Irrumpir en el Ardid (irrumpi...

By migomz

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Astrid es una semiangel que siempre se sintió ajena a su naturaleza, su temple será puesto a prueba cuando de... More

Sinopsis
Al final de la cadena alimenticia
Las mejores cosas vienen en paquetes de dos
No siempre lo que ves es lo que realmente hay
El ángel que nació para triunfar
La bienvenida puede ser agridulce
El primer acercamiento, primera victoria
El arriesgarse puede ser una buena tentación
No todo tiene que empezar con el pie derecho
La situación pinta como un rompecabezas
Y los secretos comienzan a revelarse
Las explicaciones sobran en este paquete
El ángel de la guerra
La soledad nunca estuvo mejor acompañada
¿El ángel o el humano?
Todo cae en picado
La furia es especialista en la locura
Los ojos ven, los oídos escuchan pero el corazón no acepta
En la muerte se encontró la libertad
Atentar contra el mundo celestial tiene sus consecuencias
El camino se hace más angosto y el abismo más grande
Y sin poder evitarlo eres tu enemigo
Demasiado tarde, demasiado doloroso y sin control
Epílogo
Aviso: ¡Una pequeña sorpresa!
POV Brashier: El ángel que nació para triunfar
Aviso: ¡Buenas noticias, continuación de la historia!
Nota final de la autora (por favor leer)

Que las apariencias no te engañen cuando a punto de caer estás

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By migomz

Mi corazón desaceleró sus latidos haciendo que mi pecho doliera, si fuera un humano estaría gritando en pánico que estaba sufriendo de un paro cardíaco pero en un ángel (aunque no fuera inmortal) no era posible. Mis manos disminuyeron su temperatura volviéndose dos bloques de hielo a cada lado de mi cuerpo.

Los ojos de Brandon escrutaban mis alas con cierto deje de sorpresa, quería ocultarlas de su vista para luego insistir en el hecho de que había sido producto de su imaginación. Me había expuesto ante un humano y eso era una cara infracción en el mundo celestial, casi podía escuchar los gritos del Alto Consejo de mi comunidad.

—Eres un…

—No lo digas —Le interrumpí dando un paso hacia él moviendo mis manos frenéticamente.

— ¿Por qué? —Preguntó como si estuviera congelado en su lugar.

—Seré castigada gravemente si esa palabra sale de tu boca —Dije con dificultad.

El Alto Consejo no se enteraría de este incidente a menos que mi humano dijera la palabra “ángel”, era como si ellos monitorearan a todos los protegidos de los guardianes esperando escuchar esa palabra para arremeter contra el impertinente ángel que no fue lo suficientemente cuidadoso como para evitar que alguien le viera.

Brandon dio dos pasos en mi dirección y yo me sentí desnuda, completamente desnuda. Ahora él sabía lo que yo era ¿Cómo pude ser tan descuidada? ¿Por qué no seguimos internándonos en el bosque? Esto sólo significaba que yo tenía que irme lejos, muy lejos de él a un lugar donde no pudiera encontrarme convirtiéndome en sólo un recuerdo o en el mejor de los casos una pesadilla.

Miré a Igor que me miraba fijamente sin ninguna expresión en su rostro, la situación ameritaba que estuviera alarmado y no tan calmado como ahora, él tenía que temer por su hija e incluso por sí mismo pues él también se había expuesto ante Brandon.

Mis alas se movieron inquietas en mi espalda por lo que intenté calmarme, necesitaba desaparecer. Un fuerte puño me golpeó en el rostro al saber que también debía alejarme de Igor, yo tenía que desaparecer sola, debía mantenerme fuera de la vista de todos para evitar que el castigo se dictaminara.

Sentí mis ojos humedecerse con rapidez mientras sentía como todo se desmoronaba de nuevo, mientras caía en la cuenta de que tendría que irme lejos de mi padre. Le miré formando una disculpa con mis ojos, yo tenía que irme lo más pronto posible, el seguir allí sólo empeoraba las cosas.

Lo siento mucho papá —Le susurré con pesar.

Él iba a decir algo pero el cosquilleo invadió mi cuerpo rápidamente, las llamas rodearon mi cuerpo sin que yo pidiera que aquello ocurriera, miré asombrada lo que estaba pasando.

Las llamas se alzaron imponentes en el aire y en cuestión de segundos se inclinaron amenazadoramente en dirección a Brandon, el terror invadió mi cuerpo al ser consciente que podría calcinarle allí mismo ¡Estaba a punto de asesinar a mi humano! No pude reaccionar con rapidez, sólo puede ver los brazos de las llamas descendiendo a velocidad récord sobre Brandon. Cerré los ojos esperando sentir el dolor de mi pérdida.

Detrás de mis párpados pude ver el rostro de Brandon aquella mañana mientras me sonreía, me permití sentir de nuevo las sensaciones que habían invadido mi cuerpo sin pedir permiso alguno, me permití enamorarme de él. Escuché a las llamas golpear con fuerza algo que parecía sólido, no quise pensar que era el cuerpo de Brandon, no podía aceptar que yo me hubiera convertido en su asesino ¡Simplemente no podía aceptarlo!

Cuando las llamas remitieron yo me permití llorar sintiéndome completamente destrozada por dentro, sintiendo en mi pecho un hueco tan profundo que podía imaginarme siendo tragada por él. Mi cuerpo se derrumbó en el suelo dejándome de rodillas.

— ¡Lo lamento tanto! —Grité entre sollozos—. ¡Lo lamento Brandon!

Tapé mi rostro rompiendo en lágrimas y sollozos importándome poco llamar la atención de cualquiera que estuviera escuchando, mi dolor era intenso y comenzaba a consumirme. El viento se alzó con fuerza a nuestro alrededor haciendo crujir con rabia a los árboles, el sonido fue igual al del rugido de una bestia mítica enfurecida.

Grité con tantas fuerzas que mi garganta ardió, el sonido de varios rayos impactando en la tierra se hicieron escuchar con ferocidad. Volví a gritar dejando salir todo mi dolor, intentando descargar mi pena con ello, el viento se agitó moviendo mis alas con agresividad.

Mis sollozos sólo parecían aumentar, mi dolor se convirtió en una llama dentro de mí calcinando todo a su paso. Grité de nuevo con más fuerza aun provocando que la tierra debajo de mis piernas se agitara en respuesta a mi dolor, volví a gritar sin detenerme a pensar que mi voz no era la de un ángel, era la de un mounstro dolido.

— ¡Astrid! —Escuche gritar desde muy lejos.

Apreté mis ojos con fuerza tomando mucho aire para gritar de nuevo, esta vez derramaría mi furia en la tierra, calcinaría el mundo entero culpándole de mi estúpido error, intentando saciar mi sed de castigo. Aquel grito provocó que un terrible sonido surgiera del cielo, como si allí también estuvieran sintiendo mi dolor, la tierra se agitó con aún más fuerza haciendo vibrar todo mi cuerpo. No me importaba que el mundo explotara, yo lo provocaría, estallaría en tantos pedazos que nadie jamás sabría que la Tierra existió.

— ¡Brandon está vivo! —Le escuché gritar a mi padre.

Abrí los ojos mirándole con rabia, él estaba al lado de Brandon quien me miraba con ojos muy abiertos. Respiré profundamente intentando calmar la rabia asesina que se apoderaba de mí, mi cuerpo tenía una capa de llamas que fue remitiendo lentamente.

El cielo que ahora era de un gris oscuro comenzó a aclararse hasta volver a su color normal, la tierra se calmó dejando de temblar. Me levanté del suelo sintiendo aún la  secuela de mi dolor, mis ojos aún estaban húmedos. Bárbara me había hablado de la furia de un ángel guardián cuando su protegido moría, había dicho que era de la intensidad del sol y que acaba con todo a su paso, incluso que había ángeles que habían destruido planetas enteros dejándose llevar por su dolor. Ella no tenía ni idea de lo verdaderamente intenso que la furia de un ángel guardián podía ser, la intensidad no era la de un sol, era una comparación demasiado pobre, yo no destruiría un planeta, yo hubiera destruido una galaxia entera en cuestión de segundos.

Caminé lentamente hacia Brandon quien no se movía en absoluto, incluso parecía que no respiraba. Igor se apartó de mi paso sabiendo que si decía sólo una palabra yo podía calcinarle con sólo pensarlo. La esencia de Brandon me envolvió acariciándome, consolándome.

Alargué una mano hacia su rostro que él no rechazó, acaricié su mejilla intentando convencerme de que él estaba bien, que aún estaba con vida. Sin querer solté un sollozo haciendo que más lágrimas salieran de mis ojos, casi le había asesinado y no podría perdonarme por ello.

Brandon jaló mi brazo derecho hacia él y me abrazó, la tranquilidad explotó en mi cuerpo en menos de un segundo. Mis alas nos envolvieron creando un muro de cualquier cosa que deseara herirnos, presentía que nada podría tocarnos allí así que me permití sentirme segura en sus brazos, feliz de saber que seguía con vida.

No quise hacerlo —Le susurré aferrándome más pecho.

Shhh —Respondió haciéndome sonreír un poco.

Me dejé ser feliz en sus brazos, me dejé consolar por él a pesar de que fuera un humano. Sabía que me había enamorado irremediablemente de mi protegido pero no podría hacer nada por ello, no deseaba hacer nada para cambiarlo. Acaricié su espalda diciéndome en silencio que él era mío aun cuando una parte de mí me decía que sólo le vería crecer, casarse y tener sus propios hijos.

El último pensamiento me hizo llorar de nuevo, era cierto que estaba enamorada pero él era un humano, yo estaría a su lado si él lo deseaba pero sólo eso, yo no intervendría en su vida y la llenaría de detalles celestiales innecesarios, Brandon era un humano y se merecía la mejor vida humana que fuera posible.

Sus manos acariciaron mi cabello dejándome saber que él intentaba consolarme, le dejé hacerlo, era lo más cerca que yo podía permitirme estar de su amor. Comenzaba a caer en la cuenta de lo peligroso que era mi poder, yo no le controlaba en lo absoluto y tuvo que ser necesario el casi asesinar a Brandon para que yo le diera la importancia que ello ameritaba.

Abrí los ojos lentamente viendo como dos lágrimas salían de ellos, tragué con fuerza y me alejé de él, mis alas se abrieron dejándonos fuera. Le miré a los ojos sintiendo mucho dolor, no era tan intenso como el sentimiento de pérdida pero era lo suficiente como para desear rasgar mi pecho.

Retrocedí varios pasos y provoqué las llamas para que se llevaran mis alas, no las necesitaba. Cerré los ojos mientras mi cambio se producía, las lágrimas seguían saliendo de ellos sin tener indicios de parar pronto. Cuando las llamas remitieron me acerqué a la ropa que estaba en el árbol y me comencé a vestir sin mirar a Brandon o a Igor.

Seguiría con mi plan de desaparecer, al menos por un tiempo mientras mis heridas sanaban pero no obstante sin dejar de cuidarle, luego volvería para estar a su alrededor sin que él lo notase. No podía estar cerca de él cuando había cometido tan estúpido error, no me merecía ese privilegio.

—Gracias por aceptarme Brandon —Le agradecí dando dos pasos hacia él—. Bendito seas

Me incliné temblorosamente mientras varios sollozos suaves salían de mi boca, él se merecía mi completo respeto por lo que me disculparía como si él fuera un ángel.

—Le pido perdón por mi error —Dije mientras me arrodillaba en el suelo inclinando mi cabeza—, he fallado y no merezco más que el castigo divino —Coloqué la mano derecha a la altura de mi corazón—, perdóneme humano Brandon

Apoyé mis manos en el suelo y me incliné sobre ellas hasta colocar mi frente en el suelo por un par de segundos siguiendo el protocolo que debía seguirse cuando se le pedía perdón a un ángel, no me importaba que Brandon no fuera uno. Me levanté del suelo, hice una pequeña reverencia sin mirarle a los ojos y me di la media vuelta.

Tapé mi boca conteniendo otro sollozo, no podía soportarlo, era demasiado dolor.

—Astrid —Llamó Igor haciéndome detener.

¡Jesús! Había olvidado pedirle perdón a él. Con un suave movimiento me arrodillé de nuevo inclinándome en su dirección.

—Te pido perdón por esto padre —Le dije con voz temblorosa—, no me alcanzará la vida inmortal para poder compensar el daño que hice. Asumiré mi responsabilidad y me exiliaré de tu lado

Rompí el protocolo para tapar mi rostro y estallar en llanto, yo no podía hacerlo, no podía irme de su lado por mucho que esta situación ameritaba que lo hiciera.

Tranquila mi pequeña Aristed, no hay nada que perdonar —Me susurró mientras me abrazaba.

—No merezco tu amabilidad

—No digas tonterías, no has hecho nada malo —Le miré, tenía una sonrisa en el rostro—, deja de sentir tanto dolor, no tienes por qué hacerlo

No entendía el porqué de sus palabras ¿No tenía por qué sentirlo? ¡Claro que tenía que hacerlo! Le había expuesto ante un humano sin importar que realmente no hubiera sido mi culpa.

—Debo irme papá, lamento mucho lo que pasó

—No tienes por qué irte

—Brandon sabe lo que somos —Dije casi con desesperación.

—No diré nada —Le escuché decir, papá y yo le miramos—, si tienes que irte porque yo lo sepa entonces haré como si nada de esto sucedió realmente

Sentí como en mi boca se formaba una sonrisa, me encantaba el hecho de que él quisiera guardar el secreto aún sin saber las consecuencias que eso involucraría tanto como para mi padre como para mí.

Una parte de mí gritó: ¡La primera parte estás lista!

—Gracias —Le dije intentando levantarme.

Igor me ayudó teniendo el conocimiento de que me sentía agotada, en menos de 10 minutos había ido en picada y ahora tenía un ascenso marcado. Le sonreí diciéndole con la mirada que quería ir con Brandon, él asintió soltando mis brazos.

Me volteé hacia Brandon que estaba de pie a pocos metros. ¿Qué pasaría con nosotros? Ya no podía seguir fingiendo que era una débil ovejita, ya no podía fingir querer ser su amiga por motivos tales como “tener un amigo en un lugar donde no conozco a nadie” ¿Qué pensaría él de mí? Esperaba que nada malo, lo que menos quería era provocar rechazo en él.

Cuando estuve a menos de un metro le sonreí a lo cual él correspondió con una sonrisa engreída.

—Así que no eres un humano —Comentó mirándome con detenimiento, negué con la cabeza—, supongo que si hubiera sabido lo que eras me hubiera ahorrado varios comentarios

Reí a carcajadas disfrutando de aquel momento tan preciado de su arrepentimiento.

— ¿Me calcinarás si me burlo de ti? —Preguntó haciendo borrar todo humor de mi cuerpo, eso no era nada gracioso considerando el hecho del dolor que había sentido al creer que lo había asesinado.

—No es gracioso —Dije sin mover mucho mis labios.

—Es una broma, sólo intento aligerar el ambiente —Se excusó encogiéndose de hombros.

Sonreí de nuevo pateando lejos la tristeza, supongo que el que él supiera de mi naturaleza no era tan malo después de todo, ahora podía decirle ciertas cosas que había tenido que omitir.

— ¿Quieren comer? —Preguntó Igor mirándonos con una sonrisa, sus alas ya no estaban.

—Sí, por favor —Pedí antes de voltearme de nuevo hacia Brandon—. Eres bienvenido

—Tu padre cocina bien, no puedo negarme —Comentó haciéndome reír entre dientes.

Igor comenzó a caminar en dirección a casa luciendo completamente relajado como si se hubiera sacudido un peso de encima, Brandon caminaba a mi lado en silencio, yo evitaba mirarle y sentir como todo dentro de mí se revolvía. Sí, estaba enamorada de él, no, no quería que lo supiera ¡Se suponía que un ángel no debía enamorarse de un humano!

Sentí una extraña sensación en mi cabeza del lado izquierdo por lo que miré, los ojos azules grisáceos de Brandon me miraban fijamente como si no quisiera perderse ni un solo detalle de mí. Sentí mi rostro ponerse caliente, no estaba acostumbrada a que alguien admirara lo que yo era y de sólo pensar en que mi humano lo hacía me provocaba vergüenza.

Mi padre abrió la puerta y nos dejó pasar, nos detuvo al ver que nos dirigíamos a la cocina diciéndonos que esperáramos la comida en la sala. Sin nada que objetar fuimos hacia la sala de la casa de mi padre.

—Presiento que habrá una larga charla —Dijo Brandon mientras atravesábamos el pequeño pasillo al lado de la escalera.

Yo también lo creía, el instinto humano de Brandon le haría preguntar muchas cosas sobre nuestra naturaleza y quizás le interesaría saber qué fue lo que pasó en el bosque, no me sentía preparada para decirle pero no quería omitirle verdades a mi humano de nuevo, quería decirle todo de manera que pudiera conocerme.

Cuando alcanzamos la sala me maravillé de ver que era pequeña con no más que dos sofás, uno de dos personas y otro individual, un televisor de tamaño medio estaba acomodado en un  mueble de madera de color marrón oscuro, había un DVD negro y muchas, muchas películas pulcramente acomodadas en los diversos compartimientos del mueble. También había una biblioteca con docenas de libros en la pared del fondo.

Me senté en el sofá de dos personas deseando con fuerza que Brandon se sentara a mi lado y así como si hubiera oído mis pensamientos lo hizo. Le miré a los ojos teniendo más certeza de lo que indiscutiblemente sentía hacia él.

— ¿Puedo preguntar? —Le sonreí.

—Puedes hacerlo pero debo decirte que hay cosas de las cuales no podremos hablarte —Le advertí, él asintió lentamente.

Esperé por varios segundos sus preguntas pero no llegaron, los segundos se convirtieron en minutos y lo único que Brandon hacía era mirarme sin dejarme saber que emoción estaba sintiendo. Su esencia acariciaba mi piel con cariño provocándome cosquillas.

— ¿Qué fue lo que pasó en el bosque? —Preguntó haciéndome sobresaltar un poco.

Arqueé una ceja deseando que hubiera sido más específico, habían pasado demasiadas cosas en el bosque que estaban fuera de su escaso conocimiento humano.

—Debes especificar a qué te refieres

—Me refiero a la parte de los gritos, los rayos, terremotos y demás

Su expresión de curiosidad me divertía mucho por lo que intenté disfrutarla lo más que podía.

—Es una reacción que ocurre cuando un ángel pierde a su protegido —Respondió Igor por mí.

— ¿Protegido? —Le preguntó Brandon a mi padre viéndose claramente confundido.

Bien, era mi momento de hablar, de soltarle todo y dejarle saber que fui enviada a protegerle ¿Qué tan extraño podría sonar eso?

—Soy tu ángel guardián —Le confesé para luego contener la respiración.

El rostro de Brandon se volvió neutral prohibiéndome saber qué era lo que estaba pasando por su cabeza ¿Me gritaría? Bueno, no podía decir que era mentira pues él mismo había presenciado como había cambiado, había visto mis alas y no había mayor prueba que esa.

— ¿Guardián? —Preguntó sonando un poco tenso, agradecía que no hubiera dicho la palabra “ángel”.

—Sí

Él sacudió la cabeza como si quisiera apartar algo de sus pensamientos (al menos era lo que yo hacía cuando no quería pensar en algo).

—Síganme explicando lo que pasó en el bosque

—Cuando un ángel guardián pierde a su protegido sufre mucho la pérdida —Le confesó Igor mirándome desde el sofá individual que estaba a un metro de nosotros—. Algunos ángeles han perdido la razón por ello, otros han destruido planetas enteros cegados por su propia furia y dolor

Brandon nos escuchaba atentamente sin sorprenderse realmente por lo que le estábamos diciendo.

—Entonces tú pensante que me habías asesinado

Asentí mordiendo mis labios al sentir un pinchazo de dolor de nuevo.

—No me hubiera perdonado a mí misma si lo hubiera hecho

—Pero ¿Por qué me atacaste?

—No lo hice adrede —Miré a Igor—, lo juro, no fue mi intención

— ¿Te sentiste amenazada de alguna manera? —Preguntó mi padre apoyando sus brazos en sus piernas.

Me tomé varios segundos para pensar de nuevo en lo que había sentido cuando Brandon me descubrió, lo cierto es que sí, sentí que mi vida era amenazada por el hecho de que Brandon supiera de mi naturaleza.

—Sí —Respondí mirando a Brandon—, el que tú supieras lo que yo soy es una amenaza para mí

—Tu poder sólo intentó protegerte —Comentó Igor suavemente.

—Lo supuse —Dije soltando un suspiro.

—Entonces no querías asesinarme, bueno, eso es un alivio —Dijo Brandon relajándose en el sofá—. ¿Y qué fue lo demás?

—Sentí que te había asesinado y…

Me detuve sintiendo de nuevo el pinchazo de dolor de sólo pensar en mí eliminando a Brandon.

—Fuiste testigo del sufrimiento que experimenta un ángel guardián ante la pérdida de su protegido —Le comunicó Igor con suavidad.

—Pero entonces eso significa que…

—Sí —Me adelanté—, eres importante para mí, el perderte sería… —Me detuve para tragar—. Algo muy doloroso

Brandon  me miró por un largo momento sin decir absolutamente nada, yo le correspondí tratando de no dejar que el amor que sentía por él se filtrara a través de mis ojos. En ese momento quise abrazarle y confesarle cuánto le amaba, decirle que estaría a su lado hasta que sus días llegaran a su fin pero no podía dejarme llevar por eso, yo era su ángel guardián y no una humana por mucho que yo lo deseara en aquel momento.

—Buen provecho —Dijo Igor haciendo que Brandon y yo nos moviéramos por primera vez en varios minutos.

Cogí uno de los sándwiches que mi padre había preparado y comencé a comer no queriendo pensar en nada, Brandon ahora sabía lo que era por lo que mi labor de ángel guardián debía ser mejor además del hecho indiscutible de que Kenton rondaba por allí con  algún deseo oculto de asesinarnos.

Una vocecita comenzó a cuestionar una cosa, era insoportable pues ella era quien le buscaba un pero a todo sin embargo le presté atención: ¿Por qué Brandon no se había sobresaltado cuando se le dijo que yo era un ángel guardián? Un humano normal se hubiera desmayado incluso, él debía reaccionar de esa manera o no pudiendo creérselo, quizás yéndose de la casa sin querer saber de mí o siendo una total garrapata haciendo preguntas sobre todo lo que yo representaba ¡Pero no! Él sólo había preguntado sobre lo que pasó en el bosque y eso era definitivamente raro.

Luego de mi tercer sándwich me detuve, Igor los había rellenado muy bien por lo que estaba completamente satisfecha pero él y Brandon iban cuatro cada uno.

— ¿Te quedarás un poco más? —Preguntó Igor mirando con intensidad a Brandon.

— ¿Puedo? —Preguntó mirándome.

 Todo en  mi interior se removió, claro que podía, yo le permitiría siempre el quedarse, no había más que yo pudiera desear en aquel momento que estar junto a él. Asentí cayendo en la cuenta que le miraba de manera especial así que desvié mi mirada hacia Igor.

—Adelante, te convertiste en parte de la familia —Dijo mi padre con una sonrisa.

Sentí cosquillas en piel que llamaron mi atención, miré mis brazos y me di cuenta de que estaba brillando ¡Oh perfecto!

—Te ayudo a lavar papá —Salté de mi asiento, tomé una bandeja y fui a la cocina.

Cerré mi cabeza a cualquier pensamiento que haya causado que me sintiera tan feliz, no podía permitirme demostrarle a Brandon que sentía algo por él. Mi estómago se cerró haciéndome caer en la cuenta de que no podría besarle de nuevo, sería algo demasiado obvio ¡Jesús! ¿Cómo haría para soportar tanto?

— ¿Qué ocurre Astrid? —Preguntó Igor entrando en la cocina.

—Estoy enamorada de Brandon —Solté mientras caminaba de un lado a otro.

Mi padre trastrabilló hasta detenerse completamente, juro que vi su rostro hacer una increíble mueca de sorpresa.

— ¿Enamorada de Brandon? —Preguntó sin poder creerlo, asentí—. ¿Cuándo lo supiste?

—Luego de que pensara que le había perdido —Contesté peinando mi cabello frenéticamente.

Igor lo consideró por varios minutos quedándose muy quieto, yo me desesperaba por cada segundo que pasaba ¿Cómo podría hacer para soportar no decirle todo lo que sentía? El amor de un ángel no era igual al de un humano, era algo mucho más intenso pues pasarías amando al mismo ángel toda la eternidad, si un ángel no profesaba el amor que sentía comenzaba a consumirse lentamente hasta que no era más que un cuerpo sin divinidad. Por esta razón había ángeles que desertaban para estar junto a quienes amaban, era algo que no podíamos controlar, algo que cuando llegaba sólo podías aceptarlo y entregarte en alma y cuerpo a quien amabas, por ello me desesperaba el saber que no podía profesarle mi amor a Brandon, él era un humano que tarde o temprano moriría y yo seguiría amándole de la misma manera sintiendo el dolor de su pérdida.

— ¿Por qué no se lo dices? —Preguntó cruzándose de brazos.

—Porque es un humano papá, yo no cambiaré su vida de esa manera —Dije sintiendo como si me golpeaba a mí misma.

—Sabes de las consecuencias si no lo haces

—Lo sé muy bien pero no puedo hacerlo, él se merece una vida humana normal que yo no puedo darle —Mis ojos se humedecieron un poco.

Igor abrió la boca para decir algo pero se lo calló como si no pudiera decir aquello. Apoyé mis codos en la mesa y me llevé las manos al cabello ¿Qué haría? Realmente deseaba hacerle saber a Brandon lo que sentía por él, mi ser entero gritaba que lo hiciera pero por otra parte me negaba rotundamente a enamorarle pues su vida cambiaría completamente si lo hacía. Tenía el conocimiento de que cuando los humanos se enamoraban de un ángel ellos perdían su completa independencia, se sentían en la necesidad de estar junto a ellos todo el tiempo y a la larga si el ángel no les correspondían dejaban de comer y vivir en general, era un destino bastante crudo para los humanos pero nuestra esencia como ángeles les llenaba completamente sanándolos (sin que tuviéramos la intención) de cualquier herida (no física) que hubiera podido sentir a lo largo de toda su vida, les hacía sentir bienestar y mucha, mucha felicidad. Debido a esto los ángeles debíamos ser cuidadosos de no mostrarnos ante los humanos para no producir aquel efecto en ellos.

—No vayas a decir nada por favor —Le pedí dando varios pasos en dirección a Igor—, prométeme que no dirás nada

—No me obligarás a guardar un secreto que puede destruirte —Se negó arrugando el ceño.

Intenté pensar en alguna excusa que darle, debía hacer que lo prometiera ya que de lo contrario él podría decirlo “sin querer” y todo se vendría abajo.

—Yo se lo diré —Mentí manteniendo mi rostro neutral.

Igor me miró por varios segundos como si estuviera asegurándose de que le estaba diciendo la verdad.

—Bien, prometo que no le revelaré a Brandon el hecho de que estás enamorada de él siempre y cuando no estés en peligro por ello —Prometió colocando su dedo índice y medio en su hombro izquierdo.

—No era necesario agregar el “siempre y cuando no estés en peligro” —Dibujé las comillas.

—Debía asegurarme —Me guiñó el ojo y alargó una mano en mi dirección.

—Estás hecho todo un padre —Bromeé agarrando su mano.

—Eres buena maestra

Reí con él hasta que alcanzamos la sala, Brandon nos miró sin mostrar ninguna emoción y yo me senté a su lado.

—Debo hacer algunas compras —Anunció Igor dándome una pequeña sonrisa mientras levantaba las cejas en dirección  a Brandon.

Perfecto, había prometido no decir nada pero eso no le limitaba a hacer indirectas. Más me valía ser más inteligente que mi padre en esta cuestión.

—Sería bueno que compraras un dulce nuevo que se llama discreción, te lo recomiendo —Le dije con una sonrisa, él me sonrió de igual manera.

—Mientras no esté les recomiendo ver una película, se llama Valiente trata de una mujer que tenía muchas agallas y que le dijo al hombre que…

—Ya debes irte papá —Le corté intentando no gritarle.

Igor ensanchó su sonrisa antes de asentir y darse la vuelta para ir hacia la puerta.

Miré a Brandon sintiendo cosquillas en mi estómago, sus ojos azules grisáceos me miraban, deseé abrazarle y dejarle saber lo que estaba sintiendo dentro de mí pero debía recordarme que no podía hacerlo, que tenía que ser fuerte.

—Entonces no eres humana—Comentó alzando una mano para acariciar mi mejilla.

Asentí sin poder encontrar mi voz, mi corazón aceleró sus latidos mientras el pulgar de Brandon acariciaba mi mejilla. Me permití cerrar los ojos y apoyar mi rostro en su mano, el toque era cálido y reconfortante, quería quedarme tanto tiempo como fuera posible.

Brandon me besó de improvisto, abrí los ojos sorprendida por ello ¡Él me estaba besando! ¡Dios mío Brandon me estaba besando! Aquello me dejaba en claro cierta información que pateé lejos para poder disfrutar del beso. Mis manos volaron a su rostro para juntarlo más al mío, quería sentir cada parte de su boca y no despegarme de ella nunca más.

Mi humano me besó con tanta delicadeza que llenó mi pecho de suspiros que luché en reprimir. Yo le besé de la misma manera sedienta de más de él. Mi cuerpo reaccionó a aquel deseo levantándose ligeramente de manera de estar arrodillada sobre el sofá, las manos de Brandon acariciaban mi espalda presionándome hacia él, mis manos recorrían lentamente su rostro y su cabello deleitándose de lo tibio y suave que él era.

Mi espalda picó advirtiéndome que mis alas estaban próximas a salir por lo que me alejé de Brandon sentándome lo más lejos que podía en el sillón. Él me miró sorprendido por mi arrebato.

—Mis alas —Le expliqué jadeando suavemente—, si ellas salen arderé en llamas y no quiero lastimarte

—Quiero verte haciéndolo —Pidió emocionado con un brillo de excitación en los ojos.

—No, no quieres —Dije levantándome del sillón.

— ¿A dónde vas? —Preguntó imitando mi movimiento.

—No lo sé

Caminé por el pasillo y me encontré yendo en dirección a la puerta, el día era perfecto para dar una vuelta por el bosque (sin internarme mucho en él).

—Puedes ir a casa —Le indiqué mientras salíamos de mi casa.

—Te acompañaré

—Estoy bien, necesito estirar mis alas —Mentí con una sonrisa.

Él me miró por unos momentos como si dudara completamente de dejarme ir sola ¡Era irónico! Yo era un ángel guardián y él un humano, se suponía que la protección debía ir de mí hacia él  y no al revés.

—Bien, pasaré por aquí al atardecer —Se despidió.

Le miré irse sintiendo como mi corazón se aceleraba sólo de verle caminar, necesitaba decirle que le amaba pero alargaría ese momento lo más que podía, después de todos los humanos tenían vidas cortas. Sentí como una lágrima se deslizó por mi mejilla izquierda, yo le perdería muy rápido.

Sintiendo como el aire me fallaba comencé a caminar por las calles en dirección al bosque. ¿Cómo soportaría verle morir? Mi ser entero sabía que sería doloroso verle fallecer, pero incluso el sólo pensar verle junto a otra humana siendo feliz, viéndole mirarle con ojos inyectados de amor dolía mucho, mucho más. En mis pensamientos él era mío, bueno técnicamente ese era el caso pero esto me daba un derecho muy limitado sobre él que por supuesto dejaba fuera el compartir su corta vida mortal a su lado siendo su amante.

Peiné mi cabello inquietamente mientras imaginaba mi futuro allí, en cuestión de un año se me daría el privilegio de ser inmortal y no envejecería, en cambio el crecería hasta convertirse en la imagen estándar de un adulto, su voz cambiaría al igual que su cuerpo, luego su cabello comenzaría a poblarse de canas, poco a poco su rostro iría envejeciendo, ya no sería tan activo y a decir verdad se quejaría de achaques, su cabello cambiaría a un blanco plateado muy lindo y su rostro sería un nido de arrugas más adelante, varios años luego por alguna enfermedad o cuestión del destino su corazón dejaría de latir y él se iría dejando detrás de sí un cuerpo vacío, sería en ese momento en que yo perdería la razón.

Mi pecho ardió con fuerza diciéndome que ya comenzaba a sentir parte del dolor que llegaría en ese momento. No era propicio que yo pensara en ello, me estaba lastimando sin necesidad, Brandon era joven y tenía una vida larga extendiéndose delante de él.

Cuando llegué al bosque noté que hacía mucho viento, no era molesto, todo lo contrario, me encantaba pues hacía un buen contraste con lo caluroso que estaba resultando el día. Miré todos los árboles intentando enfocarme en otra cosa que no fuera el pesimismo.

Una tenue luz gris llamó mi atención, ella estaba a varios metros de distancia. La curiosidad picó con fuerza, no haría daño ir hacia ella y saber qué era así que me puse en marcha sonriendo ante la emoción que me causa el descubrir algo.

El viento acariciaba mi piel como si quisiera advertirme de que algo estaba próximo a suceder pero no le di importancia, mi curiosidad era más fuerte que eso.

La forma gris comenzó a tomar forma convirtiéndose en alguien, incluso en ese momento no sentí temor, sólo quería saber qué era. Los ojos se aclararon hasta llegar a un verde oscuro.

—Hola Astrid —Me saludó con voz distorsionada impropia de un ángel.

Detuve mi avance dándome cuenta de que Kenton no lucía como él, su cuerpo estaba rodeado por una capa negra que a decir verdad olía terriblemente mal, su rostro era feroz y peligroso, sus ojos tenían motas negras donde todo debía ser blanco, sus dientes eran afilados y amarillentos.

— ¿Qué te pasó? —Pregunté sintiendo un fuerte peso en mi pecho.

 —Nada —Respondió con aquella terrible voz que se escuchaba sucia.

Di varios pasos hacia atrás pero él rugió congelando mis venas, el terror poco a poco se abría paso entre mi sangre.

—Ven aquí —Llamó con rabia.

Negué con la cabeza, de ninguna manera iría hacia él, apestaba a muerte.

Entonces la imagen bestial de Kenton desapareció y el verdadero Kenton hizo acto de presencia. Su esencia era dulce como antes, su semblante había cambiado al mismo rostro dulce e inocente que había tenido desde que le conocí años atrás.

Kenton —Susurré comenzando a sonreír.

—Lamento tanto lo que pasó —Dijo extendiendo una mano hacia mí.

No pude resistir el impulso de agarrarla por lo que acorté la distancia que había entre nosotros y uní nuestras manos.

— ¿Por qué no te negaste? —Pregunté acariciando su mano con mi pulgar.

—Maciel me presionó para cumplir con mi deber

—Kenton, Maciel no es lo que aparenta ser —Dije preocupada por él.

—Lo sé, el que me exigiera hacer semejante cosa me hizo darme cuenta de lo malvado que es —Sonreí.

¡Oh sí! Uno menos en las filas de Maciel, quería a Kenton por lo que tenía que hacer lo posible por que no fuera corrompido por el demonio que se hacía pasar por ángel.

La imagen del adorable Kenton desapareció por unos segundos mostrándome a la bestia de ojos raros, corté mi respiración horrorizada por aquello. En el momento en que pestañé todo desapareció y el Kenton adorable apreció de nuevo ante mí.

—Debemos irnos Astrid, debemos escapar de la mirada de Maciel —Me urgió viéndose preocupado.

— ¿A dónde iremos? —Pregunté dejándome llevar por la dulzura de su voz.

—A otro planeta donde él no pueda encontrarnos

La idea se escuchó excelente por lo que me abracé a él respirando su increíble esencia. Kenton enrolló sus brazos a mi alrededor confortándome.

—Seremos una Pareja, no permitiré que Maciel arruine esto —Me sentí a reventar de la felicidad mientras le escuchaba decir aquello.

—No quiero otra cosa

Kenton se alejó un poco de mí para ver mi rostro, nos sonreímos con confidencialidad y de pronto la imagen bestial de Kenton apareció haciendo que le soltara, un segundo luego apareció el Kenton adorable.

— ¿Qué pasa? —Preguntó escuchándose herido.

—Creí ver algo —Confesé envolviendo mis brazos a su cuello de nuevo.

—Quizás es debido al estrés que ese estúpido humano está provocando en ti —Me dijo con voz letalmente dulce.

—Quizás lo es —Le concedí dejándome llevar por el efecto que claramente estaba ejerciendo sobre mí.

—Te amo Astrid

Abrí los ojos sorprendida de escuchar aquello ¿Kenton diciéndome que me ama? ¡Jesús! Era música celestial en mis oídos. Le besé sin dejar pasar más tiempo, él me correspondió de manera feroz, sus dientes mordían mis labios sin llegar al extremo de romperlos pero no me importó, había algo que no me permitía digerir mucho los hechos.

—Vamos ahora Astrid, no tenemos por qué permanecer por más tiempo aquí 

—Tienes razón

Kenton alzó su mano inofensivamente, yo le miré encantaba por algo que ni yo misma comprendí. La imagen bestial de Kenton apareció mostrándome que él tenía una filosa daga en la mano que había alzado pero aun así no me importó, todo dentro de mí estaba congelado por la dulzura de Kenton.

—Las estrellas serán tu hogar Astrid —Dijo la bestia con voz adorable muy cercana a la de un ángel.

La bestia se mezcló con el Kenton adorable, miré la daga con detenimiento no pudiendo sentir nada. Entonces él descendió la daga y yo no pude saber lo que ocurría después.

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