Irrumpir en el Ardid (irrumpi...

By migomz

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Astrid es una semiangel que siempre se sintió ajena a su naturaleza, su temple será puesto a prueba cuando de... More

Sinopsis
Al final de la cadena alimenticia
Las mejores cosas vienen en paquetes de dos
No siempre lo que ves es lo que realmente hay
El ángel que nació para triunfar
La bienvenida puede ser agridulce
El primer acercamiento, primera victoria
El arriesgarse puede ser una buena tentación
No todo tiene que empezar con el pie derecho
La situación pinta como un rompecabezas
Y los secretos comienzan a revelarse
Las explicaciones sobran en este paquete
Que las apariencias no te engañen cuando a punto de caer estás
El ángel de la guerra
La soledad nunca estuvo mejor acompañada
¿El ángel o el humano?
Todo cae en picado
La furia es especialista en la locura
En la muerte se encontró la libertad
Atentar contra el mundo celestial tiene sus consecuencias
El camino se hace más angosto y el abismo más grande
Y sin poder evitarlo eres tu enemigo
Demasiado tarde, demasiado doloroso y sin control
Epílogo
Aviso: ¡Una pequeña sorpresa!
POV Brashier: El ángel que nació para triunfar
Aviso: ¡Buenas noticias, continuación de la historia!
Nota final de la autora (por favor leer)

Los ojos ven, los oídos escuchan pero el corazón no acepta

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By migomz

Me hice un ovillo en mi cama apretando mi cuerpo lo más que podía, aquella posición me hacía sentir que estaba en un lugar seguro donde nadie podía herirme. Dejé que las lágrimas corrieran por mis ojos sin emitir algún sollozo, estaba cansada de tener que pasar por aquello tan constantemente.

Escuché como la puerta de la habitación se abrió lentamente pero me rehusé a abrir los ojos, quería entrar en otra realidad que no fuera la propia que estaba viviendo, quería que otro experimentara lo que yo estaba sintiendo, no quería que la tristeza me derrotara tan fácil pero ¿Cómo podía evitar sentirme de aquella manera cuando quien hubiera sido mi Pareja me había intentado asesinar un par de veces y yo había hecho lo mismo con quien realmente amaba?

Ese alguien se sentó en la cama y me abrazó, su esencia rodeó mi cuerpo pero no quise saber de quien se trataba. Sentí mucho dolor en mis hombros pues la tensión de todo estaba haciendo sus efectos sobre mí. Había tantas cosas que estaba descubriendo en tan poco tiempo que ciertamente me causaba mucho, mucho vértigo, no me quejaba por saberlas pues fue una decisión propia el conocer todo pero no podía negar la absoluta realidad de que la información estaba haciendo estragos con mi cuerpo y mi vida en general.

Brashier quiere subir a disculparse contigo —Me susurró Igor acariciando mi espalda.

Enrollé más mi cuerpo no queriendo escuchar el nombre de aquel ser que había herido momentos atrás ¿En qué clase de mounstro inmortal me estaba convirtiendo?

Cuando eras pequeña te enrollabas así cada vez que no querías hablar con tu madre o conmigo —Comentó Igor haciendo que las lágrimas circularan con mayor rapidez.

No estás ayudando —Le susurré de vuelta.

Él rió sin humor y suspiró como si los años cayeran sobre él rápidamente.

Tengo 135 años pero nada en el mundo me preparó para ser padre —Comentó acariciando mi cabello—, disculpa si no lo hago bien

Abrí mi ojo izquierdo para mirarle, él me sonreía con mucho cariño. Ugh, me lastimaba que hiciera eso.

—Quiero estar sola

—Pero no es lo mejor —Dijo con suavidad haciéndome estremecer—. Escucha Aristed, las cosas no están yendo bien, eso es completamente cierto y no te ilusionaré prometiendo cosas que yo mismo puedo asegurar. Es cierto que estuviste en peligro pero saliste de él, ambos salieron de él por lo que deben estar agradecidos mutuamente

—Eso no ameritaba que me comportara como lo hice

—Tienes razón pero no vengo aquí para juzgarte por ello, tú misma te encargarás de encontrar una manera de aliviar tu culpa, yo sólo vengo a hacer lo que creo que es lo correcto

— ¿Qué es?

—Avisarte que Brashier quiere hacer las paces contigo

— ¿Por qué no vino directamente? —Pregunté dolida de sólo pensar que me tuviera miedo.

—No quiso causarte incomodidad así que me pidió que intercediera por él para asegurarse que su presencia no empeorará las cosas

Sin poder evitarlo sonreí, una llamita de esperanza ardió dentro de mí.

—Dile que puede venir —Dije sentándome en la cama.

Igor sonrió mostrando sus dientes y sin perder tiempo salió de la habitación. Sequé el resto de las lágrimas que quedaban en mis ojos, no quería verme tan mal para él. Sin pasar más de diez segundos Brashier entró dándome una mirada de sentida culpabilidad.

Me senté en la cama cruzando mis piernas, le invité a sentarse frente a mí a lo cual él respondió con un asentimiento rápido. Le miré moverse con su acostumbrada seguridad que rayaba en la arrogancia pero ésta vez no me importó y en cambio hizo que mi corazón latiera con frenesí.

Nos miramos a los ojos cuando estuvo sentado frente a mí, sus ojos azules grisáceos estaban vidriosos y yo me sentí mal de nuevo, no quería verle culpable ni algo por el estilo, sólo quería verle feliz. Intenté sonreír un poco logrando una mueca parecida a la sonrisa.

Brashier llevó su mano derecha a mi mejilla izquierda, apoyé mi cabeza en su mano cerrando mis ojos deleitándome de lo cálido de su toque.

—Estamos juntos en esto —Comenzó haciéndome abrir los ojos—, no debí gritarte y lo lamento mucho

—También lo lamento, no debí golpearte —Él me sonrió con ternura y yo sentí como todo dentro de mí se agitó—. Te amo Brashier

No hubo reacción de sorpresa o de rechazo, sólo una sincera sonrisa de felicidad de su parte. Quise saltar de la cama y bailar celebrando lo que estaba ocurriendo en aquel preciso instante.

—Aunque no lo diga a voces estoy agradecido de que lo hagas —Confesó acariciando con su pulgar mi mejilla.

Sonreí sin mostrar mis dientes y le dediqué la mirada más enamorada que podía darle, sólo quería que él supiera cuanto le amaba. Le miré mientras se acercaba a mí casi con timidez y me besaba, abracé su cuello con suavidad suspirando a gusto de estar ahí de nuevo.

Brashier sostuvo mi rostro entre sus manos acariciando mis mejillas con cariño convirtiendo a aquel beso en un manjar. Nuestro amor (sí, NUESTRO) no era perfecto pero ¿Las mejores cosas lo eran? A mi entender personal no consideraba existentes a las “cosas” absolutas pues era un valor que denotaba ciertas características estables, además de tener en cuenta que había variables, por lo tanto no podía haber tal cosa como un “absoluto”.

Acaricié el cabello de Brashier estremeciéndome al sentir las cosquillas en mis palmas. Algo a nuestro alrededor aumentó mi atracción por él así que busqué pegarme más no perdiéndome ni un momento de su presencia.

Sentí sus manos en mi espalda ayudándome a cumplir con mi meta, le besé con más intensidad mordiendo su labio inferior ligeramente produciendo varios suspiros de su parte. Quería más de él, quería tener todo lo que Brashier abarcaba.

Te amo —Le susurré separando mis labios un poco.

 ¿Estás segura? —Preguntó haciendo que le mirara a los ojos.

Completamente

 ¿Quieres amar por el resto de la eternidad a un ángel con carácter volátil que puede explotar en cualquier momento teniendo en cuenta tu poder?

El jugar con fuego tiene sus consecuencias —Dije con seriedad y él asintió de acuerdo—, pero eres libre de ellas cuando eres el fuego mismo —Sonreí.

Brashier rió entre dientes haciendo que mi atracción por él incrementara.

Espero sepas lo que haces

Vales el riesgo —Entonces él me dedicó una mirada en shock.

Me mantuve impasible y en cambio acaricié sus mejillas dejándole saber que le amaba.

No creo que sea así

—Brashier —Él me miró a los ojos—, te amo ¿De acuerdo? Me importa poco lo que has hecho ¿Estás escuchando? Me importa poco

—Tomaré tu palabra al pie de la letra —Comentó con aire misterioso.

— ¿Qué harás?

Él achicó sus ojos juguetón y al siguiente segundo se encontraba sobre mí haciéndome cosquillas, no pude contener las carcajadas que salieron de mi boca por ello. Brashier reía junto a mí disfrutando de mi felicidad.

El ataque de cosquillas hizo que llenáramos la habitación con nuestra propia felicidad y risas. Le ame tanto en aquel momento que todo lo que había ocurrido quedó olvidado por esa diminuta fracción de paz, todo pasó a segundo plano dejándome libre de sentir con intensidad aquello que sólo pude llegar a soñar alguna vez, aquello que había creído sentir por Kenton pero ahora puedo saber cuan equivocada estaba.

A pesar de que Bárbara era fiel creyente de la suerte y de como “las cosas sólo pasaban por casualidad y no se tiene control sobre ellas” yo estaba lista para demostrarle que no era así, para mí las cosas sucedían porque el ser  mismo deseaba que eso sucediera (incluso aunque no fuera consciente de desearlo) o porque ello era un contra golpe de algo que ella hizo y por ende merecía (ya sea que fuera bueno o malo).

Mi momento era algo que yo había deseado, algo que yo había provocado de una manera u otra y no podía estar más agradecida por ello.

— ¡Ya para! —Grité intentando voltearme pero él no lo permitió.

— ¡No te escucho! —Gritó con una sonrisa para luego acercar su boca a mi cuello y hacerme cosquillas con sus labios.

— ¡No! —Y entonces caí al suelo ahogándome con mi propia risa.

Brashier me miró desde la cama y rompió en risas tan fuertes que sentí como el suelo vibró.

—Ya deja de reír y ayúdame —Tendí mis manos hacia él.

El ángel secó las lágrimas que habían salido de sus ojos y me ayudó pero lo hizo con tanta fuerza que caí sobre él sacándole el aire, reí encantada de cobrarme su burla.

— ¿Dolió?

—No —Mintió intentando sonreír—, es un buen ejercicio

Golpeé su hombro sin fuerza haciéndole reír de nuevo. Le miré encantándome el hecho de verle tan feliz, aquel había sido mi objetivo y lo estaba cumpliendo. Brashier dejó de reír lentamente hasta que sólo me miraba con cierto deje de curiosidad.

— ¿Qué somos Brashier? —Pregunté con suavidad casi deseando que no escuchara lo que decía. Irónico, lo sé.

—No puedo decirlo con exactitud —Respondió apoyando su brazo en la almohada de mi cama.

— Pero ¿Somos algo? —Inquirí mordiendo mi labio inferior.

Él me miró por un largo rato como si no supiera exactamente qué respuesta darme, yo sólo quería un “SÍ” pero tampoco era mi deseo forzarlo a decirlo. Eso me hizo pensar en que conocía poco, demasiado poco a Brashier y en el hecho de que no debía sorprenderme que él respondiera algo completamente diferente a lo que yo ansiaba escuchar. Abrió la boca para decirme algo pero Igor tocó la puerta con insistencia, me senté en la cama de manera de estar decente frente a él.

—Pasa —Dije mirando a Brashier que estaba aún acostado en la cama.

Igor entró a la habitación viéndose un poco agitado e incluso confundido.

—Paul te busca —Informó y en menos de un par de segundos ya estaba a mitad del camino hacia la puerta.

—No irás —Me advirtió Brashier sujetándome del brazo derecho.

— ¿Por qué no? —Pregunté sin saber realmente lo que sucedía.

—No lo harás, punto —Arrugué el ceño no gustándome nada lo que él estaba haciendo.

—Lo haré Brashier, Paul es mi protegido te guste o no

Me solté de su brazo y corrí escaleras abajo, me encontré con un sudoroso Paul, tenía un arco de madera en su mano izquierda y lo que parecía ser un bolso cruzado sobre su pecho donde tenía flechas. Me detuve a un metro de él sintiendo como mi cabeza comenzaba a analizar lo que estaba ante mí.

— ¿Por qué traes todo eso? —Pregunté señalando al arco.

Él me dedicó una mirada de culpabilidad mezclada con la preocupación ¿Por qué él debía sentirlo? ¿Acaso había hecho algo muy malo con ello? Esperé su respuesta que no llegó a pesar de que los segundos pasaran.

— ¿Le dirás? —Preguntó Brashier con voz sínica bajando por las escaleras a paso lento.

Me volteé hacia él para detallar su rostro que era una dura máscara de neutralidad, casi como si él esperara el momento oportuno para lanzarse contra Paul. Le di mi atención a mi protegido de nuevo estremeciéndome cuando noté que tenía una mirada de furia tendida hacia Brashier.

— ¿Quieres que lo haga yo? —Preguntó Brashier aproximándose hacia nosotros.

— ¿Decirme qué? —Le pregunté a Paul sintiendo como mi estómago se cerró previniendo que la situación era muy seria.

Mi protegido fijó su mirada en mí haciéndola suave, algo en sus ojos me hizo saber que me estaba pidiendo disculpas por algo muy grande, sin importarme el qué le “perdoné”, quería creer que le conocía lo suficiente como para apelar a su buena conducta.

—Debemos irnos —Advirtió apretando su mandíbula.

En ese momento me di cuenta de que se veía muy mayor e incluso letal bañado en sudor y portando su arma… Arma. ¡Click! Las piezas cayeron en su lugar dándome una fuerte impresión de lo que en realidad estaba pasando, pero aunque las evidencias fueran claras yo me negué a aceptarlo, yo era su ángel guardián y no le juzgaría por su pasado… o presente.

— ¿A dónde? —Contesté provocando que Brashier me empujara detrás de él.

— ¡De ninguna manera irás con este maldito humano! —Gritó el ángel sin apartar su mirada de Paul.

— ¿Eres capaz de entender el peligro que corren los tres mientras ustedes dos estén aquí? —Preguntó Paul con determinación dejándome ver un lado oscuro que no me mostró antes.

—Lo que sé es suficiente como para tener certeza de que cualquiera que venga encontrara la muerte. Si no sales en este preciso instante serás el primero en la lista —Le advirtió dando un paso hacia él.

—Cálmate Brashier —Ordené con voz dura saliendo de su protección—, si es verdad lo que dices entonces iré contigo

— ¡No, no lo harás! —Gritó Brashier intentando jalarme hacia él.

— ¡No! —Grité.

Entonces todo sucedió muy rápido, Paul le golpeó la mano haciendo que soltara mi brazo provocando que el ángel mostrara sus alas (estando la derecha aún herida) y las erizara en amenaza a él, mi protegido cogió con una rapidez inhumana una flecha y junto a su arco la apuntó hacia el rostro de Brashier.

— ¡Calmados! —Les grité intentando llevarme lejos a Paul.

La casa en general comenzó a temblar por la evidente furia que Brashier sentía en aquel momento, ambos estaban tensos y se miraban con profunda furia por el otro, sentí mi cuello completamente tenso lo que me causó dolor. Abracé a Paul extendiendo una ola de tranquilidad dentro de él, si le controlaba podía ser más fácil.

—No lo hagas —Pidió sin relajar sus brazos.

—Tú no hagas esto —Pedí colocado una mano en su brazo derecho.

Sus ojos café se fijaron en mí por unos segundos antes de mirar de nuevo a Brashier, tensó más sus brazos haciéndome saber que no dejaría pasar esto.

—Dile qué eres —Le exigió Brashier entre dientes apretados.

—Lo haré cuando me convenga hacerlo, tú estás fuera de esto —Le respondió Paul tensando aún más su brazo derecho listo para disparar.

—Si lo haces me asesinarás —Le advertí con voz rota sintiendo dolor por ver a dos seres que quería pensando en asesinar al otro.

Paul apretó más la mandíbula como si no pudiera contenerse de disparar pero sabiendo las consecuencias que eso traería para mí, en ese momento deseé con profundidad que él realmente me quisiera ya que era la única cosa que me aseguraba que no cometería semejante estupidez que tendría una fuerte repercusión en mí.

—Si no se aleja tendré que hacerlo, ya habrá tiempo para compensarte lo que hice —Contestó haciendo que mi estómago ardiera.

Invoqué las llamas y les ordené rodear sólo mi mano derecha, cuando sentí la calidez familiar apunté el arco eligiéndolo de blanco.

—Calcinaré tu arma si no la bajas en este preciso instante —Advertí sin dejarle saber cuan herida estaba.

Paul lo bajó inmediatamente dejándome saber que ese arco tenía un gran valor para él. Me interpuse entre mi protegido y el ángel con el fin de protegerle de la furia de Brashier.

—No irás Aristed, no sabes quién es Paul —Me advirtió haciendo desaparecer sus alas.

Le miré intentando mantener mi semblante neutral no dejándole saber las diversas emociones que estaba sintiendo en aquel momento. Era casi como si estuviera eligiendo entre aquel a quien amaba profundamente y con quien tenía el deber de ser un ángel guardián.

Respiré con profundidad y me volteé para caminar hacia la puerta.

—Si te vas lo estás eligiendo por sobre nosotros —Me contuvo Brashier.

Cerré mi mano izquierda en puño, mi sentido común me indicaba que me quedara, que Paul no era quien yo creía que era pero yo no podía rechazarle, le quería y además era su ángel guardián, por regla yo tenía que estar a su alrededor lo que claramente me dejaba sin elección.

—No puedes hacerme elegir entre ustedes y mi deber Brashier —Contesté volteándome para ver a Paul que me miraba con una mezcla de alivio y expectativa—. Andando Paul

—Inmediatamente —Se unió a mí en la puerta.

— ¡De ninguna manera! —Gritó Brashier rodeando mi cintura con sus brazos.

— ¡Bájame en este preciso instante! —Le exigí.

—No irás a ningún lado —Me ordenó arrastrándome hacia la cocina.

— ¡Quita tus manos de su cuerpo! —Le gritó Paul antes de agarrar con fuerza los brazos de él de mi cintura liberándome.

Caí al suelo inmediatamente, alcé la mirada para ver como Paul asentaba un certero golpe en el rostro de Brashier que, a pesar de que éste último intentó esquivarlo, impactó con fuerza en su mejilla izquierda. Miré horrorizada como Brashier se reponía en pocos segundos y rodeaba el cuello de Paul con sus gruesas manos.

— ¡Suéltalo Brashier! —Le grité corriendo hacia ellos.

Una fuerte ráfaga de aire me lanzó contra la pared haciendo que mi cabeza se golpeara con fuerza, caí al suelo momentáneamente aturdida. Brashier y Paul se lanzaban golpes el uno al otro con tanta fuerza que no podía decir quién tenía más ventaja de ganar.

—No te metas en esto —Me advirtió Igor ayudándome a levantar.

— ¡¿Por qué tu no intervienes?! —Le grité frustrada viendo como mi padre no había intervenido en ningún momento.

—Se me está prohibido entrometerme en este tipo de peleas—Confesó mirando hacia los seres que no se cansaban de golpearse mutuamente—, puedo ser inmortal, pero hay cosas peores que la muerte

Tragué intentando encontrar alguna solución al problema que tenía ante mí, Brashier podría acabar en cualquier momento con Paul y eso me lastimaría profundamente o podría incluso volverme loca, al igual que si mi protegido hería de gravedad a Brashier me causaría un terrible dolor ¿Cómo podía ser imparcial en una situación como aquella?

Entonces Brashier sacó una daga de la nada, tumbó a Paul en el suelo haciendo que su cabeza golpeara el suelo produciendo un fuerte sonido y que de su boca saliera un gemido de dolor, y apoyó la daga con tensión en su cuello.

— ¡Si llegas a asesinarle me asesinarás a mí también! —Le grité dando dos pasos hacia él.

Brashier estaba claramente fuera de sus cabales y no parecía muy dispuesto a ceder ¿Cómo se le pudo ocurrir a Paul enfrentarse al ángel de la guerra? ¡¿Acaso quería acabar consigo mismo?!

— ¿No escuchaste lo que te dijo? —Preguntó Paul con tono sínico.

—Cierra tu maldita boca imbécil —Le advirtió Brashier haciendo reír a mi protegido, me dolió ver una mirada tan dura en sus ojos azules grisáceos.

—Brashier no lo hagas —Pedí suavizando mi voz—, presenciaste lo que ocurrió cuando creí que te perdí, no me hagas pasar por eso otra vez —Sus ojos se fijaron en mí.

—Eres inmortal, sobrevivirás a esto —Dijo antes de elevar su daga y descender con fuerza.

— ¡No! —Grité tan fuerte que la casa entera tembló.

Brashier falló la estocada y en cambio enterró la daga hasta la mitad en el suelo, Paul me miró sorprendido y aliviado al mismo tiempo.

— ¡No le asesinarás! —Sentencié con voz terriblemente letal.

El ángel de la guerra se levantó del suelo como si no fuera por voluntad propia y caminó hasta detenerse delante de mí, sus ojos azules grisáceos estaban fijos en los míos, había en ellos demasiada furia contenida que no hacía más que aumentar la mía.

Quité mi mirada de él casi con desprecio y la fijé en el magullado Paul que aún estaba en el suelo mirándome fijamente, suavicé mi semblante sintiendo como todo dentro de mí se estremecía de tristeza al verle tan lastimado, me sentí como un verdadero ángel guardián en aquel preciso momento. Me arrodillé a su lado y le sonreí, sus ojos café me pedían que aliviara su dolor lo que hice sin esperar más.

Acaricié su rostro con delicadeza extendiendo una fuerte ola de tranquilidad para calmar su sufrimiento, él suspiró de gusto cerrando sus ojos dejándose llevar por mi poder. Invoqué a las llamas para curar sus heridas internas, mis brazos se calentaron más y una leve capa naranja fluyó hasta el cuerpo de Paul rodeándole. Sonreí de ternura al ver como se estremecía sintiendo a las llamas trabajar dentro de él.

Detrás de mí alguien soltó un bufido molesto pero le ignoré, todo lo que veía en aquel momento era a mi protegido y mejor amigo, quería curarle de cualquier herida o dolor que pudiera estar sufriendo por lo que no desviaría mi atención hacia quién se lo había provocado.

Sentí en mi cuerpo el momento exacto cuando las llamas curaron todo dentro de él, Paul abrió los ojos y me miró con profundo agradecimiento, le sonreí antes de besar su frente con todo el cariño con el que podía hacerlo.

—Es momento de irnos —Le avisé levantándome del suelo—. ¿Puedes caminar por ti mismo?

—Completamente, gracias a ti —Respondió dedicándome una linda sonrisa a pesar de que su rostro tuviera cardenales y heridas (que ya comenzaban a cicatrizar).

— ¡No irás a ningún lugar con él! —Gritó Brashier intentando detenerme.

— ¡No estás en posición para exigirme nada! —Le grité de vuelta enfrentándolo.

Sus ojos azules grisáceos miraban con profundo odio a Paul quien estaba a mi lado y tendía un brazo por delante de mí como si quisiera protegerme.

— ¡Él es un Soca! —Gritó provocando en mí (en contra de mi voluntad) un fuerte estremecimiento.

Una parte de mí se fue a cinco años atrás:

Bárbara necesito que me ayudes Le había pedido acercándome a su grupo reunido en la plaza principal.

Haz silencio Astrid Me exigió con voz suave para luego fijar su mirada en Hugo—. Continúa

Escuché del ángel Fastus que los Soca tienen nuevos reclutas Comunicó haciendo que los pseudoángeles a su alrededor se estremecieran como si la mención de ese nombre fuera una maldición.

 ¿Quiénes son los SocaPregunté con timidez tomando mi lugar al lado de Bárbara.

Hugo me miró por largo momento como si se debatiera en dejarme saber o no la información que estaba compartiendo con los demás.

Díselo Hugo, algún día se enterara de todas formas Le dijo Bárbara con su común tono de superioridad.

Los Soca son una secta de Nephilim que datan de hace más de mil años Se detuvo detallándome con su mirada azul medio—, su principal objetivo es asesinar semiángeles para evitar que haya una nueva generación de ángeles

 Aquella información me hizo estremecer con fuerza ¿Nephilims asesinando pseudoángeles? Era una locura ¿Por qué debían hacerlo? El solo pensar en mí misma siendo asesinada por un ser que no me conocía en absoluto me produjo un profundo terror.

 ¿Por qué lo hacen? Solté sin poder detenerme.

Venganza por supuesto Dijo suspirando—, buscan evitar el juicio final, después de todo sin ángeles no puede haber verdadera destrucción Deliberó mirando hacia otra pseudoángel que le miraba atenta—. Al principio se creía que era sólo un mito pero el Alto Consejo recibió reportes de muertes de varios semiángeles los últimos 10 años, todos con las mismas heridas y un signo grabado en su cabeza dejando saber que los Soca habían causado aquello. No quieren tomar medidas hasta no estar completamente seguros de que sea cierto pero por las palabras de Fastus su existencia es más que real

Asentí con suavidad intentando entender por qué alguien asesinaría pseudoángeles por aquella razón, si había juicio final era por voluntad del Ser Supremo, nadie debía ir contra eso. Me encogí al lado de Bárbara sintiendo miedo de que alguna vez me topara con uno y jurando al mismo tiempo que de ocurrir aquello yo le eliminaría para salvar a otros como yo.

Parpadeé un par de veces volviendo en mí de nuevo, Brashier seguía mirando con la misma cara de odio hacia Paul. Mi estómago se revolvió causándome náuseas.

¿Paul era un Soca? Eso era grave, muy, muy grave. La ironía se burlaba en mi cara diciendo que era el ángel guardián de un ser que asesinaba a los míos y que yo de alguna manera había jurado eliminar. Sentí arcadas pero me contuve, Paul era mi protegido, no podía aceptar lo que estaba ocurriendo, no, simplemente no lo aceptaría no importaba lo que la realidad decía, yo no lo aceptaría.

—Vamos Paul —Dije dando un paso hacia atrás, Brashier abrió los ojos brutalmente sorprendido.

—Sabiendo lo que es ¿Aún decides irte? —Preguntó completamente atónito, asentí.

—No iré en contra de mi deber Brashier

— ¡Al demonio con el deber! —Gritó dando varios pasos hacia mí, Paul preparó una flecha—. ¡Estás con un maldito asesino!

Sus palabras me golpearon con fuerza provocando que mis ojos se humedecieran, Brashier tenía toda la razón pero no podía aceptarlo, sería admitir que había sido engañada por dos meses, admitir que todo a mi alrededor caía de forma más rápida. Yo no podía admitir que Paul, aquel que se había ganado mi completo cariño, me hubiera mentido como lo hizo Bárbara. No estaba lista para hacerle frente a otra traición aún.

—Lo dejaste en claro —Le dije dando un par de pasos más hacia la puerta, Paul tenía los hombros muy tensos.

Brashier e Igor me miraron completamente sorprendidos, casi podía escuchar sus pensamientos, el “Aristed está malditamente demente” (De Brashier) y el “¿Cómo puedes traicionar de esta manera a nuestra especie?” (De Igor). No podía responder su pregunta pues no tenía una respuesta en aquel momento y lo más probable es que no la tuviera jamás.

—Espero puedan llegar a entender esto —Les dije antes de salir.

Paul caminó detrás de mí mientras nos aproximábamos a un auto gris pequeño, tuve un ligero presentimiento de que había un lado aún muy oscuro de Paul que definitivamente no quería saber. Le miré rodear el auto con rapidez.

—Vuelve aquí Aristed —Me ordenó Brashier saliendo de la casa a paso rápido.

Le miré aterrada de que pudiera volver a arremeter contra Paul, esta vez sería peor pues estábamos en plena calle.

—Entra al auto —Me indicó con urgencia y yo lo hice sin pensarlo dos veces.

Él aceleró provocando el chirrido de las llantas sobre el pavimento. La casa de Igor y un furioso Brashier quedaron en muy pocos segundos atrás. El silencio reinó en el auto mientras Paul conducía a velocidad por encima de la permitida.

—Debes confiar en mí, de cualquier manera no tienes más opción —Tragué no queriendo aceptar el verdadero significado de sus palabras.

Miré hacia adelante no queriendo opinar acerca de lo que estaba sucediendo, no quería pensar en lo que Paul quería decirme, no quería aceptar que estaba confiando en la persona equivocada. Yo era un inmortal, contaba con un poderoso don que a pesar de que no sabía utilizarlo con pericia podía usarlo para defenderme, esperaba que eso bastara para mantenerme a salvo de sea lo que sea que estuviera por suceder.

Paul condujo hacia la zona montañosa de la ciudad confundiéndome. En un par de horas ya no había civilización e incluso no había carreteras como tal, sólo un camino rústico.

—Debí haber robado un Jeep, en estas ocasiones es cuando realmente necesito el mío —Se quejó orillando el auto con rudeza—. Caminaremos a partir de aquí

Sin siquiera asentir me bajé del auto caminado detrás de él, nos rodeaba vegetación en su estado más puro, no me quejaba pero tenía la sensación que de un momento a otro alguien saldría de su escondite para atacarnos. Paul sostenía su arco preparado para disparar en cualquier momento lo que me hizo preocupar aún más ¿En qué estaba pensando cuando opté por seguirle?

La situación que había ocurrido momentos atrás se reproducía repetidamente en mi cabeza como si una parte de mí quisiera advertirme con urgencia que estaba eligiendo el bando equivocado. Mi cuerpo entero sintió malestar sabiendo que estaba traicionando completamente a mi especie, sabiendo que lo más probable era que me esperara un castigo muy duro, tal y como dijo Igor: Hay cosas peores que la muerte.

Miré la espalda de Paul sintiéndome temblar, al mismo tiempo agradecía la inesperada situación de ser inmortal, hasta donde sabía se tenía que esperar un año entero para que el Alto Consejo consultara con los ángeles de mayor rango la posibilidad de otorgarle al nuevo ángel la inmortalidad para entonces dársela. No me había detenido a pensar en que aquello, debía de haber hecho algo muy bien como para ganarme ese increíble privilegio.

Paul cojeaba un poco lo que me hizo reaccionar sin tener que pensar mucho en lo que estaba haciendo. Rodeé su cadera con mi brazo izquierdo haciendo que las llamas fluyeran hacia él para curarle, su sonrisa me indicó que estaban  logrando su objetivo.

Caminamos por largo tiempo atravesando maleza, me gané varios rasguños en la pierna y brazo derecho por no fijarme bien por donde estaba pasando. La expectativa de lo que estuviera por suceder no disminuía, gran parte de mí (incluyendo mi sentido común) me decía que algo muy malo me pasaría pero una pequeña parte (y la más idiota) me tranquilizaba diciendo que Paul no sería capaz de causarme daño alguno. En vista de que la situación no dejaba de empeorar elegí estúpidamente a esa minoría dejándole convencerme de que mi protegido era alguien completamente digno de confianza.

—Gracias por confiar en mí —Dijo de pronto dándome una larga mirada, yo fijé mi vista hacia adelante.

—Eres uno de los pocos que se ha preocupado por mi bienestar, te debo mi lealtad —Contesté con tono un poco tenso.

Por el rabillo del ojo izquierdo le vi asentir y tensar un poco su mandíbula. Lo ocurrido volvió a reproducirse produciéndome bastante malestar, la idea de que estaba traicionado a mi especie entera no dolía tanto como el saber que mi traición incluía a mi padre y al ángel al cual amaba profundamente. Era demasiado sucio y bajo, estaba completamente consciente de ello pero aun así no podía aceptarlo ¡No quería hacerlo! Si dejaba que aquello me dominara estaría muriendo un poco y la idea se me hacía repugnante.

— ¿Qué tanto piensas? —Preguntó Paul de manera jocosa buscando hacerme sonreír pero no pude.

—En la traición que cometí contra todos los ángeles —Respondí importándome poco como se escuchaba aquello.

Sentí como la espalda de Paul se tensó en respuesta a lo que había dicho, aunque fuera lo correcto yo no le culpaba a él, no planeé ser el ángel guardián de un Soca, las cosas simplemente se dieron, ya había iniciado por lo que no me quedaba de otra que caminar a través del mar de lava.

—Nunca te hubiera hecho elegir si no hubiera sido necesario —Intentó consolarme.

Suspiré sin ganas antes de enfrentar  sus ojos cafés, quería creer que sus palabras eran ciertas aun cuando algo muy, muy dentro de mí me gritaba frenéticamente que no debía prestar oído a ninguna de sus declaraciones.

—Lo sé —Dije sin gastar ni un poco de mi esfuerzo en creerme mis propias palabras.

El camino se hizo empinado y él me guió adentrándonos más en la maleza que desprendía un olor terriblemente putrefacto, no quise que ninguna aparte de mi mente analizara donde estábamos o qué era ese olor.

— ¿A dónde vamos? —Pregunté cuando la luz del sol comenzó a hacerse más tenue a causa de la cantidad de árboles que había.

Paul no contestó a mi pregunta lo que provocó que mi estómago se cerrara con mucha fuerza. Mi sentido común gritó desesperado que debía irme, mi piel se erizo ante la sensación de vacío que tenía en mi pecho, algo sucedería y podía presentir que no me agradaría en lo absoluto.

Mi protegido se detuvo en determinando momento alejándose de mí, le miré consternada notando que a pesar de que mis llamas habían curado todas su heridas algo en su interior parecía repeler esa ayuda, casi como si su sistema rechazara el remedio celestial.

— ¿Sigues sintiendo dolor? —Pregunté estúpidamente acercándome a él.

—Un poco —Admitió apretando su mandíbula—, no es nada de lo que preocuparse, tengo sangre inmortal, puedo curar rápido

Sentí como una mano invisible me abofeteó y una retorcida imagen de Brashier me gritaba “¡Es un Soca!”. Claro que tenía sangre inmortal, después de todo era un Nephilim. El pensar en él de aquella manera hacía que mi malestar empeorara, estaba claro que parecía tener un cartel de neón en mi frente que decía “¡Miénteme!”.

—Sólo tengo que reposar un poco, es todo —Dijo más para sí que para mí.

Le miré sentarse en el suelo haciendo un gesto de dolor, yo me senté a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro, él rodeó mi cintura con su brazo izquierdo.

—Confía en mí Aristed —Pidió con voz dolida.

—Lo hago Paul, incluso más de lo que la cordura permite —Él besó el lado derecho de mi cabeza.

A pesar de que sentía que iba directo a la boca del león me permití sentirme a gusto al lado de mi protegido, necesitaba sentir (aunque todo fuera una mentira) que estaba segura, que él no era capaz de traicionarme, que el que yo traicionara a mi especie y lo que es peor a mi padre y a Brashier no estaba siendo en vano.

—Todo estará bien —Me aseguró acariciando mi cabello de una manera conciliadora que ayudó a mis nervios a relajarse un poco.

                                                                    ***

Brashier caminaba de un lado a otro intentando contener su furia, necesitaba pensar en alguna cosa que le diera solución al enorme problema que tenía entre manos. Le desesperaba que Igor no hiciera otra cosa que no fuera estar sentando en el suelo con su rostro entre sus manos, era claro que estaba desesperado por su hija pero ¡¿Por qué demonios no hacía nada?!

—Debo ir —Se repitió por centésima vez.

—No puedes hacerlo, tienes el ala herida —Le recordó Igor con voz temblorosa sin moverse de su posición.

— ¡Al menos yo intento hacer algo al respecto! —Le gritó Brashier comenzando a romper completamente el escaso control sobre sí mismo.

— ¡¿Crees que no me mortifica el que mi hija esté con un asesino?! —Le gritó con furia Igor.

— ¡Estando aquí no estás haciendo nada! —Le gritó de vuelta el ángel.

Se miraron a los ojos con furia que no era dirigida hacia el otro, todo estaba canalizado hacia Paul.

—No quisiera otra cosa que estar volando hacia Aristed

— Entonces ¿Por qué no lo haces? —Preguntó Brashier con los dientes apretados.

— ¡No puedo hacerlo! —Explotó Igor golpeando con fuerza la pared dejando un agujero donde sus manos habían golpeado.

Brashier le miró no comprendiendo a lo que él se refería ¿No podía hacerlo? ¿Qué era lo que le estaba deteniendo? Al ángel poco le importaba las razones de eso, él mismo sabía que de estar en sus zapatos no dudaría en volar hacia Aristed y salvarle, los castigos a los que se viera sometido no tenía ninguna importancia, era la seguridad de ella lo que importaba.

— ¿Qué te detiene?

—Maciel —Aquella simple palabra hizo que el cuerpo entero de Brashier se tensara—. Si llego a entrometerme en alguna situación que involucre el peligro para Aristed seré expulsado eternamente del mundo celestial y destruirá a mi hija frente a mis ojos

Brashier tragó sintiendo estremecerse de sólo pensar que aquello ocurriera, era un destino bastante malo para un ángel el que aquello ocurriera pero para él como padre debía ser peor.

—No puedo permitir que mi hija sufra ese destino

                                                                      ***

Mis ojos comenzaron a cerrarse solos de un momento a otro, al fin y al cabo tenía un día sin dormir y el esfuerzo físico que había utilizado el día anterior y ese día me estaban pasando una cara factura. Paul seguía acariciando mi cabello con cariño estropeando mi esfuerzo de mantenerme despierta, lo que menos necesitaba era dormirme cuando no sabía que podría pasar.

—Necesitamos seguir —Dijo Paul sobresaltándome.

—Claro —Me levanté del suelo tambaleándome un poco.

Él me dedicó una mirada divertida y envolvió mi cadera con su brazo derecho ayudándome a caminar, era claro que el cansancio era bastante notable para él. Seguimos caminando por un par de horas más, mi estómago rugió del hambre que tenía, no había comido desde ayer en la mañana por lo que era claro que toda la comida se había desintegrado hacía muchas horas atrás.

—Comerás pronto —Me aseguró mirando a su alrededor.

Intenté sonreír pero seguía sintiéndome tensa a pesar del cansancio que tenía, la situación seguía siendo peligrosa y no podía permitirme bajar la guardia ni por un segundo, aunque al paso que iba terminaría pronto desmayada en el suelo a causa del intenso sueño y hambre que sentía.

Los árboles comenzaban a abrirse anticipándome que nos acercábamos a un lugar donde había alguna casa o algún tipo de refugio que, rogaba al cielo, fuera el lugar donde Paul me alimentaría.

Mi protegido ya no cojeaba tanto lo cual me dio un pedacito de felicidad que fue fácilmente destruida por el rugido y el intenso dolor en mi estómago.

—Estamos cerca —Avisó apurando un poco su paso.

Mis ojos comenzaron a picar insistiéndome en que debía cerrarlos, que debía descansar pronto pero no podía rendirme a eso, no podía exponerme de semejante manera. Paul apretó su agarre de mi cadera haciéndome despertar un poco.

—Confía en mí Aristed —Pidió de nuevo mirando a su alrededor.

Todos mis sentidos se adormecieron, poco de mí quedaba consciente y por mucho que no me gustara no podía evitarlo ¡Estaba extremadamente cansada!

—No te duermas, te necesito muy alerta —Pidió Paul acelerando su paso.

—Lo intento

Suspiré con fuerza un par de veces y obligué  a mi cuerpo a permanecer alerta, funcionó poco pero era lo suficiente como para mantener mis ojos abiertos casi sin esfuerzo de mi parte y caminar de manera más o menos estable.

—Confía en mí

—Lo estoy haciendo —Contesté mirando su rostro.

Su mandíbula estaba completamente tensa, algo estaba a punto de suceder, mi sentido común no había dejado de gritarme aquello, dentro de mí comenzó a aparecer el arrepentimiento puro ¿Qué había hecho?

Una imponente casa que parecía hecha de piedras de color crema con gris apareció ante nosotros advirtiéndome que estaba entrando en terreno peligroso. Miré a mi alrededor intentando convencerme que todo estaba bien y que no había ningún peligro pero era imposible ¡Estaba en un completo peligro!

Confía en mí —Susurró comenzando a soltarme.

Le miré alarmada pues aquello pintaba muy mal, extremadamente mal. Entonces cuando cinco hombres salieron de la casa con armas en sus manos supe que estaba perdida.

—Lamento haberte subestimado —Dijo un hombre que se veía tan joven como Paul cuando estuvo cerca de nosotros, su cabello era negro y sus ojos grises plomo. Ugh ¡Su esencia apestaba!

Los cinco tenían ropa negra que consistía en franelas sin mangas de alguna tela rústica, pantaloncillos que le llegaban a la altura de los tobillos donde parecían ceñirse, algunos tenían más bolsillos que otros, sus zapatos eran tenis negros que se veían perfectos para correr. Todos tenían un raro tatuaje en la parte delantera del hombro izquierdo, aquello se asemejaban a alas atravesadas con lanzas, extrañas formas decoraban las alas y su alrededor formando un octágono, lo que parecía ser una soga estaba enroscada alrededor de la lanzas, las letras “ND” estaban escritas debajo de la inquietante figura.

—Ya me lo pagarás —Le dijo Paul en tono jocoso—, fue demasiado fácil de cualquier manera, llévensela —Su tono despectivo hizo que mis ojos se humedecieran.

Miré a Paul sintiendo un fuerte dolor en mi pecho… Él me había traicionado. El arrepentimiento fue como limón siendo exprimido encima de la herida que me había causado. Quería odiarle con intensidad pero mi ser no podía, él era mi protegido a pesar de todo.

Dos hombres se acercaron a mí a paso rápido, di dos pasos hacia atrás no queriendo que ellos me tocaran cuando sentí el pecho de Paul en mi espalda.

—No irás a ninguna parte —Me advirtió con una sonrisa.

— ¿Por qué lo hiciste? —Pregunté con voz temblorosa sintiéndome vilmente traicionada.

Paul me miró sin mostrar otra cosa que no fuera diversión, yo había sido su presa todo el tiempo. Los hombres me sujetaron por los brazos con fuerza dejándome saber que no importara lo que hiciera, ellos no me dejaría ir.

— ¡Por favor no! —Les grité rompiendo en llanto.

Los seis (incluyendo a Paul) comenzaron a reír a carcajadas como si yo hubiera hecho una monería. La herida en mi pecho se incrementó mientras era más consciente de la traición de mi protegido.

¡Qué tonta había sido! Había cometido un terrible error, debía haber escuchado a Brashier pero no, yo había sido terca y había ido directo a mi final. La muerte ahora no se veía tan mal.

Intenté quitarme los brazos de encima pero entonces uno de los hombres apretó mi cuello con su mano izquierda, el aire dejó de circular y mis pulmones ardieron por la repentina falta de aire. Moví mi cuerpo luchando a pesar de que sabía que era inútil, mi instinto de supervivencia era lo último que guiaba a mi cuerpo. La inconsciencia llegó de pronto haciéndome caer arrodillada al suelo, estaba en la delgada línea que me separaba de la inconsciencia total.

—Será divertido torturarla —Le escuché decir a un hombre cerca de mí.

Quise reaccionar pero mi cuerpo se sintió extremadamente pesado, no quería rendirme pues iba en contra de mi instinto pero ya no podía forzar más a mi cuerpo, estaba terriblemente agotada. Sentí como los hombres me arrastraban sin importarles que las piedras rasparan la piel de mis piernas.

De un momento a otro un hombre me tiró sobre su hombro provocándome un terrible dolor de estómago que me hizo gritar con fuerza, los demás reían a carcajadas disfrutando de mi dolor. Intenté abrir los ojos y lo logré, pero sólo un poco.

Me estaban llevando a un sótano que olía terriblemente mal, el olor a muerte impregnaba cada rincón, mi piel se erizó previniéndome que lo que vería allí no sería nada bonito.

El sonido de una reja abrirse me alertó que habíamos llegado a mi destino. Deseé con fuerza deshacer todo lo que había hecho, deseé con todas mis fuerzas nunca haber huido de casa en un principio, de esa manera jamás habría conocido a Paul y éste no me hubiera herido “accidentalmente”.

El hombre que me llevaba en su hombro me agarró por la cintura y me lanzó con brutalidad dentro de lo que parecía ser una habitación pequeña de tres paredes, el olor que había era terrible, mi estómago ardió aún más. Sentí un dolor punzante en mi brazo izquierdo pues sobre él había caído ¿Estaría fracturado? Era lo más posible pero ni de broma les dejaría saber a aquellos hombres que estaba adolorida.

—Quédate quieta nena —Me advirtió el joven de ojos grisáceos.

Él se aproximó hacia mí con paso normal, sabía que le tenía miedo y que no reaccionaría de ninguna manera. Encadenó mi tobillo derecho a la pared del fondo, la presión era incómoda pero sentía que debía agradecer que la circulación no se viera afectada. Este hombre me sonrió divertido y yo le dediqué una mirada de odio mientras las lágrimas salían de mis ojos.

—Calma, nos divertiremos mucho —Intentó consolarme.

¿Nos? Querrá decir que Ellos se divertirán, yo sería la oveja a la cual despellejarían sin sentir piedad alguna ¿Qué les había hecho yo para merecerme aquello? No me parecía justo.

El hombre se levantó y fue hacia la puerta al mismo paso con el que se había aproximado a mí. Los demás me miraban desde afuera, incluso Paul estaba allí dándome la misma mirada que todos ¿Cómo pude ser tan estúpida?

Solté varios sollozos que ellos disfrutaron, sus rostros no dejaban nada en secreto, ellos disfrutaban de verme sufrir, ese era su objetivo. ¿Por qué no pude escuchar a Brashier? ¿Por qué?

—Disfruta de tu estadía —Me deseó el joven de ojos grises antes de cerrar la puerta con fuerza.

Les vi irse deseando poder calcinarles a todos pero tan cansaba como me encontraba no podía ni siquiera pensar en invocar mi poder. El dolor de la traición de Paul seguía ardiendo en mi pecho, quemaba peor que el ácido, era demasiado fuerte y a medida que los segundos pasaban se hacía cada vez más insoportable.

Perdóname papá —Susurré con voz rota golpeando mi espalda contra la pared con fuerza—, perdóname por favor —Tomé impulso y volví a golpearme.

Me dejé llorar sin importarme que alguien me escuchara allí, estaba segura que los hombres estaban lejos de ese sótano lo que me dejaba sólo a mí y quizás a otros ángeles o pseudoángeles que bien podían estar muertos. Sollocé con fuerza incrementando la fuerza de los golpes que me daba contra la pared. Me dolía más el pensar que sólo yo tenía la culpa de lo que estaba pasando, yo era la única estúpida responsable de mi propia suerte.

Seguí llorando hasta que mi cansancio me venció por completo. No supe el momento exacto en el que me dormí pues el dolor de mi espalda, mi cabeza, de la traición de Paul hacia mí y de la mía hacia mi especie me tenían completamente aturdida.

No había nada que yo pudiera hacer, estaba completamente encerrada y encadenada como un animal, podía adivinar que a sus ojos yo era una abominación… Lo triste del caso es que yo también me veía así después del terrible error que había cometido.

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