido discutir, y ahora sé que ya sido por algo muy estúpido, perdí un poco la cabeza por los celos, celos sin razón. Una cosa llevó a la otra, y al final, nos disgustamos. —Digo sincera, aceptando mi error. —Le he dicho que se quede en Múnich, pero en realidad quisiera que estuviese aquí. El problema es que ahora no, no... Me da vergüenza pedirle algo así. Yo simplemente hablé, y no dejé que él tomase la decisión conmigo, como debía ser.

—Eso explica porque no está aquí. Phoebe, si no te da motivos, censura los celos, eso solo trae problemas. Llámale mañana, y dile lo que sientes. —Asiento, adoro cuando está en su papel de hermano mayor.

Le doy un abrazo, y besos su mejilla. Le agradezco por preocuparse por mí. Se va porque Hope despierta, escucho su llanto, él como el padrazo que él, corre para ir con ella. Dejándome en compañía de mi pequeño niño.

Una hora, dos hora, tres horas.
El reloj avanza y no consigo conciliar el sueño, doy vueltas en la cama como loca, dejo de hacerlo, lo que menos quiero es despertar a mi gruñón, sé lo mala leche que se pone cuando se le interrumpe el sueño. Lo contemplo, es un retrato vivo de su padre. Mi amor, mi todo. Suspiro, suspiro, y suspiro. Observo el reloj, mi niña ya debe de estar en casa de los señor Zimmerman. Quiero verla, abrazarle, darle mi amor. Lloro por estar tan lejos de ella.

***

A la mañana siguiente, tras darme un baño. Voy a la habitación de abuelo para traerme lo que he dejado, él está despierto, pero esta vez no me habla. Le pregunto si quiere que le lea, niega con la cabeza. Guardo su encargo entre mis cosas, saber que eso representa su despedida, me baja los ánimos a cero. Soy una jodida alma en pena. Le envío mensajes a Paul, le llamo, incluso intento con el correo, pero no me responde, tal vez está ocupado con Rose, o con Jasmina... ¡Puta mierda, no! Ya no voy a pensar en esa tontería, desisto, más tarde lo intentaré.

Me paso con la mañana con el abuelo, haciendo que de pequeños bocados, no come demasiado, pero consigo que lo se llene un poco. Me pregunta por Rose, y Manuel, le llevo al niño para que pueda verle, pero con mi niña no puedo decirle nada. Me invento que está en casa, y la perezosa no ha querido acompañarle. Cuando yo le dejé en Múnich. Me siento terrible, aprovecho que la abuela Grace llega para ponerle suero, la mala alimentación ha llevado a eso. Intento comunicarme con Paul, pero sigue sin responder. Puede que me esté dando una cucharada de mi propio chocolate, colgarle la llamada sin despedirme, empeoró las cosas.

Por la tarde, me dedico a Manuel, soy toda de él. No toma la siesta, y eso me agota. Danielle viene de visita con Gail, se alegra de vernos, es otra que pregunta por Rose, ¡Justo a mi corazón! Le explico lo mismo que a Theodore, sin tocar lo de las discusiones, mi niña vendrá en unos días.

La casa se vuelve un caos, el abuelo nos ha dado un susto. Se desvaneció, y temimos lo peor. Pero se ha restablecido. Me quedo con él, gracias a que Manuel se queda con Danielle, quién recorta sus vacaciones, se vuelve loca sin los niños y prefiere quedarse cuidando al pequeño, y él que no puede, le da su cariño. Antes de la cena, me pongo a leerle, el abuelo me escucha, pero su mente divaga, no sé dónde, pero su mirada todo el tiempo está en el techo. Hasta que se duerme. Sus ojos se cierran, lloro..., Lloro por la idea de que un día no los abra más. Me quedo con su imagen serena.

—Te adoro, precioso. —Beso su frente.

En la mesa, todos parecen cenar por obligación, no hay conversación, todo es silencio y uno que otro comentario alejado. Manuel, mi angelito inocente nos hace reír, se ha embarrado con el atol que le han preparado, se ve tan gracioso y tierno, que Theodore le toma una foto, la cual le pido que me pase. Mi niño está sociable, extrañamente. Su resfriado se ha marchado. Disfruto de verle caminar tomándose de los sillones, para nada estable, pero hace el intento. Hope y él, son lo único que hacen a mamá sonreír, cambiar un poco su semblante. La pequeña se duerme. Pero mi niño sigue dando guerra, dejo que mi madre se distraída con él, jugueteando o haciéndole muecas raras que le ponen a reír. Mi niño da mucho amor.

Miro el móvil, no tengo llamadas, mensajes, ni nada. ¿Qué se cree Paul? Opto por llamar a casa, pero rápido cortó la llamada, no quiero importunar a todos, solo porque él no me responde. Insisto en llamarle, ni siquiera me importa la hora que sea en Múnich, no he sabido nada de Rose en todo el día, y él tampoco ha preguntado por Manuel. Me disculpo con todos para irme al jardín.

Uno, dos, tres... No hay respuesta. ¡Voy a arrancarle la cabeza!

No insisto más, ya lo veré, y entonces le patearé el culo. Me pone mal no saber de Rose, si me extraña, o si le han dicho que la adoro con todo mi corazón. Me hace falta mi hija, Paul, mi familia. En segundos, me encuentro llorando otra vez. Voy a terminar por disecarme. Las estrellas titilan pacientes en el cielo, mi estrellita, mi Rose. Observo la luna, brilla en su máximo esplendor, me recuerda a tantas noches con Paul. Su encanto por las noches así, tranquilas, de esas en la que la luna pone magia. «Tú que les ves, recuérdales que los amo»

Me gusta pensar que la luna está ahí, incluso si no estoy mirando.

Es su olor, es su voz.

Continue Reading

You'll Also Like

18.6K 3K 62
Trina acaba de terminar con su novio porque la engañó, entonces quiere destruirlo a toda costa, pero hay un problema, el mejor amigo de su ex, él le...
225K 13.9K 75
Terminar la universidad significa comenzar una vida de adulto y con ella hay dificultades. Amber y Alex no tienen nada muy claro, pero hay una cosa d...
582K 41.2K 75
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...
6.2K 395 26
Él dueño de un Banco decide crear un proyecto de Becarios, pero su corazón es duro como una piedra, amargado, grosero e idiota. Se encuentra con una...