𝙿𝚘𝚒𝚗𝚝𝚕𝚎𝚜𝚜 | Libro #1...

By __NiallsPlacebo

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Louis Tomlinson puede ser todo menos amable. No es amigable, simpático, afable ni ningún adjetivo positivo qu... More

BIENVENUE À L'ACADÉMIE
Nota de la Autora
| TEASER TRAILER |
POINTLESS - LOS PERSONAJES
PROLOGUE
PREMIER
DEUXIÈME
TROISIÈME
QUATRIÈME
NOTA!
CINQUIÈME
SIXIÈME
SEPTIÈME
NOTOTA
HUITIÈME
NEUVIÈME
DIXIÈME
ONZIÈME
DOUZIÈME
TREIZIÈME
QUINZIÈME
SEIZIÈME
DIX-SEPTIÈME
DIX-HUITIÈME
happy bday to your shitty author
DIX-NEUVIÈME
VINGTIÈME
❄️ HIVER SOUVENIRS [memorias de invierno]❄️
VINGTIEME PREMIÈRE
VINGTIÈME DEUXIÈME
VINGTIÈME TROISIÈME
VINGT-QUATRIÈME
VINGTIEME CINQUIEME
VINGTIÈME SIX
VINGTIÈME SEPT
VINGTIÈME HUIT

QUATORZIÈME

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By __NiallsPlacebo

La academia parecía como parte de un pueblo fantasma; ni un alma se veía por ningún lugar.

Los alumnos habían echado raíces en la biblioteca—tanto la de la escuela como la de la ciudad, a unas cuantas calles de allí—estudiando para sus exámenes finales, y tomando rarísimos descansos para balancear los ensayos de la obra con sus necesidades básicas.

Pero ahora mismo, los lugares más tumultuosos de la escuela eran los talleres de vestuario.

Había filas y filas interminables de chicos y chicas esperando a ser medidos de pies a cabeza para darle los toques finales a sus vestuarios. A pesar de estar todos en un solo espacio, no había tanto ruido como uno pensaría.

Todos sabían que las costureras eran un tanto odiosas si las distraías mientras estaban trabajando. Además, si se desconcentraban mientras te cosían el vestuario había un noventa y nueve por ciento de posibilidades de terminar desnudo a medio escenario.

Así que, era algo así como un voto de silencio que hacía ganar a ambas partes.

Elizabeth y el resto de su clase llevaban hora y media esperando su turno para pasar a los talleres. La pelinegra había texteado a Louis unas diez veces—obteniendo la misma respuesta una y otra vez: letras en negrita poniendo ''Visto''—urgiéndolo a salir de donde quiera que se estuviera escondiendo para ir a medirse sus vestuarios.

Los últimos dos días no hubo ni rastro del ojiazul. Nadie sabía dónde estaba, ni siquiera los grupitos de chismosos. Esto estaba corroborado por la misma Elizabeth, que se había dedicado a interrogar a cada pobre alma que se le cruzaba.

Sus ojos azules escanearon por milésima vez el lugar, buscando rastros de su amigo. Encontró a Harry y sus amigos, pero ellos no le servían en aquel momento. Al menos no para lo que quería.

Volvió a revisar su celular, ignorando los mensajes de otros chicos, solo para encontrarse con que Louis seguía sin responder.

'¿Qué harás hoy? Te extraño, preciosa' decía un mensaje. Rodó los ojos, dios, los chicos sí que eran dependientes.

Estaba decidiendo si hacerse la difícil con su respuesta o simplemente no contestar cuando sintió un par de ojos mirándola. Se volvió, encontrándose con Harry a unos metros de ella.

—Hola— murmuró la ojiazul un tanto desorientada.

—Hola, Elizabeth. ¡Me alegra tanto verte! Escucha, tu eres amiga de Louis. Eres cercana a él, ¿no? No sé dónde se ha metido y de verdad, así como, en serio tengo que hablar con él. Sucedió algo, no puedo decírtelo porque seguramente se molestaría, pero en serio, en serio necesito tu ayuda. ¿Sabes dónde puede haber ido? Stan nunca está en su dormitorio y en las prácticas de futbol no puedo hablarle...—

Elizabeth alzó las cejas. Diablos, Louis tenía razón. Harry sí que parecía perico.

No se detenía ni a respirar, mierda.

—Harry— le interrumpió la chica, con un movimiento tajante de su mano. Temía que, de no hacerlo, el chiquillo se llevara diciendo lo mismo otros cinco minutos más. —Escucha, yo tampoco tengo idea de donde carajo se ha metido. El muy imbécil no me contesta los mensajes.

—Ni a mi— intervino con voz preocupada el ojiverde.

Elizabeth le dio una mirada un tanto irritada por la interrupción. —No sé qué haya pasado entre ustedes, si no quieres decirme lo entiendo.

—Es solo que creo que yo tengo la culpa de que se haya enojado tanto como para desaparecerse asi— añadió el chico, bien ajeno al disgusto de Elizabeth.

La chica solo suspiro. Distraído le quedaba chico.

—Como iba diciendo, — cruzó los brazos— a pesar de lo que puedas creer, no creo que seas el motivo de Louis.

Harry le vio con confusión, así que continuó. —Verás, para eso tendrías que crear un buen impacto. No quiero ser grosera, Harry. Pero, seamos realistas: no le caes muy bien que digamos, y ambos sabemos que Louis no se escondería de todo el mundo dos días enteros solo porque no soporta verte. Es más propenso a hacértelo saber y restregártelo en la cara hasta que te incomode lo suficiente para quitarte de su camino.

Hubo silencio y ella continuó.

—Lo que trato de decir es: no te des tanta importancia. Es decir, no te martirices. No puede ser tu culpa.

El ojiverde sonrió, desconcertando a Elizabeth.

Si tan solo ella supiera, pensó Harry. Si solo se imaginara aquella confesión que había traspasado la barrera mental del ojiazul. Tal vez creería lo mismo que él.

—Si, estoy consciente de que no soy su persona favorita, Elizabeth.

La chica se encogió de hombros. —Solo decía.

El menor estuvo a nada de decirle ''no conoces el lado de él que yo veo'', pero la chica fue llamada al taller y antes de que se diera cuenta ella ya se había despedido.

Bueno, no tenía que probarle nada a ella, ni a nadie.

Ya encontraría a Louis en un momento dado. Podría salir a buscarle, como la vez pasada. No tenía mucho que hacer, salvo ensayar y estudiar. Tal vez comenzaría aquella tarde....

* * *

—Alza tu mentón y estira tu cuello— pidió la costurera.

Elizabeth estaba metida en su vestuario de la Hada de Azúcar. Era un papel importante e icónico del ballet, y estaba feliz con él, aunque no era su primera opción. Ella quería ser Clara.

''El Cascanueces'' era una tradición navideña en Europa; el Royal Ballet presentaba anualmente su rendición de la obra, haciendo la puesta en escena cada vez más magnifica.

Y ahora, la academia presentaba su propia versión días antes de que se anunciaran las fechas del Royal Ballet. Pero contrario a lo que podrían estar pensando, no se trataba de una competencia silenciosa, ni de un reto.

Como se ha mencionado previamente, la academia obtenía su prestigio por la calidad de alumnos que producía. La capacidad de sus bailarines contra el mundo real del baile eran prueba viviente de que el internado era la escuela para estudiar, si tu meta en la vida era tener una plaza en algún ballet reconocido, principalmente en Europa. La mayoría terminaba en el Royal Ballet, pero muchos habían seguido escalando hasta el ballet de Moscú, el Paris Opera e incluso, el New York City Ballet.

Entonces, las obras que la academia presentaba al público general eran algo así como una audición abierta para todas aquellas compañías de danza. Los reclutadores asistían a las puestas en escena y evaluaban el performance de cada alumno; La escuela siempre se encargaba de incluir entre la propaganda, posters anunciando a los alumnos designados en los papeles estelares de las obras, adjuntando alguna foto de sus caras. Era algo así como un anuncio, una cara fresca y joven que podría tomar el lugar de los bailarines más cotizados, en un par de años.

Louis y Elizabeth eran unos de los tantos que tenían un puesto ganado en las listas de audiciones. Era seguro que cartas de invitación al Royal Ballet llegarían a las puertas de sus casas apenas se graduarán de la academia.

Por eso todo tenía que estar perfecto: los alumnos, los vestuarios, la escenografía. Era una obsesión que compartía todo el cuerpo de alumnos y maestros.

—Tendré que meter tela extra en tu corsé— habló la costurera.

Elizabeth salió de su reflexión. —¿Cómo?

—Has ganado peso.

La cara de la pelinegra se descompuso. —¡¿Qué?! Estoy a dieta, ¡eso no puede ser!

—Pues lo que sea que estás haciendo, no te está sirviendo querida. Ahora deja de moverte.

Elizabeth sentía que algo se le encogía en el pecho. ¿Cómo podía pasar algo como eso? Se purgaba dos veces al día, no tomaba el desayuno y siempre tomaba las pastillas. ¿Qué estaba mal?

Se odiaba tanto por no poder mantenerse delgada.

***

El día avanzó de cierta forma, rápido.

Pronto había una congregación en uno de los salones de baile de los de último año. Alumnos y profesores estaban reunidos en torno al centro del aula. El pianista tocaba la música desde una esquina lejana, mientras los bailarines de la primera escena en el primer acto ensayaban.

Esto era el paso final antes del ensayo general con vestuario. Parecería como que el ensayo con vestuario era el más importante, puesto que este se realizaba en el teatro. Pero la verdad era, que al que debía prestársele atención, era a este. Ya que, no solo cabía la posibilidad de hacer el ridículo frente a todos, sino que era el momento en donde todos los maestros estarían atentos a cada paso, cada respiración. Listos para corregirte o reprenderte, obligándote a repetir tu parte hasta que esta saliera perfecta.

Así que sí, esto era un tanto enervante.

Elizabeth observaba el ensayo junto al resto, ocasionalmente tirándole una mirada a la pantalla de su celular, esperando una respuesta de Louis. Pero nada.

Harry esperaba su turno junto a sus compañeros mientras veía a los del centro ser corregidos por los profesores. Se preguntaba si ellos tendrían muchas criticas hacia su presentación.

Y Louis.... ¿Dónde estaría? Si no acudía a este ensayo era seguro que perdería su lugar en la obra, y ahora, ni siquiera Miss Greta podría hacer algo por él.

Concentro su vista en el reemplazo del ojiazul, que calentaba ávidamente detrás de la multitud. Seguro que estaba entusiasmado por quedarse con el principal que Louis parecía estarle dejando.

Harry frunció los labios. No le gustaba que Louis fuese tan irresponsable. Tenía tanto potencial, ¿Por qué desperdiciarlo así?

Entre la melodía del piano, el susurro de los cotilleos y la puerta meciéndose cada que alguien entraba o abandonaba el aula servían de arrullo para que los pensamientos de Harry viajaran más allá de donde se encontraba. Se puso a pensar en todas las posibles opciones de Louis para esconderse. ¿Saldría muy tarde de ensayar? ¿Dónde buscaría primero? ¿Le hablaría si lo encontraba? ¿Por qué era así? ¿Tendrá problemas desde pequeño o es algo reciente? ¿Será una especie de rebelde en contra del sistema? ¿Siquiera le gustaba bailar?

El tiempo voló y pronto llegó el acto antes de la primera aparición del personaje de Louis. Elizabeth se tensó apenas vio como los que ejecutaban esa escena se pusieron de pie. Le quedaban escasos minutos al ojiazul para aparecer de una maldita vez. ¿En serio no pensaba venir?

Buscó frenéticamente a la cara conocida entre la gente a su alrededor, pero solo se topó con Harry, que compartía la misma expresión preocupada que ella. Suspiró.

¿Cómo seguía preocupándose por Louis cuando este le ha tratado de la mierda? No lo entendía. Tampoco entendía como Louis hablaba tanto de ese niño si se supone que lo odia.

Esos dos eran confusos.

—La escena dos, bosque de pinos— murmura uno de los maestros. Pronto el pianista comienza a tocar la melodía correspondiente, y los alumnos parados al centro comienzan a bailar la famosa escena de la batalla de los ratones.

Tanto Elizabeth como Harry saben que Louis debe salir de entre la escenografía, puesto que la escena esta escrita para que el cascanueces de juguete. se transforme en uno de carne y hueso.

La música comienza a subir de intensidad, acercándose cada vez más al clímax, la entrada de Louis.

El grupo de chicos bailaba habilidosamente frente a todos, al mismo ritmo que su líder, el rey. Los maestros parecían complacidos con la atmósfera de dureza y maldad que estaban transmitiendo. Todos comenzaban a sentir a la ansiedad lentamente crecer dentro de ellos a medida que el número se desarrollaba.

La melodía escaló, escaló y escaló. La chica interpretando a Clara tenía una mirada de pánico. El rey ratón alzó su espada en el aire, y de entre las sombras Louis saltó a escena con su propia espada, quedando frente a su enemigo.

Harry no podía creerlo. Estaba encantado, eso había sido tan emocionante. Se había sentido parte de la audiencia. ¿Louis habría planeado esa entrada tan dramática? ¿Desaparecer todo el día era parte de su estrategia para generar impacto?

No lo sabía. Lo que, si sabía, era que el lugar entero había soltado una exhalación de alivio al ver al chico.

Maestros y alumnos seguían meticulosamente los pasos del ojiazul y el rey ratón, que ejecutaban su escena con perfección. Las piruetas, los saltos, las repentinas estocadas, todo lo hacían con tal fuerza y porte que era una batalla armoniosa y al mismo tiempo, emocionante de observar.

Louis dio un último salto, cayendo con una firmeza impecable, justo a tiempo para darle a su enemigo el golpe final. Apenas el rey tocó el suelo, la melodía terminó. Y con eso, los aplausos comenzaron.

Fue extraño al principio, llevaban hora y media ensayando y hasta entonces no habían aplaudido para nadie. Pero ahora, los maestros habían iniciado aquello, y no hubo nadie que se resistiera. Se habían lucido.

El chico que hacía de rey de los ratones estaba rojo como tomate, mientras que Louis se mantenía con las manos en las caderas y una mirada poco impresionada.

—¿Correcciones? — preguntó.

Todos los profesores negaron, con sonrisas en sus rostros.

Miss Greta ladeo la cabeza. —Yo sí. Trata de llegar antes del comienzo del ensayo. Eso es todo.

Los alumnos soltaron risitas burlonas. Louis dio un asentimiento antes de irse a sentar al fondo del salón. Elizabeth y Harry le siguieron, con miradas extrañadas en las caras.

Fuera de ahí, no pasó nada muy importante.

Elizabeth y los demás tuvieron su tiempo para ensayar. La chica había terminado roja de vergüenza, pues los maestros le habían hecho incontables correcciones. Había tenido que repetir la escena tres veces. Algunos de los comentarios iban como:

—¿Por qué bailas tan encorvada?

—¡Esos dedos de hamburguesa!

—Estás más rígida que una tabla. ¿Y el cuello?

Para Harry y sus amigos, fue un poco menos duro. Correcciones menores nada más. Al ojiverde le había tocado ser parte de las flores del Hada de Azúcar. Mientras bailaba, podría jurar que había pescado a Louis mirándole un par de veces. Pero jamás lo admitiría si se lo preguntaba.

Una vez concluido el ensayo, los maestros dieron indicaciones para el día de mañana, y eso fue todo. Se hizo un barullo en la puerta de entrada, puesto que todos querían salir.

Entre toda la gente, Harry había perdido de vista a sus amigos y a Louis. Así que no sabia que hacer con lo que le quedaba de tiempo.

Decidió irse a su dormitorio. El plan era buscar a Louis, pero ya que este había aparecido, le resultaba innecesario buscarle. Ya hablaría con él en el ensayo del teatro.

En su camino a su edificio, se topo con Elizabeth, que hablaba por teléfono casi a gritos. Ambos cruzaron miradas y esta le tomó de un hombro, evitando que siguiera caminando.

—Si, espera— murmuró a su interlocutor. —Harry, vamos a ir por cerveza y comida a la ciudad, ¿quieres ir con nosotros?

Harry se quedó un tanto desubicado. —¿Quiénes irán?

—Stan, Louis, yo y unos amigos de nuestra clase, ¿vamos?

—Estoy todo sudado...

Elizabeth le rodó los ojos. —Todos lo estamos, anda ya.

Harry asintió y se ajustó la chaqueta verde que llevaba encima. Siguió a Elizabeth hasta la salida de la academia, en donde Louis y Stan se encontraban fumando con la espalda apoyada en una linterna de la calle.

—¿Y este qué? — habla Louis, soltando el humo del cigarrillo por sus fosas nasales.

El ojiverde solo puede pensar en el posible cáncer de nariz.

—Déjalo tranquilo, Louis— sonrió Stan, dejando salir el humo mientras hablaba. —Se ha pasado dos días enteros buscándote.

Elizabeth ríe y le hace señas para que le regale un cigarrillo.

—¿Y ya por eso tenemos que fingir que nos cae bien?

—A mi me cae bien— balbucea la pelinegra como puede, sosteniendo el cigarrillo entre sus labios mientras Stan trataba de encendérselo.

—Y a mí— apoya el de ojos marrones. —El único amargado eres tú.

—Como siempre— dice Eli.

Harry suelta una risita que llama la atención de Louis, pero este rápidamente rueda los ojos en señal de molestia.

—Si, sí. Chúpenmela.

Todos ríen y comienzan a caminar lejos de la academia. Toman el metro hasta el centro de la ciudad, hasta que alcanzan un restaurante-bar en la esquina de una de las calles más concurridas.

Contrario a lo que se pensaría, Louis se porta agradable. Harry piensa que tiene que ver con las cervezas y las boneless involucradas. No sabe a ciencia cierta, pero se siente bien.

Se siente parte de algo. Aunque tiene a sus amigos, esto se siente un poquito diferente. Y le gusta.

Por supuesto que esto no dura mucho, ya que llega el momento de irse. Y es la única persona sobria.

Ahora, ¿cómo va llevar a tres personas borrachas de regreso a la academia? La vez del club no habían ido tan lejos, pero se encontraban a una distancia bastante grande.

No había manera.



...Bueno, al cabo de media hora, Harry se da cuenta de que si hay forma.

Involucra un taxista amable, un viaje de metro muy incomodo y un Louis borracho abrazándolo y besándole la cara en repetidas ocasionas mientras Stan y Elizabeth se descojonan de risa y ella toma fotos.

Si, era algo extraño. Pero le seguía gustando convivir con ellos.

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