La fuerza del destino (DISPON...

By LovenessButterfly

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William un hombre acostumbrado a tener lo que quiere se encuentra con una mujer que sera la excepción, con un... More

La fuerza del destino )
AVISO
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Aviso
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29: La fuerza del destino
Epilogo
Agradecimientos
NOTA
Aviso

Epilogo 2

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By LovenessButterfly

Epílogo 2

William abrió los ojos algo desorientado y miró observo a su alrededor sin poder entender que hacia alrededor de las cuatro paredes de un hospital.   Lo sabía por las máquinas que estaban conectadas a él y el respirador que tenía en su nariz.  Cuando enfocó la vista a su derecha allí estaba su madre con el semblante cansado mientras dormía en un incómodo mueble.  William intento mover los pies, pero no le respondían completamente y sentía que pesaban una tonelada. 

— Hijo, gracias a Dios por fin despertaste — despertó su madre mientras él estaba haciendo el intento por levantarse.  William la observo confundido, pero pidió agua.  Tenía la garganta seca y casi sus palabras no salían de sus labios.

— ¿Dónde esta Victoria?  ¿Ésta bien? — pregunto preocupado porque lo único que recordaba es que salía del cementerio para ir a casa de su madre. 

— ¿Victoria? ¿Quién es ella? ¿Estás bien? Mejor buscó al médico para avisarle que has despertado — articuló su madre más que preocupada.  Ahora lo único que pensaba es que su hijo tenía una enfermedad de la mente.

— Victoria, mi hija de cinco años y obviamente tú nieta — respondió algo hostil y desesperado por verla para así estar seguro de que su hija ésta bien.  Su madre abrió los ojos como platos y corrió a llamar el médico antes de que fuera a decir alguna otra incoherencia. 

Cinco minutos después aparecio una mujer con una bata blanca que tenía su apellido Brown escrito en la misma.  Era una mujer de cabello negro corto hasta los hombros y William recordo al instante que ella fue la doctora de Ashley.

— Buenas tardes, William.  Le voy a contar lo que le sucedió ya que su madre me ha contado que ha estado alucinando con una hija que no existe — saludo en tono divertido y el corazón de William se aceleró sintiendo ganas de morirse.  Mi hija esta muerta, pensaba una y otra vez con lágrimas en los ojos.

— ¿Murió? — pregunto en un hilo de voz sientiendo como se quebraba en miles de pedazos.  Esto era otro duro golpe que William estaba seguro que no se recompondria jamás.

— Ohh no, William.  Me explicó hace seis meses tuviste un desastroso accidente donde saliste por el cristal del auto y a causa de eso sufriste un golpe fuerte en la cabeza que te dejó en coma.  Así que no puede tener una hija de cinco años porque solo han pasado seis meses — explico la doctora tratando de buscar las mejores palabras para explicarle al moreno que se mostraba abatido.

— ¿Qué?  No, eso no puede ser.  Yo no he tenido ningún accidente porque si no lo recordará.   Yo estuve casado con Ashley y usted misma la diagnóstico con cáncer a la vez que estaba embarazada.  Ashley murio por nuestra Victoria.  ¿Cómo me va a decir ésa estupidez? — hablaba William desesperado intentando levantarse de la cama, pero la doctora no sé lo permitió. 

— William escuchame por favor.   A veces algunas personas mientras están en coma sueñan y cuando despiertan están desorientados pensando que todo lo que vivio en su sueño es parte de la vida real.  Todo lo que dices haber vivido no es cierto — explico la pelinegra causando que William se relajara un poco.

— Hijo el accidente fue el día antes de tú cumpleaños y no sabes lo preocupadas que hemos estado por ti — dijo su madre agarrando su mano con fuerza y él la miro sorprendido.  El día antes de su cumpleaños, pensó con alegría.   Él recordaba muy bien que semanas antes de su cumpleaños había visto a la rubia que amaba con todas sus fuerzas trabajando en la cafetería.   Su corazón dio un vuelco emocionado por la alegría de saber que Ashley vivía aunque ahora dudaba que ése fuera su verdadero nombre.

Tenía que verla y decirle...¿Qué le iba a decir?  Hola soy William Johnson tu marido, pero tú no me recuerdas porque todo lo que viví contigo fue un sueño. ¡¿Qué demonios debía hacer?!  Yo siento que la amo como para estar lejos de ella.  También me duele que no volveré a ver a Victoria cuando ella era mi princesa preciosa y tengo vivo su recuerdo en mi memoria.

Los días fueron transcuriendo los cuales William debía someterse a unas pocas terapias para recuperar el movimiento completo de las piernas que en los seis meses perdieron un poco de masa corporal.   Para William las dos semanas se le hicieron eternas y él solo soñaba con ir a ver a Ashley lo más pronto posible.  Ashley era su pilar en aquellas arduas terapias y algunas veces insultaba a todo el personal por no querer darle el alta.  ¡Ni que estuviera inválido!

— Hermanito, ya hoy te dan el alta — Cynthia entró a la habitación viendo al moreno parado observando la ciudad por la ventana y sabía muy bien que no estaba de humor.

— Ya era hora porque ya mismo golpearé a cualquier enfermero, Cynthia  — espeto William entre dientes y a la misma vez relajado porque ya vería a su preciosa rubia.

— Willy mejor calmate.  Yo sé que vivir un sueño tan real como el tuyo es difícil, pero recuerda ésa chica no te conoce y si te acercas a ella así de desesperado como estás la espantaras — la abrazo su hermana por la espalda para que él así se relajara un poco.

Cynthia sabía que su hermano estaba más que desesperado y no podía entender el porque de tener un sueño tan doloroso como él lo tuvo durante el coma.  ¿Qué podía hacer para ayudarlo? No mucho. Lo único que podía hacer era aconsejarlo para que si encontraba a ésa muchacha no la alejara de su vida.   Era la primera vez después de lo de Kayla que veía a su hermano tan ilusionado de que aquella mujer siguiera con vida y esparaba en Dios que la encontrara.

— Lo sé y me inquieta el saber que yo soy un desconocido para ella y yo la amo tanto.  No sabes lo difícil que será no abrazarla y besarla como llevo deseando desde que la vi morir en mis brazos — se paso la mano por el pelo y suspiro con pesadez. 

— Entiendo, pero ahora te tocará reconquistarla y por amor a Dios no seas grosero ni te creas la última coca-cola del desierto porque así no te la ganaras — dijo con una sonrisa burlona y él bufo negando con la cabeza.  Él sabía muy bien que no volvería a ser ése tipo de hombre porque sabía que así no recuperaría, su amor.


William fue dado de alta y aún bajo las negativas de su madre fue directo a la cafetería topandose con la sorpresa de que aquella rubia preciosa que robo su corazón ya no trabajaba allí.   ¿Cómo la encontraría ahora? Fue directo al lugar donde él suponía que vivía, pero se encontro con que allí residía una ancianita berrinchuda que casi no lo deja salir del edificio. 

Así como paso aquéllos meses que paso en coma así mismo corrió el tiempo.  Un año exactamente había pasado y no tenía ningun tipo de noticias sobre ella.  Había contratado investigadores privados para que dieran con ella y no consiguieron nada.  Era como si la tierra se la hubiera tragado sin dejar rastro. ¿A donde podría ir una mujer con los ingresos de una mesera? No muy lejos, eso esperaba William porque un año buscandola era sumamente difícil para él, pero estaba más que claro que él no rendiría. 

William comenzo a arreglarse para la fiesta de una fundación donde recaudarían una suma sustancial de fondos y que postergo hace un mes para ir a contratar a otro investigador que vivía al otro lado del continente.  Se enfundo en un costoso traje de etiqueta con una camisa blanca y corbata roja. Sin olvidar sus relucientes zapatos negros y un buen peinado como siempre lo llevaba, pero algo más elaborado.  El moreno no estaba para fiestas y quería de todas las maneras de zafarse de asistir. 

El salón estaba a rebosar de gente y todas las personas influyentes en los negocios estaban presentes.  Todos los socios de la empresa harían acto de presencia y no estaba de humor para ver a muchos de ellos que eran gente insipidas sin sentimientos.   Los meseros vestidos de blanco y negro se encargaban de que todas las copas de los invitados estuvieran llenas y que no faltará bocado en la mesa.  Todo el salón estaba decorado de rojo y eso incluía la tarima, mesas y sillas.  A decir verdad todo tenía un gusto exquisito y el ambiente estaba animado.  Solo faltaban unos pocos invitados hacer acto de presencia y comenzarían con las donaciones. 

— Willy cambia ésa cara.  Ya verás que pronto la encontrarás — susurro Cynthia al oído de su hermano que miraba a todos con el ceño fruncido mientras tomaba una copa de champaña.

— Sí, pero ¿Cuándo? — bufo dándole una mirada de advertencia a su hermana.  Él no quería abundar más en el tema, no por ahora porque si no explotaría de la furia y desesperación. 

— En el momento preciso — respondió dejando por zajando aquel tema tan doloroso para su hermano. 

El motivo por la cual se había llevado a cabo ésa fiesta se vio iniciado y cada uno de los socios y empresarios de otros lugares hacían sus cuantiosas donaciones.   Todo estaba transcurriendo de maravilla excepto para William que estaba amargado y ya muchos notaron su mal humor. 

— William, quiero presentarte a Wilfredo Cortez — apareció su madre que estaba enfundada en un vestido muy recatado de color verde aceituna.  El moreno al escuchar ése nombre se tenso, pero esperanzando se volteo para saludarlo.  Por un breve segundo sintió que las piernas le fallarían y que no podría mantenerse en pie.  ¡Era él, su suegro! Es decir,  su supuesto suegro, pero estaba seguro que luego lo sería y no importaba el tiempo que pasará no se rendiría.

— Mucho gusto señor Cortez — extiendo su mano para darle un apretón al mayor que lo miraba divertido.  ¿Cómo no olvidar a ése hombre?  Si casi nos morimos de la vergüenza al gritar que respondiera si la embarazaba.

— Hijo el señor cortez es dueño de unos viñedos y los comercializa por todo el mundo — comento su madre mirando con demasiada admiración y era cierto Anita consideraba que el hombre que tenía agarrado su brazo era muy apuesto—.Tal vez algún día podamos hacer negocios — sugirió William con una sonrisa y el hombre asintió.

— Papá por fin te encuentro — interrumpio aquella dulce voz que tanto recordaba y que le estremicio el corazón a William.

— Ésta es mi hija, Ashley.  La que seguirá con mis negocios cuando ya no pueda más — la presento su padre con orgullo y la rubia poso su mirada azul en William que la observaba anonadado—.Mucho gusto...

— Llámame William — término el moreno tomandole la mano con suavidad sintiendo como una corriente eléctrica recorrieron sus cuerpos y por un momento sus miradas quedaron atrapadas.  Miles de sensaciones los atraían a ambos y Ashley soltó su agarre por temor por todo lo que sintió a tocar ése hombre.

Ashley llevaba un precioso vestido de encajes azul claro entallado a todo su cuerpo con un escote medianamente grande. Lucía preciosa y William se le seco la garganta tan solo tenerla a unos pasos de él.   Nunca se imagino que se la encontraría en esté lugar y sin darse cuenta todo su mal humor se esfumo.  Quería abrazarla y besarla, pero no podía hacer eso o pensaría que estaba loco.

— ¿Bailas? — pregunto el moreno altamente nervioso, pero deseoso de tenerla más cerca de él y aspirar su aroma.  Ashley lo miró por unos segundos y acepto encantada.  Ella no le gustaba los eventos sociales ni los negocios a los que su padre estaba envuelto por eso hace más de un año trabajaba de mesera para valerse por si misma.  Pero su padre tuvo un infarto y ella regreso al que fue su hogar para cuidarlo y hacerse cargo de los negocios mientras él se recuperaba. 

— Diculpa que te pregunte, pero tú trabajabas en una cafetería de mesera y... — William quería saber de ella mientras caminaban hacía la pista, pero ella lo corto.

— Sí, trabaje allí, pero mi padre se enfermo y decidí renunciar para cuidarlo y manejar sus negocios — comentó antes de que ése hombre que la ponía nerviosa formulara su pregunta.

En la pista sonaba una música suave perfecta para la ocasión y William la atrajo con delicadeza a su pecho sintiendola tan pequeña en sus brazos como hace tiempo llevaba deseando tenerla.  En solo segundos todos los recuerdos junto a ella lo golpearon y su corazón bombeaba descontrolado.  Él sabía que de alguna manera u otra ella sería su mujer, su esposa y su todo aunque tuviera que volver a enamorarla.  Ésta vez haría las cosas bien.

— Baila usted muy bien — susurro William a su oído, pero no tan cerca para así no ayuntarla.  Ella sintió un escalofrío de la cabeza a los pies y mariposas revolotear por su estómago.   Nunca hombre la había puesto de ésa manera y la sensación era agradable.  Los dos se movían por la pista de manera suave como si ése momento estaba destinado a ser suyo.  Sus miradas se encontraban y algunas veces Ashley no podía apartar su mirada de esos ojos oscuros que la cautivaban.  Ashley pensaba que él tenía la mirada más sincera e dulce que nunca había visto en un hombre y eso la fascinaba.

— Usted no se queda atrás — añadió la rubia con diversión justo cuando William le daba una vuelta atrayendola a su pecho nuevamente con posesión—.Me gustaría volver a verla, ¿Me concede el honor de llevarla a cenar? — pregunto William acomodando detrás de su oreja un mechón que se había soltado de su sencillo peinado que caía por el hombro.

— ¿No creé que es usted muy rápido?  — pregunto Ashley algo ceñuda, pero sumamente atraída por él—.Tal vez, pero si no la vuelvo a ver me arrepentire de no haberla invitado a salir — respondió ansioso de no recibir una negativa de su parte. 

— Que tierno — murmuro con una sonrisa burlona que causo que William también sonriera, pero de su parte solo había felicidad. La música termino y la regreso al mismo lugar donde todavía su padre hablaba muy animado con su madre.

William se unió a la conversación y algunas veces el padre orgulloso de su hija se le escaban algunos logros de su hija.  Con cada cosa que decía y aunque muchas eran las misma que había soñado, otras eran muy distintas.  Como por ejemplo ella estudio Finanzas y en el sueño era una asistente mi asistente, se decía maravillado el moreno. 

— Papá, me voy — aviso Ashley dándole un beso en la mejilla a su padre y le extendió su mano hacia a William sintiendo un mar de corrientes eléctricas recorrer como un torbellino por todo su cuerpo.  Ashley nunca se había sentido tan atraída por un hombre y William la tenía extasiada con su porte tan varonil, su manera de mirarla y lo guapo que lucía. 

— Fue un gusto conocerla y sería un honor que acepté mi invitación a cenar — William beso su mano con delicadeza mientras se maravillaba con su belleza y con su hermosa sonrisa.  ¿Podría haber una mujer más hermosa que ella?  Indudablemente, no.  Nunca se quería imaginar estar en los brazos de otra mujer que no fuera su gatita.

— William lo siento, pero apenas lo conozco y no soy tan fácil — comento la rubia con una sonrisa sincera aunque por dentro hubiera deseado ser espontánea y aceptar su invitación.  

Anita no pudo retener una carcajada al ver con sus propios ojos a su hijo ser rechazado y Wilfredo miró al moreno con recelo.  Él no le gustaba que los hombres se acercaran a su hija y luego le rompieran su corazón como aquél bastardo que la dejó destrozada al saber que tenía cáncer.

— Entonces conoceme.  Además, nunca pensaría que eres fácil por solo aceptar una cita conmigo a la primera — el rostro de William se contrajo y aún asi Ashley se negara él no pensaba rendirse.  El moreno sabía que ella valía la pena y mujeres como ella no se consiguen a la vuelta de la esquina.

— Lo pensaré — le guiño un ojo y desapareció entre todo aquél tumulto de invitados.

Ahora William sabía que tenía una esperanza y que el destino le había regalado una segunda oportunidad para hacer las cosas bien.  Todo ésta vez estaba de su lado, su corazón se encontraba encadenado al de ella y conseguiría que el de ella estuviera encadenado al suyo.  

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