Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me quedé inmóvil en mi lugar, aún sabiendo que el hombre delante de mi podía hacerme daño.
—¡Cassandra!
No presté atención. El escalofrío me había dejado una mala sensación en el cuerpo.
Algo estaba mal.
Demian apareció en mi campo de vista y se deshizo del hombre que estaba apunto de atacarme con su daga.
—¿Qué te ocurre? ¿Acaso quieres que te maten? —cuestionó molesto.
Ya me había acostumbrado a esas palabras, así que no tuvieron tanto efecto en mi.
—Algo anda mal. —murmuré.
—¿De qué hablas?
—No lo sé. —otro escalofrío recorrió mi cuerpo. —Siento que...
Un grito desgarrado inundó el jardín donde estábamos. Mi corazón se aceleró al saber de quien se trata.
—Cassandra, no. —murmuró Demian al percatarse de lo que estaba pasando. —No lo hagas.
Sin pensarlo dos veces tomé la daga con fuerza entre mis manos, ignorando los gritos de Demian detrás de mi.
Corrí por el jardín, esquivando cuerpos desparramados por todos lados para no caer. Charcos de sangre y quejidos de dolor me estaban atormentando, sin embargo, debía continuar para poder llegar a tiempo.
Para poder salvarlos.
—¡Cassandra! ¡Regresa!
—¡No! —exclamé. Mi voz estaba apunto de quebrarse. —¡Debo llegar!
—¡Cassandra! —me tomó del brazo y me detuvo. —No puedes hacer algo imprudente, arruinarás todo el plan.
—Que ellos estén aquí no es parte del plan, Demian. —respondí molesta. —Debo hacer algo al respecto.
—Los condenarás, no sabes de lo que es capaz de hacer. —continuó. —No lo hagas.
—Demian.
Un grito desgarrador interrumpió mi hablar. Mi pulso se aceleró y mis piernas comenzaban a temblar. Reconocía esa voz, ese grito.
—Luther...
—Cassandra, piensa antes de actuar. —advirtió.
Las lágrimas amenazaban con salir. —Debo ir.
Tragó duro. —Lo sé.
—Entonces no me detengas.
Suspiró. —No lo haré. —agarró su daga y tomó mi mano entre la suya. —Iré contigo.
(...)
Los pasillos del recinto estaban más oscuros de lo normal, lo que me dio a entender que ya era de noche.
No sabía a donde nos dirigíamos, pero tenía más que claro que debía ir a salvar a Luther, Heather, Kamille y Lany. El escalofrío seguía presente, sabía de sobra que ellos estaban en peligro.
—¿Estámos yendo por el camino correcto? —cuestionó Demian algo preocupado.
Abrí la boca para responder, sin embargo, mi pie pisó algo. O mejor dicho, una mano.
Bajé la mirada y no pude evitar soltar un grito ahogado. Cubrí mis labios de inmediato con la esperanza de que nadie escuchó mi grito de terror.
—¿Kamille? —murmuré aún aterrada.
La chica estaba tumbada en el suelo como uno de los cuerpos sin vida que se encontraban cerca de ella. Mis piernas empezaron a temblar al pensar lo peor.
—¿Está...
Demian se arrodilló para verla de cerca. —No, no hay heridas ni sangre. —puso sus dedos en su cuello. —Aún tiene pulso.
Solté un suspiro. —Gracias al cielo.
Un estrepito sonó por el pasillo. Demian se levantó del suelo con rapidez y sacó su daga del bolsillo. —Debemos llevarnos a Kamille de aquí.
Otro ruido llamó nuestra atención seguido de un grito de dolor se abrió paso por el pasillo. Imité la acción de Demian y saqué mi daga del cinturon de mi pantalón.
—Sácala de aqui. —le di una mirada rápida antes de regresar mi atención al fondo del oscuro pasillo. —Iré a ver de que se trata.
—Cassandra...
—No discutas conmigo. —interrumpí. — Podría ser Luther o Heather, alguno de ellos. No puedo dejarlos solos, no ahora que todo se está saliendo de control.
Respiró hondo. —Espero que tengas razón, porque si no regresas...
Me acerqué a él. —Tranquilo, no me iré sin acabar con Nicole y Nelson.
Me miró directamente a los ojos. —Cassandra, creo que estoy....
—Heather....
Bajé mi mirada al cuerpo que yacía en el suelo.
—Está recuperando la consciencia. — comentó Demian observando a Kamille con detenimiento. —Debo sacarla de aquí.
Asentí. —Iré por los demás, te veré después.
El chico tomó a Kamille del torso y la puso en sus hombros como saco de papas. Me dio una mirada rápida antes de darse la vuelta y correr por donde veníamos.
Respiré hondo y miré con determinación el pasillo delante de mi. Sin segundos pensamientos me adentré a la oscuridad que se cernía en él con la esperanza de encontrar a Heather, Lany o Luther, o a los tres.
—¿Hay alguien ahi? —seguí caminando. —¿Luther?
Una mano me tomó del cuello de la camiseta y me lanzó contra la pared. El aire abandonó mis pulmones en segundo; traté de recuperarlo pero su mano se encontraba en mi garganta evitando que mis pulmones se llenaran de oxígeno.
—Te dije que no te saldrías con la tuya, muñeca. —murmuró con arrogancia.
—P-peter...
—Tus planes han terminado, ahora. —sonrió con malicia. —Acabaré contigo.
—S-suélt-tame...
—Debes ser muy ingenua si piensas que haré eso. —soltó una risa. —Y pensar que alguna vez estuvimos juntos.
—P-peter... d-etente....
— No, muñeca. —su humor cambió. — No dejaré que te salgas con la tuya.
Mi vista empezaba a nubarse debido a la falta de oxígeno. Mi cuerpo se estaba debilitando, no podía hacer nada al respecto.
—¿Tus últimas palabras?
—Dejala, ahora. —respondió una voz aguda detrás de él.
Peter se dio la vuelta y en la chica que se encontraba ahi le dio un puñetazo en el rostro. Sus manos soltaron mi garganta y pude tomar una bocanada de aire.
— ¿Donde estan Lany y Luther? — pregunté cuando mi respiración se normalizó.
—Tomaron otro camino para ir al jardín. — le dio otro golpe en el rostro a Peter. — ¿Estás bien?
Asentí. —Si.
—Muy bien, porque voy a necesitar ayuda para terminar con esta rata de alcantarilla.
—No necesitan terminar conmigo. — comentó Peter desde el suelo. — En serio que ustedes son demasiado estúpidos.
— Cierra la boca. —murmuró Heather.
—¿De qué hablas? — pregunté. La forma en que lo había dicho había despertado mi curiosidad por primera vez desde que lo volví aver.
—Tu salvando a tus amigos, ellos tratando de salvarte....— soltó una carcajada. — Todo es parte del plan.
— ¿Qué plan? — ahora Heather era la curiosa.
Un grito se abrió paso por el pasillo, por donde había llegado y por donde Demian se había llevado a Kamille. Ese pasillo llevaba al jardín donde todos mis amigos se encontraban.
—Ese plan. —sonrió con malicia. —No podrás salvar a los dos, Cassandra.
Sus palabras estaban teniendo un terrible efecto en mi. —¿Qué?
—O salvas a tu primer amor...— murmuró indiferente. — O salvas al chico que mató a tu verdadero hermano.
Mi corazón se detuvo por un instante.
Él no puede estar haciedo esto...
—¡Cassadra!
— El tiempo esta corriendo, muñeca.
No...