Z El Señor De Los Zombis (Lib...

By FacundoCaivano

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Tras despertarse en un callejón baldío, cubierto de sangre y sin ser capaz de recordar su identidad, un solit... More

0. Lo muerto, debe quedarse muerto. (I)
0. Lo muerto, debe quedarse muerto. (II)
1. Mi nombre es... (I)
1. Mi nombre es... (II)
2. ¡¡Corre!! (I)
2. ¡¡Corre!! (II)
3. ¿Asociación libre? (I)
3. ¿Asociación libre? (II)
3. ¿Asociación libre? (III)
4. El día "Rojo" de Rex. (I)
4. El día "Rojo" de Rex. (II)
4. El día "Rojo" de Rex. (III)
4. El día "Rojo" de Rex. (IV)
5. Bienvenidos a la Nacion Escarlata (I)
5. Bienvenidos a la Nacion Escarlata (II)
5. Bienvenidos a la Nacion Escarlata (III)
5. Bienvenidos a la Nacion Escarlata (V)
6. Acuerdo de paz. (I)
6. Acuerdo de paz. (II)
6. Acuerdo de paz. (III)
6. Acuerdo de paz (IV)
6. Acuerdo de paz (V)
6. Acuerdo de paz (VI)
6. Acuerdo de paz. (VII)
7. La puerta Zeta. (I)
7. La puerta Zeta. (II)
7. La puerta Zeta. (III)
7. La puerta Zeta (IV)
7. La puerta Zeta (V)
8. Esto no es un adiós (I)
8. Esto no es un adiós. (II)
8. Esto no es un adiós. (III)
8. Esto no es un adiós. (IV)
9. El pequeño Zeta (I)
9. El pequeño Zeta (II)
9. El pequeño Zeta (III)
9. El pequeño Zeta (IV)
10. El Señor De Los Zombis (I)
10. El Señor de Los Zombis (II)
10. El Señor De Los Zombis (III)
10. El Señor De Los Zombis (IV)
10. El Señor De Los Zombis (V)
10. El Señor De Los Zombis (VI)
10. El Señor De Los Zombis (VII)
11. Somos Los Escarlata (I)
11. Somos Los Escarlata (II)
11. Somos los escarlata (III)
11. Somos Los Escarlata (IV)
12. Cuenta Regresiva (I)
12. Cuenta Regresiva (II)
12. Cuenta Regresiva (III)
12. Cuenta Regresiva (IV)
12. Cuenta Regresiva (V)
12. Cuenta Regresiva (VI)
13. No Eres Un Héroe (I)
13. No Eres Un Héroe (II)
13. No Eres Un Héroe (III)
13. No eres un héroe (IV)
13. No eres un héroe (V)
13. No eres un héroe (VI)
13. No Eres Un Héroe (VII)
Final: No eres un héroe.
¡Gracias!
¡Reboot ya disponible!

5. Bienvenidos a la Nacion Escarlata (IV)

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By FacundoCaivano

«Bien—pensó— no puedo permitirme abandonar ahora, Noelia esta herida y Matías confía en que vuelva».

La joven muchacha de ojos esmeralda, se incorporó a la vez que ajustaba la colita de su cabello; Luego, se dio dos palmadas en la cara con la intención de espabilarse y prepararse mental y físicamente, para enfrentar la gran masa de zombies que se encontraban esparcidos por todo el exterior del edificio.

«Piensa, Samantha ¿Cómo salgo de esta? Son demasiados y sentirían mi presencia enseguida—meditó— teniendo en cuenta que cuando salí anteriormente, me encontré con dos de la clase gigante, y también no hay que olvidarse de los dos rápidos que mataron a Fernanda, y que deben seguir por ahí».

—Mierda.

La situación estaba difícil, muy difícil para que una sola persona pueda encararlo. Sam llevaba el peso de la muerte de Fernanda en sus hombros, y ahora se sumaba la responsabilidad de traer ayuda para Noelia, quien se encontraba mal herida, y por más que lo repasara una y mil veces por su mente, no tenía idea de cómo poder escapar de la horda de zombies que se encontraban fuera, rodeando ambas salidas de la calle; contaba con su pistola Beretta modificada, la cual no había tenido oportunidad de usar todavía, de un diseño particular, de color rojo en la parte superior, con unos detalles dorados en los bordes, que había conseguido robándole al misterioso muchacho de la ruta.

« ¿Qué será de ese chico?—se preguntó, olvidándose por un momento del resto de sus problemas—, espero que siga vivo, todavía me da un poco de pena haberlo dejado ahí sin mucha ayuda, debió sentirse muy mal».

—No espera, Sam ¿Qué estas pensando ahora? Tienes cosas más serias en que enfocarte— se dijo a sí misma en voz alta. Luego soltó un largo suspiro llevando hacia atrás su cabeza.

«Dios... que silencio—dijo interiormente, y casi un segundo después sintió un leve pinchazo en la boca del estomago, su piel llego a erizarse y una duda se implantó como fuego en su cabeza, una duda tan evidente que se sintió muy estúpida de no haberse percatado con anterioridad—, ¿Silencio?, ¿Por qué todo está tan callado?»

La joven pegó su oído en la puerta de madera que separaba el ascensor del pasillo del vestíbulo, en un intento de oír aunque fuese un mísero quejido de aquellas bestias. Pero no escuchó nada.

Con su arma en mano, decidió finalmente salir del claustrofóbico lugar donde se refugiaba. Abrió lentamente la puerta, para observar un poco el panorama, y al no ver nada se animó a seguir su camino; cruzó por el vestíbulo nuevamente, tratando de sortear los cadáveres que había matado. Y al llegar afuera un escalofrió invadió su cuerpo, no estaba segura de que sentimiento debería aparecer en esta situación.

Se alivió al no ver a la gran masa de zombies que rodeaban el lugar, había muchísimos menos, quizás ocho o nueve deambulando, pero que no merecían la pena su atención. Era demasiada la suerte que tenia, por lo que también sintió un poco de miedo; pero no era ahora el momento para razonar, las cosas pasaron por alguna divina razón, pero su prioridad estaba primero, y esa era Noelia.

Comenzó a correr en dirección a la guarida de la nación Escarlata, corrió tan rápido como sus piernas eran capaces; Recordó ataño, en la escuela secundaria, ella era la más rápida de su clase, inclusive más que los chicos. Participaba en distintos concursos de atletismo, correr era su vida, le encantaba la sensación del viento deslizándose por su cara; mientras más rápido podía correr, más se entusiasmaba la joven oji oliva.

En un apocalipsis, el correr es algo primordial para escapar de situaciones peligrosas; Incluso notaba que con la ayuda de la adrenalina activa en su organismo, las carreras podrían llegar a niveles altísimos; siempre se preguntó si era esa la razón de la famosa "Corrida de toros", y en un rincón muy profundo de su ser, le hubiese gustado haber participado de dichas corridas.

Ya estaba muy cerca de la esquina en donde tendría que doblar a su izquierda y finalmente estaría en la línea de visión de los centinelas, podría pedir ayuda y rescatar a Noelia y Matías. Todo iba viento en popa, pero en el mar uno nunca puede confiarse; en la vida tampoco.

Justo en ese preciso momento, como un cachetazo del destino, se escuchó un feroz bramido, seguidamente, un zombie de la clase rápida apareció de repente atravesando ferozmente una puerta de vidrio de un local, que Sam había cruzado hace unos segundos. La muchacha se encogió de hombros ante el sonido de vidrios estallando, pero no dejó de correr en ningún momento.

El zombie se acopló rápidamente a la carrera de la muchacha, igualándola en velocidad en tan solo unas cuantas zancadas. La bestia se encontraba ahora en la vereda opuesta de donde Sam, justamente del lado izquierdo, donde debía virar para dirigirse a la nación. Maldijo en su mente, la suerte volvía a golpear.

En contra de todos sus deseos de alejarse de la nación no le quedó alternativa que girar por la esquina y dirigirse hacia su derecha, del lado completamente opuesto a su objetivo. El zombie emuló los movimientos de la muchacha siguiéndola de muy cerca por detrás. Ahora detestaba completamente la idea de participar en una corrida de toros.

En el camino, un pequeño grupo de cuatro merodeadores se encontraban devorando un cadáver, Sam los evadió con facilidad saltando por ensima de ellos, el zombie de tipo rápido no fue tan listo y chocó contra todos revolviéndose por el asfalto. Le costó retomar el ritmo nuevamente, lo que le brindó a Sam una ventaja de distancia considerable, que no pensaba desperdiciar.

Se detuvo en seco, giró y apuntó a la bestia con su arma, inhaló profundamente y mantuvo el aire en sus pulmones, intentando mantener la mayor serenidad posible ante el excesivo temblor de sus manos; Enfocó la mira a la cabeza de la bestia, quien venía dando zancadas agresivas acercándose cada vez más, y disparó.

El disparo no fue certero, dio en el pecho de la bestia, quien se derrumbó en el suelo, pero inmediatamente se incorporó; Sam aprovechó la pausa para volver a efectuar otro disparo más. La cabeza del zombie estalló, el disparo dio justo en medio de su cara, y su cuerpo cayó hacia atrás de forma irregular.

La joven volvió a respirar aliviada, exhalando todo el aire que había mantenido, mucho más adelante venían los zombies lentos intentando cazarla. Pero no les prestó demasiada atención, después de vencer a uno de clase rápida, estos serían pan comido.

Perfiló a caminar, pero un sorpresivo ruido encendió una alarma en su interior; el sonido le pareció al chirrido de las ruedas de un auto cuando derrapan, y se escuchaba demasiado cerca, se giró rápidamente y automáticamente su cuerpo se petrificó.

Una gran maquinaria de chapa y carrocería, de poco más de una tonelada, se dirigía hacia ella a una velocidad imposible de evadir, Sam se sorprendió de lleno; no esperaba para nada que un auto estuviese circulando por la ciudad, debias estar chiflado para manejar un vehículo por un criadero de zombies que acuden ante el menor ruido. Su cuerpo estaba como un junco, clavado en el suelo sin mover si quiera un musculo.

El vehículo se perfiló de costado y frenó a una distancia muy peligrosa de la muchacha, quien simplemente atinó a encogerse de hombros por el susto. Su visión alcanzó al asiento del acompañante del conductor, en donde se encontraba un chico con una gorra de lana verde, el cual le pareció una ridiculez en estos días soleados de calor. El joven cruzó miradas con ella, evaluándola de arriba abajo; cuando se decidió a bajar la ventanilla, Sam notó que hizo ademan de comenzar a hablarle, pero fue rápidamente interrumpido por otra mano que provenía del asiento del conductor, la cual sostenía una pistola que apuntaba a nada más y nada menos que a ella.

Entre una mezcla de sorpresa y confusión, la joven se agachó un poco para ver quién era el autor detrás de la amenazante arma.

— ¿Tu?— preguntó Samantha atónita; el hecho de reconocer a la persona que la amenazaba era por mucho, más sorprendente al hecho de que la estuviese apuntando. Era el chico que le habian robado en la ruta.

Una mezcla de emociones surgieron en menos de un segundo; estaba aliviada por el hecho de que el joven no hubiese muerto por su culpa, reconoció también el auto en donde se encontraba, era el mismo que ella le había dejado en el pueblo anterior para que pudiera salvarse. También el arma que usaba era la misma que ella le ofreció. Todo había resultado como ella lo había planeado; pero claro, no contó que el joven se hubiese tomado muy a pecho el robo y quisiera matarla, pensaba que con los regalos que le había ofrecido la deuda estaría saldada. Parece que no fue asi, ahora sentía rabia hacia ella misma por ayudarlo, mezclada con una fuerte decepción hacia el muchacho. 

—Bien... Sam ¿Verdad? Te lo preguntaré una sola vez, si no contestas lo que quiero... esos lindos amigos tuyos tendrán un jugoso almuerzo—amenazó fríamente el joven.

— ¿Qué, Sam? — preguntó el otro sujeto mirando nuevamente a la muchacha—, ¿Ella es tu admiradora?

— ¿Admiradora? —preguntó Sam, confundida.

— ¡Contéstame!—interrumpió bruscamente, el chico de cabellos en punta—. ¿Has leído mi diario?, ¿Alguien más lo leyó? Y, ¿Dónde está ahora el diario? Dímelo.

— ¿Qué?, ¿Tu diario?, ¿Todo esto es solo por tu diario? —preguntó Sam algo alterada y nerviosa. No tenía tiempo para perder con un loco de turno que solo quería su estúpido diario, necesitaba llegar rápidamente a la nación Escarlata para conseguir ayuda para sus amigos, y no tenía intenciones de perder más tiempo con este particular dúo.

—Respuesta equivocada—dijo seriamente el muchacho, y disparó.

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