La guardia (Saga la Donante #...

By Iselayuki

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Libro #4 de la Saga La donante. Una historia previa al inicio de la donante. Conoce un poco más sobre los gu... More

Sinopsis
Prologo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Aviso
Capítulo 27

Capítulo 1

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By Iselayuki


Observo la imagen del atardecer, experimentando un enorme anhelo, que oprime con fuerza mi pecho. A veces ni siquiera solía tomarlo en cuenta o protestaba de su intensidad, que irónico. Realmente me gustaría sentir el sol sobre mi rostro.

Encontrándome de pie, frente a la enorme pantalla que proyecta la imagen, me parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde la última vez que vi y sentí el sol. Hago una mueca. Quien quiera que haya pensado en ponerla aquí, debe tener un sentido del humor bastante turbio. No podemos verlo, mucho menos exponernos, nos mataría, incluso si se trataran de los últimos rayos proyectados antes de desaparecer en el horizonte.

El sol ha sido prohibido para criaturas como nosotros. La frase puede resumirlo bastante bien, aunque en apariencia sigo siendo la misma, sino contamos el color de mis ojos.

Sacudiendo la cabeza, reflexiono sobre esa noche, me parece mentira que haya pasado un año desde aquel día, desde que me encontré con el extraño que me atacó, desde que vi a esos desconocidos, que sin saberlo, eran vampiros. Tal como lo soy ahora. Bastante tiempo, en el que me encontré recluida, apartada de todos. No lo entendí al principio, todo era muy confuso y la sed de sangre parecía ser lo único en mi cabeza. Hasta el día de hoy es una necesidad, que aunque me parezca aberrante es lo que me mantiene de pie. ¿Y qué sentido tiene? Llegue a preguntármelo muchas veces, el pensamiento me llevó a querer terminar con mi existencia. Mi familia se fue hace un año, con lo que significó el comienzo de la guerra, que ahora parece ser un hecho inminente. Un año podría parecer demasiado, no obstante, bastaron unas semanas para que todo fuera destruido. Las calles ya no son lo que solían ser y ahora todo el mundo se encuentra temeroso, de algo que creyeron no pasaría, al menos es lo que he escuchado. Como recién convertida, no tengo acceso a humanos, ni a salidas, no especialmente tras mi conducta destructiva. Tras recobrar el sentido, me negué a beber durante las primeras semanas, esperando que eso bastara, no lo hizo, eso solo me volvió irracional e incrementó la necesidad de alimentarme.

«Estúpida». Alguien me llamó así, pero no importó, continúe negándome hasta que mi instinto pudo más que mi razón y entonces lo hice. Desperté de mi letargo, saciada, con el rostro manchado de sangre y la mirada atónita de Marine. Perdí mi inútil lucha, pero ella no dijo nada, solo palmeó mi brazo y sonrió.

A pesar de su compresión, ellos no podrían entender el enorme vacío que dejó la muerte de mi familia, el hecho de saberme sola y sin un motivo suficientemente fuerte para continuar viviendo. En un mundo que parece condenado a perecer. Los seres humanos no parecen escarmentar, no importa cuántas guerras ocurran. La historia vuelve a repetirse.

―¿Lista? ―Observo a Marine, quien ha estado conmigo todo este tiempo y que parece tener una paciencia infinita. A simple vista se podría creer que no tiene más de 30 años, pero ella ha dicho que podría superar sin problemas la edad de la persona más vieja que hubiera conocido. Eso serían 90 años, pero resulta tan desconcertante. Ella simplemente sonríe y sacude la cabeza, cuando se lo digo.

―No sé ―titubeó insegura de conocer este nuevo mundo en el que me encuentro sumergida, no voluntad, desde luego―. ¿Debería preocuparme lo que viene ahora?

Me dedica una sonrisa condescendiente, antes de acercarse y tomar mi brazo. Ella actúa como una madre.

―No tienes nada de qué preocuparte, Mihan. ―Me gustaría creerlo, pero no estoy segura. Las últimas escenas con las que me encontré no eran alentadoras y temo que en cualquier momento seré sometida a algo que no me agradara―. Entiendo que todo es nuevo y extraño para ti, pero no es tan malo. Especialmente, cuando te acostumbras.

―¿Cómo es eso? ―cuestiono con evidente sarcasmo―. Soy un... ―No me atrevo a decirlo, a pesar de comprobarlo cada día, bebiendo sangre, sigue pariéndome irreal.

―Vampiro ―termina por mí―. Lo sé, no es sencillo admitirlo al principio ―concede comenzando a moverse, a lo que no me opongo―. Pero es cierto. Yo soy uno y prácticamente todos los que conocerás por aquí, lo son.

―¿Prácticamente? ―Se encoge de hombros ante mi sorpresa.

―Hay algunos humanos. Necesitamos alguien que pueda ayudar durante el día, para ciertas labores.

―¿Alimentarnos? ―Sus labios forman una línea tensa, ante mi clara critica.

―No realmente. Como te he explicado, la sangre que bebemos, en su mayoría viene de algunos bancos y donadores voluntarios. Nada ilegal o que deba preocuparte.

En su mayoría. No he perdido detalle, pero opto por cambiar de tema. Sería tonto de mi parte pensar que no se alimentan de personas. El hombre que me atacó es la muestra más clara de que es cierto. Imaginar personas siendo atacadas, hace que me sienta enferma, pero cuando mi cuerpo pide alimentarse, el remordimiento desaparece. Es tan contradictorio.

―¿Qué lugar es este? ―pregunto cuando nos desplazamos del austero pasillo a uno más amplio y mejor iluminado.

―Para los humanos es una farmacéutica. Forma parte de las propiedades del señor Regan, junto con otros laboratorios.

Regan, un apellido que creo haber escuchado antes. Sin embargo, el que sigue grabado en mi mente es Danko, así le llamaban al hombre que me mordió y transformó. De igual manera habría ocurrido si no lo hubiera hecho, la diferencia es que no habría despertado manteniendo mi mente, sería algo peor que el vampiro que me atacó.

―¿Para qué quieren laboratorios unos vampiros? ―Me dedica una sonrisa contenida, he visto muchas de esas en los últimos meses. Tengo la impresión de que para ella actúo como un niño bastante molesto, pero no se queja.

He luchado contra mi mal humor, pero no es fácil. En un par de noches, pase de ser una chica que solo se preocupaba por las cuentas, por las exigencias de su jefa y por hacer coincidir sus horarios con su familia, a ser parte de un grupo de vampiros, que no viven, ni tienen la apariencia que se supone tendrías al vivir en el anonimato.

―Te sorprendería, pero ya lo sabrás con el tiempo. ―Nos detenemos ante dos enormes puertas, al final del corredor―. Hasta el momento no hemos hablado mucho sobre tu anterior vida.

―¿Anterior? ―Asiente con firmeza, dejando de lado la sutileza. Me tenso, inevitablemente esto tenía que pasar.

―No puedes regresar, para las personas que te conocían o trataban, estás muerta. Así que ahora tendrás una nueva identidad. ―Supongo que lo esperaba―. Aunque puedes usar tu nombre, no puedes regresar a la vida que llevabas.

Asiento.

―Aunque no lo creas, eres afortunada. ―La miro dudosa―. Tu creador es alguien bastante tolerante y no suele intervenir demasiado en nuestra vida.

―¿Qué quieres decir?

―Compartimos un lazo con el vampiro que nos creó. Aunque dudo que sea el caso, no puedes ir en contra de él, si lo desearas.

―¿Seré una especie de esclava? ―Mi broma no surte efecto, ella parece estar tomándose las cosas muy en serio y eso me inquieta. De pronto, me parece que no estoy lista para esto. He reflexionado bastante, en base a lo poco o mucho que conozco sobre los vampiros, se supone que tienen un líder o líderes, el resto son como sirvientes que viven para protegerles y complacerles en todos los sentidos.

Me siento estúpida al pensarlo, pero definitivamente no me gustaría ser solo usada, sin tener opinión o libertad.

―No, Mihan. Las cosas no funcionan de ese modo.

―Pero... ―Interrumpe, adivinado que me refiero a mi estancia obligada este tiempo.

―Eso fue por tu bien ―explica tranquilamente―. Para que aprendieras a controlar tus nuevas habilidades y, sobre todo, la sed. Entiendo que fue algo drástico y no lo más placentero del mundo. Me disculpo por ello nuevamente, pero hace demasiado tiempo que no teníamos a nadie nuevo y por eso no se tomaron las medidas pertinentes.

Hago una mueca, ante la moderada explicación. Siempre que le escucho, me parece hablar con alguien de otro tiempo.

―¿Todos pasan por esto? ―inquiero dejando de lado mi percepción.

―Fue mejor de lo que puedes imaginarte. En este momento hay muchas comodidades y conocimiento, no era tan sencillo antes. No muchos pasamos bien el cambio. Algunos tuvieron que ser eliminados y otros, simplemente se negaron a escuchar.

Bebían de las personas. Leo entre líneas.

―Entiendo tu reacción, pero no asesinamos a nadie, al menos ya no. Nuestros creadores nos han enseñado a beber sin causar daño y a ser cuidadosos.

Me tambaleo apoyándome en la pared, mirándola con una mezcla de incredulidad y vergüenza.

―No estoy juzgándolos, es solo... ―No tengo palabras. Hay demasiadas ideas preconcebidas en mi cabeza, que me resulta difícil imaginarlo.

Su expresión permanece inalterable, no tomándole importancia a mis palabras o a las que he dejado sin expresar.

―Tiempo.

―¿Tiempo? ―repito en voz baja.

―Con el tiempo, entenderás que no todo es blanco o negro. Puede que para muchos seamos algo antinatural, monstruoso, pero sentimos como lo haría alguien normal. Excepto, porque nos vemos obligados a permanecer en las sombras. ―Su mirada se pierde un instante, como si recordara algo―. Me temo que, por ahora, tienes que decidir. ―Espero que continúe sin saber que decir y no queriendo cometer otra indiscreción. No soy buena conteniendo lo que pienso. Señala ambas puertas―. Tal como aseguré antes, no serás una esclava, sin embargo, como ocurre con los humanos, debemos tomar roles y deberes para que la sociedad funcione. Las cosas son similares por aquí, ¿queremos alimentarnos y vivir cómodamente? Hay que colaborar con nuestros creadores.

Asiento. Eso no tiene ni que decirlo, supuse que no todo era beber sin dar nada a cambio.

―Hice un poco de investigación sobre tu persona. ―De nuevo asiento, con un movimiento de cabeza, intentando ocultar la sorpresa―. Eras secretaria. Sabes sobre el manejo de computadoras, ¿correcto?

―Lo hago.

―Bien ―suspira con alivio―. No muchos de nosotros somos aficionados a la tecnología, así que serías de gran ayuda como ayudante de nuestros médicos. ―Deja escapar una pequeña risa ante mi expresión―. No, no todos son como nosotras. En resumen, puedes ocupar un papel como... ―hace una pausa, como temiendo mi reacción―, en mi época se le llamaría sirviente, pero debo suponer que prefieres el termino auxiliar o ayudante.

Respondo con una sonrisa.

―Está bien, no pasa nada. Pero has dicho que debo elegir.

―Así es. La mayoría de las mujeres, prefieren adoptar una actividad laboral. Hay una gran variedad de tareas no solo domésticas, que puedes elegir.

―Trabajar con las computadoras está bien.

―Lo sé, pero... Anisa ha insistido en que deberías conocer ambas opciones.

―¿Cuál es la otra?

―Tu otra opción es forman parte de la guardia, que es la que la mayoría de los varones elige.

―¿Seguridad?

―Si. Y como imagino que te estás preguntando: ¿Por qué los vampiros necesitarían que les protejan? Tal como ocurre con los humanos, no todos los vampiros tienen las mismas ideas, hay algunos que no desean mantener su existencia oculta y causan algunos problemas.

―¿Cómo el que me atacó?

―Si. La guardia se dedica, entre otras cosas, a eliminarlos. Son un peligro para nosotros, pero especialmente para los humanos.

―Puedo imaginarme por qué. ―Me estremezco.

―No tienes nada que temer. Ellos no pueden llegar aquí, ni lo intentarían, pero... creo que por ahora es suficiente. Si mi impresión es correcta, no eres de las que prefieren luchar, ¿cierto?

―No, no lo soy. ―A pesar de las clases de defensa personal que mi hermano me obligo a tomar cuando era adolescente, no soy aficionada a las peleas.

―Entonces, estarás más que bien ayudando con la tecnología. Tendrás un poco de entrenamiento básico, como te has dado cuenta, ahora eres más rápida y fuerte. ―Se acerca a la puerta del lado derecho y la abre. Es bastante gruesa y pesada, pero ella no tiene problemas y es aún más sorprendente lo que hay detrás de ella.

Parece conducir a varias salas, donde personas vestidas de blanco van de un lugar a otro. Distingo a los vampiros, no solo por su pálida piel, sino por sus movimientos y su olor. Además, porque algunos no necesitan intercambiar palabras para entenderse. Pueden leer sus mentes, otra cosa a la que no termino de acostumbrarme. Todo esto es como encontrarme en alguna película de ficción.

―Has elegido ―miro a la chica que ha llegado detrás de nosotras. Es alta, su mirada es intimidante, al igual que su expresión.

―Lo ha hecho, Anisa.

―Bien. Menos trabajo para mí. ―Desvía su atención a Marine, con quien parece intercambiar pensamientos. Ella asiente, dando final a su charla mental, antes de mirarme de nuevo―. Bienvenida. ―Da media vuelta y desaparece detrás de la otra puerta.

Un poco de curiosidad de despierta, pero la contento rápidamente. Yo no podría enfrentar a esas cosas, no importa lo rápida o fuerte que sea ahora.

―Vamos ―escucho decir a Marine―. Te llevare a tu habitación antes de instalarte en tu nuevo puesto. Te gustara, el doctor Koller es bastante agradable, para ser un humano claro.

Eso si que me sorprende. 

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