✔ 𝐿𝑎 𝐻𝑖𝑗𝑎 𝑑𝑒 𝐶𝑎𝑝𝑒...

By Createdbyeibi

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Encuentra tu destino en el corazón de un hombre lobo... Lana Paterson vuelve a su pueblo natal, Fallstreet, c... More

𝐿𝑎 ℎ𝑖𝑗𝑎 𝑑𝑒 𝐶𝑎𝑝𝑒𝑟𝑢𝑐𝑖𝑡𝑎 𝑅𝑜𝑗𝑎
𝑑𝑒𝑑𝑖𝑐𝑎𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎
« ʙɪᴇɴᴠᴇɴɪᴅᴀ »
✔️ ᴘᴇʀsᴏɴᴀᴊᴇs
-El principio-
1: 𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝐹𝑎𝑙𝑙𝑆𝑡𝑟𝑒𝑒𝑡
2: 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑠𝑖𝑜𝑛 𝑊𝑜𝑜𝑑
3: 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑠𝑎𝑏𝑒 𝑑𝑒 𝑡𝑖
4: ℎ𝑎𝑏𝑖𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑧...
6: 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑟𝑐𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎 𝑎 𝑡𝑖
7: 𝑚𝑎𝑠 𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜
8: 𝑗𝑢𝑔𝑢𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎 𝑠𝑒𝑟 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑐𝑡𝑖𝑣𝑒𝑠
9: 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑑𝑒 𝐶𝑎𝑧𝑎
10: 𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜𝑠 𝑎𝑡𝑎 𝑎𝑙 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜
11: 𝑙𝑎 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑧𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑦 𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜
12: 𝑒𝑙 𝐶𝑎𝑧𝑎𝑑𝑜𝑟...𝑐𝑎𝑧𝑎𝑑𝑜
13: 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑊𝑜𝑜𝑑
14: 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑛𝑎 𝑑𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜
15: 𝑒𝑙 𝑣𝑎𝑙𝑙𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑎𝑛𝑡𝑎𝑑𝑜
16: 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑔𝑖𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑖𝑛𝑣𝑖𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒
17: 𝑙𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑎 𝑅𝑜𝑗𝑎
18: 𝑒𝑙 𝐶𝑜𝑛𝑐𝑒𝑗𝑜 𝑑𝑒 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒𝑠 𝑙𝑜𝑏𝑜
19: 𝑒𝑛 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑
20: 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒𝑛 𝑝𝑎𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑟𝑡𝑎𝑠
21: 𝑙𝑎𝑠 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑒𝑛𝑔𝑎𝑛̃𝑎𝑛
22: ℎ𝑢𝑖𝑟 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑢𝑛𝑖𝑐𝑎 𝑜𝑝𝑐𝑖𝑜𝑛
23: 𝑉𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑜𝑐𝑢𝑙𝑡𝑎𝑠
24: 𝐷𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑢𝑛 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜
25: 𝑢𝑛 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜 𝑒𝑛𝑒𝑚𝑖𝑔𝑜
LA HIJA DE CAPERUCITA 2

5: 𝑙𝑎 𝑛𝑜𝑐ℎ𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠

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Capítulo 5
-La noche de los muertos-
🐺

Llamo a su celular tres veces. La primera no contesta. La segunda no atiende a tiempo. Para la tercera, es él quien llama.

—Creí que no llamarías nunca.

—Bueno...creíste mal—incluso sin verlo, sé que está sonriendo. Me miro al espejo del baño, con la toalla envuelta sobre el cuerpo y el cabello suelto, mojado. El espejo está empañado, pero paso la mano por la superficie y enseguida puedo verme—Escucha, Demian...

—Me enteré lo que sucedió. Sobre el gato en tu ventana y...

Me quedo de piedra.

—¿Quién te lo dijo?

—Es un pueblo pequeño, ¿sabes? Las noticias corren rápido por aquí. Además...tu tía habló esta mañana con Robert.

—¿Robert?

—Mi tío. El hombre que te atendió el otro día en el vivero. Es mi tío. Vivimos con él y a cambio lo ayudamos con el negocio familiar—con que son familiares...por eso el parecido. Si viven con su tío, entonces... ¿qué pasa con sus padres? —¿Estás bien? Siento lo que pasó.

—No te preocupes—respondo tomando el secador de pelo y enchufándolo. Me quedo allí, frente al espejo por unos segundos, pensando en todo. Pensando en que tal vez Demian no sea lo que creo que es. Es decir, no creo que él esté implicado en esto. ¿Con qué razón? —Fue una noche agitada, pero sobrevivimos—y agrego como un ultimátum: —Nada ni nadie puede conmigo.

—Bien...eso está bien.

Ambos nos quedamos callados. No sé por qué lo siento, pero cuando escucho su voz por el otro lado de la línea puedo ser capaz de sentir cosas en mi cuerpo. Es extraño que alguien me llame tanto la atención como lo hace él. Y quizás solo sea producto de las hormonas y todo lo que sucedió hasta el momento, pero...pero Demian tiene algo que...me hace vibrar.

—Me agrada que hayas llamado—prosigue él—Me hace sentir importante.

Y yo sonrío. Me volteo para pegar la baja espalda contra la mesada del lavado. Me quedo allí, en paz hablando con él.

—Pues no lo eres. No eres al primero que he llamado...

—No—asegura él—Pero estoy seguro de que seré el único a partir de ahora.

Escucho su risa del otro lado. Demian es...

Una nueva llamada nos interrumpe. Observo la pantalla. Sam me está llamando. Quedé con ella en cinco minutos, así que debo prepararme y comenzar el plan.

—Tengo que irme—exclamo—Sam está intentando llamarme.

—De acuerdo. Agendaré tu número.

—Bien...sí, creo que está...bien—no sé por qué estoy nerviosa. Me volteo. Miro mi reflejo en el espejo—Espera, yo...—y Demian susurra un "¿si...?"—Yo...me preguntaba si...tú...bueno... ¿qué haces esta noche?

De nuevo, llamada de Sam.

—A las nueve—dice él de golpe—Te esperaré en el puesto de muñecos de la puerta norte, justo frente al carrusel—antes de que pueda cortar, pronuncia: —Muero por verte.

La llamada se corta. Se me escapa una sonrisa estúpida.

Cuando le abre a Sam, observo su disfraz. Lleva un vestido blanco con un escote en v que deja la vista más de lo que esperé. El atuendo está manchado con pintura roja, al igual que su rostro y sus brazos. Tiene el cabello atado en una coleta alta, y su flequillo le roza las cejas.

—Eres un...zombi.

—Tenía en mente otra cosa, pero papá tuvo que irse temprano esta mañana, así que...

—Está perfecto. Me gusta.

Ella entra a casa. Hellen no está, fue al banco a sacar dinero para unas cuantas compras que tenía que hacer. Aprovecha a verse con unas amigas de la infancia, así que estamos nosotras dos solas.

—¿Tienes que ponerte? —pregunta—Un disfraz, claro.

—Mmmmh...no. Pero estaba pensando en ir al ático, a lo mejor hay algo allí que sirva.

—Buena idea.

Y así lo hacemos. Subimos al ático. En el techo de la entrada a las escaleras hay una mini puerta. Tiramos del cordón que baja la escalera para subir. Una vez dentro, el lugar parece mucho más grande de lo que aparentaba. Hay muchas cajas apiladas por todos lados, Cuadros familiares, bolsas y muchas otras cosas más. El polvo es increíble, así que vamos con cuidado de no pisar nada y levantarlo. El ventanal circular por el frente de la casa, el del ático se ve precioso, por él entra la luz necesaria para que podamos ver con claridad.

Mientras que husmeamos entre las cajas, le cuento a Sam sobre el plan. Le digo que llamé a Demian y que cayó en la trama. Vendrá esta noche, nos veremos. Allí será cuando le sacaré información al respecto, le haré decir la verdad, lo grabaré todo y luego presentaré el audio al padre de Sam para que lo interrogue. Solo que...ahora, con una mejor vista de todo y con la mente despejada, me parece un plan un poco...cruel. Es decir, no sé qué es lo que hace Demian para atraerme tanto, pero lo hace. Le funciona muy bien, a decir verdad, es como si tuviera un hilo conectado a su dedo por donde pasa electricidad desde su cuerpo al mío. Se siente así, extraño, doloroso, pero maravilloso. Y es aterrador.

Apenas lo conozco, apenas sé quién es. Nos vimos...dos veces hasta el momento, aunque siento que, después de esta noche, todo cambiará. Si le saco información, mi vida y su vida no volverán a ser las mismas.

Así que me concentro en busca algo que sirva para mi disfraz. Abro una de las cajas y me topo con una fotografía enmarcada. Allí está Hellen, de chica, junto a otras dos personas: mi madre y un hombre. Reconozco a mamá por el parecido con Hellen, por sus rasgos faciales. Llevan vestidos muy raros, están en medio de un bosque...pura vegetación. Hellen no sonríe, pero sí mamá. En cambio, el otro hombre...permanece de pie con un traje negro como si le diera igual estar allí. ¿Quién es él? Se ve joven, y aunque la foto es en blanco y negro, noto que tiene el mismo color de pelo que mamá y mi tía.

Luego, una pila de cartas viejas y muchas, pero muchas fotos más.

—Oye, mira esto...—dice Sam viniendo a mi lado con una caja de madera. Sam se deja caer sobre el suelo y allí deja la caja, frente a mí. Está llena de polvo, por eso lo soplo. Fue mala idea, porque enseguida tosemos—Es hermosa.

En efecto la caja resalta ser hermosa. La madera brilla a pesar del tiempo. Hay un símbolo allí tallado, algo que me resulta familiar, pero no logro recordar de qué. Parece...el dibujo de un círculo con tres patas.

—Ábrelo.

—No creo que sea buena—respondo—Debe ser algo especial para Hellen. Se enojará si...

—Dijiste que estabas enojada con ella, ¿cierto? Que te ocultaba cosas. Y creo que esto nunca lo viste en tu vida, así que...no hará mal a nadie investigar un poco sobre eso, ¿entiendes?

Bien, sí...creo que tiene razón. Merezco saber sobre mis padres, deseo saber todo sobre ellos, porque, al fin y al cabo, estoy aquí por ellos. Me atrevo a abrir la caja. Tiene un seguro. Un botón de cuero que se desprende de su sujetador. Luego, los cordones que mantiene la caja cerrada se desprenden por sí solos, como si fuera...magia.

—Wow...—susurra Sam, sorprendida.

La caja se abre por sí sola. La tapa cae al suelo y enseguida queda a la vista una manta negra brillante. La topo entre las manos. Es suave, realmente suave. Nunca he visto algo parecido a esto. Cuando la levanto y la estiro para verla por completo, otra tela brillante sobresale de ella. Pero esta vez, el color es diferente. Es una tela roja, pesada. Parece...importada o algo así. Es suave, muy pero muy suave y al igual que la prenda negra, brilla como si fuera un diamante a plena luz del día.

—Es una capa—exclama Sam cuando la estiro por completo—Pruébatela.

Ambas nos levantamos.

—No creo que...

—Anda, ven—me arrebata la capa de las manos y me obliga a darme vuelta—Servirá como disfraz.

La prenda tiene una capucha, y es tan larga que roza el suelo. Sobre mi piel se siente de maravilla, de hecho, me da cosquillas. La siento como si se moviera por sí misma, como si tuviera vida propia. Es decir...es tan suave y delicada que no me sorprendería que valiera mucho. ¿De dónde la habrá sacado Hellen?

—Es un poco larga, pero te queda bien—exclama Sam con una sonrisa—Creo que podríamos...

Se escucha un golpe seco proveniente de fuera del ático. La puerta de la entrada, quizás. ¿Hellen volvió temprano? Entonces escucho mi nombre entre sus labios y con Sam nos miramos por unos segundos. Es ella.

—¡Volví...! —grita mi tía—¡Lana...!

Nos apresuramos a salir del ático. Tomo la caja y la prenda negra e intento sacarme la capa roja, solo que Sam tira de mi brazo y enseguida quedamos fuera del ático. Cerramos todo y nos aseguramos de que Hellen no esté a la vista. La vemos de espaldas a la heladera, guardando las compras de último momento. Subimos las escaleras rápido, pero en silencio. Nos metemos en mi cuarto y dejo la caja y la capa encima de la cama, que no hice.

—Dios... ¿y si descubre que la hemos tomado? —pregunto—¿Y si se da cuenta de que le robé esto? Me matará si se entera, no puedo...

—Hey, Hey, Hey...es solo por esta noche, ¿cierto? La usaremos como disfraz y luego la dejaremos en su lugar. No se dará cuenta, Lana.

—Yo...no...no lo sé, Sam. Tengo un mal presentimiento. Creo que no debemos ir a la fiesta esta noche. No debemos...

Entonces viene a mí y me toma de las mejillas y me mira detenidamente, firme y segura de sí misma.

—Tienes qué. Si quieres saber lo que les ocurrió a tus padres, no tienes que negarte a esto, ¿me escuchas? Es parte de tu vida ahora, Lana. Iremos a la fiesta, te encontrarás con Demian y si resulta implicado en esto...lo denunciaremos. Le taladraré la cabeza a mi padre para que lo meta detrás de las rejas si es necesario. Pero...tienes que hacer esto. No por mí, no por tu tía. Sino por ti.

Bueno, en parte tiene razón. Yo la metí en esto ayer, y estoy segura de querer seguir con el plan. Es solo que...hay cosas que me aterran. Ha algo que me dice que no haga esto, pero a la vez sé que no lo pudo evitar. Tendrá que pasar en algún momento. Hellen tendrá que decirme todo, contarme sobre mis padres.

—Bien...—intento no llorar—Bien, de acuerdo...seguiremos con el plan.

Me suelta. Toma la capa de la caja y la extiende delante de mí.

—Perfecto—dice ella—Porque quedamos en ver a Jasper en menos de media hora. Y si no nos apuramos, se enojará con nosotras.

A veces, cuando veo el cielo atardeciendo, me da una gran nostalgia. Me recuerda a mis padres, me dice que no los tendré nunca más, que todo lo que estoy haciendo...de alguna forma no tiene sentido. Pero yo quiero hacer esto. Quiero saber de lo que soy capaz de hacer por ellos.

Así que, cuando bajo del auto y el viento me pega de frente, decido que lo mejor ahora es seguir. No me rendiré con esto. No ahora que estoy aquí nuevamente.

Me pongo la capucha. Solo llevo un jean negro ajustado, con borcegos y un top blanco por debajo que deja a la vista mi estómago. Y encima, la capa roja. De alguna extraña forma, es lo único que me mantiene calentita ahora. Como si hubiera algo desviando el viento.

Nos encontramos con Jasper en la entrada principal. Resulta un poco tedioso aquello, porque hay mucha gente que entra y sale de la feria. Niños con globos y disfraces, padres que cargan a sus hijos más pequeños, incluso dejaron entrar a mascotas. Así que se nos hizo un poco difícil encontrar a Jasper, pero en cuanto lo hacemos, lo vemos parado encima de la plataforma de madera en la que dijo que iba a estar. A diferencia del resto, no lleva disfraz, lo que se me hace cómico. Va con una camisa blanca por debajo de una remera negra, y sus jeans combinan a la perfección con ella. Encima, una campera para invierno.

—¿Por qué no estás disfrazado? —pregunta Sam en cuanto llegamos a él.

—Bueno...de hecho no sabía que ponerme—responde él, y me saluda—Quedé con unos amigos en media hora. Así que...espero que no les moleste.

—¿Qué amigos? —sigue interrogando Sam—Pueden unirse si quieren.

—Si—confirmo yo—Así seríamos muchos más y no nos perderíamos.

­—Les mandaré un mensaje. De todas formas, llegarán tarde—y cambia de tema: —¿Y bien? ¿A dónde quieren ir primero?

Sam y yo nos miramos. Podemos aprovechar esa media hora para divertirnos y luego comenzar con el plan. Pero hay algo que noto en el aire, una extraña sensación de intranquilidad y temor. ¿Acaso tengo miedo de algo? ¿O son solo los nervios de ver a Demian?

Vamos en dirección al primer juego de la feria, "tira al oso perezoso". Jasper se aproxima a mí y me ayuda con la puntería. Al primer intento no lo logro. Termino por darle a la pared de rayas multicolores del fondo. El segundo intento le doy, pero no logro derribarlo. Al tercero...algo extraño sucede. Muevo el brazo con tanta fuerza que no solo el oso termina por derrumbarse, sino también la madera multicolor. La gente aplaude sorprendida, pero yo me quedo en el lugar tratando de comprender de dónde he sacado tanta fuerza. El hombre que atiende el juego, uno delgaducho y con bigote, me entrega el peluche. Yo lo tomo, solo que...algo confundida.

Jasper, a mi lado, me sonríe. No parece asombrado por lo sucedido, y si lo está, no lo demuestra. Acompañamos a Sam al juego "derriba al hombre gordo". Es un enano que está sentado sobre una especie de...silla sujeta a unos barrotes en el aire. El sujeto está sentado en ella, con una campera más grande que él. En vez de caer al agua, por debajo suyo hay pelotas de plástico de colores. Cuando llega el turno de Sam le dan un mazo para golpear la balanza. Observo el largo cartel con números. Si llegas a darle con fuerza a la balanza y si ésta llega a los cuatrocientos puntos, entonces el enano cae a las pelotas de colores y te llevas el gran premio: un unicornio de peluche.

Solo que ni ella ni yo podemos lograrlo. Jasper lo intenta, pero solo llega a darle hasta el punto doscientos cincuenta. Después de todo, no es tan fuerte como creí.

Estamos haciendo la cola para ingresar al baño de damas cuando mi celular vibra. Es una llamada perdida de Demian. Tengo varios mensajes suyos: "¿En dónde estás?" "Me muero de frío, apúrate". "¿Vendrás o tengo que esperarte por la eternidad?".

—Sam....ya es hora.

Ella no se opone a que me vaya. Quedamos en que le diría a Jasper que volvería a casa porque no me sentía bien. Una vez en camino, me aferro a la capa roja con los dedos, tanto que hasta me resulta incómodo llevarla puesta. ¿Por qué tuve que venir con ella? A lo mejor si venía sin disfraz como Jasper no me sentiría tan ridícula.

Como lo planeamos, me pongo en camino hacia el puesto de muñecos en la puerta norte, frente al carrusel. Hay mucha gente, tanta que hasta se me dificulta encontrarlo. No me dijo cómo iba a venir vestido, así que eso lo dificulta todo un poco más de lo que esperé. Me detengo solo un momento al lado del carrusel, para observar mejor desde esta distancia. Las luces de la atracción son hermosas, le dan al ambiente, y a la noche fría, una sensación de paz y tranquilidad, aunque el entorno sea totalmente distinto. Incluso la música que suena le da su encanto.

Estoy por darme por vencida en cuanto mi celular suena. Es una llamada de Demian. Ni bien atiendo, él me dice:

—Te estoy viendo, Caperucita.

—¿En dónde estás? —me giro para todos lados con tal de poder verlo. La llamada se corta.

Justo cuando lo hace, lo encuentro. Está parado al lado del puesto de muñecos, con una mano por dentro del buzo negro que trae puesto, con la otra sostiene su móvil. El cabello le vuela por todos lados gracias al viento y sus ojos azules parecen brillar en la noche fría. Baja el brazo y guarda el celular. Mira a ambos lados para que nadie se interponga en su camino y entonces, solo entonces, viene hacia mí.

Yo me quedo en donde estoy, todavía con el teléfono en mano. Ahora que lo veo, ahora que lo tengo frente a mí...soy capaz de asegurar dos simples cosas: Demian es guapo. Es más hermoso de lo que pensé. Su andar es varonil, hasta su apariencia es todo lo que está bien. Pero de lo que más segura puedo estar...es el hecho de aceptar que me atrae. Me atrae demasiado y no sé por qué. Es la extraña sensación de haberlo visto de algún lado, en otro momento. Quizás si no fuera el primer sospechoso de mi lista, le daría una oportunidad...

—Hola—exclamo con una sonrisa.

Y él, también sonriéndome, dice un:

—Hola.

Genial. Es increíble cómo me pone nerviosa, pero a la vez siento tranquilidad. Quizás sea por el extraño momento que tendré que llevar a cabo. Si Demian sabe algo, si él está implicado en esto, no debo caer en su juego.

A diferencia de Jasper, él sí trae un disfraz. Algo raro, pero ahí está.

—Vaya...—digo yo viendo su ropaje: unos jeans negros desgastados, con pequeños recortes en él, el buzo, también negro, lo lleva medio arremangado para dejar a la vista unas cadenas falsas—Te falta el traje naranja par ser un preso.

—¿Lo dices por las cadenas? No...de hecho, creo que hacemos una buena pareja—dice señalando mi estúpido disfraz—¿Crees adivinar qué soy? —eso es exactamente lo que quiero hacer, Demian Wood. Ante mi silencio, responde: —Soy un hombre lobo.

Y yo me río.

—¿Un hombre lobo? Te falta todo ese...pelo en el cuerpo y las orejas y eso...ya sabes.

—Así no son los hombres lobos, Caperucita—Da una vuelta a mi alrededor, viendo la capa seriamente. Hasta que pregunta: —¿De dónde la sacaste? ¿Alquiler o la compraste?

—La tomé prestada—confieso—Mi tía tenía esto guardado—en cuanto Demian queda delante de mí, sus ojos azules me miran detenidamente, sin decir ni una palabra. Me escucha tan atentamente que parece que le ha sorprendido lo que dije a continuación: —Creo que era de mi madre.

—¿De tu madre?

Así de rápido nos movemos entre la gente. Rodeamos el carrusel lentamente. Observo las luces de la atracción con mucha fascinación. A pesar del frío que hace, es una muy linda noche.

—Hellen esconde todo lo que sea de mi madre—explico y no sé por qué me estoy desahogando con Demian, aunque él me escucha seriamente: —Supongo que hay algo que no quiere que sepa.

—Entonces descúbrelo—añade él y me mira de reojo.

Un nene nos saluda desde el carrusel a medida que éste va dando vueltas. Sonríe y mueve la mano a un lado y al otro. Yo le devuelvo el saludo con una sonrisa.

—Es lo que trato. Pero...no es tan simple.

—¿Por qué no? —pregunta luego, como si no fuera obvio.

Él quizás nunca tuvo la necesidad de ocultar un secreto por tanto tiempo. Quizás no tiene algo que perseguir. Es decir...si Demian no es el asesino de esos chicos y si tampoco fue el que tiró el gato por mi venta...es común y corriente, como todos los demás.

Pero, de todas formas, dejo a la vista un poquito de vulnerabilidad por mi parte. Porque en verdad me interesa Demian, y porque quiero averiguar qué es esta sensación cada vez que estoy con él.

—¿Has...pensado en que hay algo más allí? —exclamo mientras seguimos avanzando. Ahora estamos caminando lejos del carrusel, en medio de la gente y los niños que gritan a más no poder—En que todo lo que sucede no es simple casualidad.

—¿A qué te refieres?

Estoy mirándolo ahora. La gente tiende a mirar a uno como un bicho raro cuando no entiende las cosas que le suceden. Por eso me mantengo callada, porque hay ciertas cosas de las que no puedo hablar. Cosas que me desnudan la mente y el alma. Es esa mirada de incomprensión y la de no creer.

Pero Demian me mira como si me entendiera. Como si él también tuviera una cicatriz en el fondo de su espíritu. Me observa con ganas de saber más. Nunca he conocido a alguien así.

Suelto una risita nerviosa.

—Olvídalo.

Estoy a punto de tirar todo por la borda. Si descubre lo que llevo dentro, todas esas cicatrices, podrá usarlo contra mí. Como lo hicieron los demás en su tiempo.

Solo que Demian se detiene, me toma del brazo y también me hace parar. En ese preciso instante en el que su mano me retiene, algo extraño sucede. Se enciende una gran energía que me recorre por completo. Allí está nuevamente. Es eso lo que quería sentir. Son chispas que saltan entre nosotros, que nos conectan de algún modo.

Él lo siente, ¿no? Claro que lo siente. Tiene qué. Sino... ¿acaso soy yo la única que siente atracción?

Pero me suelta tan deprisa como me tomó. Si lo sintió, no le da importancia. O al menos, eso es lo que me da a entender. Esconde las manos por dentro de los bolsillos del buzo.

—Escucha...—comienza—No soy como todos los demás, ¿entiendes?

—¿Qué...qué...?

Pero no me deja terminar. Mira a todos lados, por el parque, ahora nervioso. El ambiente cambió. Hay algo en su entorno que es diferente.

—Quiero decir...puedes contarme lo que sea. Quizás entienda cómo te sientes.

—Demian...

—Mira—dice y se acerca más a mí. Tengo que alzar la cabeza para mirarlo—Algunas personas están acostumbradas a una vida común, rutinaria. Hay ciertas cosas que nos hacen humanos a todos. No es solo el hecho de llevar un cuerpo mortal. Algunos...se ven como ellos, pero no lo somos.

—Hablas como si no fueras uno—bromeo con una sonrisa. Pasan cinco segundos. Entonces aparece en su rostro también esa sonrisa de juego. Entonces comienzo el plan: —Si no eres humano... ¿qué más hay dentro de ti?

—No lo entenderías.

—¿Por qué no? Lo único que haces es mantenerme alejada de tí.

—No es cierto. Quiero con todas las ganas...

De igual forma, yo me acerco más a él. Me pongo de puntitas de pie para quedar a su altura. Sus ojos azules brillan al verme. Estoy retándolo. Quiero que saque toda esa verdad que oculta. Pero para eso, debo...atraerlo. Así caerá a mí.

—Parece que ambos somos iguales—digo yo—¿No te parece? ——sigue sin habla. Baja la vista hacia mis labios, nervioso—Ambos volvemos a FallStreet, ambos queremos descubrir cosas. Pero no confiamos en el otro cuando se trata de secretos.

—Hay secretos que permanecen así por siempre. Nunca ven la luz.

Tiene razón. De nuevo, la extraña sensación de haber visto en otro lugar. En un sueño, en otra vida, quizás incluso en otra realidad. ¿Por qué eres así, Demian? ¿Qué escondes bajo ese rostro hermoso?

Me hago a un lado. Le doy la espalda y continúo el paseo. Me volteo solo para verlo allí de pie todavía, mirándome con fascinación. Sonríe apenas.

Tiene tanta intriga como yo. Ladea la cabeza de un lado al otro, se pasa la mano por el cabello negro y allí, en el momento en el que decide seguirme, me doy cuenta de que tal vez, solo tal vez, sienta la misma atracción que yo.

—¿Has escuchado sobre los asesinatos? —pregunto así sin más.

—Si—exclama—Nunca había sucedido algo así en el pueblo. Al menos, es lo que contó Max.

—¿Max?

—Es parte...de mi familia. Como un hermano menor. Me hago cargo de él hasta que...tenga la edad para ser igual a mí—cambia de tema al instante: —Robert dice que podrían ser osos. Estamos en temporada de Caza. Seguramente los Lobos del Sur emigrar hasta aquí como todas las temporadas. Y los osos tratan de huir. Robert me dijo que por ahí uno de ellos llegó a los límites del bosque. Por ahí fue el asesino.

Se ríe como si no lo creyera. Yo tampoco lo creo.

—Puede ser—exclamo—No conozco bien a los lobos, pero supongo que no podrían hacer algo así, ¿cierto? —pregunto—Ya sabes...esas heridas profundas.

—No lo sé—responde, mirando a otro—Pero si fue un lobo, tendría que haber marcas en otros lados del cuerpo.

—¿Como cuáles?

Me mira de reojo.

—Como en los tobillos. En la garganta...incluso al costado del estómago. Son...puntos débiles de todo animal. Así ataca un lobo—en cuanto se da cuenta de lo que dice, se aclara la garganta—Veo muchos documentales. Me gustan...todas esas cosas—se excusa.

—Ya veo—quizás él no sea el asesino. Entonces... ¿quién eres Demian Wood? —Si sabes tanto...necesito que me aclares algo.

Se detiene en una fila para cenar. Me dice que tiene hambre, que pagará por mí si así lo dejo. Así que esperamos por nuestro turno.

—Es sobre el gato, ¿cierto? —pregunta luego—Lo que te pasó.

Bingo.

—¿Cómo sabes eso?

Él no está nervioso. Se mantiene a mi lado en la fila, tan cerca que puedo ser capaz de sentir su perfume fresco, a menta o incluso a eucalipto. Huele a....bosque.

—El pueblo es chico, ¿sabes? Hay ojos y bocas por todos lados—y agrega: —Escucha...con respecto a eso...tengo que decirte algo.

Y es mi turno ahora:

—Fuiste tú, ¿no?

—¿Qué...?

—Sé que fuiste tú, Demian—comienzo a escucharme como una loca: —Todo apunta hacia ti.

Sonríe nervioso.

—No fui yo. ¿Por qué crees eso?

—Lo único que haces es aparecer en cada lado al que voy. Comienzo a pensar que hay algo que no quieres que sepa, ¿cierto? Quizás...algo relacionado a mis padres—antes de que pueda hablar, me atrevo a contarle: —Eso te implica a ti. Quizás trabajas para alguien. El que me dejó la nota en mi ventana.

Entonces, rápidamente, me toma del brazo y nos alejamos de la fila. Ya no habrá vuelta atrás. Estoy a punto de descubrir quién es Demian Wood y qué les sucedió a mis padres. Pero lo cierto es que estoy tan aterrada que bien podría vomitar.

Nos ubicamos detrás de la carpa de un mini circo. Hay cables y monitores por todos lados. Me pego contra la pared del fondo, Demian apoya la mano contra ella, por detrás de la cabeza y me retiene allí. Nuevamente, la electricidad.

—Necesito contarte algo—susurra. Está respirando entrecortadamente. Algo cambió en él—Será demasiado tarde luego. Él podría...

—¿Quién? ¿Quién es él?

—Nosotros...yo...no lo sé. Pero...mira, lo del gato solo fue una advertencia. Si no confías en mí, él vendrá por ti y quizás te asesine.

—¿Cómo...cómo sabes eso? ¿Quién eres, Demian Wood?

Unos aplausos nos interrumpen. La función en el circo se terminó. La gente comienza a salir de la carpa.

—No es un lugar seguro para hablar, pero...—me dice luego y me mira seriamente antes de pronunciar: —Estás en peligro, Lana. 

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