Ruby Tiger [✓].

ComandantePrim tarafından

285K 29.6K 3.9K

GANADORA DE LOS WATTYS 2020 EN LA CATEGORÍA CIENCIA FICCIÓN. Serie héroes #01. Misterioso, malhumorado, perez... Daha Fazla

♣Prólogo♣
A d v e r t e n c i a
B o o k t r a i l e r
001| Viuda Negra.
002| Cigarro.
003| Intruso.
004| Reencuentro.
005| Niña.
006| Honor.
007| Límites.
008| Cambios.
009| Cenizas.
010| Orilla.
012| Vulnerable.
013| Ileso.
014| Celos.
015| Noble.
016| Identidad.
017| Idiota.
018| Sospechas.
019| Contraseña.
020| Pantera.
021| Penumbra.
022| Náuseas.
023| Increíble.
024| Expediente.
025| Ondas.
026| Tormenta.
027| Visita.
028| Confianza.
029| Bala.
030| Territorio.
031| Amanecer.
032| Malinterpretar.
033| Bestia.
034| Troy.
035| Fascinación.
36| Inminente.
037| Recuerdo.
N O T A
038| Marioneta.
039| Interés.
040| Creer.
041| Eliminación.
042| Oxígeno.
043| Desintegración.
044| Inesperado.
045| Advertencias.
046|Encuentro.
047| Provocaciones.
048|Adiós.
049| Brizna.
050| Colapsar.
051| Confesiones.
052| Final.
LEER, POR FAVOR.
Epílogo.

011| Naturaleza.

5.4K 612 73
ComandantePrim tarafından

*Leer nota del final. 

  Cuando más grande seas, más rápido te quemas. —Linterna Verde.

El rugir de las olas estrellándose contra la orilla fue el encargado esta vez de romper el suave hilo de mis ensoñaciones, escupiéndome nuevamente a la desastrosa realidad.

Espera, espera, ¿las olas rompiendo en la orilla?

Los vapores del sopor me impidieron encontrar una explicación lógica para el conjunto de estímulos que acudían a mi mente.

Un acusado dolor muscular me contracturaba de pies a cabeza. Mi cuerpo adolorido estaba sobre una superficie irregular y no especialmente blanda. Un regusto salado me salpicaba los labios y el graznido de las gaviotas se elevaba por encima de mi cabeza.

Me aventuré a abrir los ojos temiendo lo que podría encontrarme en aquellos instantes.

Lo que vi favoreció en un primer lugar a que mi estado de confusión alcanzara niveles difíciles de soportar. Frente a mis narices y a unos escasos centímetros se encontraba el rostro enmascarado de Ruby Tiger. Tenía los ojos cerrado y su rostro reflejaba una tranquilidad y una paz que jamás había registrado en sus facciones. Su respiración era lenta y regular.

Estaba dormido.

Poco a poco los recuerdos de la noche anterior irrumpieron entre mis pensamientos. El incendio. Las quemaduras. La playa.

—Rayos —solté entre dientes recordando lo que había dejado en mi propia cama.

No solo había robado el coche a mi... a Justin si no que mi plan de volver antes de que se despertase estaba perdiendo probabilidades de éxito.

Me incorporé de la arena que se había incrustado por todo mi cuerpo. Genial, tardaría siglos en deshacerme por completo de ella.

Me froté las mejillas congeladas y observé a derredor.

No había ni un alma todavía en la playa. El sol estaba despuntando en el horizonte. Bueno, quizás no fuese demasiado tarde. Serían cerca de las seis de la mañana.

Sin embargo estaba considerablemente lejos sin un medio de transporte más allá del muchacho tendido a mi lado. Desde luego... no era la mejor estructurando planes con vistas de éxito. Todo había salido de una manera que no esperaba... aunque al menos conseguí convencer a Ruby Tiger para que se implicara en el incendio.

¿Y que consiguió? Unas feas quemaduras repartidas irregularmente por su piel.

Mi curiosidad superó la barrera de la timidez o quizás la de la sensatez y me aventuré a revisar sus heridas para comprobar que no se habían infectado. Lo que presencié con mis propios ojos resultó chocante. De forma automática posé las yemas sobre la piel tersa y sin ninguna imperfección de su espalda donde hace solo algunas horas había una grave quemadura de segundo grado.

Mi tacto debió despertarlo porque quedó repentinamente sentado de espaldas a mí. Reacia a apartar mis dedos de su piel la confusión era cada vez mayor.

¿Me lo habría imaginado todo?

Los pliegues chamuscados de su traje me daban la pista de que en efecto no eran producto de mi imaginación. Percibí el tensar de sus músculos bajo la yema de los dedos que no paraban de rastrear las zonas en busca de indicios que dieran una explicación a todo aquello.

—Te dije que me curaría —repuso con cuidado sin girarse a mirarme.

Entreabrí los labios buscando las palabras adecuadas que pudieran alcanzar a expresar todo lo que me pasaba por la mente en esos instantes.

—Es imposible —acusé apartando mis manos de su espalda— Eran quemaduras de segundo grado. La parte superior de la epidermis estaba muerta. Había decenas de ampollas. No pueden simplemente... desaparecer.

Aspiró aire antes de aprontarse a mirarme. Un par de ojos verdosos con reflejos ámbar pero aparentemente humanos se posaron en mí con cierta duda. Como si se debatiese en contestarme o permanecer con su celoso silencio.

—Es... difícil de explicar —dijo finalmente.

Asentí pausadamente.

—Lo supongo, pero si... si quieres tratar de explicármelo verdaderamente me encantaría escucharlo —admití bajando la vista a la arena.

Atrapé entre los dientes mi labio inferior y esperé a que saliera con alguna contestación que anulara mis palabras. Sin embargo solo obtuve un prolongado silencio que se extendió a nuestro alrededor únicamente interrumpido por los sonidos externos y ajenos a nosotros.

Elevé los ojos para encontrarme con los suyos aún fijos en mí.

—Reconozco que no tengo una mínima idea de por donde empezar —habló pasados unos lacónicos segundos— Ni yo estoy seguro de las implicaciones reales de mi naturaleza. Ya te dije que no soy como tú, Diana. No soy humano o al menos no en totalidad. Podría decirse que soy una especie distinta... una mutación que me hace distinto, impredecible, inestable y peligroso.

Fruncí las cejas.

—Una mutación —repetí saboreando cada una de las sílabas.

Suspiró enroscando sus labios en una mueca de resignación.

—A Nicole le gusta llamarme hombre gato. Aunque creo que se debe a su fascinación innata por los hombres lobo. Sinceramente y antes de que lo preguntes, no sé si siempre he sido así. Si esta abominación me viene de nacimiento o he sido objeto de experimento cuando era un bebé. Los recuerdos de mi infancia... —presionó los puños cerrando los ojos— están demasiado confusos. Durante toda mi adolescencia... fui... fui examinado a fondo —volvió a clavar su mirada en mí— Día tras día, encerrado en un laboratorio. Él analizaba mi sangre con muestras semanales y explotaba cualquier capacidad que pudiera ser mínimamente sobrehumana.

Hundí los dedos en la arena de mi alrededor tratando de digerir todas y cada una de sus palabras que no hacían más que incrementar mi fascinación ante el sujeto que tenía frente a mis ojos.

—Oído y olfato más refinados. Visión nocturna. Garras retráctiles —en ese punto despegué los labios pero él se adelantó— No, no exactamente como las de Lobezno. Fuerza superior a cualquier humano. Agilidad propia de un felino. Colmillos. Y mi organismo se regenera a un ritmo muy elevado.

De ahí la repentina desaparición de sus quemaduras. Todo comenzaba a cobrar sentido... de alguna manera. Aunque bien pensado hasta la última de sus palabras resultaban increíbles. Su mera existencia parecía un hecho incomprensible.

—¿Marcada indiferencia ante todo, férrea independencia y un orgullo casi tan desarrollado como tus sentidos? —Inquirí divagando entre la serie de comportamientos que había presenciado en él.

Ruby Tiger sonrió.

—Puede ser. Y ahora que te he contando mis intimidades —su mirada se tornó retorcida conforme iba hablando— creo que me debes información.

¿Información? Me limité a componer una expresión de completo desconcierto que solo logró ensanchar la mueca burlesca de los labios del chico que desplegó una dentadura íntegramente corriente. Ante mí ya no había atributos gatunos físicos evidentes.

—Sí. Si no me equivoco... y pocas veces lo hago... me debes un pequeño detalle de tu lencería.

—¡Eres un cretino! —me lamenté sacudiendo la cabeza arrancando una carcajada que brotó del interior de la garganta del Ruby Tiger. Me crucé de brazos difamando una mirada asesina en su dirección— Haz algo útil y sácanos de aquí.

Cerca de una hora después estaba conduciendo el caro coche deportivo del chico que esperaba que continuase durmiendo en mi cama. Cerní los dedos entorno al volante presionando los dientes con fuerza.

—Baja. Los. Pies. Del. Salpicadero —mastiqué cada una de las palabras.

Ruby Tiger me lanzó una mirada de repulsa sin obedecer mi simple orden. Fui testigo de como la tapicería del coche se inundaba de arena dejando restos que serían difíciles de explicar.

Emitiendo un sonido cercano a un ronroneo flexionó los brazos tras su cabeza.

—Nunca he sido gran fan de los coches.

Puse los ojos en blanco frenando ante un semáforo en rojo. Daba gracias a los cristales tintados del coche que escondían el traje rojo más buscado de la ciudad de los ojos del resto de conductores que circulaban por las ya atestadas vías.

—Nadie te pidió que me acompañaras —recordé esperando a que me dejaran paso libre.

—Puedes fingir... pero sé que te encanta tenerme aquí. Además soy un profesional en mi trabajo. Vas falta de horas de sueño, ¿y si te estrellas?

Gruñí arrancando de nuevo el coche.

—Tú te estrellas conmigo.

—Olvidas tu vulnerabilidad.

—Pasa de mí —sacudí la cabeza.

Eran las siete de la mañana y el tráfico de San Francisco ya era insufrible. Aunque quizás estuviera más irascible por el individuo que se encontraba en el asiento del copiloto. Tras un accidentado viaje me encontré aparcando frente a mi casa.

—Ya está —canturreé abandonando el vehículo— ¿Qué se supone que haces?

Esa última pregunta la lancé al aire de manera chillona cuando atrapó mi muñeca y tiró de mí hacia el portal, reposando mi espalda contra la tibia pared de piedra.

—No puedes decírselo a nadie. He confiado en ti, Diana y no me agradaría haberme confundido —la intensidad con la que su mirada me traspasó me hizo sentir un extraño sentimiento cercano a la incomodidad— ¿Prometes guardar el secreto?

¿Por qué podía actuar de maneras tan diversas en un período de tiempo tan sumamente limitado?

La presión de sus dedos se incrementó sobre mi muñeca ante mi pasmado silencio.

—Diana...

Un calambre escaló desde lo más profundo de mi ser ante la mención de mi nombre en semejante tono. Tragué saliva luchando por controlarme.

—Lo prometo —aseguré con voz firme— puedes confiar en mí.

Asintió echando un vistazo a su entorno sin querer ser descubierto en su extraña actitud. Porque no era por nada... pero la imagen del ser más famoso de San Francisco arrinconando a una chica no debía ser muy favorecedora para su imagen mediática.

La figuración de mi madre con el bigote de J.Jonah Jameson repitiendo por todas las pantallas de la ciudad la amenaza que suponía Ruby Tiger se compuso cómicamente en mi cabeza.

Cuando su atención regresó a mi persona ya había vuelto a tomar las riendas sobre mí misma. O al menos eso pensé antes de que sus dedos rozaran la zona descubierta de mi cuello.

—Ahora deberías volver... tu novio estará a punto de despertarse.

Entrecerré los ojos ante la sensación de su piel cálida en contraposición a mi tez fría. Y actuando de una manera completamente irresponsable, temeraria, irracional, imprudente, irreflexiva, osada, atrevida, casi suicida y demasiados adjetivos más como para tener que enumerarlos todos... extendí los dedos haciéndome con los pliegues de la máscara que cubría la parte superior de su rostro. Su aliento me golpeó la muñeca pero no se movió, permaneciendo impasible. Tan siquiera apartó los ojos de los míos ni su mano de mi nuca.

Parecía que el tiempo se había detenido en seco dejando una burbuja espacio-temporal que se dilataba hasta hacer colapsar la realidad.

El corazón me latía de una forma tan frenética y brusca que estaba convencida de que él podía escucharlo con o sin un sentido del oído más sensible de lo normal. La respiración quedó atorada en mis pulmones a medio camino entre las fosas nasales y los bronquios cuando recogí con mimo parte del tejido elástico descubriendo su nariz.

Y antes de que mis embotados sentidos pudieran procesarlo debidamente sentí como se me escurría entre los dedos. En menos de tres milésima de segundo cualquier contacto físico se quebró dejándome una extraña sensación de vacío en los dedos. Tardó al menos un segundo más en desaparecer sin ningún motivo aparente de mi vista permitiendo que me desinflara como un enorme globo repleto de expectativas.

Aún agitada fui testigo de como la anciana señora del bajo pasó acarreando un repleto carro de la compra unos diez segundos después de que su desaparición me despojase temporalmente de cualquier pensamiento.

—Buenos días —murmuré en respuesta a un saludo que no escuché.

Experimentando un paupérrimo estado de turbación subí con lentitud los escalones que conducían hasta mi cuarto. A mi alrededor todo se me antojaba irreal como producto de una fantasía demasiado ingeniosa de mi mente.

Cuando interné nuevamente en mi casa descubrí no sin cierto sentimiento de alivio que Justin permanecía plácidamente dormido sobre las sábanas revueltas de mi cama. Pensar en lo que aconteció en ellas hace apenas ocho horas resultaba ajeno.

Enterré los dedos en mi cabello soportando las ganas de gritar de pura impotencia.

Me estaba perdiendo en una dimensión que no era la mía y de la cual era reincidente. Mi mundo se reducía al instituto, el dilema con mi familia y la escabrosa relación con el chico que ocupaba el colchón.

No debía inmiscuirme hasta tal punto con un superhéroe.

Muy despacio me libré de las prendas que todavía portaban el olor del que planeaba olvidarme momentáneamente. La arena aún persistente en ellas se desparramó por el suelo pero poco me importó en ese momento.

Arrastrando los pies por el suelo del cuarto me derrumbé en la cama que no debería haber abandono la noche anterior. Justin soltó un quejido en sueños y sus brazos se movieron buscando algo. O mejor dicho a alguien.

La piel que se ajustaba a sus bíceps rozó mi abdomen descubierto mientras me apresaba nuevamente contra su pecho como si jamás le hubiera dejado.

Me permití deleitarme en el sentimiento de familiaridad que me trasmitía. Su aroma, el tacto de su cuerpo, el latido de su corazón... todo componía una sinfonía que había experimentado decenas de veces.

Presionó los párpados antes de abrirlo, descubriendo un par de ojos azules que se deslizaron por mi rostro.

—Buenos días, preciosa —murmuró con voz ronca y soñolienta.

—Hola —respondí en apenas un susurro audible.

Justin sonrió y su boca descendió sobre mí. Cerré los ojos cuando la calidez de sus labios colisionando contra los míos ocupó mis receptores nerviosos. Me besó despacio antes de apartarse y mirarme con el ceño fruncido.

—Sabes a sal —comentó con extrañeza.

Presioné los labios sin encontrar una excusa convincente a todo aquello optando por un camino que no me planteaba por el momento juzgar.

—¿Qué te parece si nos duchamos juntos?

Mayday, mayday, por favor, necesito que os toméis un tiempo leyendo lo que os tengo que decir.

Todos conocéis la frase de: no juzgues un libro por su portada. No obstante, inconscientemente hacemos esto, y nos fijamos más en libros con portadas vistosas, que parezcan más o menos curradas... ¿o no?

Yo soy un desastre haciéndolas, he aquí el ejemplo. Por lo que me he presentado a una especie de concurso de una chica que hace portadas verdaderamente estupendas y necesito vuestra ayuda.

Os lo ruego, lectores míos que pasáis mayoritariamente de mí, ayudadme que como siempre entro tarde a las fiestas :'(

¿Qué tienes que hacer?

1. Acudir a la historia donde se realiza esta especie de concurso (os dejo el link sobre esta frase para que accedáis directamente).

2. Votad la última parte bajo el título de Cuarta Tanda y añadidla a vuestra lista de lectura.

3. Buscad mi comentario y responderlo con el código 8KBLB7VQ.

Y así está pequeña historia puede aspirar a tener una portada mejor para que más gente acceda a ella.

Gracias de antemano por vuestro tiempo.

Y... iros preparando para los capítulos que vienen *insertar risa malévola* 


Okumaya devam et

Bunları da Beğeneceksin

20.2K 1.5K 31
A lo largo de mi vida he comprendido que las cosas suceden por una razón, cuando dos personas están destinadas a conocerse la vida pone miles de cami...
77.1K 5.8K 30
Inefable; sentirse amado es algo que no se puede expresar con palabras, pero si sentirlo en lo más profundo de tu ser.
27.4K 2.1K 10
Emma a tenido un accidente de auto y cuando despierta todo lo que ella conocía,su vida,su familia,todo lo que a vivido se a ido,a perdido la memoria.
81.1K 11.3K 54
En un mundo en donde los héroes y los hechiceros conviven con cierta armonía la cual se vera rota