Capitulo 26

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Ashley

¡Un mes había pasado! William me había llevado a tantos lugares en tan poco tiempo y cada lugar me lo disfrutaba al máximo. Algunas veces tenía cansancio excesivo y un poco de fiebres, pero nada que no pueda ser manejable por el momento. Por otro lado, ya tenía mi vientre un poco hinchado y algunos antojos que tenían a William algo enojado por mis repentinos cambios de pensar.

William y yo cada vez estábamos más cercanos y ya hasta me llama mi amor. Algo que no esperaba que saliera de sus labios, pero me llenaba de felicidad a cada segundo.

— Will, ¿Quién te dio ésa idea de venir a Puerto Rico? — pregunté desnuda en la cama muerta de la calor.

— Yo, ¿Por qué? — respondió saliendo del baño y mirándome con lujuria.

— Porque solo llevamos un día aquí y me estoy muriendo de la calor — dije abanicándome con la mano y aún sabiendo que había airé acondicionado en la habitación.

— Me gusta cuando estás así desnuda para mí, cariño — dijo trepándose en la cama con los brazos a ambos lados de mi cabeza—.Will, yo podría estar con el trasero hacía arriba y de todos modos dirás lo mismo — bromee comenzando a sentir sus suaves besos por mi cuello.

— Sí, vas a ser tú con el trasero hacía arriba entonces sí — decía besando por mis costillas y dejé salir un suspiro. William no me buscaba mucho para tener intimidad, pero cuando lo hacía me dejaba loca y sin idea. Cada vez era más tierno, cariñoso y no era para nada salvaje.

Sus labios bajaron a mi vientre hinchado que acaricio con suavidad y subió besando desde mi estómago hasta mi mandíbula sin tocar mis pechos, pero yo anhelaba que me tocará por todos lados y al parecer William quería hacerme sufrir.

— Ponte tú traje de baño para que vayamos a la playa que está detrás del hotel — susurro a mi oído levantándose excitado y yo solté un jadeó cuando lo vi levantarse—.Luego terminamos esto — sonrió de medio lado y me dio un suave beso en los labios para luego ayudarme a levantar de la cama.

Me puse un traje de baño azul marfil y unas sandalias negras, recogí mi pelo en una trenza y lo busque en la pequeña sala. William llevaba un pantalón y una camisilla negra. Estaba muy guapo y cada vez que lo veía no evitaba sonreírle de una manera tierna y algunas veces demasiado provocativa.

— Vamos señorito sexy — dije mostrándole mi vestimenta y él sonrió divertido.

— ¿Sabes lo que sucedió la última vez que me llamaste así? ¿Quieres que te vuelva a enseñar que tan señorito soy?— me tomó de la cintura y posó un beso sobre mis labios como tanto me gustaba—. Sí, lo sé y tal vez es eso lo que busco — aparte mis labios de los suyos y mordí mi labio inferior.

— Pues lo siento porque no me violaras ahora — cargó la toalla en una mano y a mí de la cintura para luego salir por la puerta.

Las olas eran algo fuertes, pero manejables y hacía un viento fuertísimo que golpeaba mi rostro de manera refrescante. Los brazos de William me envolvían por la espalda y a la vez acariciando mi vientre. Solamente con sentir sus suaves caricias mi cuerpo se aceleraba sintiendo como corrientes invadían cada centímetro de mi piel y sabía que a él también sentía lo mismo. La manera en la que me miraba era distinta, algo más dulce y apasionada. Tenía una mirada de un hombre enamorado y eso me dolía un poco porque sabía que luego sufriría.

— Sabes que te quiero, ¿verdad? — susurro a mí oído y me dio unos suaves besos en la mejilla dejándome una sonrisa estampada en los labios.

La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora