Capitulo 18

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Ashley

Habían pasado dos semanas desde que William aclaró las cosas conmigo y parecíamos una pareja lo cual no éramos. Detrás de ése imponente hombre brusco, gruñón, cortante, grotesco y muchas otras cosas más. Había un hombre tierno, seductor y amable. Me trataba como lo hacía mi amigo Mario, el único detalle distinto es que tenía el privilegió de poder besarme y como me encantaban sus besos. Cada vez que me besaba me sentía flotar y cuando me miraba sentía como mi corazón se derretía. Sabía que me estaba arriesgando en seguir compartiendo con él porque mi corazón y mi mente me gritaban que me estaba enamorando.

Por otro lado, William estaba cumpliendo a cabalidad el no tener sexo conmigo y jugaría que yo soy la que me siento torturada y deseosa de que me hiciera suya de todas las maneras posibles. Mientras que yo a él lo veía tranquilo como si él no hubiese sido un mujeriego. ¡Desgraciado! Además ya habíamos ido juntos a pasar la navidad con mi padre y estaba que no le cabía la felicidad en su rostro. Fue un día tan bonito con mucha nieve, inclusive hicimos un muñeco en la nieve. Al principio pensé que William no lo haría, pero fue el primero en proponerlo.

La semana pasada fui a hacerme los estudios que el médico me había pedido el día que me caí del caballo y los estudios que debía hacerme anualmente, pero por el ajetreo del trabajo lo dejé en el olvido. Fui muy irresponsable en no hacerlos antes y si le digo a papá comenzará a pelearme como un loco. Los resultados podían buscarlo luego de año nuevo y espero que todo salga bien.

— ¿Lista? — pregunto el moreno que estaba sentado en el mueble de mi sala. William estaba tan guapo con una camisa negra de manga larga y unos jeans azul oscuro. Estaba guapísimo que con solo mirarlo me entraban ganas de desgarrarle la camisa sin impórtame lo que él piense de mí.

— Sí, ya tengo todo. Solo espero que tú si seas un buen instructor porque no quiero volver a caerme — dije pasándole mi pequeña maleta para que él la cargará porque hoy me había levantado cansada.

— Ya verás que soy un excelente instructor. Además en la hacienda tengo a la yegua perfecta para ti — dijo tomándome de la cintura y levantándome del suelo para darme un beso en los labios. William me había invitado a pasar la semana de despedida de año con su madre y hermana en una hacienda en Texas. Me tomó por sorpresa que me invitara cuando Carolina me había contado que él no salía con mujeres por más de una semana y mucho menos a pasar tiempo con su familia.

Lo que era Carolina y Rita me insistían en que tal vez el hombre de hierro estaba sintiendo algo por mí, pero yo sabía muy bien que eso no era cierto. William no se veía de esos hombres que les gusta estar atado a una sola mujer y que los dos disfrutáramos de nuestra compañía no significaba que sintiera algo por mí aunque yo si por él.

— Eso espero porque puedo vengarme de ti — dije sonriendo divertida y él negó halándome de la mano. Había llegado a conocer en estas semanas un poco más a William y me parecía que su actitud ruda era referente a su padre porque por nada del mundo te atrevas a hablar de él o tendrás el peor día a su lado.

Llegamos al aeropuerto a las seis y media de la mañana. Yo por lo menos estaba entusiasmada porque nunca había ido a un lugar como el que pronto estaríamos. La vida en una hacienda era distinta según me contó mi moreno, pero solo se refería en la forma de trabajo y de ellos vivir. Cuando abordamos el avión me sorprendió grandemente la manera en que William trató a la azafata. Solo ordeno de la manera que él está acostumbrado para luego posar su mirada en mí y continuar hablándome de uno de sus viajes a España mientras que la azafata casi se queda sin pestañas de tanto que intentó coquetearle.

La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora