Capitulo 15

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Ashley

A mi lado tenía dormido al hombre más guapo que podría haber conocido y para colmo desnudo. No me arrepentía para nada de lo sucedido anoche y sin duda alguna estaba dispuesta a repetirlo todo lo que resta del fin de semana. Lo disfrutamos y ya el lunes volvemos a la realidad como si nada a pasado. Volveríamos a ser nuevamente jefe y empleada sin nada de sexo o miradas cargadas de deseo y lujuria.

Me paré desnuda en la ventana y me di cuenta que estaba comenzando a nevar. Afuera caían copos de nieve de manera hermosa y ya se estaba haciendo sentir un poco de frío. Yo no había traído ropa, pero bien podía utilizar la ropa que dejé aquí hace tiempo.

— Mira si el destino está de nuestro lado. Ahora nieve para más tarde poder calentarte — sentí sus manos en mi cintura y su cabeza inclinada en mi hombro.

— No vas a recibir más hasta que compres lo que prometiste anoche o tú ni Wicho no vuelven a gozar de mí — dije riendo mientras recostaba mi cabeza en su pecho.

— ¿Wicho? Le pusiste nombre a mi pene. Ashley ése nombre es horrible — decía algo afectado por ponerle semejante nombre a su hombría y yo no pude contener la carcajada.

—Sí, pero puedo ponerle otro si deseas — me giré ofreciéndole una de mis mejores sonrisas traviesas y él negó con la cabeza.

— Preferiría que no tenga nombre — dijo algo más serio. Ya llegó el ogro, pensé resignada a sus cambios de humor—. Está bien no le pondremos nombre a tu soldado, pero creo que es hora de bajar a desayunar y ruégale a Dios que nadie haya escuchado porque tu amigo sufrirá las consecuencias — lo amenace apuntándole con el dedo y se alejó de mí comenzando a buscar su ropa.

— Si escucharon es por tu culpa porque no controlas tu salvajismo interno — decía poniéndose sus bóxers y yo me quedé pasmada. ¡Degenerado!

Él se vistió con la misma ropa para más tarde buscar las mudas de ropa que había traído, pero se andaba quejando que no trajo chaqueta para el frío. Lo escucharé poner el grito en el cielo cuando me ofrezca comprarle un suéter en la tienda de segundas manos que queda a unas cuadras de la casa. Mientras tanto yo encontré unos jeans rojos demasiado ajustados para mi gusto y una camisa negra de mangas largas más un par de tenis negros algo apretados.

— Como está nevando desde anoche hemos pensado salir a disfrutar de la nieve — dijo mi madrastra sentada en el mueble abrazando a mi padre.

— Suena perfecto, pero primero tenemos que salir a comprarle una chaqueta a William porque olvidó traer una. Así que vamos a la tienda de segunda mano que queda a unas cuadras — dije esperando la reacción del moreno, pero no dijo nada. Había esperado que formara un berrinche, pero ahí estaba tranquilo con una expresión neutra.

— Vayan muchachos y no se tarden que está haciendo frío para estar sin cubrirse — dijo mi padre dándome un beso en la frente y desapareciendo escaleras arriba con Angie.

— Tendrá que venir el difunto de mi abuelo y obligarme a comprar ropa usada. ¿Por quién me tomas? ¿Acaso tengo cara de necesitado o algo así? — reacciono al fin con el ceño fruncido y yo negué halándolo de la mano para salir afuera—. No seas ridículo por favor y sí, si vas a comprar allí. Además al lado queda la farmacia y prometiste proteger al soldado — dije poniendo mi brazo alrededor del suyo y comenzamos a caminar entre la nieve.

Cuando entramos a la tienda William miraba todo con asco y no quería tocar nada. Bueno en cierta parte él tenía razón cuando decía que uno no sabe en qué condiciones estaba la persona que trajo la mercancía y que podría tener algo perjudicial para su salud, pero quería hacerle pasar un mal rato. Intentó por todos los medios convencerme de ir al centro comercial, pero me negué rotundamente y tuvo que comprarse un suéter de lana color gris. Ahora estábamos entrando a la farmacia para comprar los preservativos y él seguía molesto por comprar aquel adefesio.

La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora