Irrumpir en el Ardid (irrumpi...

Oleh migomz

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Astrid es una semiangel que siempre se sintió ajena a su naturaleza, su temple será puesto a prueba cuando de... Lebih Banyak

Sinopsis
Al final de la cadena alimenticia
Las mejores cosas vienen en paquetes de dos
No siempre lo que ves es lo que realmente hay
El ángel que nació para triunfar
La bienvenida puede ser agridulce
El primer acercamiento, primera victoria
El arriesgarse puede ser una buena tentación
No todo tiene que empezar con el pie derecho
La situación pinta como un rompecabezas
Y los secretos comienzan a revelarse
Las explicaciones sobran en este paquete
Que las apariencias no te engañen cuando a punto de caer estás
El ángel de la guerra
La soledad nunca estuvo mejor acompañada
¿El ángel o el humano?
Todo cae en picado
La furia es especialista en la locura
Los ojos ven, los oídos escuchan pero el corazón no acepta
En la muerte se encontró la libertad
Atentar contra el mundo celestial tiene sus consecuencias
Y sin poder evitarlo eres tu enemigo
Demasiado tarde, demasiado doloroso y sin control
Epílogo
Aviso: ¡Una pequeña sorpresa!
POV Brashier: El ángel que nació para triunfar
Aviso: ¡Buenas noticias, continuación de la historia!
Nota final de la autora (por favor leer)

El camino se hace más angosto y el abismo más grande

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Oleh migomz

El combate había acabado, no les tomó más de una hora a los Capri acabar con los Soca. Se había destruido en su totalidad al grupo del padre de Paul y a pesar de que no eran los únicos Soca en aquel planeta sabía que era un paso más hacia la meta de destruir a los Soca en su totalidad salvando la vida de miles de ángeles inocentes.

Los ángeles y pseudoángeles que habían sido prisioneros fueron rápidamente asistidos por los Capri, ellos le brindaron alimento y ropa nueva, incluso pude ver como algunos le daban su juramento de protección a un determinando ángel, se lo merecían, alguien debía protegerlos y ayudarles a superar la terrible experiencia que habían tenido allí.

Ni Brashier, ni Kenton y mucho menos Paul me habían hablado desde que finalizó mi destrucción del líder del grupo, tampoco les di indicios de que quería hacerlo. Había sido mi primera muerte, era mi primera vez y a pesar de que en ese momento no pensaba en más nada que no fuera la venganza ahora que mi racionalidad había vuelto me sentía mal, nunca hubiera imaginado que yo, la oveja más débil del corral, eliminaría a un ser.

Restregué mi rostro intentando sacar de mi cabeza tan horribles memorias, el rostro del padre de Paul siendo calcinado con rapidez rondaba por mi cabeza recordándome constantemente que yo había hecho tal cosa. Sabía que era propicio que lo hiciera, había situaciones en las que no quedaba más que destruir a aquellos seres que están causando estragos, ellos no respondían a nada, no les importaba nada y sólo estaban provocando más destrucción, así que era necesario, completamente necesario, acabar con ellos. Un poco de destrucción que aliviaría en enormes cantidades al mundo celestial.

Respiré profundamente sintiéndome mucho mejor, era necesario, había salvado la vida de varios ángeles y por ello no debía sentirme mal. Abracé mis piernas con más fuerza sin apartar mi vista de los Capri que auxiliaban a los ángeles. Brashier rondaba alrededor vigilando que todo estuviera en calma y para proporcionar tranquilidad a aquellos ángeles que estuvieran alterados. Kenton revoloteaba alrededor de los cadáveres apilados haciendo su trabajo de ángel de la muerte (no fue nada agradable enterarme de ese hecho). Paul caminaba de un lado a otro sin apartarse mucho de mí pero no obstante sin invadir mi espacio personal.

La imagen de mi padre llegó casi con desesperación, necesitaba verle y hacerle saber que estaba perfectamente bien, necesitaba abrazarle con fuerza para creer realmente que todo había pasado.

Cerré los ojos dejándome llevar, el viento se formó a mi alrededor refrescando mi piel que aún estaba tibia a causa de haber usado mi poder con tanta intensidad. Escuché el canto de un ángel (lo digo en serio), aquella canción era terriblemente conocida, la voz era la de una mujer, no había letra sólo melodía.

Cuando abrí los ojos pude darme cuenta de que Brashier caminaba hacia mí con su muy usual seguridad, intenté no sonreír pero me fue imposible. No quería que se acercara mí en absoluto, no debía tener un buen aliento y no me había aseado en más de dos días… ¡Ugh! Estaba hecha un asco.

—Espera que me asee en casa —Le advertí cuando estuvo a dos metros de mí—. Lo digo en serio —Le interrumpí cuando abrió la boca.

Me dedicó su provocativa sonrisa engreída, quise correr hacia él para abrazarle y besarle pero era extremadamente consciente de mi estado en general.

—Podrán seguir sin nosotros —Avisó Kenton acercándose—, podemos irnos

Le miré sintiéndome mareada, él estaba siendo bueno, yo sabía que lo era pero estaba esta cuestión de que Maciel realmente le había manipulado para que me asesinara ¿Cómo pudo hacer para volver a ser él mismo? La curiosidad picaba molestamente.

—Enseguida —Me levanté de la grama con fluidez, ya no me sorprendía pues, al parecer, el convertirme en un ángel había configurado las partes retorcidas de mi personalidad, aunque aún quedaban varias por arreglar.

Miré en dirección a Paul, sus ojos café ya me habían estado vigilando, le hice una señal con la cabeza para que se acercara hacia nosotros. Tragué profundamente viendo cómo corría hacia mí, necesitaba hacer lo siguiente.

— ¿En qué puedo ayudarte? —Preguntó semi formal.

— ¿Qué eres? —Pregunté de golpe, ya no podía andar con sutilezas.

—Un Capri —Respondió con certeza—. Fui un Soca hace dos años pero tuve la suerte de recapacitar sobre ello y volver a mis raíces

— ¿Qué es un Capri? —Pregunté con seriedad aunque por dentro la curiosidad me mataba.

—Un guardián de los ángeles mortales —Le di una mirada curiosa.

— ¿Tienes un protegido? —Pregunté siguiendo mi papel.

—Eras tú, dejé de serlo luego de tu conversión en inmortal

Varias piezas cayeron en su lugar. Tantos por qué se aclararon con aquella sencilla explicación. Debido a esto se debía el minucioso cuidado de Paul mientras había vivido con él, sonreí sin poder evitarlo.

—Pero quisiera seguir siéndolo a pesar de tu inmortalidad —Terminó arrodillándose frente a mí.

Me sobresalté viendo como cerraba sus ojos y se inclinaba ante mí.

—Juro protegerte de aquellos que quieran hacerte daño —Me miró—, designo mi vida entera a protegerte —Sonreí de nuevo encantándome el hecho de saber que le tendría conmigo por mucho, mucho tiempo.

—Te acepto como guardián —Respondí agachándome frente a él.

—Se supone que no hagas esto —Me aclaró serio.

— ¿No te ha quedado claro que no soy lo que se diría un ángel normal? —Pregunté haciéndonos reír.

—Lamento poner tu vida en peligro

—Te he disculpado por ello, olvídalo —Acaricié su brazo izquierdo.

—Nosotros no, así que te espera una larga conversación en casa —Interrumpió Brashier cruzándose de brazos.

—Aguafiestas —Dije antes de levantarme.

—No escaparé de las consecuencias Brashier —Le respondió Paul poniéndose de pie.

—No te dejaría hacerlo de cualquier manera —Le dedicó una dura mirada a mi protegido-guardián.

— ¿Tienes en qué ir a casa? —Le pregunté atrayendo su atención.

—Sí

—Entonces vamos —Me volteé hacia Brashier y Kenton—. Tú y tú, si llegan a ponerle un dedo encima a Paul les calcinaré, no me importa que tú seas inmortal y que tú seas irónicamente el ángel de la muerte, los haré sufrir tanto que se arrepentirán de haberlo hecho —Les amenacé dándole una dura mirada.

Brashier y Kenton asintieron con una sonrisa ¡Ja! Casi podía percibir el “Lo haremos cuando no veas” que me daban sus miradas. Bufé molesta caminando hacia los árboles. Sin pensarlo siquiera las llamas aparecieron trayéndome a mis lindas alas, tomé impulso y salté hacia el cielo deleitándome por la facilidad con que lo hacía. Tampoco tuve que pensar hacia dónde debía ir exactamente, mis alas sabían perfectamente qué hacer y yo sólo me dediqué a cerrar los ojos y disfrutar del aire.

Mi mente quedó en blanco en todo el camino, la calma fue increíble, por fin tenía lo que había anhelado los últimos tres días. La disminución de la velocidad me hizo abrir los ojos y supe que había llegado.

Sin tocar abrí la puerta, no parecía que Igor estuviera, intenté captar su esencia pero no lo logré. Con un gritito de felicidad subí las escaleras, entré al baño y me deshice de la ropa interior “anti-fuego”, las únicas prendas que llevaba encima (sí, aún no había logrado controlar completamente esa pequeña consecuencia de las llamas).

Abrí la regadera y grité de felicidad al sentir el agua fría mojar todo mi cuerpo, agité mi cabello sin mucha fuerza mojando todo a mi alrededor (había una puerta de vidrio que impedía que la “lluvia” mojara lo demás). Lavé mi cabello con mi shampoo con olor a frutas, froté todo mi cuerpo con el jabón de “vainilla”, necesitaba asegurarme que tuviera un buen olor para los demás, después de todo había vomitado en varias ocasiones impregnando todo con ese terrible olor, ni decir del agua sucia que había en la habitación donde me habían encarcelado.

Me estremecí ante el recuerdo y le pateé lejos volviendo a mi amada calma. Con rapidez envolví mi cuerpo en una toalla y procedí a lavar mi boca, sabía que estaba siendo exagerada pero no me importó gastar la mitad de la pasta dental y terminar el enjuague bucal de tamaño medio. Corrí de vuelta a la habitación escuchando murmullos provenientes de la sala.

Sequé mi cuerpo casi con desesperación, seleccioné un conjunto de ropa interior “anti-fuego”, una franelilla blanca, un short gris de tela suave y mis zapatillas blancas. Sequé mi cabello con fuerza, las suaves ondas se formaron como de costumbre, aquella era una de las cosas que debía agradecerle a mis padres, mi cabello no era rebelde, él obedecía mis órdenes y mantenía un buen aspecto, tenía el orgullo de decir que le entrené bien.

Alguien tocó la puerta y yo me apresuré a acomodar un poco la habitación (había ropa en el suelo y en la cama).

—Pasa —Indiqué sentándome en la cama.

Igor entró casi con timidez, sus ojos azules oscuros se fijaron en mí como si yo fuera una gema rara y maravillosa, su piel brilló tanto que pasó de ser un crema medio a un crema extremadamente claro, casi blanco. Sonreí abiertamente sin moverme de mi sitio, él entró abriendo completamente la puerta y abrió sus brazos.

En ese momento tuve un Déjá vu, me sentí pequeña, muy pequeña. Igor abrió sus brazos y sonrió tan gran grande como yo. Sin pensar en cualquier tontería me levanté de la cama y corrí hacia él, salté en el momento justo para rodearle las caderas con mis piernas y su cuello con mis brazos.

— ¡Volviste! —Gritó entre risas.

— ¡Volví! —Le grité de vuelta apretando mi agarre.

Mi padre rodeó mi espalda con fuerza como si quisiera asegurarse de que yo estaba allí realmente. Besé su cabeza repetidas veces haciéndole reír fuerte y sin inhibiciones, él besó mi hombro derecho haciéndome cosquillas.

Cualquier sentimiento de soledad o tristeza que hubiera quedado en mí se esfumó completamente dejando en su lugar a la exquisita felicidad, trayéndome calma, completa calma tan intensa que todos los músculos de mi cuerpo se relajaron inmediatamente.

—Te amo hija, te amo más que a nada —Dijo Igor acariciando mi espalda.

—También yo papá, te amo —Me alejé para mirarle al rostro—, te extrañé

Mi ser entero se removió cuando vi sus ojos humedecidos por las lágrimas.

—No llores por favor —Pedí sintiendo como yo lo haría pronto.

—Eres mi hija, me diste un gran susto, no puedes pedirle a mi ser que no derrame lágrimas de alegría por tu regreso —Sonreí antes me enterrar mi rostro en su cuello.

—Lamento eso —Él suspiró.

—Espero no se repita, de lo contrario te castigaré por el resto de la eternidad —Bromeó haciéndome reír.

—No sería tan grave, no eres un padre odioso, el castigo sería soportable

—Gracias —Me meció de un lado a otro—. Hacía tanto que no te cargaba de esta manera, claro, para ese entonces no pesabas tanto

— ¡Papá! —Grité entre risas alejándome de él, Igor rió sin reparo.

—Es broma —Me consoló dándome una linda mirada—. Tienes el peso justo para mí

—Gracias, eso le hace bien a mi autoestima femenina —Comenté alargando las risas.

Con un suspiro idéntico detuvimos todo y nos miramos a los ojos por largos segundos. Descubrí nuevos rasgos de él en mí, mis cejas tenían la misma forma de las de él, eran muy bonitas, mi labio inferior tenía la misma arruguita en el centro como en el de él y mi barbilla era cuadrada como la suya.

— ¿Quieres comer algo? —Preguntó acariciando mi cabello.

—Por supuesto que sí —Sonreí.

— ¿Qué te gustaría comer?

— ¡Panqueques! —Grité como una niña, él sonrió.

—Panqueques serán

Con un beso en la frente me bajó, le abracé con fuerza respirando su usual aroma a playa, él olía increíblemente bien. Alguien tocó la puerta lo que hizo que ambos nos volteáramos.

—Pido cinco minutos con ella —Dijo Brashier apoyándose del marco.

—Toda tuya —Le dijo Igor guiñándole un ojo.

—Papá —Le reprendí con una sonrisa.

—No te atrevas a negarlo —Me advirtió alzando una ceja.

—No frente a ti

—Tendré que irme entonces —Abrí la boca sorprendida por la facilidad con la que él lidiaba con el asunto, según Bárbara los hombres (humanos) son tremendamente celosos con sus hijas, no es que Igor fuera humano pero era padre, suponía que debía haber algo en común ¿No?

Se fue dejándome a solas con Brashier quién cerró la puerta. Nos miramos por varios segundos sin decir absolutamente nada, a pesar de eso no podía estar más feliz de tenerlo allí conmigo. Di un paso hacia atrás y él avanzó uno.

— ¿Por qué no dices nada? —Pregunté cruzándome de brazos.

—Quiero estar seguro de que estés aquí realmente —Contestó sin rastro de diversión.

—Sería más fácil si me escuchas

Él negó una vez antes de acercarse a mí y rodear mi cintura con sus fuertes brazos, le miré a los ojos sintiendo las ya usuales ganas de besarlo, jamás me cansaría de sentir aquello y teniendo en cuenta de que éramos inmortales podía adivinar que pasaría el resto de mis días deseándolo de aquella manera.

—Hay una manera más efectiva de asegurarme —Mire sus labios deleitándome de lo carnosos que eran.

Sin esperar más me besó con el mismo deseo de antes, yo me abracé a su cuello con delicadeza suspirando, le besé con tanto amor como mi cuerpo fuera capaz. Sus manos se ciñeron a mis caderas levantándome, sin darme cuenta estaba en sus brazos siendo llevada a mi cama.

Te amo —Le susurré al oído, él sonrió.

—Todavía no puedo terminar de creérmelo —Besé sus labios brevemente.

—Tengo la eternidad para convencerte

Él me acostó en la cama quedando a mi lado, su brazo izquierdo no abandonó mi cuerpo y en cambio acarició mi brazo derecho. Apoyé mi cabeza en la almohada sintiéndome completamente en casa, su mirada seguía su mano que jugaba con la piel de mi brazo provocándome estremecimientos.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

—No —Arqué una ceja, él sonrió sin verme—, es broma, dime

— ¿Somos algo?

Él no detuvo su caricia lo que me dijo que estaba realmente considerando lo que le había preguntado. La ansiedad se propagó por mi cuerpo pues a pesar de que realmente quería una respuesta de su parte no sabía si estaba realmente lista para una negativa.

— ¿Realmente quieres saberlo?

—Sí

Entonces sus ojos azules grisáceos me miraron, no me cansaría jamás de decir que eran los ojos más increíbles que había podido ver en toda mi vida.

—No tengo una respuesta para lo que preguntas —Solté el aire de golpe.

—Explícate

—No sé lo que somos y debo confesarte que no estoy seguro si desear realmente saber qué somos —Me tragué el pinchazo de tristeza pero aun así sentí un fuerte escalofrío recorrer mi cuerpo.

— ¿Significa eso que no quieres estar conmigo? —Pregunté sentándome en la cama, él me imitó.

—No me mires así —Pidió antes de alzar su mano izquierda y acariciar la zona debajo de mis ojos—. No digo que no quiero pero tampoco digo que sí lo deseo, es decir, no es que no quiera y no sienta deseos realmente de estar contigo porque no es el caso, yo no estoy seguro de querer realmente que yo mismo desee eso pero sin agregar el no querer realmente —Arqueé una ceja confundida por lo que acababa de decir.

No podía ser mi imaginación, Brashier realmente estaba nervioso.

—No entendí lo que dijiste —Él suspiró pesadamente.

—No soy de promesas Aristed —Mientras decía aquello no me miraba—, me conozco lo suficiente como para saber que no puedo estar atado a un solo lugar por mucho tiempo

Tragué de nuevo prohibiéndome a mí misma llorar ¿Cómo podía negar tan evidente hecho de que sentía algo por mí, por más pequeño que eso fuese?

—Entonces ¿Por qué me besas y me miras como si realmente me amases? —Pregunté dejando caer mis hombros, él me miró sin emociones.

Le dejé pensar en lo que diría, sólo tres palabras podrían destrozarme completamente y no había inmortalidad que parara la tristeza fulminante que sentiría si el único ángel que había amado me rechazaba.

—No puedo asegurarte lo que quieres, lo lamento —Le miré de nuevo al rostro.

—Entonces ¿Qué pasará con nosotros?

—No cambiaré en mi actitud hacia ti si no lo deseas —Otra prueba ¿Por qué le era tan difícil admitir todo?

—No quiero que hagas algo que no sientas deseos de hacer —Le prohibí casi con molestia.

Él abrió la boca para decir algo pero la cerró al instante ¿Por qué simplemente no confesaba todo? ¿Tan grande era su orgullo? Con un suspiro me bajé de la cama siendo seguida por él.

—No quiero que te molestes conmigo —Me detuvo, le miré.

—No puedo estar molesta contigo por algo que no has hecho —Sí, estaba siendo dura con él pero no podía evitarlo, no era justo para mí que él actuara.

Brashier suspiró y arrugó el ceño, era yo quien debía hacerlo, no él. Me deshice de su agarre en mi mano izquierda y opté por caminar fuera de la habitación, bajé las escaleras siendo golpeada por más de cinco esencias ¿Qué estaba pasando?

Fui hacia la sala pues de allí venía todo, en el momento en que el entré abrí los ojos como platos.

— ¡Jesús! —Exclamé haciendo que siete ojos de diferentes tonos de azul y verde se fijaran en mí.

—Aristed, te presento a tus… tíos —Los miró, ellos me sonrieron.

— ¿Ellos…?

—Ellos son desertores como yo —Afirmó Igor con naturalidad.

Miré de uno en uno siendo consciente de que todos se veían tan jóvenes como mi padre o incluso como yo, me estremecí al saber que quizás ellos eran tan viejos como mi padre o quizás aún más. El brazo de Brashier en mi espalda baja me hizo despertar.

—No es de buena educación que no saludes a la visita —Me dijo el ángel con tono burlón, le miré de mala manera.

—Hola —Solté sintiéndome como una niña.

—Hola —Respondieron todos casi al mismo tiempo haciendo retumbar la casa, Igor rió encantado.

—Soy Aristed —Saludé con una sonrisa entendiendo el juego.

—Mucho gusto Aristed —Dijeron todos al mismo tiempo haciéndome reír.

—Son igual de bromistas que tú Igor —Él se encogió de hombros.

—No pude elegir a mis amistades, ellos me siguieron —Los diversos bufidos en contradicción me arrancaron más risas.

—Preséntense —Les pidió Igor antes de sentarse en el sofá al lado de otro ángel.

Entonces la marea de ángeles fue hacia mí e hicieron un abrazo grupal asfixiándome.

—Supongo que me conocen —Les dije cuando se alejaron y formaron un círculo a mi alrededor.

—Desde que estabas en pañales —Contestó un ángel de cabello marrón claro.

—Lo supuse

—Y todos somos tus padrinos —Abrí los ojos como platos.

— ¿Todos? —Ellos asintieron coordinados—. ¿Es eso posible?

—Sí cuando eres un ángel —Comentó uno haciendo reír a los demás.

—Una ventaja —Ellos asintieron de acuerdo.

— ¿Cómo puedo llamarlos?

—Tíos —Dijeron al mismo tiempo, sonreí.

 —Bien, entonces tengo que elegir al favorito

—De hecho ya lo tienes —Entonces todas las miradas se fijaron en el ángel que hablaba con mi padre que a su vez devolvió la mirada—. Diosio ven

Miré anonadada al gran ángel que se suponía que era mi favorito, su tamaño era… ¡Era enorme! Le sacaba al menos tres cabezas a mi padre que de por sí era considerablemente alto (1.90 quizás), su cabello era de color oro y sus ojos eran de un verde exquisito como el jade, era de contextura delgada pero musculosa que le daba un balance perfecto entre masa corporal y altura sin hacerle ver como un gigante con mucha “carne”, su rostro era casi redondo, de barbilla suave, a pesar de ser bastante alto sus manos eran de tamaño medio, sus ojos eran grandes como los míos y se le formaban dos arruguitas en el ojo derecho cuando sonreía. Tragué sintiéndome extremadamente pequeña, solté un jadeo cuando estuvo frente a mí, una sonrisa burlona se formó en sus labios cuando levanté mi rostro para mirarle ¡Era demasiado enorme!

—Hola pequeña Ari —Saludó con voz suave, jadeé de nuevo sorprendida de que su voz no fuera terriblemente gruesa como lo había imaginado.

Mis piernas temblaron, entonces todos comenzaron a reír a carcajadas sobresaltándome.

— ¿Qué? —Pregunté mirándolos de uno en uno.

—Diosio no te dio una primera buena impresión cuando eras bebé, la cosa se repite y eso le encanta a tus tíos —Respondió Igor ubicándose al lado de mi Gran tío.

—Hola Diosio

—Hola Ari

Comencé a sentir confianza en él, todos se dispersaron como si quisieran dejar que yo asimilara mejor mi relación con el que se suponía que era mi tío favorito.

— ¿Por qué te elegí? —Pregunté sin dar un paso en su dirección.

—Porque era el que te lanzaba más alto por el aire —Contestó con una linda sonrisa.

Queriendo pasar a través de toda mi tonta reacción le abracé, él lo hizo inmediatamente. El cariño con el que lo hacía terminó de romper cualquier miedo que yo hubiera podido tener alguna vez contra su persona.

—Tío Diosio ¿Qué edad tienes? —Pregunté sintiéndome descaradamente curiosa.

—626 años —Contestó con una sonrisa.

—Que viejo —Comenté y todos los demás rieron.

—Te sorprendería saber la edad de varios ángeles aquí presentes —Alguien soltó un bufido—, el mayorcito de nosotros está próximo a cumplir sus 1023 años en dos meses

Me alejé a para mirarle.

— ¿Quién es?

—Es un secreto, ese ángel ama el comportarse como un niño, si sabes su edad ya no le será tan divertido

—Lo descubriré —Les dije a los demás ángeles haciéndoles sonreír.

—Tú comida está en la cocina —Me avisó Igor llevándose consigo a Diosio.

—Buen provecho —Dijeron todos mientras me veían salir.

— ¡Gracias! —Les grité ya en el pasillo.

El olor a panqueques recién hechos hacían que mi estómago gruñera, abracé mi cuerpo diciéndome a mí misma que pronto engulliría todo, sólo unos pocos segundos más.

Brashier, Kenton y Paul estaban sentados en la mesa, en el momento en que estuve a la vista ellos detuvieron su conversación ¡Ah perfecto! Era la hora de ocultarle cosas a Aristed ¡Jesús! Que tonto.

—Todo está servido —Me avisó Paul corriendo una silla a su lado para sentarme.

—Gracias

Brashier y Kenton me miraban fijamente ¿Desde cuando estos dos se llevaban tan bien? No es que deseara rivalidad pero el que se vieran tan cercanos me ponía los nervios de punta.

Comencé a comer todo tratando de ignorar las miradas que aquellos seres me daban ¡Jesús! Era extremadamente incómodo que lo hicieran. La cocina cayó en un silencio absoluto, las miradas de ellos seguían sobre mí como si vigilaran cada uno de mis movimientos, el comer no se me hizo especialmente fácil a pesar de que intentara que lo fuera.

—Me iré pronto —Anunció Kenton terminando con el terrible silencio.

— ¿Cuándo volverás? —Pregunté haciendo que Brashier clavara su mirada en mí, incluso casi me dolió.

Los ojos de Kenton brillaron emocionados por lo que acababa de decir, muy tarde fui consciente de que lo que yo pensaba que había sido un comentario por cortesía había sonado como una invitación y clara confesión de que deseaba realmente que estuviera allí conmigo (lo que no era necesariamente falso, pero no de la manera en que sonó).

—Lo más pronto que pueda —Dijo desordenado su largo cabello.

Asentí pensativa antes de llevarme a la boca el último pedazo de mi panqueque.

—Yo lo lavo —Se ofreció Paul adivinando lo que había estado pensando, le sonreí en agradecimiento.

—Gracias

No podía aplazar más aquello, necesitaba hablar con Kenton y decirle toda la verdad, él no se merecía lo que estaba haciendo pero no es que tuviera opción tampoco, yo jamás planeé enamorarme de Brashier, aquello sucedió y no podía negarme, no quería.

— ¿Quieres dar un paseo? —Le pregunté a Kenton mientras me bajaba de la silla.

—Por supuesto

No me volteé a ver a Brashier, no podía enfrentar sus ojos. Caminé hacia la puerta seguida por Kenton, las risas de mis tíos se hicieron escuchar desde la sala. Lo siguiente no sería fácil pero era extremadamente necesario que lo hiciera, no podría seguir jugando con mi situación con Kenton, después de todo estábamos en periodo de prueba para ser Pareja.

— ¿De qué deseas hablar? —Preguntó caminando a mi lado, ya nos habíamos alejado suficiente de casa como para que nos escucharan por causalidad.

—De nosotros —Con aquellas simples frases Kenton se estremeció.

Simples, para mí lo eran pero por su reacción supe que le estaba mandando al fondo. Antes de Brashier ambos habíamos establecido una relación, ambos estábamos completamente felices de vivir nuestra eternidad juntos, no deseábamos otra cosa que no fuera esa.

¿Qué tanto daño le haría? No podía saberlo con completa exactitud, no sabía qué tanto él me quería. ¿Qué pasaba si no era querer? ¿Qué si él ya me amaba? ¿Podría yo destruirle de aquella manera? Lastimar a Kenton era lo último que yo alguna vez desearía, no le amaba pero sí le quería, no podía negar ese hecho pero no podía estar con él, ya no, Brashier había llenado por completo el lugar que él había comenzado a ocupar.

No quise aportar nada más, Kenton tampoco lo hizo por lo que el camino hacia el bosque fue bastante silencioso. La noche era fría pero no tuve la necesidad de estremecerme, las llamas abrazaron mi piel protegiéndome del frío aire.

Me detuve cerca del primer árbol, él también lo hizo. Sus ojos verdes me miraron con tristeza, él sabía lo que diría a continuación y yo no podía soportar tanta culpa. Sabía perfectamente lo que pasaría con Kenton si él realmente me amaba y yo le rechazaba en aquel momento, no habría salvación para él, jamás la habría y eso me desquiciaba.

— ¿Qué tienes que decirme? —Preguntó con valentía haciéndome abrazar a mi cuerpo.

Deseé enormemente que alguien más estuviera en mi lugar para que así yo pudiera ahorrarme aquello. Las palabras no se formaron en mi boca inmediatamente y yo lo único que pude hacer fue luchar contra las lágrimas que querían aparecer.

—Sabes que algo me pasa con Brashier —Dije mirando mis brazos incapaz de mirarle a los ojos.

—Lo sé —Su voz era más suave de lo usual.

—Quisiera decir que me arrepiento de lo que está pasando pero no puedo y no quiero hacerlo —Apreté mis manos en puños.

—Puedo entender eso —Levanté un poco mi mirada, él no tenía sus ojos en mí lo cual me ayudó—, pero no significa que quiera hacerlo

Asentí sintiéndome verdaderamente mal por lo que sea que él estuviera sintiendo en aquel momento.

— ¿Qué sientes por mí Kenton? —Entonces sus ojos estuvieron en mí y yo no puede apartar los míos.

—Es muy tarde para decirlo —Tragué mis lágrimas—, nada de lo que pueda decir en este momento cambiará algo

—Tienes razón —Miré mis pies.

— ¿Le amas? —Aquella pregunta fue como una daga en medio de mi pecho.

No podría ser lo suficientemente cruel como para darle una respuesta a su pregunta pues literalmente le mataría. ¡Jesús! Él no se merecía nada de lo que estaba pasando, no importaba si estuvo a punto de asesinarme dos veces, él era Kenton, el primer pseudoángel por el cual sentí interés, el primer ángel que demostró amor por mí, el primer pseudoángel que fue lo suficientemente valiente como para tomar la decisión de ser mi pareja y yo le había traicionado.

—No responderé a eso —Él suspiró pesadamente como si también evitara llorar.

—Sospeché que esto pasaría —Comentó apretando su mandíbula.

— ¿A qué te refieres? —Pregunté arrugando el ceño.

—Vi tu beso con Brashier

¡BUM! Adiós nervios, adiós mitad de la cordura, adiós pequeña cantidad de consciencia, adiós corazón, adiós orgullo, adiós confianza, adiós querido sentido común.

— ¿Co-cómo?

—Maciel lo mostró

¿Maciel? ¡Maciel! ¡Tenía que ser él! Sólo alguien tan maligno como él podría provocar aquello. Varias piezas comenzaron a encajar en su respectivo lugar: ¿Qué finalidad tenía el que le mostrara aquello a Kenton? ¿Quería él que Kenton desarrollara resentimiento hacia mí? ¿Sería posible que el porqué de mi ilógica tarea de proteger a Brashier no fuera otra más que enamorarle?

 Todo cobró completo sentido ¿Qué pasaba si Maciel quisiera efectivamente que Kenton y yo estuviéramos juntos por no más otra cosa que para combinar nuestro poder? Si mi deducción de que fui enviada a proteger a Brashier para hacerle cambiar su opinión sobre volver al ejercito era cierta entonces ¿Enamorarle también estaba dentro del plan de Maciel? ¿Qué pasaba si él quería que Brashier bajara sus guardias? Después de todo Brashier es de carácter fuerte, si desertó no debió de haber sido un tranquilo proceso, una fuerte razón tuvo y conociéndole un poco sabía que cuando él decidía algo más le valdría a todos apartase de su camino o desistir de los esfuerzos para llevarle la contraria pues él lo haría de cualquier manera.

Una pieza encajó mejor: ¿Hacerle blando sería parte del plan? Es decir, si yo lograba hacer que se enamorara entonces él tendría… él tendría una debilidad ¡Eso era! Maciel necesitaba que Brashier bajara su guardia para poder encontrar algo en lo que aferrarse para obligarle a unirse de nuevo. Esto me daba a suponer que él necesitaba que yo enfocara mi atención única y exclusivamente en Brashier, Kenton tendría que quedar por fuera…

¡Ese era el por qué le envió! ¡Claro! ¿Cómo no pude verlo? Si Kenton intentaba asesinarme yo me alejaría de él, Brashier me protegería, sería débil a sus ojos y le obligaría a protegerme, automáticamente convirtiéndose… Convirtiéndose en mi guardián.

Me llevé una mano a la boca cayendo en la cuenta de tantas cosas, el comportamiento de Brashier sí era justificado, él es mi ángel guardián ¡Oh Jesús! ¿Cómo no pude darme cuenta? Yo soy la debilidad que Maciel usará en cualquier momento para hacerle desistir de su decisión de desertar. El ángel necesitaba que yo me enamorara para que Brashier no tuviera más escapatoria que enamorarse de mí, él sufriría si algo me pasaba ¡Oh no! Eso no era nada bueno, le estaba dejando a merced de los deseos de Maciel. ¿Qué pasaba si todo esto estaba tan fríamente calculado que el siguiente paso sería unirme a la fuerza de nuevo con Kenton dejando completamente vulnerable a Brashier? ¡Sería terrible! Ambos sufriríamos.

Si todo esto era cierto entonces el que estuviera cerca de Brashier implicaba un claro peligro, le estaba haciendo cada vez más vulnerable. Otra pieza cayó en su lugar: Kenton es un ángel muy, muy poderoso (cosa que ya sospechaba desde hace mucho), si él me amaba entonces yo tendría que corresponderle, de otra manera se haría débil, Maciel no querrá eso, puedo adivinar que Kenton estaba en las primeras filas del demente ejército que Maciel había hecho por lo que en algún punto se me obligaría a amarle, se me obligaría a estar a su lado fingiendo para que no perdiera su fuerza.

No sería nada bueno que eso pasara pues ¿Qué pasaría conmigo y con Brashier? Él sería débil, yo sería débil, ninguno podría luchar y al final de todo moriríamos de tristeza ¿Qué tan desesperado estaba Maciel?

—Astrid —Me llamó Kenton atrayendo mi atención a él de nuevo.

—Lo lamento —Intenté sonreír.

Su mirada verde detalló mi rostro como si quisiera comprender lo que había estado pensando. El viento se alzó a nuestro alrededor acariciando mi piel, consolándome.

—Entonces ¿No habrá más un nosotros? —Preguntó dando un paso hacia mí.

—Quiero que sepas que jamás he planeado herirte Kenton, eres el último ser al que alguna vez le desearía mal —Él sonrió un poco.

—Te creo —Dos pasos más.

—Fuiste el primer ángel que quise, a pesar de todo te quiero pero ya no de la manera en que tú quisieras —Él asintió aún con la sonrisa en su boca.

—Te creo completamente, gracias por no querer lastimarme

—Nunca querría eso —Él puso sus manos en mis hombros.

—Te quiero Astrid

Me estremecí escuchando aquello de sus labios por primera vez, él sintió mi estremecimiento lo que le hizo sonreír.

—Si hubiera algo que pudiera hacer lo haría —Con su dedo pulgar acarició la expuesta piel de mi hombro izquierdo.

Tragué no encontrando nada que decir ¿Qué sería lo correcto? ¡Nada! No había nada que pudiera decir que no estuviera a favor de sus sentimientos o que los rechazara, aquí ya no existía punto medio.

—Sé que tengo que resignarme a que ames a Brashier y que esa situación no podrá cambiarse jamás pero no puedo evitar desear que tu amor fuera sólo para mí, así como hubiera sido desde un principio —Le miré a los ojos.

Sabía perfectamente lo que diría a continuación pero no quería escucharlo, ni en un milenio lo querría, no cuando implicara la condena total del ángel al que quise por primera vez.

—Te amo, es una verdad que no puedo ocultar de ti, no ahora, no nunca. Sé lo que pasará con el transcurrir de los años pero no puedo decir que me arrepiento por haberte elegido, es la decisión más acertada que haré alguna vez —Finalizó plantando un delicado beso en mi frente.

Mis ojos se humedecieron sin que yo realmente les diera permiso de hacerlo. La culpa pinchó con fuerza en mi espalda diciendo que lo que le pasaría a Kenton era mi culpa, sólo mi culpa, no podía negarlo ni ignorarlo pues era un hecho que me dolía en extremo.

Lamento mucho esto

—Yo no —Me dedicó una linda sonrisa—. Viviré lo que me sea dado y lo haré teniendo la certeza de que si bien yo no pude estar a tu altura habrá alguien que llenará tu corazón tanto tiempo como vivas

Le abracé sin pedirle permiso ¿Cómo era posible que fuera tan bueno y yo decidiera amar a alguien más? No me quería arrepentir de amar a Brashier pero Kenton estaba golpeando con fuerza ese muro.

—Si algún día vuelves a la comunidad no dudes en visitarme —Dijo acariciando mi mejilla derecha.

—Lo haré

Me miró a los ojos por un largo momento como si quiera consolarme, algo en sus ojos me dijo que él sabía por lo que estaba pasando pero también sabía que no podía hacer absolutamente nada para evitarme aquel sufrimiento. Yo tendría que dejarle ir, la lógica protestó cuando yo misma caí en la cuenta que no quería hacerlo, no quería que Kenton renunciara a mí, no quería que el nosotros casi terminado llegara a su fin de una vez por todas ¿Sería eso sano? No, definitivamente no.

— ¿Me concedes un último beso? —Preguntó con suavidad sin apartar sus ojos de mí.

No podía negarme a él, simplemente no podía. Con un asentimiento le di permiso a que uniera nuestros labios, lo cual hizo sin perder tiempo. Cerré los ojos dejándome disfrutar de sus labios, les sentía tan suaves que dolía y mucho, él me besaba con todo el amor que pudiera nacer de él.

Me aferré de su espalda  en un intento inconsciente de mantenerle cerca, él sostuvo mi rostro entre sus manos acercándome más. Le di permiso de besarme como quisiera, de besarme sin reglas ni restricciones lo que convirtió a aquel beso en una guerra entre aquel que amaba y aquella que debía negarse pero correspondía.

Sentí mi cuerpo completamente unido al suyo, su corazón retumbaba en mi pecho latiendo a una velocidad increíblemente rápida. Sentí su franela arrugada dentro de mis puños, algo en mí quería tenerle más cerca, no podía dejarle ir.

De un momento a otro mis pies se movían hacia atrás, él me estaba guiando y yo no podía hacer otra cosa que no fuera dejarle hacerlo. Un árbol detuvo mi avance, Kenton llevó sus manos a mi cadera dándole un suave apretón, yo me aferré más a su espalda perdiendo lentamente el control de mí misma, había demasiada tensión entre nosotros que pedía a gritos que fuera descargada.

Kenton pasó a besar el límite de mi barbilla haciendo tensar a mi cuerpo entero, sus manos se ciñeron ahora en mi cintura. Tragué con fuerza repitiéndome a mí misma que no debía perder el control, necesitaba pensar claro para no hacer cosas de las que me podría arrepentir después.

La suave mordida de Kenton en mi cuello me hizo gemir sin que yo pudiera evitarlo, sus manos apretaron de nuevo a mi cintura dándome a entender que él había disfrutado mi reacción. Control, necesitas control me dije a mí misma con insistencia.

Dijiste un último beso —Le susurré mientras su boca recorría la zona entre mi oreja derecha y mi cuello.

Aún no ha terminado —Respondió haciendo que mi piel entera se erizara.

Tiene que hacerlo —Susurré en el último intento de mi, ya terriblemente reducida, racionalidad de ganar el control sobre mí de nuevo.

Con un suspiro resignado paró y yo pude poder a respirar con normalidad. Los ojos verdes de Kenton vigilaban mi rostro encantándoles el hecho de que, sin poder refutarlo, estaba bastante afectada por su beso, sentía cosas y partes de mi cuerpo que jamás habían sido despertadas.

—Entonces es hora de que me vaya

Tragué resignándome a decirle que no era necesario que lo hiciera, no podía darme el lujo de hacerlo. ¡Jesús! Estaba completamente perdida, Kenton había creado un efecto en mí y sospechaba que todo estaba planeado.

—Dilo —Me animó, mi corazón se aceleró haciendo que mi pecho vibrara—, de cualquier manera volverás con Brashier, unas palabras más no cambiarán eso

—No lo harán pero sí traerán consecuencias —Él sonrió.

—Entonces mi suposiciones son ciertas —Acercó su rostro al mío, yo pegué mi cabeza al árbol.

— ¿Sobre qué?

—Nos quieres a los dos Astrid

¡Terreno peligroso! Gritó una vocecilla en mi cabeza, no podía decir que no era cierto, estaba jugando con fuego y era decir mucho considerando el hecho de que yo tenía poder sobre ello. Claro que no admitiría que eso era cierto, estaría dándole luz verde a Kenton cuando no quería hacerlo realmente y estaría condenándome a mí misma pues, si de verdad quería a los dos entonces los necesitaba a ambos para no caer en la tristeza por la falta de uno de los dos. Era poco sana una relación de tres y por supuesto que estaba en contra de ello.

—Sí, sé que no lo dirás —Comentó él mirando hacia la derecha—, pero no creo posible que tú fingieras tanto, eres demasiado sincera como para hacerlo

—Gracias — ¿Por qué respondí eso?

—Te amo Astrid —Dijo acariciando mi mejilla.

Un profundo suspiro escapó de mis labios. Era irónico que aquel al que no podía amar era aquel que dijera las únicas dos palabras que yo deseaba que dijera aquel al que sin duda amaba.

—Lamento que las cosas no fueran diferentes

—No te culpo por ello

Entonces me besó brevemente y se alejó varios pasos.

—Espero verte pronto, esperaré tu ansiado regreso a la comunidad

Abrí la boca para responderle pero recordé que no sería nada bueno para ambos que yo dejara salir aquellas palabras.

Kenton hizo aparecer sus alas y con una última sonrisa despegó vuelo hacia el cielo perdiéndose entre las nubes. Sentí como una gran parte de mí se fue con él dejándome definitivamente débil y adolorida.

¿Cómo podía ser posible que quisiera a un ángel y amara a otro?

Esto no podía ser nada bueno, nada bueno. Las consecuencias que esto traería serían colosales y ni decir que las acciones que mi ser estaba dispuesto a hacer por alargar todo podrían clasificarse como dementes.

¿Había perdido la cabeza?

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Kamu Akan Menyukai Ini

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