La furia es especialista en la locura

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No había dicho palabra alguna desde que habíamos vuelto a casa, aún estaba en shock por todo lo sucedido pero mayormente era que mi cabeza analizaba las cosas que me habían sucedido desde diversas perspectivas, necesitaba respuestas y estaba dispuesta a encontrarlas, no me importaba lo que tuviera que hacer, yo las conseguiría.

Paul curó la herida de mi mano derecha y mi mejilla izquierda, las heridas no eran muy profundas por lo que sólo le bastó desinfectarlas y colocarme una bandita en mi mano. Durante la ducha opté por sentarme en suelo y sostener mis piernas mientras el agua caía sobre mí ¿Quién es Casius? ¿Qué relación tenía con Kenton? ¿Qué quería Maciel? ¿Quién era mi madre? ¿Por qué desertó? ¿Quién le había asesinado? ¿Por qué lo hicieron? ¿Quiénes están implicados en ello? ¿Quién era realmente mi padre? ¿Qué quería Maciel de él? ¿Qué era la comunidad? ¿Por qué el Alto Consejo no parecía saber lo que era realmente Maciel? Mi cabeza estaba a punto de explotar por la cantidad de preguntas que formulaba.

Miré las palmas de mis manos sin saber exactamente por qué lo hacía, el agua era tibia pero yo sentía mucho, mucho frío. Mis ojos picaron avisándome que las lágrimas estaban saliendo de ellos, las gotas de agua se las llevaban camuflándoles de mí. Junté mis manos por las muñecas ahuecándolas un poco, las miré deseando poder hacer bien una cosa aquel día, quería que las llamas aparecieran en el medio de ellas, sólo allí.

Sentí cosquillas en mis brazos que iban hacia mis manos, las sentí palpitar como si tuviera un corazón en medio de ellas. Entonces ocurrió lo que creí que no podría lograr en mucho tiempo. Las llamas se alzaron en medio de ellas hasta quizás unos cinco centímetros por encima de mis dedos ¡Lo había logrado! Las llamas brillaron con orgullo deleitándose de los elogios silenciosos que les daba.

Con una sonrisa separé las manos formándose una llama en cada una, moví mis dedos atravesando las llamas sintiendo un calor reconfortante mientras lo hacía.

—Son muy bonitas —Les dije por lo que brillaron aún más.

Junté mis manos de nuevo por las muñecas dejando que las llamas bailaran por mis palmas, tocando ligeramente las yemas de mis dedos, llegué a reír por las cosquillas que ellas me provocaban, intentaban levantar mi ánimo así como yo les había hecho felices a ellas.

Gracias —Les susurré juntando completamente mis manos ordenándoles con suavidad que se fueran.

Cerré la llave del baño para poder salir, había pasado demasiado tiempo debajo del agua y ya no sentía tanto frío como antes. Sequé mi cuerpo y me envolví con la toalla, no me di mi tiempo para mirarme en el espejo pues no quería saber cuál era mi aspecto.

Cuando abrí la puerta me sobresalté al ver a Paul y Brashier en el pasillo, ambos con los brazos cruzados mirándome con detenimiento.

— ¿Cómo te sientes? —Preguntó Paul, Brashier le dedico una mirada de fastidio.

—Mejor —Respondí encogiéndome de hombros.

Caminé hacia la habitación donde cerré la puerta para tener privacidad de nuevo. Me quité la toalla dejándola en el suelo, cerré los ojos y relajé todo mi cuerpo. Invoqué las llamas sintiendo como mi cuerpo entero cosquilleó para que luego un calor muy, muy reconfortante me rodeara.

Gracias —Les susurré a las llamas.

Abrí los ojos viendo como rodeaban mi cuerpo, mis alas estaban en proceso de crecimiento por lo que me mantuve muy quieta. Las llamas se expandieron formando un aro de fuego a mi alrededor, mis alas se agitaron en mi espalda por lo que me estremecí. Sentí mis manos más calientes de lo usual por lo que las levanté, allí (en cada mano) habían dos llamas de un color rojo brillante, levanté mis dedos más cerca de mis ojos para examinar mejor qué era eso.

Irrumpir en el Ardid (irrumpir en el Ardid #1) [En proceso de Edición]Where stories live. Discover now