El camino se hace más angosto y el abismo más grande

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El combate había acabado, no les tomó más de una hora a los Capri acabar con los Soca. Se había destruido en su totalidad al grupo del padre de Paul y a pesar de que no eran los únicos Soca en aquel planeta sabía que era un paso más hacia la meta de destruir a los Soca en su totalidad salvando la vida de miles de ángeles inocentes.

Los ángeles y pseudoángeles que habían sido prisioneros fueron rápidamente asistidos por los Capri, ellos le brindaron alimento y ropa nueva, incluso pude ver como algunos le daban su juramento de protección a un determinando ángel, se lo merecían, alguien debía protegerlos y ayudarles a superar la terrible experiencia que habían tenido allí.

Ni Brashier, ni Kenton y mucho menos Paul me habían hablado desde que finalizó mi destrucción del líder del grupo, tampoco les di indicios de que quería hacerlo. Había sido mi primera muerte, era mi primera vez y a pesar de que en ese momento no pensaba en más nada que no fuera la venganza ahora que mi racionalidad había vuelto me sentía mal, nunca hubiera imaginado que yo, la oveja más débil del corral, eliminaría a un ser.

Restregué mi rostro intentando sacar de mi cabeza tan horribles memorias, el rostro del padre de Paul siendo calcinado con rapidez rondaba por mi cabeza recordándome constantemente que yo había hecho tal cosa. Sabía que era propicio que lo hiciera, había situaciones en las que no quedaba más que destruir a aquellos seres que están causando estragos, ellos no respondían a nada, no les importaba nada y sólo estaban provocando más destrucción, así que era necesario, completamente necesario, acabar con ellos. Un poco de destrucción que aliviaría en enormes cantidades al mundo celestial.

Respiré profundamente sintiéndome mucho mejor, era necesario, había salvado la vida de varios ángeles y por ello no debía sentirme mal. Abracé mis piernas con más fuerza sin apartar mi vista de los Capri que auxiliaban a los ángeles. Brashier rondaba alrededor vigilando que todo estuviera en calma y para proporcionar tranquilidad a aquellos ángeles que estuvieran alterados. Kenton revoloteaba alrededor de los cadáveres apilados haciendo su trabajo de ángel de la muerte (no fue nada agradable enterarme de ese hecho). Paul caminaba de un lado a otro sin apartarse mucho de mí pero no obstante sin invadir mi espacio personal.

La imagen de mi padre llegó casi con desesperación, necesitaba verle y hacerle saber que estaba perfectamente bien, necesitaba abrazarle con fuerza para creer realmente que todo había pasado.

Cerré los ojos dejándome llevar, el viento se formó a mi alrededor refrescando mi piel que aún estaba tibia a causa de haber usado mi poder con tanta intensidad. Escuché el canto de un ángel (lo digo en serio), aquella canción era terriblemente conocida, la voz era la de una mujer, no había letra sólo melodía.

Cuando abrí los ojos pude darme cuenta de que Brashier caminaba hacia mí con su muy usual seguridad, intenté no sonreír pero me fue imposible. No quería que se acercara mí en absoluto, no debía tener un buen aliento y no me había aseado en más de dos días… ¡Ugh! Estaba hecha un asco.

—Espera que me asee en casa —Le advertí cuando estuvo a dos metros de mí—. Lo digo en serio —Le interrumpí cuando abrió la boca.

Me dedicó su provocativa sonrisa engreída, quise correr hacia él para abrazarle y besarle pero era extremadamente consciente de mi estado en general.

—Podrán seguir sin nosotros —Avisó Kenton acercándose—, podemos irnos

Le miré sintiéndome mareada, él estaba siendo bueno, yo sabía que lo era pero estaba esta cuestión de que Maciel realmente le había manipulado para que me asesinara ¿Cómo pudo hacer para volver a ser él mismo? La curiosidad picaba molestamente.

Irrumpir en el Ardid (irrumpir en el Ardid #1) [En proceso de Edición]Where stories live. Discover now