La fuerza del destino (DISPON...

By LovenessButterfly

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William un hombre acostumbrado a tener lo que quiere se encuentra con una mujer que sera la excepción, con un... More

La fuerza del destino )
AVISO
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Aviso
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29: La fuerza del destino
Epilogo
Epilogo 2
Agradecimientos
NOTA
Aviso

Capitulo 17

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By LovenessButterfly

William

Una semana a pasado y Ashley es como una extraña. Solo me habla para las cosas de la oficina y evita por todos los medios quedarse hasta tarde trabajando. Pensé que éramos amigos, pero al parecer me confundí porque prácticamente soy un cero a la izquierda en su vida y eso me tiene de un mal humor que ni yo mismo me aguanto. No hay quien entienda a las mujeres porque se les dice la verdad y te tratan como si les hubieras mentido para eso no le aclaraba nada. ¿Por qué carajo le di explicaciones? y ¿Por qué me importa tanto su indiferencia? Solamente con verla caminar con esos pantalones ajustados y la chaqueta negra por la calle me dan ganas de obligarla entrar en mi auto para llenarla de besos. ¿Besos solamente? Hasta me asusto últimamente cuando pienso en solo besarla y no en el sexo con ella.

— Aquí tienes el recibo de la orden y otro pedido que necesita su firma — escuché su voz a mis espaldas y solté un sonoro suspiro.

— Ashley, ¿Hasta cuándo vas a seguir evitándome? — pregunté sin voltear la silla, pero esperando ansioso su respuesta—. William es lo mejor para ambos — respondió para luego escuchar sus tacones. ¿Sé iba a ir con ésa simple respuesta?

— Yo decido que es lo mejor para mí. Somos adultos y cualquier situación debemos saber lidiarla con madurez. Ash lo siento, pero estás siendo muy inmadura — dije volteando mi silla y mirándola de arriba abajo. Tenía unos pantalones grises, camisa blanca de botones y varios de ellos abiertos dejando ver la tierna piel de sus pechos.

— ¿Inmadura? ¿Yo inmadura? — pregunto con el ceño fruncido apuntándose a ella misma con sus finos dedos. Por lo menos la haría enojar, pensé divertido.

— Sí, usted está actuando con inmadurez — asentí con notable seriedad y enarcando una de mis cejas.

— Mira quién habla de inmadura cuando tú ni siquiera pagaste los preservativos porque al hombrecito le dio vergüenza de la vieja pervertida. Eso sí, es ser inmaduro y también cobarde — dijo cruzándose de brazos mientras me fulminaba con la mirada.

— ¿Cobarde? ¿Quién es la que me evita? Tú, ¿Quién es la que no me quiere hablar? Tú, ¿Quién es la que está poniendo excusas? Tú. Entonces llegamos a la conclusión que usted señorita Ashley Cortez Andrade es la única cobarde — dije enojado aventando contra la pared el teclado de la computadora. ¡Maldición ahora tengo que mandar a comprar otro!

— Tú no eres mi novio para que me hagas esté tipo de escenas y no las pienso tolerar. ¿Para qué quieres pasar tiempo conmigo si ya disfrutaste lo que querías de mí? No estoy diciendo que yo no lo haya disfrutado porque si lo hice y mucho, pero estar teniendo sexo luego nos traerá problemas aquí y yo no quiero eso — decía muy seria y algunas veces me apuntaba con el dedo.

— ¡Está bien admito que...

— Baja la voz que pueden escuchar — me interrumpió para evitar que yo siguiera gritando como lo tenía planeado. Le di una mirada de advertencia y respire profundamente para luego continuar.

— Está bien, Ashley admito que mi plan era tenerte en mi cama, pero ahora no estoy hablando de sexo. ¿Acaso yo mencione sexo en la conversación? Me molesta que pienses que soy un maldito pervertido cuando tengo mis jodidos límites. ¿Tú sabes el número de mujeres que han pasado por mi cama? Muchas, pero por primera vez en mi vida no estoy hablando de sexo y quiero que lo entiendas — dije de muy mal humor y cansado de que me esté juzgando de ésa manera.

— Perdóname, William. No era mi intención juzgarte de ésa manera. Lo siento — respondió acercándose a mí que hace rato me había levantado de mi asiento.

— Te voy a demostrar que yo puedo estar cerca de ti sin que terminemos entre sábanas — dije seguro atrayéndola a mí por la cintura y ella sonrió de medió lado.

— ¿Tendrás la fuerza de voluntad para cumplirlo? — pregunto achicando sus preciosos ojos azules que siempre me intrigaban—. ¿Apostamos a un mes? — sugerí dándole un suave beso en los labios con diversión y ella envolvió sus manos alrededor de mi cuello. ¿Por qué estoy haciendo esto y más arriesgándome a un mes sin sexo? ¡Un mes!

— Me parece perfecto — respondió sonriendo y metiendo sus dedos entre mi pelo para luego besarme apasionadamente por fin. Continuamos besándonos y acaricie su espalda por encima de la tela mientras sentía unas descargas recorrer mi cuerpo de manera desenfrenada.

Cuando nos separamos me dio por mirar fuera de la oficina y la mayoría de las empleadas que trabajaban en esta aérea miraban sorprendidas la escena. Yo solo pude cerrar las cortinas sin importarme lo que los demás piensen.

— Ve a buscar tú chaqueta para irnos almorzar — dije dándole una palmada en el trasero y ella se quejó para luego salir con una sonrisa plasmada en sus labios.

¿Qué diablos le tiene que importa a los demás lo que yo haga con mi asistente? Tomé mi chaqueta y mi móvil para salir de mi oficina directo al escritorio de la rubia.

— Encárgate de todas mis llamadas — dije mirando muy serio a la pelirroja que miraba la escena furiosa. Eso es lo que le toca por meterse a mi oficina desnuda y traerme problemas con Ashley.

— William ése no es mi trabajo —respondió entre dientes con una fingida sonrisa y yo dejé a Ashley terminar de organizar su escritorio para acercarme a zancadas a Milena—. Aquí haces lo que se te ordena y sin quejas. Según fuiste tan zorra de desnudarte en mi oficina también puedes servir de utilidad para responder mis llamadas — ordene mirándola seriamente y ella asintió a regañadientes.

Entramos al ascensor uno al lado del otro, pero la acerque más a mi tomándola de la cintura. Cuando caminamos para la salida del edificio los empleados nos observaban curiosos, me imagino que tratando de averiguar qué pasaba entre la asistente y yo, pero yo ni sabía que sucedía tal vez éramos amigos. Hasta me sorprendo de decir amigos si la única amiga que tengo es Lorena y ya casi ni la veo.

— ¿A qué restaurante deseas ir? — Pregunto ya dentro del auto y ella encendió la calefacción—. No me digas que para almorzar tú vas a un restaurante de lujo. Porque yo no quiero ir a un restaurante. A mí me apetece comer hot dog con todo — dijo saboreándose sus labios y ésa acción juro que la vi en cámara lenta.

— ¿Hot dog de almuerzo? Eso no nos cabe ni en una muela — dije con el ceño fruncido y ella puso los ojos en blanco.

— Porque no lo has comido como yo. No sabes lo que es un buen hot dog con carne molida, repollo, queso derretido, mostaza y para culminar papitas. No sé cómo puedes decir que no llena. Así que llévame a comer hot dog porque no respondo —se cruzo de brazos en su asiento y no pude evitar dejar salir una sonora carcajada. En mi vida había visto una mujer pelear por comer algo tan simple cuando con las demás mujeres que había compartido me pedían un restaurante lujoso para sacarme el jugo.

No sabía donde conseguir un establecimiento cerca donde vendiera hot dog así que fui al centro comercial donde podía encontrar todo tipo de comida rápida. Cuando pasaba con ella a mi lado algunos hombres volteaban a mirarla y eso me ponía furioso de una manera exagerada. ¿Por qué me pongo así si tan siquiera es mi novia? ¿Para qué quiero una novia? Para que me haga lo que Kayla me hizo. La muy desgraciada estuvo conmigo dos largos años demostrándome ser la mujer perfecta para luego desaparecer con una gran suma de mi cuenta bancaria y sin dar la cara.

— Esta bien tuviste razón, pero admite que pareces una cerda comiendo — dije tomando una servilleta y limpiando la comisura sus labios que estaba llena de mostaza.

— ¿Cerda, yo? ¿Acaso no me has visto bien? — pregunto con una sonrisa divertida y yo la miré directo a los ojos con unas ganas tremendas de volver a besarla, pero me contuve. ¿Cómo me pregunta si no la he visto bien? ¡Claro que la he visto bien! Ella es la mujer más hermosa con la que me he relacionado. La mayoría del tiempo no puedo dejar de mirarla y ella me pregunta eso.

— Sí, te he visto muy bien, Ashley. Eres una mujer preciosa — respondí a lo que ella se sonrojo un poco. Hasta con sus mejillas sonrosadas lucía adorable.

— Pero bueno, William. Ya tú conociste a mi familia y te pudiste dar cuenta que mi madre murió así que me cuentas de la tuya — sorbió su refresco y me miró con las manos puestas bajo su barbilla esperando mi respuesta.

— ¿Tú madre murió?— pregunté sorprendido. Yo creía que se habían divorciado.

— Sí, murió en el parto, pero no me evadas el tema y cuéntame — dijo frunciendo los labios que tenía pintados de rosa. Solté un suspiro para luego responder—. Bueno a mi madre y hermana la conociste aquél día en el restaurante. Ellas dos son mi vida y las defendería a capa y espada si alguien se atreve a dañarlas. Mi vida ha sido muy fácil, he tenido todo desde pequeño y nunca me ha hecho falta nada — dije recordando la manera en que mi madre nos saco adelante sin la ayuda de nadie.

— Eso es muy bonito protegerlas de ésa manera, pero ¿Qué me dices de tú padre? — pregunto con una pequeña sonrisa y me tense.

— No deseó ni pienso hablar de él. Vámonos que ya se hizo tarde — dije tajantemente y saqué dinero de la billetera para luego dejarlo en la mesa. De ése desgraciado no quiero saber nada ni me interesa. Él nos abandono y luego de unos años vino a buscarnos, pero ni siquiera le permití acercarse a mí.

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