Capitulo 9

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Ashley

No podía pensar con claridad, solo podía pensar que tenía a esté pedazo de hombre loco por mí y que me besaba como si no hubiera mañana. Abrí mi boca y él aprovechó para introducir su lengua tocando la mía con mucha agilidad. Tan solo sentir la invasión de su lengua todo mi cuerpo se erizo y decidí olvidar todo lo que él tenía planeado. ¡Al diablo si él solo quería sexo! ¡Yo también lo deseaba! Mi cuerpo gritaba por su atención y él estaba más que dispuesto.

—Espera —ordene culminando el beso y él me miró aturdido para luego darse cuenta que solo quería cerrar la puerta—. ¿En qué íbamos? — pregunté con una sonrisa pícara y él me halo de la mano para pegarme a su pecho, pero antes de que chocara con él brinque de golpe quedando a horcadas sobre él.

—Me sorprendes señorita Cortez — comentó dándole un apretón a mi trasero que está vez me gusto.

—Soy toda una caja de sorpresas — dije tomando posesión de su boca de manera rápida y salvaje. Sus manos recorrían mi espalda haciéndome temblar sobre sus fuertes brazos.

Sus labios bajaron dando desesperados besos por mi cuello causando que soltara un fuerte gemido de mis labios. ¡Qué hombre! ¡Dios! Sus manos subieron al amarre que había en mi cuello y lo soltó dejando caer el vestido hasta mi cintura mientras mis senos quedaron totalmente expuestos para él. Caminó conmigo en sus brazos sin dejar de besarme mientras chocábamos con alguna que otra cosa haciéndonos reír por lo bajo. Cuando al fin encontró mi habitación me lanzo sobre la cama y se trepo encima de mí. Él me dio una mirada lasciva por la única parte expuesta que tenía en ése instante y yo sentí como mis mejillas se tornaban de color carmesí. Me incorpore y le quite la chaqueta de un tirón más lo hale de la corbata con brusquedad para que callera sobre mí. Él me beso mientras yo intentaba quitar la maldita corbata que se había puesto en mi contra. William sonrió sobre mis labios y con una de sus manos se la quito lanzándola a algún lado del suelo. Yo seguí mi tarea de quitarle la camisa, pero la excitación que me cargaba encima me descontrolo un poco causando que le halara la camisa con fuerza viendo así como los botones se disparaban por la habitación.

—Lo siento — susurre al momento que tomó posesión de mi cuello y las corrientes eléctricas recorrían todo mi cuerpo.

—No importa tengo muchas, mi gata salvaje — dijo mirándome un instante a los ojos viendo el inmenso deseo que había en ellos. ¿Me llamo mi gata salvaje? ¡Qué vergüenza! ¿Hace cuánto tiempo no tenía sexo?

Por primera vez sus manos atraparon mis pechos y sentí tocar el cielo. Mis pezones se habían puesto sumamente sensibles y podía sentir ésa deliciosa sensación instalarse en mi centro. Cuando sentí que su boca succionaba unos de mis pechos mientras el otro era acariciado por su otra mano lo apreté del pelo más a mi pecho casi asfixiándolo. Él se incorporó y término de quitarme el resto del vestido incluyendo la única ropa interior que tenía puesta.

— Tienes la mínima idea del semejante cuerpo que tienes. Estoy loco por estar dentro de ti — dijo mirándome algo así como un pervertido, pero aún así me gusto. Sin darme tiempo a decir nada me abrió las piernas comenzando a sentirme avergonzada. Me miró para luego quitarse el pantalón y los bóxers sin olvidar sacar de ellos un preservativo que colocó al lado de mi cabeza.

Mis ojos se clavaron en su duro miembro y tuve unas ganas tremendas de apretarlo entré mis manos, pero no quería parecer una pervertida. Mi vista fue nublada por la intromisión de su dedo en mi vagina y un sonoro gemido lleno de placer dejé salir de mis labios. William era todo un experto porque sabía muy bien lo que hacía y no podía parar de arquear mi espalda y retorcerme en sus brazos. Estaba totalmente húmeda y lista para recibirlo cuando sentí mis entrañas contraerse dando pasó al mejor orgasmo que había tenido en mi vida.

La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora