Desperté por el calor que emanaban los cuerpos que estaban a cada lado del mío. Me removí sofocada entre las sábanas blancas que nos tapaban hasta que pude levantar la mitad de mi cuerpo. Aún seguía un poco cansada, joder, Diego y Sean no querían dejar de hacerlo. Parecían conejos en vez de lobos. Apenas había dormido una hora, cuando ellos se levantaron en la noche con una erección que tuvieron que satisfacerla conmigo. Obviamente no me iba a negar pero, ese no es el problema.
Si no que tengo mucho sueño y lo peor es que tengo que ir a la escuela ya la casa de Matt para decirle que ya llegue, y todo porque se me olvido llamarle.
Claro, ¿Qué clase de persona se le olvida el celular en la casa cuando vas de viaje a Hawái?
Las olvidadizas y torpes como yo.
La época de celo ya había terminado desde hace una semana y cuatro días. Lo que me hace recordar que en ese tiempo fue mi primera vez con ellos.
Y ahora creen que porque ya lo hicimos una vez, tienen derecho a hacerlo cuando sus cuerpos lo necesiten. Así que, cada noche de los siete días de la semana, lo hacemos. Obviamente con protección.
No quiero tener un little Diego o Sean. O quizás una pequeña yo.
Me removí en la cama de nuevo para irme a alistar mi uniforme pero los brazos de Sean y Diego me volvieron a acomodar para que este acostada junto a ellos.
Bufe.
-Necesito irme -murmure haciendo de todo mi esfuerzo y no crean que no lo logre hacerlo porque ellos tenían mucha fuerza si no que tenía flojera.
Y con flojera no puedo concentrarme en nada.
Sean se levantó rápidamente y me vio serio.
-¿A dónde? -rugió.
-¿A la escuela? -sonreí sarcástica. -Recuerda que me tienes que llevar, pensándolo bien, ¿Por qué no te quedas aquí, en la cama, con Diego? -el me miro arqueando una ceja a lo que yo solté una carcajada.
-Eres una tonta -murmuro levantándose de la cama.
-Gracias por el halago -sonreí y le seguí.
Comencé a buscar mi ropa y me metí al baño para después tomar una muy apresurada ducha y salir cambiada de este.
Me peine y agarre mis cosas para irme acompañada de Sean sin antes haber agarrado un paquete de galletas Oreo. Sean también se iría a trabajar y Diego se quedaría solo con Cali.
Después de todo, Sean era el Alfa de su manada y debía ir a arreglar los problemas que se habían acumulado por tener tanto sexo con su mate.
***
Al llegar de la escuela fui corriendo hacia mi habitación para cambiarme e ir hacia la casa de Matt por que el muy idiota se enfermó por comer mucho.
Justo cuando iba a cerrar la puerta con seguro, mi teléfono vibro.
Matt.-
Oye idiota, en este momento no podremos vernos, me llevaron otra vez al doctor.
Rápidamente le conteste
Yo.-
¡No me digas idiota!
Espera
¡Me ilusionaste!
Al instante me contesto.
Matt.-
No te pongas triste
Sé que quieres que ver a este modelo de Calvin Klein pero la perfección no se puede apresurar
Para que no te pongas melancólica, te voy a enviar un video gracioso.
Pero lo tienes que ver con todo el volumen porque luego no te vas a reír.
¿De acuerdo?
Este estúpido se cree la persona más importante del mundo.
Yo.-
Si aja, como sea.
Envíalo
Camine hacia la sala donde estaba Diego en su teléfono.
-¿Qué paso? -me pregunta viéndome con el ceño fruncido.
-No iré con Matt -suspire sentándome en el sillón recargándome en su hombro.
Diego esbozo una sonrisa disimuladamente.
-Y... ¿Qué quieres hacer? -murmuro sobándome la cabeza.
-Vamos a armar un rompecabezas. -Está bien, sé que suena infantil pero ¡oigan! ¿Acaso a ustedes no les gustaba armarlos en la infancia?
Recuerdo haber guardado uno de mil piezas. Pero no sé en dónde.
Me levante rápidamente del sillón y corrí hacia mi habitación.
Busque en todas partes hasta que al fin lo encontré.
Debajo de mi cama.
Volví hacia donde esta Diego y sonreí.
-Vamos, levántate. ¿En el suelo o en la mesa?
El me miro pícaro.
-En cualquier lugar.
-Por Dios, contrólate un momento. Al menos hasta la noche.
-¡Oye! No estoy pensando en nada malo. ¡Tú eres la pervertida aquí!
-Si claro, y Cali es un dragón.
-Puede ser, si tan solo lo imaginaras.
-Ya pues, hay que armarlo. Hace mucho que no lo hago.
-Porque no quieres, bien puedes hacerlo pero te la pasas hablando con ese tal Matt. -dijo en un gruñido.
-Oye, eso no es cier... -mi teléfono vibro indicándome que tenía un mensaje.
-¿Lo ves? -dijo apuntándolo.
-Bien -gruñí y silencie mi teléfono. Camine hacia Diego y me senté en las sillas del comedor. -Hay que hacerlo.
Abrí la caja y las piezas eran extremadamente pequeñas.
Demonios.
¿Por qué siempre en la portada dice una cosa y el contenido es otro?
***
-¿Ya casi terminamos...? - arrastro las palabras Diego mientras se recostaba en la mesa.
-No, aún faltan... -murmure igual que Diego mientras miraba nuestro ''logros''.- Aún faltan 451 piezas, o más.
Deje caer mi cabeza sobre mi brazo que estaba encima de la mesa y cerré los ojos, enfadada.
-¿Qué hora es? -balbuceo Diego tomando mi mano.
-No lo sé, creo que ¿las cinco? -este ''trabajo'' era más difícil de lo que pensé.
-¡Llegue! ¿¡Se alegran de verme!? -dijo Sean, abriendo la puerta azotándola.
Cargaba muchas bolsas como si hubiera ido de compras.
-¿Qué traes? -señale las bolsas.
-Oh, no es nada, solo, tal vez, helado, galletas, dulces y bebidas. ¿Qué les parece? -sonrió emocionado. -Pensé que, como ya he dejado de trabajar por hoy, podríamos ver películas, deben estar tan aburridos como una ostra. -carcajeo Sean burlándose de nosotros mientras ponía las bolsas en la mesa.
-En realidad, sí. Muero de hambre y esto es peor que ir a la escuela los sábados y los domingos. -dije y baje de la silla seguida de Diego.
-Buscare una película -murmuro y fue a su antigua habitación.
-¿Y bien? ¿No crees que merezco algo de ti? -dijo Sean sonriendo arrogante.
-Gracias -reí y el bufo.
Caminó hacia mí y ágil mente me tomo entre sus brazos para estampar sus labios en los míos.