★ Space and Geeks...[Kidge] ★

By Aurevilly

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Colección de Drabbles & One-Shots entrelazados entre Keith y Pidge, un antes y después de la guerra. Porque e... More

Introducción
Nostalgia
Sunny
Krolia
Penélope
Celos
Matt
Tiempo
Bebé
Lobo cosmico
Vinculo
Presentación
Fuego
Agua
Espacio
Baile
Honores
Danza
Sirena
Protesis
En otra vida
Noticia
Malos términos
Cosmo
James
Promesas
Beso de buena suerte
Castillo
Inesperado
Hogwarts
Soulmate
Aprobación
Akira
Colonia
Kaden
Fugitivos
FanArt (Kidge)
Prospero
Despedida
Oportunidad
Ajuste (Extra)
Realidad
Iverson
Dragón
Caldero
Cita
Fantasma

Declaración

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By Aurevilly





James siempre fue práctico...

No había nada que él no pudiera hacer, siempre que cumpliera con el protocolo establecido y respetará las figuras de autoridad que tenía por delante, supo que andaría por el buen camino. Al contrario de Mcclain y Kogane, le gustaba respetar las reglas, los superiores, almacenaba el conocimiento y no se daba el lujo de presumir en las clases de vuelo de Iverson o que Sam Holt dictaban con tanto esmero. No, él no era un chico problema, sin duda. Con una familia con impecable historial militar, se le instaba desde muy pequeño a siempre seguir los reglamentos como debía serlo para llegar a la cima y eso es lo que había condicionado a la cima, con un grupo de compañeros dispuestos a seguirlos sin dudarlo...

Todo eso se desmoronó en una cuestión de segundos, para variar.

James se tomó un momento para evaluar sus emociones.

El problema no había comenzado hace más que semanas, cuando los paladines llegaron a la tierra y James no estaba de ninguna forma entusiasmado. Había oído que Garrett, Mcclain y Kogane se embarcaron en una aventura sin límites en el espacio y casi los hubiera dado por muertos sino fuera porque muy en el fondo admitiría que hacía algo más que solo las condiciones climáticas del espacio para detener al cabezota de Keith y su tripulación de aliados improbables. James le daría ese crédito, pero seguía sin agradarle el chico por otras razones. No le gustaba los aires de superioridad que se daba a sí mismo solo por ser él niño estrella del Coronel Shirogane. James tuvo que trabajar día y noche, esfuerzo y sudor para alcanzar dónde estaba para que luego llegara un muchacho greñudo a arrebatárselo.

Pero entonces, hubo algo más que la gloria y los premios de reconocimientos. Una visión que lo había dejado bocaabierto. La hija del Almirante Holt hablando apasionada sobre el espacio, sus ojos brillando de la emoción, parloteando sobre un millón de galaxias conocidas y nuevas constelaciones con ferviente adoración, si había que James admiraba en una chica era la determinación y una mente brillante. Pero el problema había empezado cuando se dio cuenta que Kogane siguió su misma dirección, una suave sonrisa discreta dirigida para ella y fue suficiente para hacerla sonrojar en esa reunión de defensa y lograr que balbuceara torpemente. Los problemas sólo comenzaron desde allí cuando él captó también su mirada y prácticamente no lo dejó pasar ni un tiempo con ella. Una feroz y callada competencia se centró entre los dos desde ese momento, como dos lobos peleando por el territorio que ofrecía una gama de ojos ambar, inteligente nata y pecas pequeñas que le daban la extraña urgencia de contar.

Rivazi le había aconsejado que tomara todo con calma.

Ina le dijo que perdía el tiempo, esa chica estaba fuera de su liga.

Kinkade solo asintió, le levantó el pulgar derecho, prometiéndole lealtad en su contienda.

Después de intentos fructíferos–reconoció que Kogane era un rival difícil de erradicar-, armarse de valor y tratar de encontrar un momento oportuno, logró hallar el momento ideal una pequeña tarde soleada fuera de las instalaciones del Garrison. Esta vez, él había logrado atajarla en el hangar. Una buena vista del atardecer, el lobo espacial de Keith a un lado, acompañándola con la secreta promesa de un juego más y ella sentada sobre un banco. Escondió el ramo de flores detrás de sus manos, para que ella no lo viera y huyera, honestamente, no quería hacerla sentir presionada, pero si quería hacerlo de la manera correcta, esperaba que los consejos de Rivazi dieran frutos esta vez.

-¿Entonces, querías verme?-preguntó, con una sonrisa dulce en el rostro. Kosmo echo la cara en su regazo y James odio sentirse celoso de prácticamente una mascota.

-Si, bueno, no eres fácil de contactar...-balbuceó, cruzado de brazos a poyado contra la pared, tratando de aparentar confianza.

-Supongo...-Ella soltó una risa, perdiendo su mirada nuevamente en el horizonte-. No es como si hubiera señal en el espacio-bromeó, para aligerar el ambiente.

-No-pensó también en eso-. No la hay.

Silencio.

Por un breve momento, no dijeron nada, tratando de encontrar algo con que llenar el vacío.

-Honestamente, estoy sorprendida-admitió, de repente.

-¿Por qué?

-Bueno, eres James Griffin, todo el mundo hablaba de ti incluso antes que de me fuera, eras una leyenda aquí, todo el mundo te admiraba porque eres lindo, inteligente y fuerte-confesó, sin mirarlo, como si se tratara de un pensamiento inofensivo para James sintió que su corazón se agitaba. Ella lo había llamado lindo-. El sueño de toda muchacha.

¿No el tuyo?, quiso preguntar, pero no lo hizo, tal vez no sería bueno presionarla con ese tipo de preguntas.

-¿No te agradaba?

-¡No!-se corrigió, alarmada por darle una idea equivocado. Luego se calmó, percatándose que había alzado la voz-. Yo solo...¿te admiraba?, incluso si hubiera estado en el Garrison por otros razones y tener que esconderme de Iverson era un problema, realmente creí que eras...admirable. Nadie llega tan fácil hasta donde estas y era poco habitual verte en los pasillos. Nunca me veías y supongo que, no era nadie en ese momento.

Si lo eras, pero fui un verdadero idiota para no darme cuenta, él acarició la idea de haberla conocido antes, una chica así en su equipo, una novia que su madre estaría mas que encantada con recibir y que su padre calificaría como una buena decisión.

James deseaba que fuera suya.

-Bueno, la idea entonces era eso, mantener un perfil bajo-admitió para sí misma, mientras él se mantenía callado-. ¿No es como si nos hubiéramos podido conocer antes, verdad?, tú tenías un equipo y yo el mío.

Él pensó en lo diferente que sería la situación si ella se hubiese quedado, si fuera parte de su equipo. En otro tiempo, él podría tomar su mano sin ninguna dificultad y besarla con la pasión que quería.

Pidge, por otro, se ajustó sus gafas, sus pensamientos evocando el sutil enamoramiento de años atrás. Ella había sentido algo por James Griffin, el cadete de cadetes, había algo que le dijo su madre hace tanto tiempo, sobre que nadie podría resistirse a un hombre militar.

Ella pensó en lo cierto que era.

Hace un tiempo.

Ahora, sus ojos estaban en otra dirección diferente.

Un chico en un uniforme rojo que le extendía su mano en su mente.

¿Qué tan diferentes hubieran sido las cosas si ella hubiese quedado?, pensó, mirando al muchacho pensativo a un lado suyo.

James sintió que tenía que hacer algo.

Él se armó de valor durante meses.

No le importaba su rivalidad con Kogane este momento por esta chica.

Él deseaba que fuera suya ahora.

Quizás, unas palabras y ella diría que si.

La respuesta tan anhelante que su alma deseaba.

Cerró los ojos, aspiro profundamente el aire de la media tarde en sus pulmones y se dijo a sí mismo que era este el momento preciso en que podría cambiarlo todo.

-¡Escucha!-habló, con demasiada fuerza, sin atreverse a mirarla, alzando el ramo hacia ella-. ¡Te he admirado por mucho tiempo! ¡Lo inteligente que eres, tú apasionamiento por las causas que consideras justas y no he podido evitar pensar...en que tu y yo deberíamos...!-su voz perdió fuerza. Era ahora o nunca. James trato de pensar claro en lo que quería-. ¡Sal conmigo! ¡Te prometo que no te arrepentirás! ¡Enserio!

Hubo silencio.

Un largo silencio.

-¡Oh James...!-James en ese momento se congeló. Una voz aterciopelada, pero varonil con signos de mofarse no era la respuesta que esperaba-. ¡No esperaba esto de ti!

James alzó los ojos horrorizados para encontrar con el cadete Mcclain con lucía una sonrisa burlona, como si lo hubiera atrapado con las manos en la escena del crimen.

¿Dónde estaba Katie?

¿Qué hacia este idiota en su lugar?

-James, amigo...-Lance pasó sus manos por sus hombros, sin perder su sonrisa en los labios-. Honestamente, me halagas, en serio, nunca creí que mi belleza sería tomada en cuenta por lo que bateaban por el otro lado, pero, enserio amigo, ¿sabes?, solo tengo ojos para Allura, pero...si realmente quieres algo enserio conmigo...-Lance se lamió los labios ante el horror de su compañero, mientras tomaba el ramo de flores en sus manos como si fuese su obsequio, lo que era totalmente una mentira palpable para los dos-. ¿Por qué, no?, es decir, deberíamos intentarlo y ver qué sucede-dijo, señalando su dedo meñique, tan fuerte que logró sobrecogerlo-. Recógeme a las siete de la noche galán, ni un minuto de más, nos vemos.

Luego se fue canturreando.

-Cuando Keith se entere...-murmuró a medio camino antes de perderlo de vista.

James se quedó estupefacto allí, su mente tratando de asimilar lo ocurrido.

¿Qué acaba de pasar?

Genial, ahora tenía una cita con Lance Mcclain y sabía que toda la instalación no tardaría en saberlo.

Gran movimiento, James...

Si hubiera prestado atención al lobo cósmico cinco o diez minutos antes, se hubiera dado cuenta que este, percatandose del cambio del ambiente en la situación, decidió trasladar a Pidge a pesar de las protestas de la chica sobre que era grosero y que no estaba jugando.

Él era leal a Keith.






















Se que algunas personas quieren la continuación de Akira, pero ya tenia esto escrito y ya me quedan las últimas semanas. Lo siento sino es algo que esperaban, prometo trabajar en la continuación de Akira 😞

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