Ruby Tiger [✓].

By ComandantePrim

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GANADORA DE LOS WATTYS 2020 EN LA CATEGORÍA CIENCIA FICCIÓN. Serie héroes #01. Misterioso, malhumorado, perez... More

♣Prólogo♣
A d v e r t e n c i a
B o o k t r a i l e r
001| Viuda Negra.
002| Cigarro.
003| Intruso.
004| Reencuentro.
005| Niña.
006| Honor.
007| Límites.
008| Cambios.
009| Cenizas.
010| Orilla.
011| Naturaleza.
012| Vulnerable.
014| Celos.
015| Noble.
016| Identidad.
017| Idiota.
018| Sospechas.
019| Contraseña.
020| Pantera.
021| Penumbra.
022| Náuseas.
023| Increíble.
024| Expediente.
025| Ondas.
026| Tormenta.
027| Visita.
028| Confianza.
029| Bala.
030| Territorio.
031| Amanecer.
032| Malinterpretar.
033| Bestia.
034| Troy.
035| Fascinación.
36| Inminente.
037| Recuerdo.
N O T A
038| Marioneta.
039| Interés.
040| Creer.
041| Eliminación.
042| Oxígeno.
043| Desintegración.
044| Inesperado.
045| Advertencias.
046|Encuentro.
047| Provocaciones.
048|Adiós.
049| Brizna.
050| Colapsar.
051| Confesiones.
052| Final.
LEER, POR FAVOR.
Epílogo.

013| Ileso.

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By ComandantePrim

  "El entrenamiento no es nada. La voluntad lo es todo. La voluntad de actuar."—Batman.  

Instintivamente cerré los dedos entorno los cigarrillos que aún permanecían en mi mano. Fue un acto irracional y bastante estúpido pero no supe que más hacer ante la rocambolescamente absurda situación que se presentaba en el presente.

Ajeno al revuelo que podía ocasionar su mera presencia en un recinto repleto de adolescentes, hormonas y dispositivos móviles con cámaras de última generación el individuo más incansablemente buscado de la ciudad había hecho su aparición en el instituto.

Tan siquiera le había escuchado trepar al árbol. Solo en el instante en el que pronunció mi nombre de aquella manera tan característica fui consciente de su figura.

Haciendo gala de una agilidad que sería la envidia de cualquier descendió, cayendo elegantemente sobre ambos pies sin un mísero sonido.

Me sorprendió encontrarme con los ojos de la persona que había detrás y no con los felinos y resplandecientes que acompañaban al traje.

Las palabras escaparon de mis labios antes de que pudiera procesarlas.

—No deberías estar aquí —afirmé con obviedad.

Él continuó sin hablar por lo que me incorporé despegando mi trasero de la hierba, me sacudí las briznas de encima y arqueé las cejas esperando una respuesta que diera explicación a su acción. Como el silencio fue lo único que obtuve de él pasado unos segundos opté por guardar lo que me había pasado nuevamente en la mochila y dejar de machacarlo entre los dedos.

—¿Qué es eso? —Indagó cuando mi vista recayó de nuevo en su persona.

Afiancé las correas de la mochila sobre los hombros.

—Nada que te incumba —dije con un desdén palpable— Si has venido a husmear acerca de lo que hago con mi vida será mejor que desaparezcas. No necesito consejos de nadie.

—Jamás te daría un consejo —repuso pasado unos segundos— No venía aquí por eso... realmente —gruñó como si sus propios tartamudeos le sacaran de quicio— no puedo decir que haya un único motivo. Supongo que... vengo a hablar contigo.

Asentí compresiva.

—Hablar —repetí masticando las sílabas. — Déjame a mí empezar. Fue culpa mía. Me propasé de una manera intolerable. Lo sé. Así que tranquilo, todo está aclarado, no hace falta que te presentes en mi instituto para eso. Nada de lo que ayer aconteció volverá a repetirse.

Dicho esto le di una sonrisa de boca cerrada y me dispuse a pasar a su lado dando por zanjado el tema. Además había que tener en consideración el pequeño detalle de que el recreo estaba a punto de finalizar.

Sin embargo mi avance sucumbió cuando una mano interceptó mi muñeca, calvando de nuevo mis pies a tierra. Emití un sonido a medio paso entre jadeo y una exclamación ahogada por la sorpresa.

Ruby Tiger me detuvo, obligándome a permanecer junto a él.

—Diana —debía dejar de repetir mi nombre así si quería continuar con las riendas de mi propio sentido— Necesito que escuches lo que he venido a decirte. Comprendo que no es ni de lejos el momento y mucho menos el lugar indicado. No obstante no he podido dejar ni un solo segundo acerca de esto... y empieza a preocuparme. Hazme caso, si no hubiese un motivo crucial no estaría en esta basura de instituto.

Traté de regular el alterado intervalo por el cual respiraba.

—Ahora mismo no dispongo de tiempo para esto —modulé con firmeza rehuyendo de su agarre lo que permitió razonar con mayor claridad. Me giré para enfrentarme a su mirada— Y tampoco quiero escucharlo. Cometí el error de obligarte a implicarte. No deberías haberlo hecho, solo conllevará problemas para ambos.

Había una parte de mi ser que no paraba de chillarme para que dejara de soltar estupideces. Me instaba a sellar los labios y escuchar aquello que tenía por decirme... era un dictado completamente a merced de lo irracional, lo sentimental. Mientras que la otra apoyaba de manera férrea todas y cada una de mis palabras... cansada de sentir esa extraña sensación de vulnerabilidad frente al sujeto que se interponía en mi camino.

—No hay vuelta atrás.

Elevé las cejas ante aquella oración que, a primera vista, parecía fuera de contexto.

—No hay vuelta atrás... ¿para qué? —Interpelé con cierto matiz cansado.

La intensidad con la que sus ojos se clavaron en mí, atravesándome, perforándome en lo más profundo... me pilló desprevenida. No había rastro de burla, la seriedad bañaba sus facciones.

—Tienes razón —comenzó sin despegar sus ojos de los míos— quizás fue un error implicarse. Pero una vez que se traspasa la indiferencia no se pude simplemente retroceder y salir ileso. Puede que no sea como tú y no alcance a comprenderte. No obstante debo ser fiel a mí mismo... y ahora no puedo escapar de ti.

Me temblaron los labios cuando procedí a hablar.

—No lo comprendo —admití.

Una mueca sarcástica ordenó de nuevo su rostro, llevándose los matices de solemnidad anteriores.

—Descuida, yo tampoco —echó una ojeada alrededor— aunque no cantes victoria. Necesito que me escuches. Y hazme caso —regresó su atención sobre mí— los gatos son obstinados.

Pensé que dicho esto desparecería sin más, como acostumbraba hacer siempre que nuestros encuentros llegaban a su fin. Pero parece que estaba frente a una versión distinta del superhéroe que creía empezar a conocer. O quién sabe, tal vez de lo que estaba siendo testigo no fuera la figura mediática que tenía revolucionada a toda la ciudad... si no de la persona que se ocultaba tras la máscara.

¿Quién era Ruby Tiger cuando no estaba enfundado en ese ajustado traje rojo?¿Cómo era lejos de sus hazañas? ¿Estaba en armonía consigo mismo?

Las preguntas acudieron a mi mente en tropel pero todo pareció silenciarse, perder fuerza, relevancia, ante lo que experimentaba en primera persona. Ruby Tiger respiró con tanta fuerza que mechones de cabello flotaron entre ambos.

—Nos veremos pronto.

Y aquello no sonó como una amenaza. Ni como una orden. Más bien como una promesa irrompible.

★★★

—La biotecnología tiene diversas ramas, con sus consecuentes áreas de estudio y aplicaciones en nuestra sociedad —el señor Morris pulsó con desgana la pizarra inteligente que empezó a difundir imágenes de cadenas de ADN enroscadas— En la clase de hoy nos centraremos en el campo más prometedor. El Estado gasta ingentes cantidades de capital en el estudio y desarrollo de la ingeniería genética.

Mordisqueé la capucha del bolígrafo que manipulaba entre los dedos centrando mi atención en la monótona voz del profesor, ignorando deliberadamente el revuelo de la clase. La gente estaba más ansiosa de lo habitual por la cercanía del partido decisivo que supondría el paso a la final del equipo. Y como tal el odio hacia la chica que les dejó sin uno de sus mejores jugadores se habían incrementado volviéndose más intenso y verbal.

Un gurruño de papel borrajeteado con insultos hacia mí descansaba sobre el pupitre. El tiempo avanzaba pero las formas de amenazar resultaban patéticamente las mismas.

Lo que ellos no podía intuir era lo abstraída que me encontraba con respecto al baloncesto. La curiosidad me corroía sin descanso.

¿Qué sería tan importante?

Aunque jamás lo admitiría a viva voz el hecho de que se hubiera tomado tantas molestias por mí resultaba... agradable. Demasiado agradable.

Justin y aquel estúpido día no eran la prioridad en el orden de pensamientos. Incluso la clase había captado magistralmente mi atención.

Esperé con paciencia, anotando aquello que me resultaba en apariencia útil. La tinta fluorescente de mis marcadores tiñó una considerable superficie de las hojas del libro de biología.

Cuando el metálico retumbar del timbre llegó a mi pabellón auditivo me quedé sentada, recogiendo de forma deliberadamente más lenta. La clase apenas tardó en vaciarse, dándome la oportunidad que necesitaba para resolver una parte de mis dudas.

—Disculpe —modulé, insegura, dando un paso hacia el funcionario— Tengo una serie de cuestiones que me encantaría plantear.. a ser posible, claro está.

El señor Morris se limitó a resoplar con disimulo y tomar asiento tras la pesada mesa de escritorio. Me hizo un gesto con la mano para que continuara. Tragué saliva, reorganizando mis ideas.

—Está bien... —venga, Diana— Me preguntaba si es posible introducir en la secuencia de genes que componen el genoma humano otro tipo alternativo de gen perteneciente a una especie distinta. Sustituir ciertas cadenas de ADN por otras.

El anciano profesor estudió mis palabras.

—Teóricamente se podría hacer —comentó— Sin embargo, solo en el plano teórico. Bien es cierto que los avances en el campo de la ingeniería genética cada vez son mayores, pero a lo sumo que han llevado es a mezclar el ADN humano con el de otro semejante. Veamos —se incorporó emitiendo un suave quejido. Rescató un rotulador y se situó frente a la pizarra— Imagínese que toda la información que poseemos sobre las aplicaciones de nuestro ADN es este punto —apoyó la punta del rotulador en la superficie blanca— Apenas es un diez por ciento. Muchos entendidos en el tema opinan que sería posible manipular los genes.

Contemplé la pizarra sintiendo como mi mente comenzaba a girar sobre los engranajes.

—Si se pudiera variar la secuencia, sustituir genes defectuosos... el resultado serían humanos mejorados y básicamente invencibles. Niños a la carta.

Asintió.

—Más o menos —concedió— Y volviendo sobre tu pregunta... es improbable. No sabemos como reaccionaría estos genes en contacto con el resto. Si se establece una especie de predominancia de los alelos de la otra especie. Los híbridos son realmente complicados de obtener, incluso para la naturaleza. Digamos que el universo nos separó del resto de especies, aislándonos en nuestro propio cosmos genético. Pero no me aventuro a decir que esto sería imposible. Tanto tú como yo desconocemos lo que se está desarrollando por encima de nosotros, en los laboratorios con las mejores mentes y la más cara equipación.

—¿Usted cree en lo imposible?

Una extensa sonrisa arrugó las facciones del señor Morris ante mi pregunta.

—Señorita Baker... hace unos siglos que el hombre pisara la Luna era imposible. Opino que la imposibilidad es producto del desconocimiento. Soy científico y creo en la ciencia. No en dichosas supersticiones de magia y misticismos. Pero dígame —se ajustó las gafas sobre el punto de la nariz clavando sus diminutos ojos oscuros en mi huidiza mirada— ¿cuál es el verdadero motivo de su pregunta? Adivino que no se trata de pura fascinación por la materia.

Titubeé durante unos instantes.

—La verdad... —carraspeé— sospecho que el muchacho con el traje rojo podría ser una especie de mutación genética. Pero hasta ahora solo había conocido mutaciones perjudiciales para el hombre...

—Es difícil crear juicios acertados cuando desconocemos la información. Hasta ese instante solo podemos teorizar —divagó observando por la ventana— Y desde luego ese chico es una especie de milagro de la ciencia... de ser verdad. Pero como usted misma ha dicho, depende de nosotros creer en lo imposible.

Yo había tocado lo imposible. De hecho había podido comprobar con mis propios ojos cosas completamente inexplicables que no obstante habían ocurrido. Y no dudaba de la verdad de sus palabras... en aquel momento parecía desgarradoramente sincero.

Tras murmurar un agradecimiento por el tiempo que había consumido me apresuré a salir de clase. El resto de mañana me encontré sumida en un trance, atrapada en la red de preguntas que se tejía de manera constante e incansable en mi mente. Solo podía repetir una y otra vez los datos que conocía y sucumbir ante los que desconocía por completo.

Ignoré la llamada de Justin, al autobús que tendría que llevarme hasta mi casa.

Me limité a caminar dejando que el viento se enredara por mis cabellos y arrastrase lejos el humo del cigarro que se consumía con lentitud prendido entre mis labios. Sin una razón aparente terminé con mi trasero aposentado sobre uno de los bancos de sucio metal de la ciudad.

La suela de mis desgastadas deportivas golpeaba en un son rítmico la acera conforme la ceniza descendía sobre la misma arremolinándose antes de colisionar.

En la mochila que tenía abandonada bajo mis pies vibraba incansablemente el teléfono ante la interminable impaciencia de... quienquiera que me estuviese llamando.

Un coche se detuvo en la calzada a pocos metros del banco donde había desatado mi descontento con la serie de dudas existenciales que me consumían.

Contemplé, no sin cierto recelo como la ventanilla del conductor bajaba con un susurro mecánico. Una cabellera rizada y rubia fue lo primero que diferencié. La mujer al volante mantenía una expresión serie pero controlada mientras aferraba sus diminutos dedos al cuero.

—Sube —impuso.

¿Qué sería lo correcto?

Si aún no habéis votado... ya sabéis, entrad en mi página, buscad la historia que he compartido en el perfil. En la última parte encontraréis un comentario con los datos de ESTA historia, contestad con el código 8KBLB7VQ. 

¿Os ha gustado el capítulo? ¿Qué será lo que quiere Ruby Tiger? Pronto lo averiguaremos.


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