La fuerza del destino (DISPON...

Da LovenessButterfly

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William un hombre acostumbrado a tener lo que quiere se encuentra con una mujer que sera la excepción, con un... Altro

La fuerza del destino )
AVISO
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Aviso
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29: La fuerza del destino
Epilogo
Epilogo 2
Agradecimientos
NOTA
Aviso

Capitulo 21

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Da LovenessButterfly

William

No podía parar de pensar en la manera en que le hable a Ashley, en que no la tendría más en mis brazos y en que ya no hablaríamos como me había acostumbrado. Estaba pensando que era momento de buscar una conquista para así dejar de pensar solamente en la rubia. Cuando iba entrando al edificio la vi venir con unas grandes gafas negras algo extraño en ella porque nunca la había visto con gafas. Su cabello lo llevaba suelto algo alborotado, unos jeans negros con una camisa violeta de botones y una chaqueta larga color negra hasta las rodillas. Entre en el ascensor y lo sostuve hasta que ella entro algo pálida y sin sonreír.

— Buenos días — dije esperando escuchar su voz angelical, pero solo asintió con la cabeza y ni siquiera me miro—. Necesito que me localice unos contratos de los que tengo en esté listado — añadí pasándole un papel con el listado y ella lo tomó con manos temblorosas.

— No se preocupe cuando subamos se los daré enseguida — su voz fue tan ronca que no pude evitar mirarla.

— Hazme el favor y quítate las gafas, ahora — ordene apretando el botón para detener el ascensor y ella giro su cabeza para observarme.

— No, no lo haré — dijo apretando sus lindos labios y me acerque para tratar de quitárselo, pero me dio un manotazo para rápidamente apretar el botón. ¿Por qué no quería que la viera a los ojos?

Tan pronto las puertas se abrieron ella huyo de mí lo más rápido que pudo y se sentó en su escritorio comenzando a buscar lo que le pedí, supongo.

— Aquí tiene lo que me pidió — entro y coloco los papeles en el escritorio, pero agarre su mano a tiempo para poder mirarla ahora sin las gafas. Cuando la miré directo a los ojos me sorprendí de lo hinchados y rojos que estaban. Por un momento sentí ganas de abrazarla y no dejarla escapar nunca de mis brazos, pero ella estaba a la defensiva.

— Tú y yo hablaremos más tarde — me levanté tomando los papeles y salí de la oficina ofuscado, pero más preocupado por ella.

Todo el día me la pase de reunión en reunión, pero con mi cabeza en otra parte. Todos mis pensamientos recaían en Ashley y en lo hinchados que estaban sus ojos. ¿Habrá salido bien cuando fue al médico? Tenía la necesidad de estar con ella, pero ya la había tratado muy mal ayer y no podía escaparme de esta última reunión.

Cuando por fin logre salir de todas las reuniones ya eran las dos de la tarde así que aligeré el paso para llegar mucho más rápido a la oficina para así hablar con ella. Necesitaba saber que le pasaba y si podía ayudarla en algo. Ella no podía ser tan orgullosa y negarse a aceptar mi ayuda. Al entrar a mi planta estaban todas las demás trabajadoras excepto mi rubia.

— Señor Johnson, Ashley dejó esto para usted — Rita me extendió dos sobres que tomé extrañado.

— ¿Dónde está Ashley? — pregunté serio y ella solo dijo que se había ido a las diez de la mañana. ¡Desde las diez! ¡¿Por qué demonios se fue?! Entre a zancadas a mi oficina y abrí uno de los sobres. Me quedé de piedra sin poder creérmelo. Ashley renuncio, pero ¿Por qué? El solo pensar que no la volvería se me revolvía el estómago. Fue por mi culpa por eso renuncio, pensé mientras abría el otro sobre.

William, sé que te estarás preguntando ¿Por qué he renunciado sin ningún tipo de explicaciones? Hemos compartido tanto tiempo juntos que ya había olvidado cuales fueron tus intenciones desde un principio y créeme que ya no me importa. Porque tuve el privilegió de conocer al hombre maravilloso que se esconde detrás de ésa máscara de rudeza y orgullo. No me arrepiento de haber estado contigo y sé que eres un gran hombre a pesar de tus crueles palabras de ayer. Yo tengo claro que solo fui una más en tu lista, pero no pude evitar que sentimientos involuntarios crecieran por ti en gran manera causando que me enamorara de ti. ¿Me alejó de ti por qué me enamore de ti? No, ésa no es la razón porque yo podría seguir trabajando contigo sin importarme que estés con nuevas conquista porque para eso soy tu empleada, aunque me doliera en el alma. ¿Recuerdas la primera vez que visitaste a mi padre y que él te pregunto si me había hecho los controles anuales? Sí, escuché cuando te lo pregunto y no estaba espiando, Will. Bueno pues esos controles son debidos porque a los dieciséis años fui diagnosticada con cáncer. Tuve un largo proceso de tratamientos y sufrimiento. Mi novio me dejó en ése transcurso porque no quería que la gente le tuviera lastima de tener una novia moribunda y mis amigas nunca fueron mis amigas porque llegó el momento que me miraban con pena o simplemente ni querían tocarme como si las fuera a contagiar. Solo una se preocupó por mí, pero sus padres se mudaron y aún así me llamaba todos los días para saber cómo estaba.

¿A qué quiero llegar con esto? Will cometí un error grandísimo y no puedo devolver el tiempo para arreglarlo. Olvidé hacerme los análisis por dos años y me trajeron grandes consecuencias. Will, tengo cáncer y todo es por mi culpa. Me alejó de ti porque no puedo trabajar más contigo, porque tengo que salvar mi vida. Yo sé que tú no eres hombre de estar cerca de alguien por compasión por eso te ahorro el trabajo aunque ya tú mismo dijiste lo que querías. Por eso te digo adiós, William porque no sé lo que me depare el destino, no sé si esta vez no tenga tanta suerte y logre ganarle la partida a la muerte, pero si no lo logró acepto que mi destino sea morir y estaré satisfecha porque he logrado muchas cosas en éstos veintiséis años de vida. Espero que me perdones por ser tan cobarde y no decirte estás palabras de frente, pero simplemente no puedo. No suelo ser cobarde, pero está vez te voy admitir que tengo mucho miedo de que mi corazón dejé de latir sin poder decirte a la cara algún día que Te quiero, pero ya es tarde. Adiós.

Ashley

El corazón se me estrujo en mi pecho y caí sentado de golpe en mi asiento. Me faltaba el airé y solo pensaba en que ella me quería y que podría morir. Ella no podía morir, no ahora ni nunca. ¡Cáncer! ¿Por qué a ella? Ashley era una mujer tan dulce y encantadora que no entendía el porqué de su desdicha. El solo pensar que ella se muera me siento enfermo y no me hago a la idea de que ella no esté a mi lado. Sin darme cuenta me vi llorando releyendo la carta. ¿Cómo pude ser tan ciego y no darme cuenta la mujer invaluable que era Ashley?

Me limpie la cara con el pañuelo que siempre cargaba y salí rápidamente de la oficina. Tenía que buscarla, tenía que decirle que me perdonara por lo que le dije ayer. No podía dejarla sola en éstos momentos que necesita mucho apoyo y yo estoy dispuesto a dárselo.

— Ashley, por favor ábreme la puerta. Perdóname gatita fui un estúpido — dije tocando a su puerta, pero no escuchaba nada del otro lado—, Lo que te dije no tiene importancia. Estaba enojado conmigo mismo y me arrepiento en haberte lastimado — dije totalmente arrepentido, pero al parecer no estaba dispuesta a abrirme.

— Ella se fue a eso de las doce del mediodía — apareció la mujer de los anteojos y la trenza ésa fea que no se quitaba nunca.

— Se fue, pero ¿A dónde? — pregunte ansioso por localizarla y preocupado por su estado de salud—. No lo sé. Solo la vi con varias maletas — respondió para volver a entrar a su departamento. ¿Dónde estaba? No podía haberse ido muy lejos y menos como estaba hoy.

Tomé mi móvil y comencé a llamarla sin parar. No tenía tiempo que perder y podía pensar lo mal que se debe de estar sintiendo en éstos momentos. Estás semanas me habían servido para conocer a la impresionante mujer que era Ashley y sabía que en éstos momentos no estaba bien.

Ashley, gatita por favor respóndeme. Necesito hablar contigo y saber que estás bien. Todo lo que dije ayer no lo sentía, yo solo quería alejarte de mí — escribí el mensaje a la velocidad de la luz y espere impaciente una respuesta que nunca llegó.

— Wilfredo, ¿Cómo estás? — fue lo primero que dije cuando lo llame. Necesita saber si ella estaba con su padre, pero tampoco debía preocuparle por si no estaba con él.

— Muy bien muchacho. Felicidades en esté nuevo año — respondió el mayor algo divertido—. Felicidades a usted también y es bueno saber que se encuentra bien. Su hija le envía muchos besos — mentí para así saber si estaba con él. Aunque podría ser que él me mintiera.

— Pues dile a mi princesa que yo también le mando millones de besos y que la quiero ver pronto — la forma en que lo dijo me hizo saber que estaba hablando enserio y le di con mi cabeza al volante pensando donde puede estar.

— Claro que le diré, pero debo dejarlo tengo una reunión — mentí nuevamente y él se despidió con alegría.

Aproveche para arrancar el auto y hablar con alguien que me abriera la mente. Necesitaba hablar con mi madre urgentemente. Ella sería capaz de decirme que demonios me pasa por la cabeza porque siento que me estoy quemando por dentro y que mis ojos van a rebozarse en lágrimas en cualquier momento. Cuando yo no soy hombre de estar llorando y menos por una mujer.

— Hijo, ¿Qué te sucede? Traes una cara de funeral — apareció mi madre bajando por las escaleras de su casa y yo me senté en silencio en el mueble de la sala.

— Mamá, ¿Cómo sabes cuando alguien verdaderamente te importa más allá de una amistad? — pregunté mirándola directo a los ojos y ella sonrió sentándose frente a mí.

—Simplemente lo sabes dentro de tú ser. Solamente con mirar a los ojos de ésa persona tú corazón late tan fuerte y siempre quieres estar a su alrededor aunque quieras negártelo. No soportas que nadie que no seas tú se le acerque y siempre quieres encargarte de causarle una sonrisa, pero especialmente te preocupas demasiado y quieres protegerle de lo mínimo. William, el amor llega sin darte cuenta y te atrapa sin siquiera pedir permiso. Así me paso con tú padre y aunque me engaño no me arrepiento todo lo bonito que tuve con él porque estando a su lado nacieron ustedes mis joyas más preciadas. ¿Estás enamorado? ¿Verdad? — tomó mi mano como solía hacer cuando éramos adolescentes y me dio una de sus cariñosas sonrisas.

— Ahora creó que sí — admití bajando la cabeza mirando al suelo sintiendo como me dolía cada una de las palabras que le había dicho a Ashley—. Eso es maravilloso, hijo. Me imagino que es Ashley — dijo emocionada y yo asentí sin mirarla.

— Solo hay un problema...ayer le dije cosas que no deberían decirse a una mujer y hoy renuncio — dije apretando los puños con fuerza y mi madre sonó su garganta.

— Pues búscala y pídele perdón. Además le dices lo que estás sintiendo por ella — sugirió mi madre como si fuera tan sencillo.

— Eso no es todo, mamá. Ella se fue de su departamento y me dejó una carta donde me decía que me quería, pero que tenía...cáncer — me tape la cara con ambas manos y suspire aguantando el nudo que se estaba formando en mi garganta. Hubo un largo silencio entre los dos donde solo se escuchaban nuestras respiraciones hasta que mi madre decidió a abrir la boca.

— Hijo, tú tienes dinero y puedes llevarla a los mejores médicos sin escatimar en gastos. Un tratamiento como el que ella debe ser sometida es muy difícil y doloroso. ¿Qué te molesta que tenga cáncer? Por qué si no estás dispuesto a apoyarla te recomiendo que no la busques — pregunto mi madre con el ceño fruncido y algo molesta.

— No, no me molesta es solo que estoy confundido y no sé donde esta porque llamé a su padre, pero al parecer no sabe nada. Estoy preocupado por ella y no sé dónde buscarla — dije sincero derramando una lágrima por mi mejilla.  

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