La bienvenida puede ser agridulce

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De lo primero que fui consciente era que mi cuerpo aún temblaba y que me sentía terriblemente asustada. No quise abrir los ojos para enfrentar lo que sea que estuviera sucediendo a mi alrededor. El viento acarició con suavidad mi piel.

Escuché un par de pasos cerca de mí y abrí los ojos, Kenton e Igor me miraban perplejos. Respiré intentando calmarme cuando sentí un leve movimiento a mi alrededor.

— ¡Santo Dios! —Grité siendo consciente del gran ala color ámbar que cubría mi cuerpo.

Le observé impresionada ¿Ese era mi ala? Parecía ser posible. El dolor en mi cuerpo había desaparecido completamente y en cambio había una agradable frescura que cubría toda mi piel. Fue en ese momento que me percaté de que estaba completamente desnuda.

— ¿Estás bien? —Preguntó Kenton con voz muy suave.

Le miré rápidamente y como si alguien le hubiera empujado retrocedió un paso con los ojos muy abiertos. Miré a Igor que parecía estar más calmado.

—Estoy desnuda papá —Me quejé.

Él me dedicó una tierna sonrisa y prosiguió a quitarse su franela. Le miré acercarse con paso seguro.

— ¿Qué le pasa a Kenton? —Le pregunté mientras me ayudaba con un brazo para sentarme.

—Está encantado —Comentó riendo por lo bajo—. ¿Quieres que él siga aquí?

Negué con la cabeza mientras volvía a verle, la piel de Kenton brilló con intensidad y yo le sonreí.

—Ve a la casa, nosotros iremos en breve —Le avisó Igor.

Kenton negó con la cabeza y aleteó un par de veces.

—Yo le protegeré

Entonces Kenton se fue alternando miradas hacia atrás como si no estuviera seguro de irse, cuando no estuvo a la vista decidí salir de debajo del ala quedando expuesta ante Igor. Mis mejillas se calentaron.

—No te avergüences Astrid, soy tu padre ¿Recuerdas? —Comentó mientras rasgaba la franela por la parte de atrás, le miré curiosa—. No te entrará por las alas

Reí por lo bajo dándome cuenta de que mi risa no era la misma, había algo muy angelical en ella lo cual me distrajo.

— ¿Qué fue lo que pasó?

—Eres un ángel —Me comunicó con felicidad mientras su piel brillaba como la de Kenton.

— ¿Un ángel? —Pregunté sin creérmelo y ciertamente atragantándome con mi propia saliva.

Igor me colocó la franela para cubrir mi pecho y otras zonas que prefería no mostrar. Miré mi piel, ésta lucía blanca, muy blanca e incluso brillante. Moví mi cabeza y mi cabello castaño cayó hacia adelante, estaba muy brillante y bonito.

— ¿Algo más que no he notado? —Pregunté con voz angelical.

—Tienes dos increíbles alas color ámbar que son del mismo tono de tus ojos —Sonreí abiertamente antes de girarme y verlas.

¡Oh! Eran tan lindas, alargué una mano hacia ellas para acariciarlas, las plumas eran sumamente suaves y un poco frías. Pensé en mí misma volando por el cielo con aquellas increíbles alas ámbar, sintiendo el viento en mi rostro. De pronto mis alas comenzaron a aletear con fuerza.

— ¡No! —Grité intentando mantenerme en el suelo.

Igor me miró con diversión e incluso rió un poco, le miré con molestia pues estaba siendo alzada por el aire desnuda. Entonces mi cuerpo entero se rodeó por lo que parecían ser llamas y la franela de Igor se calcinó.

Irrumpir en el Ardid (irrumpir en el Ardid #1) [En proceso de Edición]Where stories live. Discover now